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¿Elogio a la estupidez? Contra la ralea de apóstoles del activismo iconoclasta
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¿Elogio a la estupidez? Contra la ralea de apóstoles del activismo iconoclasta

Es estúpido echar sopa a un Van Gogh, merengue a un da Vinci o pegarse las palmas a un Goya —o a dos—

Foto: 'La maja desnuda'. Francisco de Goya. 1795-1800. Museo del Prado.
'La maja desnuda'. Francisco de Goya. 1795-1800. Museo del Prado.

Estúpido, da. Del latín stupidus. 1. adj. Necio, falto de inteligencia. (Fuente, RAE).

Es una estupidez intentar destruir lo que es de todos para defender lo que a todos nos pertenece; una estupidez, además, poco práctica, muy poco. Es una estupidez pretender justificar un delito arguyendo que el fin es honroso, encomiable; una estupidez y una falacia. Es una estupidez alertar -o pretender hacerlo- sobre un hecho irrefutable atacando una verdad igual de necesaria. Es estúpido echar sopa a un Van Gogh, merengue a un Da Vinci o pegarse las palmas a un Goya -o a dos-. Un ataque contra la inteligencia de cualquiera que conozca la necesidad que de belleza tiene el hombre -y las mujeres-. Esa belleza inmutable, superior, abstracta, espiritual, infinita; "que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión"; que salvará al mundo y a quienes lo moran. Marcel Broodthaers -que llamó a su hija Mary Puck en homenaje al hado shakesperiano- abogaba por nuevos museos, departamentos de águilas, para sobrevivir al mundo moderno; invirtiendo el orden de las cosas; haciendo poesía -casi dadaísta- con los ecos de nuestros días; nunca destruirlos.

placeholder La 'Venus del espejo' de Diego Velázquez tras el atentado de 1914.
La 'Venus del espejo' de Diego Velázquez tras el atentado de 1914.

Girolamo Savonarola invitaba a quienes, como Botticelli, padecían las dudas de la fe unívoca y verdadera, a prender en pira pública sus lienzos renacidos, sus libros; como "camino de salvación", de expurgo. Desde las saeteras de la Signoria podían verse las lenguas de fuego -como en un pentecostés invertido- que consumían los signos de "idolatría", las muestras de belleza sensible. Y todo, gritaba también él, por un fin superior, común, inapelable; il falò delle vanità -la hoguera de las vanidades-. De eso hay mucho entre quienes desdeñan el valor de la imagen bella, de la imagen terrible: vanidad. Y estupidez, claro. Acuchillar un Velázquez, como hizo Mary Richardson en 1914, no es más que un atentado, el extremo último de un canibalismo obsceno. Por más que persiguiera una igualdad necesaria. Por mucho que yo sea feminista. No importa si los ojos de aquellos que miraban a la Venus reflejada o a la Pepita Tudó del gabinete privado de Godoy eran o no obscenos, sexistas; lo que de verdad importa es lo que seamos capaces de ver ahora, de construir hoy. Lejos de los 451 grados Fahrenheit de Ray Bradbury.

placeholder 'Fontana dell’Acqua Paola'. Caspar van Wittel. 1736
'Fontana dell’Acqua Paola'. Caspar van Wittel. 1736

Anoche, en las Naves del Español, en la sala Max Aub que des-nombraron los que se re-nombran paladines del arte, en lo alto de una tarima que era el salón de una casa sin ventanas, Darío Facal trazaba lo que es no tanto estupidez como sí costumbrismo -casi- mágico. Fórmulas sobadas por décadas manieristas en boca de dos individuos atrapados en la cotidianidad alienante de lo poco brillante, de la apenas iluminada y menguante cultura del esfuerzo. Esa otra verdad inapelable que necesita, igualmente, ser reivindicada, sostenida. Casi tan peligroso como asumir la destrucción de nuestro patrimonio puede resultar el hecho de perpetuar el desdén hacia el mismo, con una educación a la que le han extirpado lo humano -que es, en parte, lo que nos queda de divino-; la música y la filosofía, la historia del arte y la literatura comparada. Si no nos hablan de Platón, ¿cómo vamos a saber que belleza y bondad son la misma cosa? Si no escuchamos a Wagner, ¿cómo vamos a entender que la cultura es un todo tan inmenso como necesario?

placeholder Lugar donde se erigían los Budas gigantes en Bamiyán.
Lugar donde se erigían los Budas gigantes en Bamiyán.

Cada vez que llego a Roma me encaramo al Gianicolo para enfrentarme a Il Fontanone, para sentirme un personaje más de Sorrentino. Y escucho a David Lang, I lie; y me dejo mecer por el rumor del agua; entre la bruma del tiempo que exhala la ciudad eterna. Il Fontanone culmina el acquedotto Traiano, obra de ingeniería necesaria que no requería de un epílogo con tanta belleza. Una tramoya calada que por no ser nada representa todo. Porque habla de lo que somos, seres sensibles que demandan cultura, belleza, poiesis -que Platón definía como "toda causa que haga pasar del no-ser al ser"-. Toda esa ralea de apóstoles del activismo iconoclasta, mientras intentan borrar las huellas de nuestra alma sensible, se diluyen hasta no ser, hasta no contribuir a nada. Un nihilismo pueril con alargadas sombras totalitarias. En 2001, los talibanes imbuidos en la barbarie por el emir al muminin, destruían los Budas gigantes de Bamiyan. Con ellos parte de nuestra historia; la de todos. El agnosticismo cultural -y talibán- se inicia con destellos infames como los de los últimos tiempos. Imperdonables e infames. Infames y estúpidos.

Estúpido, da. Del latín stupidus. 1. adj. Necio, falto de inteligencia. (Fuente, RAE).

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