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¿Liberal o fascista? ¿A quién vota Batman?
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¿Liberal o fascista? ¿A quién vota Batman?

En el libro 'Batman, el héroe. La trilogía de Christopher Nolan', Raúl Álvarez disecciona la ideología subyacente en el 'hombre murciélago' diseñado por el director británico

Foto: Bane contra Batman en 'El caballero oscuro: la leyenda renace'. (Warner)
Bane contra Batman en 'El caballero oscuro: la leyenda renace'. (Warner)

Si de algo peca el Capitán América, el gran héroe estadounidense, es de falta de sutileza: barras y estrellas; uniforme azul, blanco y rojo; nacido en 1941 —en diciembre de ese mismo año se produjo el ataque a Pearl Harbor—, combatiente contra las potencias del Eje durante la Segunda Guerra Mundial y contra los comunistas durante la Guerra Fría. Difícil sería encontrarle en un mitin de Bernie Sanders. Superman apareció por primera vez unos años antes que el personaje de Marvel, exactamente en 1938, a finales del "Segundo New Deal" de Roosevelt, como un símbolo aspiracional de país que luchaba por dejar atrás el trauma nacional de la Gran Depresión. Más azul, más rojo. Desde 1978 ha protagonizado (o coprotagonizado) más de media docena de películas de gran presupuesto, algunas más oscuras, otras más luminosas, pero en su origen, Superman se presenta como un personaje naíf, idealista, humilde y altruista, nacido en un planeta extraterrestre, criado en una zona rural de Kansas y predestinado a trascender, a usar sus virtudes para salvar a la ciudad de Metrópolis, analogía de Nueva York, de las amenazas externas. Un personaje más pegado, inicialmente, al sentimiento demócrata de la era Roosevelt en la que nació.

placeholder Portada de 'Batman, el héroe'
Portada de 'Batman, el héroe'

¿Pero y Batman? Ese superhéroe sin poderes, multimillonario marcado por el asesinato de sus padres cuando era niño, un hombre con una psicología retorcida e indiscutiblemente patológica, como le insisten uno tras otro sus archienemigos encerrados en el Manicomio Arkham: "¿Yo, enfermo?", le espeta Cavendish. "¿Te has mirado tú al espejo últimamente? ¿Te has mirado?". Igual de imbricada y ambigua que su mente es la ideología que subyace de un personaje que, en el fondo, se mueve por el miedo, el trauma y la venganza. Un antihéroe visceral nacido casi a la par que Superman —y apenas cuatro meses antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial—, pero como una especie de reverso oscuro. Si el Batman de Adam West peca del espíritu naíf y psicodélico de finales de los sesenta y el Batman de Tim Burton se puede leer en clave de fantasía gótica —la elusión de los títulos de Schumacher es deliberada—, Christopher Nolan devuelve al 'hombre murciélago' a un plano más pegado a la realidad —todo lo que permite partir de un grupo de personajes disfrazados de animales— y más proclive al discurso político.

Raúl Álvarez, doctor en Artes, profesor de Diseño gráfico y coautor de varios ensayos cinematográficos, intenta desenterrar el subtexto ideológico que articula la trilogía del director británico en su libro 'Batman, el héroe. La trilogía de Christopher Nolan' (Rialp, 2018). El debate sobre el mensaje político subyacente en el Batman de Nolan saltó al 'mainstream' tras el estreno de 'El caballero oscuro: la leyenda renace' (2012), la última de las tres películas, propiciado además por un tiroteo con doce víctimas mortales cometido durante el estreno de la película en Aurora (Colorado) por un asesino en masa al grito de "Yo soy el Joker".

