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Eugueni Vodolazkin, el gran escritor ruso actual: "Entre EEUU y Rusia no habrá piedad"
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Eugueni Vodolazkin, el gran escritor ruso actual: "Entre EEUU y Rusia no habrá piedad"

Presenta en España su aclamada novela 'Laurus' mientras aboga por que los países que avivan ahora el conflicto bélico lleguen a un consenso y "encuentren un idioma común"

Foto: Eugueni Vodolazkin. (Archivo del autor)
Eugueni Vodolazkin. (Archivo del autor)
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Eugueni Vodolazkin (Kiev, 1964) mira por la ventana del Centro Ruso de Madrid y señala al cielo admirado: "Es increíble ese azul, sin ninguna nube". No es el primero que queda extasiado ante el cielo madrileño de invierno, pero quizás es un buen contraste con el de San Petersburgo, ciudad en la que vive desde hace años y donde trabaja como experto en folclore e historia medieval rusa en la Casa Pushkin. Vodolazkin está en España para presentar su novela 'Laurus' (Armaenia Editorial), múltiplemente premiada y que le ha llevado a que le califiquen como el Umberto Eco ruso. Y, realmente, se trata de una hermosa novela ambientada en el siglo XV con sus pestes y su dependencia de Dios. Sin embargo, a veces los tiempos son traicioneros y al escritor le ha pillado esta promoción cuando su país acaba de reconocer la soberanía de dos regiones separatistas prorrusas en Ucrania, allí donde nació cuando todavía pertenecía a la URSS, y suenan con fuerza los tambores de guerra. Hay, por tanto, una pregunta de cajón: ¿cómo ve uno de los más importantes escritores rusos actuales todo este desastre en ciernes que involucra a Ucrania, Rusia, Europa y EEUU?

“En el mundo ahora hay una terrible agresividad. Esta agresividad no es solo entre Estados, también entre las personas. No hay más que verlo en internet. Como [el escritor británico] Kazuo Ishiguro lo llama: es el linchamiento de las redes. No hay ningún tipo de piedad ni compasión”, sostiene para poner el conflicto en contexto. Porque para el escritor tal agresividad, semejante pugna despiadada de unos contra otros “no existía hace mucho tiempo y ahora ocurre en diferentes niveles: entre personas concretas y entre Estados”. Y ahí llega la cuestión geopolítica: “Esa agresividad, traducida a lo interestatal, es lo que enfrenta a Estados Unidos y Rusia”.

“En el mundo ahora hay una terrible agresividad. No hay ningún tipo de piedad ni compasión. Y eso es lo que está ocurriendo entre EEUU y Rusia"

Vodolazkin se toma su tiempo antes de proseguir con su respuesta. Medita. “EEUU es un gran Estado que quiere conservar su poder de influencia; Rusia es un Estado que está regresando a tener la influencia que tenía. Ahora mismo la esencia del conflicto es por una parte conservar la influencia y por otra recuperarla. Y todo esto en un marco de extraordinaria agresividad en todo el mundo”, manifiesta. Como intelectual, se adentra en el terreno de lo que es verdad y lo que no, lo que se dice desde un lado y lo que se dice desde el otro. “Y cada uno tiene su propia lógica y su propia verdad, pero eso es solamente una parte de la verdad. Y cuando una pequeña parte de la verdad la queremos convertir en una verdad total, entonces lo que conseguimos es no alcanzar nunca la autenticidad, la verdad verdadera”, reflexiona para insistir en cuál debe ser la función de intelectuales, artistas, escritores, pero también políticos: “Debemos encontrar esas partes de la verdad para que no sean partes enemistadas sino que sirvan para reconciliar”.

placeholder 'Laurus', de Eugueni Vodolazkin.
'Laurus', de Eugueni Vodolazkin.

El escritor entiende que se le pregunte por este tema, pero avisa de que él no es político y que su opinión “es la de una persona normal”. Esta, no obstante, es muy clara: “El lugar en el que se están enfrentando estas dos maneras de contar la verdad no es Cuba ni Washington sino Ucrania, al lado de Moscú. Sabemos que cuando esto ocurrió cerca de EEUU, en Cuba, EEUU reaccionó de una manera muy nerviosa y por poco no empezó en ese momento la Tercera Guerra Mundial. Y ahora, cuando Rusia se está viendo de una manera más detenida con algunos países latinoamericanos la reacción de EEUU ha sido muy mala. Repito: mi opinión es que la fuerza dominante en este momento es la que está ejerciendo Estados Unidos”.

