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Vetan a España por morosa en el mayor proyecto oceanográfico del mundo
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CLAVE EN CAMBIO CLIMÁTICO

Vetan a España por morosa en el mayor proyecto oceanográfico del mundo

Después de cinco años sin pagar una cantidad mínima por estar en uno de los grandes programas científicos del mundo, los investigadores españoles han sido expulsados. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Foto: Joides Resolution. (EFE)
Joides Resolution. (EFE)

El Joides Resolution es un barco impresionante. Tiene 143 metros de eslora y alcanza una altura de 62 metros sobre el nivel del agua gracias a su gran torre de perforación, pero lo más impactante es lo que no se ve: que gracias a esa estructura dispone de un mecanismo que alcanza profundidades de más de 8.000 metros para recoger sedimentos marinos. Por eso, es un buque de investigación científica único en el mundo, capaz de revelar aspectos clave para la geología o para el cambio climático. A finales de este año estará en el puerto de Tarragona, entre una expedición y otra. Sin embargo, si nadie lo remedia de aquí a entonces, ningún científico español llegará ni se subirá en él. Están vetados.

Este buque opera dentro del marco del Programa Integrado de Perforación Oceánica (Integrated Ocean Drilling Program, IODP), la mayor iniciativa de investigación oceanográfica del mundo. Las principales potencias científicas pagan cuotas anuales para poder participar y los países europeos lo hacen a través del European Consortium for Ocean Research Drilling (Ecord). El problema es que España no paga desde 2017 y, después de cinco años de paciencia, los responsables del consorcio se han cansado: desde el pasado mes de marzo, ningún investigador con afiliación institucional española puede navegar en estas misiones. ¿Acaso no nos lo podemos permitir? Quizá lo más triste es eso: frente a los millones de euros que aportan otros países, la cantidad asignada a nuestro país era de solo 150.000 euros. Por no pagar una cantidad ridícula, los científicos españoles quedan excluidos de la élite internacional de la oceanografía, que aborda cuestiones como el cambio climático o los riesgos geológicos. ¿Qué pasa exactamente?

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Lo cierto es que no es la primera vez. En 2015 ocurrió lo mismo con la suspensión de España tanto del IODP como del programa equivalente de perforación en tierra, el ICDP (International Continental Scientific Drilling Program). Entonces no se pagaba desde 2011, pero la explicación era más sencilla. No solo estábamos en plena crisis económica, sino que la cuota era bastante mayor, ya que alcanzaba el medio millón de dólares. Cuando los científicos españoles regresaron al programa, se negoció una aportación mucho más modesta, que tampoco se está pagando. Así que esta tormentosa relación con la investigación oceanográfica es el paradigma de los males endémicos de la ciencia española: famélica por su crónica falta de financiación, pero también torpedeada por una burocracia excesiva y, en ocasiones, absurda. En esta ocasión, parece que pesa más lo segundo.

“El problema es que Ecord emite un memorándum de entendimiento que deben firmar todos los países, pero la Abogacía General del Estado dice que no es aceptable para España, así que no se firma y no se puede pagar”, explica a Teknautas Carlota Escutia Dotti, reconocida geóloga española con décadas de trabajo en la Antártida, que pertenece al Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (centro mixto de la Universidad de Granada y del CSIC) y que es la representante de Ecord en España. Al no ser una cuota obligatoria, cada año debe ser aprobada por el Consejo de Ministros. “Cada país tiene sus circunstancias, pero todos los demás han logrado firmar y hacer los pagos, somos el único que no lo ha hecho”, lamenta. Sin embargo, asegura que ya se han establecido conversaciones entre el Gobierno y este organismo para tratar de resolver el problema.

placeholder El buque Joides Resolution. (EFE)
El buque Joides Resolution. (EFE)

Fuentes del Ministerio de Ciencia e Innovación confirman que están en contacto y que su intención es hallar una solución de forma inmediata. “El proceso administrativo en las instituciones públicas en España implica unos plazos largos de tramitación para las colaboraciones internacionales”, afirman. Además, la reforma de la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación debería evitar que se repitieran este tipo de situaciones en el futuro, porque uno de sus objetivos es reducir la carga administrativa, dando, entre otras cosas, más facilidades para el pago de contribuciones y aportaciones a acuerdos internacionales.

"Una dejadez"

A pesar de la buena voluntad, a los científicos españoles afectados les cuesta comprender cómo se ha llegado a esta situación por segunda vez en pocos años. “Entiendo que esto pueda ocurrir, pero en el momento en el que pasa deberían reunir al gabinete jurídico y ver qué se puede hacer. No debería llevar más de unos meses. Que se haya ido arrastrando esta situación durante cinco años hasta que el consorcio se ha cansado y nos ha expulsado me parece una dejadez”, afirma Laia Alegret, geóloga de la Universidad de Zaragoza.