Ciertos pensadores conservadores saludaron la película como un aviso sobre el peligro de entregarse a los radicalismos antisistema

Más allá del suceso extracinematográfico, para Álvarez "el retrato de Bane como un revolucionario populista, que incita en Gotham una revuelta social de carácter violento y descontrolado, fue interpretado por algunos intelectuales de izquierdas como un ataque de Nolan al espíritu legítimamente contestatario de movimientos como Occupy Wall Street o la Primavera Árabe. Ciertos pensadores conservadores, por su parte, saludaron la película como un aviso necesario y pertinente sobre el peligro de entregarse a los radicalismos antisistema".

placeholder Tom Hardy es Bane en 'El caballero oscuro: la leyenda renace' (2012). (Warner)
Tome Hardy es Bane en 'El caballero oscuro: la leyenda renace' (2012). (Warner)

"Bane manipula a las masas diciéndoles lo que quieren oír e incitándolas a vengarse de los 'opresores', pero no les ofrece una verdadera alternativa de gobierno ni una solución a sus problemas. El pillaje, el saqueo o la formación de tribunales populares que siguen a esta anarquía social expresan una vendetta estéril contra los ricos. Y después, ¿qué? Esa es la pregunta que se hace Nolan; la misma que se cuestionó Dickens ['Historia de dos ciudades' es un referente reconocido por los hermanos Nolan en la estructura del guión] al exponer el sinsentido del terror de la Francia revolucionaria", explica el autor.

El mundo después del 11-S

La primera película del Batman de Nolan se estrenó en 2005, apenas cuatro años después de los atentados del 11-S, el "primer trauma colectivo en la era de la globalización", en palabras de Zizek. Y es en ese contexto de miedo mundial el marco narrativo en el que incribe su trilogía: Ra's al Ghul (Liam Neeson), el villano de 'Batman Begins', es un personaje de procedencia árabe que, "como afirma de manera recurrente en los cómics, desea 'erradicar al noventa por ciento de la raza humana', [...] y que guarda un parecido razonable con Osama bin Laden". Y los métodos de Batman son similares a los de la guerra contra el terror de la Administración Bush "en la que héroes y villanos asumen como propias las actitudes de sus homólogos en el mundo real".

placeholder Christian Bale y Cillian Murphy en 'Batman Begins' (2005). (Warner)
Christian Bale y Cillian Murphy en 'Batman Begins' (2005). (Warner)

La corriente más crítica atribuye a 'El caballero oscuro' (2008), la segunda película de la trilogía, "una justificación cinematográfica de la 'guerra contra el terror' y, aún más, ve en Batman una extensión del presidente Bush". Porque en ella 'los buenos' vulneran "los derechos fundamentales de los ciudadanos de Gotham en su pretensión de salvarlos del Joker". Por un lado el fiscal Harvey Dent (Aaron Eckhart) apunta a que "debemos recordar que la vigilancia es el precio de la seguridad"; por el otro Batman acepta implementar un sistema de escuchas a sus vecinos de Gotham City y el comisario Gordon (Gary Oldman) cree que es lícito ocultar la verdad a la ciudadanía: "A veces la verdad no es suficiente. A veces la gente necesita algo más. A veces la gente se merece una recompensa por tener fe. La verdad es demasiado dolorosa para los ciudadanos de Gotham". ¿Liberal o fascista? ¿A quién vota Batman?

Es una alegoría de la amenaza terrorista y de las consecuencias morales y éticas que se derivan de las posibles respuestas a esa sombra del terror

Sin embargo, para Álvarez la película no ofrece soluciones ni aplaude la ruptura de los códigos morales que se le presuponen a un superhéroe, sino que se limita a plantear los dilemas sobre cómo encarar "la amenaza de una nueva forma de terror basado en el miedo y el caos" y cómo "las democracias se han visto desafiadas a cruzar los límites establecidos por la legalidad, la ética y la justicia". "En este libro, al contrario, se entiende que la película de Nolan es una alegoría de la amenaza terrorista y de las consecuencias morales y éticas que se derivan de las posibles respuestas a esa sombra del terror".