"Mi opinión es que la fuerza dominante en este momento es la que está ejerciendo EEUU"

Su propuesta, más allá de encontrar culpables, radica en concentrarse en lo que Rusia podría hacer. Y ese camino, por su propio talante europeísta, no es otro que el de llegar a algún acuerdo. “Nosotros tenemos que intentar de cualquier manera tratar de encontrar, tanto con EEUU como con los países que están dentro de su alianza, un consenso”, afirma. Recuerda que “todos nosotros pertenecemos a una gran cultura europea”, y que él mismo pertenece a “una fuerza europea muy importante dentro de Rusia y es muy importante que seamos una unidad con el pensamiento europeísta”. Un acercamiento a Europa que, para él, radica en el cristianismo que subyace a la cultura europea. “Por eso es muy importante que ahora tanto Rusia como sus oponentes encuentren un idioma común”, zanja con respecto a este tema.

La importancia de las palabras

Para hallar este idioma de consenso son muy relevantes las palabras, sobre todo aquellas que se usan en un determinado momento. A ellas son a las que un escritor se dedica y por eso también son tan valiosas para él. En la novela ‘Laurus’ nos topamos con una especie de médico/curandero que en la era medieval intentaba sanar con las palabras. “Dado el número limitado de medicamentos que existían en la Edad Media, el papel de la palabra era más relevante que ahora. Y era necesario hablar mucho”, escribe Vodolazkin.

placeholder Eugueni Vodolazkin. (Alexei Savkin)
Eugueni Vodolazkin. (Alexei Savkin)

“El escritor debe relacionarse de una manera muy seria con lo que escribe. Debe ser consciente en todo momento de lo que despiertan las palabras. El escritor no es un propagandista. No se dirige a las masas. Siempre se dirige a una persona concreta y cualquier palabra ha de ser muy verídica y honesta”, sostiene. Eso choca frontalmente con, en su opinión, la utilización que hacen los políticos de las palabras, que, en muchas ocasiones, pierden su veracidad y, sobre todo, su honestidad porque no se dirigen a nadie en concreto. “Los políticos siempre se apoyan en unos elementos que son el estado, el pueblo, el partido. Si lo examinamos a fondo todas estas cosas son ficticias. Todo lo que es más amplio que el individuo es un producto de nuestra propia fantasía. Lo único real es la persona concreta a la que te estás dirigiendo”, razona.

Cuando un político habla con términos como pueblo, partido, Estado o sociedad, "no siente ningún tipo de compasión con su interlocutor"

De ahí que piense que cuando un político habla con términos como pueblo, partido, estado o sociedad, “en realidad no siente ningún tipo de compasión con su interlocutor porque no se puede amar en totalidad al partido o a la clase a la que quieres defender”. Y esta cosa no es baladí porque eso determinará cómo un político se comporta: “Si amas a alguien en concreto vas a pensarlo diez veces antes de mandar a esta persona a la guerra”, añade. Este asunto le sirve a Vodolazkin para parafrasear a su compatriota Dostoievski, que dijo aquello de que para él no vale nada la felicidad de toda la humanidad que le rodea si eso cuesta la lágrima de un solo niño. Por este motivo, le gustaría que la palabra “recuperara su valor medicinal”, aquel que tenía en el siglo XV, porque “para establecer un diagnóstico completo del individuo no solamente hay que medirle la presión sanguínea, sino conocer el estado de las cosas en su familia, sus relaciones con el jefe, su situación económica…” En definitiva, una relación más humana entre todos nosotros nos haría llevar las cosas de otra manera.

