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¿Un gran tsunami en el Mediterráneo? El riesgo real y la preparación de España
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EL ATLÁNTICO, CON MÁS RIESGO

¿Un gran tsunami en el Mediterráneo? El riesgo real y la preparación de España

El aviso de la Unesco sobre un tsunami catastrófico en los próximos años es alarmista, pero los expertos mejoran modelos y advierten de la necesidad de prepararse

Foto: Imagen de archivo de un atardecer frente al mar. (EFE/Jiji)
Imagen de archivo de un atardecer frente al mar. (EFE/Jiji)

Entre todos los eventos catastróficos que podemos imaginar, pocos hay tan impresionantes visualmente como un tsunami, sobre todo si tenemos en cuenta que aún está muy reciente el que ocurrió en el sudeste de Asia en 2004, que se llevó por delante unas 200.000 vidas. ¿Podríamos vivir algo así en nuestras costas? Hace tan solo unos días, la Unesco lanzó un inquietante mensaje: las posibilidades de que en los próximos 30 años las costas del Mediterráneo sufran un tsunami de más de un metro de altura son casi del 100%, lo que tendría consecuencias catastróficas. ¿Significa esto que estamos en peligro?

La Unesco es la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, pero ¿por qué realiza este tipo de advertencias? Este organismo ha declarado la década 2021-2030 como Decenio de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible y, en ese contexto, ha organizado la Conferencia sobre los Océanos en Lisboa (Portugal) entre el 27 de junio y el 1 de julio. El comunicado sobre los tsunamis se produjo justo antes de este evento, y fue, sin duda, una magnífica forma de llamar la atención. Asimismo, también coordina el proyecto CoastWAVE, que trata de analizar la resiliencia de las comunidades costeras frente a estos fenómenos. En cualquier caso, lo importante es saber si los datos son ciertos y cuál es el peligro real.

Foto: Fotos de archivo de olas de casi 5 metros y vientos de hasta 68 kilómetros en la Comunitat Valenciana. (EFE)

Curiosamente, de forma paralela al evento de la capital portuguesa, los mayores expertos internacionales en investigación sobre tsunamis se dieron cita en Málaga, en la reunión de la red Agithar (Accelerating Global science In Tsunami HAzard and Risk analysis). El anfitrión, Jorge Macías Sánchez, matemático de la Universidad de Málaga, y su grupo de investigación Edanya (Differential Equations, Numerical Analysis and Applications) se han convertido en referentes mundiales en cálculos relacionados con las alertas y las consecuencias de los tsunamis. Por eso, nadie mejor a quien preguntarle por el comunicado de la Unesco. “No han sido muy precisos y sí algo alarmistas”, lamenta en declaraciones a Teknautas. La advertencia se basa en estudios probabilísticos procedentes de resultados científicos, pero además de inconcreta es un tanto exagerada.

“Tenemos mar y tenemos actividad sísmica, así que estamos expuestos a un cierto riesgo, pero de una manera muy moderada”, afirma. Decir que en las próximas tres décadas algún lugar de las costas mediterráneas sufrirá un tsunami es no decir gran cosa. “El Mediterráneo es muy grande y seguramente va a ocurrir en Grecia, Turquía o el mar Adriático. Es mucho más difícil que ocurra aquí en Málaga, en el mar de Alborán, así que no me ha parecido la manera más afortunada de transmitir la idea a la sociedad”, comenta. “Puede haber tsunamis de menos de un metro y, aunque superen esa cota, si estamos preparados y sabemos cómo actuar, no tiene por qué ser una catástrofe”, añade.

La cuestión del metro de altura como límite para distinguir tsunamis más o menos graves también es cuestionable. Evidentemente, no se trata de una ola como las que vemos habitualmente, sino de una elevación sostenida del nivel del mar que hace que el agua penetre más allá de la línea de costa. “Puede haber inundaciones en la franja costera y está claro que la elevación repentina de un metro del nivel del mar supone un riesgo para quien esté en la playa; pero en cuanto nos alejemos un poco, no habrá un riesgo catastrófico. Afectará a los paseos marítimos o a la primera línea de playa y va a tener cierto impacto, pero no podemos decir que vaya a ser devastador”, asegura.

placeholder El peligro, en la costa. (EFE)
El peligro, en la costa. (EFE)