placeholder Heath Ledger es el joker en 'El caballero oscuro' (2008). (Warner)
Heath Ledger es el joker en 'El caballero oscuro' (2008). (Warner)

En 'El caballero oscuro: la leyenda renace' (2012), el título más polémico de la trilogía, "plantea las posibles consecuencias políticas, económicas y sociales de un microcosmos, Gotham, sumido en el desgobierno por la acción del mercenario Bane", apunta Álvarez en su libro. Bane toma el control de Gotham e incita a los pobres a rebelarse contra los ricos, pero luego se muestra como un fraude, una marioneta que lucha por unos intereses espurios. Nolan mantiene una visión apocalíptica del contexto social del momento "seguía vigente a causa de sucesos como el movimiento Occupy Wall Street [o el 15-M en su versión española], el auge internacional del populismo (de derechas o de izquierdas) o de las revoluciones de la Primavera Árabe".

La trilogía debate en torno al "terrorismo, la privación de libertades individuales, los límites éticos de la Ley, la acción unilateral o la doble moral frente a una amenaza” y teóricos como el profesor Mridul Bordoloi identifican en el Batman de Nolan "la oposición de valores liberales (democracia, capitalismo, libertades individuales) y valores conservadores (socialismo, radicalismo y fundamentalismo religioso)". Por su parte, Zizek, cree que el hecho de que 'La leyenda renace' fantasee con un estallido violento del movimiento Occupy Wall Street es "una forma de tachar al movimiento de albergar un poder terrorista o totalitario".

placeholder Heath Ledger como el Joker en 'El caballero oscuro'. (Warner)
Heath Ledger como el Joker en 'El caballero oscuro'. (Warner)

Sin embargo, la teoría de Álvarez es que “el director no se posiciona a favor de uno o de otro, sino que expone los peligros que suponen los extremismos, no importa su signo". Quizás el director no se posiciona —aunque hay quienes piensan que el cine es intrínsecamente político—, pero eso sí: es innegable que Batman es un defensor del individualismo que cree que el cambio social sólo puede venir desde la transformación individual y nunca al revés, lo que lo convertiría en liberal. Pero a ver cómo justificaría aquello de saltarse los derechos fundamentales de los ciudadanos en aras de su seguridad. Y sobre todo, el pequeño detalle de ser un tipo que va por la vida vestido de murciélago: "Tengo miedo", reconoce en el cómic 'Arkham Asylum'; "me da miedo que el Joker tenga razón sobre mí. A veces me cuestiono la racionalidad de mis actos y me da miedo que cuando cruce las puertas del sanatorio mental, cuando entre en Arkham y las puertas se cierren tras de mí, sienta que he vuelto a casa".

Si de algo peca el Capitán América, el gran héroe estadounidense, es de falta de sutileza: barras y estrellas; uniforme azul, blanco y rojo; nacido en 1941 —en diciembre de ese mismo año se produjo el ataque a Pearl Harbor—, combatiente contra las potencias del Eje durante la Segunda Guerra Mundial y contra los comunistas durante la Guerra Fría. Difícil sería encontrarle en un mitin de Bernie Sanders. Superman apareció por primera vez unos años antes que el personaje de Marvel, exactamente en 1938, a finales del "Segundo New Deal" de Roosevelt, como un símbolo aspiracional de país que luchaba por dejar atrás el trauma nacional de la Gran Depresión. Más azul, más rojo. Desde 1978 ha protagonizado (o coprotagonizado) más de media docena de películas de gran presupuesto, algunas más oscuras, otras más luminosas, pero en su origen, Superman se presenta como un personaje naíf, idealista, humilde y altruista, nacido en un planeta extraterrestre, criado en una zona rural de Kansas y predestinado a trascender, a usar sus virtudes para salvar a la ciudad de Metrópolis, analogía de Nueva York, de las amenazas externas. Un personaje más pegado, inicialmente, al sentimiento demócrata de la era Roosevelt en la que nació.

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