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La arquitectura que muestra cómo comemos (y tiramos la basura)
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La arquitectura que muestra cómo comemos (y tiramos la basura)

El proyecto del pabellón español en la Bienal de Arquitectura de Venecia es 'Foodscapes', de Eduardo Castillo-Vinuesa y Manuel Ocaña, en el que se analizan las estructuras que acompañan a los alimentos, desde la cocina a la tierra

Foto: Imagen presente en el proyecto 'Foodscapes' del pabellón español de Venecia. (Pedro Pegenaute)
Imagen presente en el proyecto 'Foodscapes' del pabellón español de Venecia. (Pedro Pegenaute)

Los procesos de descomposición de la comida en nuestro cubo de la basura son arte, un concepto filosófico y un motivo de estudio. Como el proceso de cocinado. Y como el momento en el que el alimento está en el estante del supermercado. Y como cuando atraviesa en cajas miles de kilómetros de autopistas. Y como cuando es recogido en el invernadero o degollado en el matadero. Y como cuando nace de la tierra en ese proceso alquímico en el que entran en conjunción el sol, el agua y otros miles de compuestos naturales.

Así al menos lo han visto los arquitectos Eduardo Castillo-Vinuesa y Manuel Ocaña, comisarios del pabellón de España, con su proyecto Foodscapes en la Bienal de Arquitectura de Venecia que se celebrará del 19 de mayo al 26 de noviembre. “Es como una película al revés, del cubo de la basura de la cocina, en la que desayunamos, a la biología y la fotosíntesis” con todas las estructuras que acompañan a la comida, comentó Castillo-Vinuesa durante la presentación del proyecto este jueves. La preocupación por cómo comemos, por el cambio climático y por cómo tratamos a los animales será la propuesta española de este 2023.

La preocupación por cómo comemos, por el cambio climático y por cómo tratamos a los animales será la propuesta española de este 2023

La participación de España en Venecia es organización, gestión y financiación pública. Está organizada a tres bandas por el Ministerio de Transportes (Secretaría General de Agenda Urbana, Vivienda y Arquitectura), la Agencia Española de Cooperación Internacional (Aecid) y Acción Cultural Española (ACE), los organismos que velan por la arquitectura pública y nuestra imagen cultural en el exterior. Hace dos años, Transportes decidió crear un concurso público para elegir el proyecto ganador para el comisariado y diseño del pabellón. Antes, en las 18 ediciones que ha participado España, no se elegía así. El concurso salió el pasado agosto y su presupuesto de licitación fue de 137.156,99 euros, tal y como informan desde el ministerio. En el jurado participaron Iñaki Carnicero, entonces director general de Agenda Urbana y Arquitectura, Ignacio García Pedrosa (profesor, Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid), Sara De Giles Dubois (doctora arquitecta y Pprofesora, Escuela Técnica Superior de Arquitectura, Universidad de Sevilla), Cristina Goberna Pesudo (fundadora Architectural Agonism) y Débora Mesa Molina (directora Ensamble Studio). En octubre se comunicó que los ganadores habían sido Castillo-Vinuesa y Ocaña con Foodscapes.

La alimentación como arquitectura

Este proyecto empezó con un libro, Synergetic Stew, que contaba con un prólogo del diseñador Richard Buckminster Fuller (1982) en el que hablaba de los procesos de distribución y consumo de los alimentos, reveló Castillo-Vinuesa. Así fue nutriéndose la idea de analizar cuáles son esas estructuras que alojan la comida y que no vemos nunca en un museo ni entre los ganadores de los grandes premios de arquitectura, pero que, como insistió el arquitecto, son imprescindibles para nuestra vida cotidiana y, por tanto, también afirmó, tienen una lectura política. De ahí que el subtítulo del proyecto sea Al comer, digerimos territorios. “La arquitectura tiene que reclamar más estos lugares. Hay que entender el sistema alimentario como una arquitectura”, insistió Castillo-Vinuesa.

placeholder Eduardo Castillo-Vinuesa y Manuel Ocaña. (Foodscapes)
Eduardo Castillo-Vinuesa y Manuel Ocaña. (Foodscapes)

Foodscapes se divide en tres bloques: cortometrajes, recetas locales y un programa de eventos público. En todos ellos han participado distintos estudios de arquitectura, cineastas, artistas y diseñadores. Los cortos a su vez tienen cinco patas que se podrán ver en las cinco salas laterales del pabellón y también de forma online: digestión, consumición, distribución, producción y fundación. En la primera, por ejemplo, se analiza qué pasa después de la defecación con los residuos, qué pasa en los vertederos, en las plantas de reciclaje. Solo en Madrid hay hasta 15.000 kilómetros de tuberías por donde viajan estos restos. Es casi otra ciudad oculta.