¿Hasta qué punto la ciencia puede anticipar lo que sucederá? La reunión de Málaga ha servido para presentar las técnicas más avanzadas que sirven para estudiar las posibilidades de que se produzca un evento más o menos grave una vez que se ha detectado un seísmo. “Cuando se produce un terremoto submarino, hay mucha incertidumbre, para predecir sus consecuencias debemos conocer la localización exacta, la geometría de la falla que lo genera y el riesgo de inundación que hay en las costas”, explica el experto. El grupo que lidera Macías ha desarrollado el código ‘Tsunami-HySEA’, un referente mundial para realizar estas evaluaciones. En cuanto a la generación de la propia ola, este equipo ha aportado simulaciones rápidas y precisas. “Hasta hace pocos años, este cálculo llevaba 10 o 12 horas, con lo cual no servía para avisar antes del impacto. Nuestra gran aportación es hacerlo en pocos minutos, con simples tarjetas gráficas como las de los videojuegos, pero especializadas en cálculos científicos”, explica. Además, han logrado desarrollar otra aplicación novedosa relacionada con el peligro en la costa, a través del cálculo de tiempos de llegada a la costa y la elaboración de mapas de inundación útiles para las evacuaciones. “Esto nos ha dado mucha repercusión y ha hecho que nuestro código se utilice ya en muchos lugares del mundo”, asegura.

Las zonas de peligro en España

En realidad, a pesar de la advertencia de la Unesco, en España las zonas más sensibles no estarían en el Mediterráneo, sino en el Atlántico, como demuestra la historia. El terremoto de Lisboa, de 1755, arrasó las costas portuguesas y españolas. “Las principales zonas en las que podemos sufrir tsunamis son Huelva y Cádiz, y en menor medida las islas Canarias”, comenta el investigador de la Universidad de Málaga. En el golfo de Cádiz hay fallas activas que pueden provocar el desastre. “Si ha ocurrido, puede volver a pasar, pero los periodos de recurrencia, es decir, el plazo en que puede repetirse, son muy largos”, destaca, al menos, de varios siglos. En cualquier caso, en el Atlántico sí existe esa posibilidad, al menos teórica, de que se produzca “un tsunami de grandes dimensiones”.

Entonces, ¿qué pasa con el Mediterráneo? En el mar de Alborán, entre la costa sur española y la de Marruecos, también hay bastante actividad sísmica, pero “las fallas que tenemos en esta zona tienen menor potencial generador de tsunamis”, aclara. Puede haberlos, pero “serían más pequeños, no tan destructivos", y alcanzarían principalmente las costas mediterráneas andaluzas. Por otra parte, cerca de Argelia existe otra zona con actividad sísmica importante y, en caso de tsunami, podría alcanzar las islas Baleares. De hecho, el 21 de mayo de 2003 Argel registró un terremoto de magnitud 7 y en la zona este y sur de Mallorca, así como en Menorca, se apreció una oscilación del nivel del mar de casi un metro. No obstante, solo se produjeron daños materiales en embarcaciones amarradas. Según los estudios posteriores, las características del relieve submarino pueden explicar que en aquella ocasión el oleaje se amortiguara en su camino a la costa.

Foto: Un terremoto con epicentro en Ubrique se deja sentir en Cádiz, Málaga y Sevilla (IGN)

En cualquier caso, el norte de España está mucho más protegido ante estos fenómenos. El potencial peligro en la costa atlántica de Galicia tendría el mismo origen, un seísmo importante en el golfo de Cádiz, con la ventaja de que la ola que impactaría sería menor tras recorrer cientos de kilómetros. La costa más protegida de toda España sería la cantábrica, porque está resguardada frente al peligro del golfo de Cádiz y porque hacia el norte no existen fallas activas. De hecho, la zona del mar Cantábrico está exenta de los planes españoles de actuación ante el riesgo de tsunamis, porque se considera que el peligro es inexistente. En cambio, en el resto de las costas españolas sí se recomienda la implementación de planes de actuación y de evacuación. La excepción son Huelva, Cádiz y Canarias, donde no hay una recomendación, sino una obligación. A pesar de que el periodo de recurrencia es muy amplio y lo más probable es que no suceda en siglos o milenios, la posibilidad de que ocurra un tsunami de grandes dimensiones existe y es necesario prevenir.

Así funcionan las alertas

Pero ¿en qué consisten estos planes? El Instituto Geográfico Nacional (IGN) es responsable de la red sísmica y del sistema de alerta temprana de tsunamis en España. Su misión, en este caso, es detectar el terremoto submarino, localizar el punto en el que se ha producido y estimar su magnitud. Atendiendo a esa información, que se recoge en tiempo real (apenas pasan cinco minutos desde el momento en que se produce hasta que la información está disponible), y con el conocimiento de las fallas que existen, puede lanzar una simulación numérica, precisamente, con los códigos implementados en la Universidad de Málaga. También se tiene en cuenta la distancia que existe hasta la costa y, con todo ello, el IGN genera un nivel de alerta en cada tramo de costa que podría verse afectado, lo que se transmite a Protección Civil y a los ayuntamientos.

