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El nuevo orden de seguridad del Kremlin: los abrazos del oso, de Ucrania a Bosnia
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El nuevo orden de seguridad del Kremlin: los abrazos del oso, de Ucrania a Bosnia

El teatro de los Balcanes es uno de los mejores ejemplos de cómo Rusia está apretando a Occidente para cambiar las reglas del orden de seguridad internacional. El próximo será Bosnia

Foto: Mural de Vladimir Putin y un oso en las calles de Moscú. (Getty/Sean Gallup)
Mural de Vladimir Putin y un oso en las calles de Moscú. (Getty/Sean Gallup)

Una escalada de la guerra en Ucrania sería un desastre. Ese desastre recaería principalmente sobre el pueblo ucraniano, pero los efectos de la guerra se extenderían mucho más allá de Ucrania y podrían reescribir las reglas de la seguridad europea. Esto, a su vez, debilitaría las instituciones de seguridad mundial, ya de por sí frágiles. A pesar de su preocupante tendencia a invadir a sus vecinos, Rusia sigue siendo fundamental para el sistema de la ONU y, en particular, para el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU). Una guerra total en Europa dejaría a la ONU paralizada, como ocurrió durante gran parte de la guerra fría.

Pero esta parálisis no supone el fin de los esfuerzos de paz. La crisis creará de forma inevitable un imperativo para que los Estados occidentales trabajen al margen de Rusia en cuestiones en las que esta ha utilizado su sillón en el Consejo de Seguridad para frustrar los esfuerzos de consolidación de la paz y estabilización. Un buen ejemplo es la situación en Bosnia y Herzegovina.

Foto: Marc Casals. (Carles Palacio)

El Consejo de Seguridad de la ONU tiene previsto examinar la situación del país en noviembre de este año. Los miembros de la institución votarán la prórroga anual de la EUFOR Althea, la misión militar de la UE encargada de mantener la paz y la seguridad en Bosnia. Rusia tiene derecho de veto sobre la disposición de las 600 tropas de EUFOR estacionadas en Bosnia, una misión pequeña y carente de amenazas, formada en su mayoría por tropas húngaras, austriacas y turcas, y que carece de personal y equipos para proteger las fronteras de Bosnia. Como Rusia es consciente de la debilidad de EUFOR, no está interesada en poner fin a la misión. Más bien, ha estado utilizando su veto sobre el mandato de EUFOR para obtener concesiones que debiliten las iniciativas políticas estadounidenses y europeas en Bosnia, que están diseñadas para apoyar las reformas constitucionales del país y proporcionarle la capacidad de actuar en política exterior que necesita para avanzar hacia el ingreso en la OTAN y la UE.

Se puede deducir cómo Rusia pretende utilizar el CSNU para lograr sus objetivos a partir de los comentarios del ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergey Lavrov, en una conferencia de prensa en Moscú con su homólogo alemán el pasado 18 de enero de 2022. Aunque el debate se centró en Ucrania, Lavrov mencionó explícitamente a Bosnia. Subrayó que a Rusia le interesa que los actores internacionales lleguen a un consenso en todas sus decisiones sobre el futuro del país. Se refería implícitamente a la decisión de Berlín de eludir la aprobación del CSNU y de ignorar la oposición rusa al reciente nombramiento del político alemán Christian Schmidt como nuevo alto representante para Bosnia, el guardián institucional del Acuerdo de Paz de Dayton. Moscú desea cerrar por completo la Oficina del Alto Representante (OAR) y se opuso fervientemente a este nombramiento. Teme que una versión reforzada de la institución recupere su papel de salvaguarda de la soberanía de Bosnia y apoye las reformas constitucionales que requiere Bosnia para su adhesión a la UE y a la OTAN.

Foto: Sinagoga de Sarajevo donde se habla ladino, construida en 1902. (EFE)

Por este motivo, Rusia amenazó con vetar la renovación de EUFOR Althea en una reunión del CSNU en noviembre del año pasado. Moscú consiguió eliminar todas las referencias a la OAR e impedir que Schmidt compareciera en persona para presentar su informe. El informe advierte de que Bosnia se enfrenta a la amenaza existencial más grave desde el final de la guerra en 1995.

El comportamiento de Rusia en Bosnia es revelador de sus ambiciones y tácticas, así como de su deseo de reducir la influencia de Occidente y socavar sus proyectos políticos más allá del antiguo espacio soviético. Rusia está trabajando para conseguirlo en múltiples escenarios y su ambición de elaborar una nueva arquitectura de seguridad internacional —que margine a Estados Unidos y la OTAN— se extiende a regiones en las que Estados Unidos y sus aliados europeos han asumido tradicionalmente un papel de liderazgo en materia de seguridad. Los Estados occidentales han invertido en todas estas zonas una gran cantidad de tiempo, dinero y capital político en la construcción de la paz y las reformas democráticas.