Epidemias del siglo XV y de ahora

En ‘Laurus’ nos adentramos en un mundo en el que las epidemias de peste costaban millones de muertos. Y no había vacunas ni muchas guaridas para ponerse a salvo. Si te tocaba, muy probablemente era el final de tus días. Lo único que te quedaba era encomendarte a Dios y eso es lo que hacía la gente. Para Vodolazkin, la paradoja es que, hoy, con todos los adelantos científico-técnicos que tenemos, “al principio de la pandemia del coronavirus muchas personas reaccionaron igual que en la Edad Media. Antes de que surgieran las vacunas la sensación era que no se podía hacer nada frente a la epidemia. Solamente pensaban que se podía vencer a la enfermedad a través de una curación masiva. Pero no había medios para poder combatir la enfermedad. Todos nuestros grandes medios y avances fueron destruidos por un pequeño virus”.

placeholder Otra imagen de Vodolazkin. (Ilya Tolstoy)
Otra imagen de Vodolazkin. (Ilya Tolstoy)

Sin embargo, en términos generales y sobre todo en lo que tiene que ver con nuestra vida espiritual y religiosa, no nos parecemos tanto al hombre medieval. Vodolazkin ha escrito esta novela ambientada en el medievo precisamente para entender algo de la contemporaneidad. “Los escritores miran la historia como un espejo en el cual se refleja el tiempo actual en el que viven”, ratifica. Y es ahí donde se ven las diferencias. La más notable, insiste, tiene que ver con nuestra relación con la eternidad. El hombre medieval, dice, constantemente reflexionaba sobre el sentido de la vida y pensaba sobre el sentido de la vida y de la muerte porque la muerte era parte consustancial de su vida. Es lo que ocurría con una epidemia: era fácil morirse. O casi con un resfriado. De ahí que, como añade, en el centro de la cosmovisión del individuo estaba Dios.

Enfrentarse a la muerte

Nosotros, por nuestra parte, tenemos demasiadas cosas que hacer y, además, dice Vodolazkin, no nos gusta mirar cara a cara a la muerte. La escondemos. La tapamos en el ataúd. A él eso no le gusta. Cree, como decía Elias Canetti, que es mucho mejor enfrentarse a ella. De ahí que no sea casual el cuadro de Brueghel el Viejo ‘El triunfo de la muerte’ —se puede ver en el Museo del Prado— en la portada de esta novela. “Yo pienso sobre la muerte. Quiero demostrar a la muerte que no la temo. Cuando no tienes miedo a alguien ese alguien o algo es menos agresivo”, afirma. Y relaciona su teoría con una de las novelas más recientes del británico Julian Barnes, ‘El sentido de un final’, en la que un agnóstico “habla de una manera muy honesta de sus miedos y sus esperanzas. Él no cree en Dios, pero no intenta esconder la muerte detrás de la cortina. Y esto por sí mismo es muy importante. Al fin y al cabo, tanto creyentes como no creyentes se plantean el mismo dilema: la vida acaba. Pero tenemos que plantearnos el sentido de la vida; qué sentido tiene nuestra existencia”.

Se desprende ternura en la escritura de Vodolazkin. Se nota que hay amor hacia los personajes. “Cuando la terminé, lloré”, confiesa. Esto entronca muy bien con lo que piensa del actual conflicto bélico, que obviamente ha estado presente en la conversación, y por la salida que él cree más necesaria y que poco tiene que ver con la violencia y la muerte: el consenso.

Eugueni Vodolazkin (Kiev, 1964) mira por la ventana del Centro Ruso de Madrid y señala al cielo admirado: "Es increíble ese azul, sin ninguna nube". No es el primero que queda extasiado ante el cielo madrileño de invierno, pero quizás es un buen contraste con el de San Petersburgo, ciudad en la que vive desde hace años y donde trabaja como experto en folclore e historia medieval rusa en la Casa Pushkin. Vodolazkin está en España para presentar su novela 'Laurus' (Armaenia Editorial), múltiplemente premiada y que le ha llevado a que le califiquen como el Umberto Eco ruso. Y, realmente, se trata de una hermosa novela ambientada en el siglo XV con sus pestes y su dependencia de Dios. Sin embargo, a veces los tiempos son traicioneros y al escritor le ha pillado esta promoción cuando su país acaba de reconocer la soberanía de dos regiones separatistas prorrusas en Ucrania, allí donde nació cuando todavía pertenecía a la URSS, y suenan con fuerza los tambores de guerra. Hay, por tanto, una pregunta de cajón: ¿cómo ve uno de los más importantes escritores rusos actuales todo este desastre en ciernes que involucra a Ucrania, Rusia, Europa y EEUU?

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