Por lo tanto, este sistema de alerta existe y debería funcionar. El problema está en el último eslabón de esa cadena de transmisión de la información. ¿Cómo llega a la población y de qué manera se evacuaría de las zonas de peligro? Esto requiere poner en marcha planes que aún no existen, con una sola excepción: Chipiona es el único municipio de España que está trabajando en ello, precisamente, a través de la Unesco y un programa denominado Tsunami Ready. Si observamos el mapa, se comprende mejor: esta localidad gaditana está situada justo en un pico que se adentra en el golfo de Cádiz, así que es probable que fuera la primera en recibir el impacto de un evento de estas características.

placeholder Playa de Chipiona. (EFE)
Playa de Chipiona. (EFE)

En concreto, Chipiona ha elaborado mapas de inundación para prever las zonas más vulnerables y ha definido rutas de evacuación, es decir, ha establecido hacia dónde debe dirigirse la población si llega el aviso, a través de qué caminos y cuáles son los lugares más seguros. Además, trabaja en la señalización y en sistemas sonoros de aviso. Este programa piloto, con el tiempo, está destinado a convertirse en una especie de acreditación que indicará si un lugar está preparado para ese riesgo.

Por comunidades autónomas, sin duda Andalucía es potencialmente la más afectada, pero también la mejor preparada. “Se han hecho estudios de peligrosidad y zonas afectadas en los peores eventos posibles. La Junta ya tiene mapas de inundación a su disposición, pero esto debería hacerse en todas partes”, comenta el experto. La parte más difícil son los planes de evacuación, que corresponden a los ayuntamientos y tienen que indicar las vías apropiadas para escapar y el establecimiento de lugares seguros, incluyendo los edificios que no se van a ver afectados y que servirían de refugio (los expertos lo llaman “evacuación vertical”).

Tiempo de reacción

Pero, en realidad, ¿cuánto tiempo tenemos para reaccionar? Con los modelos matemáticos desarrollados por la Universidad de Málaga, aunque todo depende del punto exacto donde se origine el terremoto submarino, los tiempos de llegada de la ola en el golfo de Cádiz estarían entre 50 minutos y una hora. “Hay fallas más lejanas y otras que están más cerca de la costa, pero esa es la referencia. Si el IGN tarda cinco minutos en determinar la magnitud y el epicentro, y otros tres o cuatro minutos en realizar la simulación numérica, en menos de 10 minutos habremos establecido el nivel de peligrosidad del tsunami que se está produciendo”, destaca Macías. Ese nivel se establece con colores (rojo, naranja o verde) y, una vez declarado, “tendremos otros 40 o 50 minutos para transmitir la información a la población y que sepa lo que debe hacer. Si se sabe aprovechar ese tiempo, es suficiente para alejarse de la costa y evitar la pérdida de vidas humanas”, destaca.

Foto: Las costas de Creta se verían afectadas si hubiera un tsunami en el este del Mediterráneo

En el Mediterráneo es un poco más difícil establecer tiempos. Un terremoto cerca de Argel que provoque un tsunami hacia las islas Baleares podría tardar en llegar más o menos lo mismo, entre 40 y 50 minutos. En cambio, las fallas del mar de Alborán podrían generar olas con un tiempo de llegada mucho más corto, que impactarían en la costa en 20 o 30 minutos, así que la respuesta debería ser más rápida. La ventaja es que el impacto también sería mucho menor y habría que evacuar a menos gente.

No obstante, cuando las fallas estén muy cerca de la costa, siempre hay que tener en cuenta la importancia de la educación y la divulgación científicas. “Los ciudadanos tenemos que saber cómo actuar, porque quizás el sistema de alertas no va a llegar a tiempo para avisarnos”, advierte el matemático de la Universidad de Málaga. Por ejemplo, “si notamos un terremoto muy fuerte y estamos cerca de la costa, deberíamos alejarnos”.

Entre todos los eventos catastróficos que podemos imaginar, pocos hay tan impresionantes visualmente como un tsunami, sobre todo si tenemos en cuenta que aún está muy reciente el que ocurrió en el sudeste de Asia en 2004, que se llevó por delante unas 200.000 vidas. ¿Podríamos vivir algo así en nuestras costas? Hace tan solo unos días, la Unesco lanzó un inquietante mensaje: las posibilidades de que en los próximos 30 años las costas del Mediterráneo sufran un tsunami de más de un metro de altura son casi del 100%, lo que tendría consecuencias catastróficas. ¿Significa esto que estamos en peligro?

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