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Algunos mitos (verdaderamente falsos) sobre la economía griega
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VERDADES Y MENTIRAS SOBRE LA COYUNTURA HELENA

Algunos mitos (verdaderamente falsos) sobre la economía griega

La economía griega está llena de pozos negros. Pero la realidad es muy distinta a cómo se cuenta. Al menos eso es lo que sostienen sus principales indicadores macroeconómicos

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La mitología griega forma parte del patrimonio cultural de Europa. Pero en realidad su huella sigue viva. Muy viva. Hasta el punto de que los convulsos tiempos que vive la economía helena han sido capaces de crear sus propias leyendas, aunque sin la audacia del legendario Ulises o la temeridad de Paris. Pero mitos al fin y al cabo. Muchos de ellos apócrifos. Pero con efectos devastadores sobre la verdad de las cifras.

La principal leyenda tiene que ver con la capacidad del Gobierno de Atenas para recaudar. A menudo se dice que el elevado nivel de fraude fiscal que existe en Grecia es la causa de casi todos sus males. Y aunque es verdad que Grecia tiene uno de los niveles más elevados de economía sumergida (en torno al 25% de su PIB), lo cierto es que aun así recauda bastante más que España. En concreto, y en 2013, según datos de Eurostat, los ingresos públicos representan el 45,8% del PIB (incluso algo por encima de Alemania). Es decir, siete puntos de PIB más que España. Si el Gobierno español fuera capaz de recaudar tanto como el griego dispondría de unos 70.000 millones de euros más.

Se dirá que esto tiene que ver con el hecho de el Ejecutivo heleno ha podido disponer de recursos derivados del programa de privatizaciones impuesto por la troika, pero no es precisamente así. Eurostat, igualmente, estima que en 2012 –últimos datos publicados– los ingresos tributarios de Grecia (sin recursos extraordinarios) representaron el 33,7% del PIB. Por lo tanto, 1,2 puntos más que España. La causa fundamental de esta diferencia radica en la fiscalidad que soportan las rentas del trabajo, superior a la española, mientras que la que grava tanto el capital como el consumo es sustancialmente parecida.

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La causa de la mayor presión fiscal griega tiene que ver con los fuertes aumentos de los tipos impositivos aprobados desde el rescate. En particular, en la imposición indirecta. De hecho, y según las cifras que maneja la Comisión Europea (Taxation trends in the European Union edición 2014),los ingresos derivados del consumo representan el 12,7% del PIB, muy por encima del 10,7% que es capaz de recaudar el ministro Montoro. España, dicho de forma más directa, ocupaba en 2012 el puesto número 19 de la Unión Europea en cuanto a recaudación, mientras que Grecia se situaba en el puesto 17. Incluso en la imposición que grava la propiedad –el impuesto sobre el patrimonio– Grecia ocupaba el puesto número 7, prácticamente igual que el sexto lugar que ocupa España.

Empleo y productividad

Otro de los mitos de la economía griega es que no ha hecho el ajuste necesario, y eso explica los fuertes desequilibrios macroeconómicos. Tampoco parece que la realidad sea exactamente así. El ajuste ha sido de tal intensidad que en 2013 los costes laborales unitarios (CLU) del total de la economía (la relación entre empleo y productividad) descendieron nada menos que un 7,6%. Para 2014, la caída prevista por la Comisión Europea se sitúa en el 1,5%. Hasta el año 2016 no volverán a subir los CLU, lo que significa que el ajuste continúa.

Grecia, por lo tanto, ha subido la presión fiscal, ha recortado los salarios de forma importante (el ajuste se ha hecho destruyendo empleo, como en España) y también ha reconducido sus cuentas públicas hasta prácticamente el equilibrio presupuestario.

Las recientes estimaciones de Bruselas sitúan el déficit público en 2014 en el 1,6% del PIB. Pero si lo que se tiene en cuenta es el desequilibrio estructural ajustado al ciclo económico,el resultado es un superávit equivalente al 3,6% del producto interior bruto. El anterior Gobierno heleno, incluso, había pactado con la troika alcanzar este añoun superávit fiscal primario (sin contar el servicio de la deuda) equivalente a un 3%,y un 4,5% del PIB en 2016, cuando el coste de financiación representa alrededor del 2% del Producto Interior Bruto (inferior al 3,2% de España). Algo que explica que, según las previsiones de Bruselas, la ratio de deuda sobre el PIB vaya pasar del 175,5% actual al 157,8%. Por lo tanto, en contra de lo que suele creerse, Grecia ingresa más de lo que gasta.

Habrá quien piense que el descomunal endeudamiento (uno de los más elevados del mundo) tiene que ver con el peso del sector público. Pero de nuevo, la información de la Comisión Europea pone en cuarentena ese argumento. El consumo público representa el 20% del PIB, un nivel muy similar al de España, un 19,5%.

El agujero negro de la economía griega tiene que ver, sin embargo, con el hecho de que pese al durísimo ajuste sigueregentandoun colosal déficit de su balanza comercial. Sin duda por un problema de competitividad y por un efecto composición en su cartera de exportaciones, como revelan las cifras del Banco de Grecia, pero también por su enorme dependencia del petróleo. Mientras que las exportaciones suponen el 33,3% del PIB en el caso de España, en Grecia apenas alcanza el 30,2%.

Ahora bien, el ajuste ha sido tan intenso que si se tienen en cuenta todas rúbricas que influyen en el sector exterior, el resultado es muy distinto. Grecia habrá acabado el año pasado con unas necesidades de financiación con el exterior equivalente al -1,1 del PIB, cuando en 2011 el desequilibrio exterior alcanzó un extraordinario -8,6%. Por lo tanto, un ajuste brutal en línea con el que ha realizado España, que en los años anteriores al estallido de la burbuja de crédito llegó a acumular un desequilibrio exterior del -10% del PIB. Como se ve, vidas paralelas. Aunque unas economías con más leyendas que otras.

La mitología griega forma parte del patrimonio cultural de Europa. Pero en realidad su huella sigue viva. Muy viva. Hasta el punto de que los convulsos tiempos que vive la economía helena han sido capaces de crear sus propias leyendas, aunque sin la audacia del legendario Ulises o la temeridad de Paris. Pero mitos al fin y al cabo. Muchos de ellos apócrifos. Pero con efectos devastadores sobre la verdad de las cifras.

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