En su opinión, la investigación española está a merced de quien tiene capacidad de decisión en cada momento en el ministerio. “Sé que ahora están haciendo todo lo posible por acelerar el proceso, pero la ciencia de un país no puede depender de que haya un funcionario concreto que lleve a cabo un proceso”, lamenta. En este caso, el IODP es un programa trascendental para muchas disciplinas. “Se planteó para dar respuesta a preguntas fundamentales sobre cómo funciona nuestro planeta, para entender la vida y la evolución, y el número de resultados publicados es mayor que el de la Estación Espacial Internacional”, destaca.

placeholder En el buque de perforación. (EFE)
En el buque de perforación. (EFE)

Un ejemplo es la expedición en la que ella misma participó, relacionada con uno de los hallazgos geológicos más sorprendentes de los últimos tiempos: el descubrimiento de Zelandia, un nuevo continente que había pasado desapercibido porque está sumergido casi en su totalidad, en un 96%, bajo las aguas del Pacífico, ya que solo afloran las montañas más altas, que son las islas de Nueva Zelanda y Nueva Caledonia. Laia Alegret formó parte de la primera expedición que lo estudió, a bordo del Joides Resolution. Uno de los objetivos era “ver cómo funcionan la tectónica de placas y los procesos de subducción, cuando una placa se hunde por debajo de otra”, explica. Sí, es ciencia básica, pero de la máxima relevancia, porque estos estudios están directamente relacionados con los riesgos geológicos, como terremotos y volcanes, y también la existencia de recursos como los yacimientos minerales.

El segundo gran objetivo era estudiar la evolución del clima en la Tierra durante los últimos 60 millones de años. Tras perforar el lecho marino, se extraen 'testigos', largos tubos de sedimentos que contienen fósiles con información fundamental de los cambios climáticos del pasado durante millones de años. “Nos centramos en el estudio de eventos de calentamiento en el pasado que tienen distintas magnitudes y velocidades, y que se pueden comparar con el actual cambio climático. Esto contribuye a mejorar los modelos predictivos con los que trabajamos para prever cómo evolucionar el planeta en la actualidad”, destaca.

Foto: Este dron autónomo con forma de manta raya servirá de apoyo a los buques del Ejército de EEUU. (DARPA)

Resulta más que paradójico: mientras el mensaje institucional gira en torno a la importancia del cambio climático y de la investigación científica, y llueven las promesas sobre la mejora del sistema y de su financiación, nadie mueve un dedo durante cinco años para mantener la participación de los científicos españoles en algunas de las expediciones más destacadas del mundo para ampliar estos conocimientos. “Es una lástima que cada vez que ocurre esto tengamos que ser los investigadores los que demos la voz de alerta, parece que si no nos quejamos, no pasa nada”, comenta la geóloga de la Universidad de Zaragoza.

Oportunidades perdidas

¿Qué pierde la ciencia española? Es difícil estimar cuál es el retorno de esta inversión o la pérdida por no hacerla. La investigación tiene ramificaciones muy complejas que pueden afectar a mucha gente y de diferentes formas. Estar en el IODP no solo implica participar directamente en expediciones muy costosas, sino establecer colaboraciones internacionales o tener acceso exclusivo a muestras y a archivos únicos, como las litotecas, las 'bibliotecas de sedimentos' (la suspensión de España no ha afectado a este último punto). Por supuesto, también ayuda a formar parte de grandes proyectos internacionales y a obtener financiación a través de ellos, y sirve para la realización de tesis doctorales por parte de los jóvenes investigadores. “Es toda una gigantesca infraestructura que nos estamos perdiendo”, comenta Alegret.

placeholder Diseño del futuro buque Odón de Buen. (CSIC)
Diseño del futuro buque Odón de Buen. (CSIC)

“Es una situación muy limitante, da mucho coraje que haya campañas de interés y que un español no pueda solicitarlas, es una gran pérdida para el país”, comenta Carlota Escutia. De hecho, una vez que se solucione este problema, “el siguiente paso es aumentar la cuota porque la participación es proporcional a lo que se paga”, asegura. Los 150.000 euros anuales son casi irrisorios comparados con la aportación de Alemania, Francia y el Reino Unido, que se mueven entre los cuatro y los seis millones, dentro de Ecord. Por eso, estos países albergan las sedes de oficinas, los puertos donde operan los barcos que participan en el programa o las litotecas. Incluso países de mucho menor tamaño, como Suiza y Países Bajos, multiplican la aportación de España. Con respecto al resto del mundo, ninguna de las grandes potencias (como EEUU, China o Japón) está al margen.

No deja de resultar curioso que, frente a esta situación, España parece estar muy interesada en la investigación oceanográfica. Hace pocas semanas, el CSIC anunció la construcción del mayor buque de investigación del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC): se llamará Odón de Buen, tendrá más de 84 metros de eslora y va a costar 85 millones de euros (el 80% será financiado con fondos europeos).

El Joides Resolution es un barco impresionante. Tiene 143 metros de eslora y alcanza una altura de 62 metros sobre el nivel del agua gracias a su gran torre de perforación, pero lo más impactante es lo que no se ve: que gracias a esa estructura dispone de un mecanismo que alcanza profundidades de más de 8.000 metros para recoger sedimentos marinos. Por eso, es un buque de investigación científica único en el mundo, capaz de revelar aspectos clave para la geología o para el cambio climático. A finales de este año estará en el puerto de Tarragona, entre una expedición y otra. Sin embargo, si nadie lo remedia de aquí a entonces, ningún científico español llegará ni se subirá en él. Están vetados.

Nueva Zelanda Antártida Crisis Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Tarragona
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