Foto: Richard Holbrooke, pieza clave para los acuerdos de paz en Dayton. (Reuters) Opinión
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Tanto en Bosnia como en Ucrania, el objetivo de Rusia es mantener al país fuera de la OTAN y a las fuerzas de la OTAN lejos del país, y debilitar a Estados Unidos política y militarmente. El planteamiento del Kremlin para ello es sencillo: cerrar la presencia ejecutiva occidental en forma de la OAR, dentro de la cual Estados Unidos sigue nombrando al alto representante adjunto principal, impedir la reforma constitucional que solo puede producirse con el apoyo de Estados Unidos y asegurarse de que el Gobierno central siga siendo incapaz de conseguir la independencia que necesita en política exterior para tomar decisiones sobre la adhesión a la OTAN y la UE.

Moscú persigue su agenda en diferentes escenarios 'à la carte', eligiendo cuándo violar las normas y cuándo utilizar el derecho internacional para socavar la influencia occidental. Utiliza la amenaza de la fuerza bruta contra Ucrania para obtener concesiones de Occidente, con la esperanza de recuperar lo que considera su legítima esfera de influencia. Si Moscú tuviera éxito en su empeño, ello constituiría una violación flagrante del derecho internacional sobre la soberanía y la integridad territorial de los Estados. En Bosnia, el Kremlin trata de explotar ese derecho para destituir a la OAR, exige un consenso en las instituciones internacionales, utiliza su poder en el CSNU para reducir la influencia de Occidente y apoya a los actores secesionistas que están socavando activamente la soberanía de Bosnia.

Foto: Musulmanes bosnios asisten a una oración en una mezquita en Kraljeva Sutjeska, Bosnia-Herzegovina, en agosto de 2018. (Reuters)

Occidente no debería permitir que Rusia fije los términos del compromiso de las instituciones internacionales con un país que está en la frontera de la Unión Europea y que es muy importante para la seguridad europea. El uso del veto de Rusia sobre la EUFOR el año pasado dio lugar a concesiones que fueron en gran medida simbólicas y no afectaron al trabajo de la OAR (que ya tiene muchos problemas de por sí). Pero no se detendrá ahí. Es probable que el año que viene Rusia vaya más allá: como mínimo, exigiendo una fecha para el cierre de la OAR, o quizá cesiones políticas a sus 'proxies', que actualmente llevan a cabo una agenda desestabilizadora sobre el terreno con el respaldo de Moscú.

Alemania y sus aliados en el Consejo de Seguridad de la ONU deben planificar cómo mantener la presencia militar de la UE en Bosnia, cuyo mandato no debe depender de la buena voluntad de Rusia. Para responder eficazmente al chantaje ruso, la OTAN debería demostrar su voluntad de sustituir a la EUFOR si Rusia bloquea el despliegue de la fuerza. En este caso, la OTAN obtendría su mandato directamente del Acuerdo de Paz de Dayton y tendría que buscar un compromiso político de sus principales Estados miembros para mantener la paz y la estabilidad en Bosnia. Seamos claros: Rusia no quiere que la OTAN sustituya a la EUFOR. Pero Occidente estará en una posición negociadora más fuerte si la OTAN se compromete de forma creíble a hacerlo, a menos que Moscú ceda.

Mientras tanto, si las fuerzas rusas lanzan una gran ofensiva contra Ucrania, surgirá una cuestión más importante: ¿cuánto tiempo más dejarán las democracias occidentales que Rusia establezca los términos de la seguridad europea explotando el sistema de normas y reglas internacionales que viola de manera sistemática?

*Análisis publicado en el European Council on Foreign Relations por Majda Ruge y titulado 'Peace of the action: The Kremlin’s plans in Bosnia and Ukraine'

Una escalada de la guerra en Ucrania sería un desastre. Ese desastre recaería principalmente sobre el pueblo ucraniano, pero los efectos de la guerra se extenderían mucho más allá de Ucrania y podrían reescribir las reglas de la seguridad europea. Esto, a su vez, debilitaría las instituciones de seguridad mundial, ya de por sí frágiles. A pesar de su preocupante tendencia a invadir a sus vecinos, Rusia sigue siendo fundamental para el sistema de la ONU y, en particular, para el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU). Una guerra total en Europa dejaría a la ONU paralizada, como ocurrió durante gran parte de la guerra fría.

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