En Consumo aparecen las cocinas, “campos de batalla como espacio social y político”, ya que se pueden estudiar cuestiones de género y las estructuras familiares. La Distribución sirve para ver cuántos kilómetros recorren los alimentos hasta llegar a nuestros platos y en qué estructuras se alojan. “La cadena de frío es también una arquitectura”, manifestó Castillo-Vinuesa. La Producción muestra esos 23 millones de hectáreas que España dedica a producir alimentos. Es más de la mitad del país. Y ahí están los invernaderos de Almería y El Ejido que se ven desde el cielo “mientras que las pirámides no se ven”. Por último, la Fundación, el suelo, “nuestro mundo alien más cercano”, donde confluyen la arquitectura y la agricultura, la ecología “y las violencias climáticas, ecosistémicas que revelan problemáticas políticas”, señaló el arquitecto.

Se pretende llamar la atención sobre lo que nos comemos con una crítica a esas granjas de pulpos que hay ahora en Canarias

El segundo bloque son las recetas locales, casos de estudio concretos sobre estas cinco etapas del sistema alimentario. Por ahí aparecen las nasas para pescar pulpos en una propuesta que pretende llamar la atención sobre lo que nos comemos y que critica esas granjas de pulpos que hay ahora en Canarias; los batidos proteínicos que consume ya un 14% de la población española que cultiva cuerpos musculados en gimnasios por la tiranía de las redes sociales; las infraestructuras que producen las infraestructuras para guardar los alimentos como la elaboración de la madera para barricas, el etiquetado o los corchos de las botellas de vino en una propuesta que también insiste en cómo el cambio climático está desplazando los viñedos, afectando a los insectos, la biodiversidad y, por ende, a lo que comemos y bebemos; otro caso es el de la salsa que fue devuelta a la vida por la universidad tras haber sido producida en la época romana en España y desaparecer durante siglos.

Todos estos proyectos se acompañarán en su nave central de 50 fotografías realizadas por Pedro Pegenaute.

En el tercer bloque se plantean preguntas sobre cómo rediseñamos ahora todo este sistema alimentario por el cambio climático

El último bloque del pabellón, el referente al programa público, tiene previsto plantear preguntas sobre cómo rediseñamos ahora todo este sistema alimentario por el cambio climático y con el fin de tratar a los animales que consumimos de otra forma. Estas semanas se están eligiendo a investigadores para que aborden el tema y es un asunto para el que ha sido clave TBA21, la fundación de arte contemporáneo de Francesca Thyssen-Bornemisza que desde hace un año tiene su sede en Madrid y que cada vez tiene más participación en eventos artísticos en la capital.

Este jueves, durante la presentación del proyecto del pabellón en la renovada Arquería de Nuevos Ministerios —ha estado cerrada cuatro años por reformas, pero ya se puede visitar— había mucho representante político, mucho arquitecto, diseñador y cineasta. Había quien hablaba de llevarse el León de Oro —el gran premio de la Bienal—, como ocurrió en 2016 con el proyecto de Iñaqui Carnicero y Carlos Quintáns. En 2021, el de la trayectoria fue para Rafael Moneo. Habrá que ver qué ocurre este año.

Los procesos de descomposición de la comida en nuestro cubo de la basura son arte, un concepto filosófico y un motivo de estudio. Como el proceso de cocinado. Y como el momento en el que el alimento está en el estante del supermercado. Y como cuando atraviesa en cajas miles de kilómetros de autopistas. Y como cuando es recogido en el invernadero o degollado en el matadero. Y como cuando nace de la tierra en ese proceso alquímico en el que entran en conjunción el sol, el agua y otros miles de compuestos naturales.

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