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De investigar crímenes a analizar la lava bajo el mar: el robot tras la pista del volcán
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DESDE EL 14 DE OCTUBRE

De investigar crímenes a analizar la lava bajo el mar: el robot tras la pista del volcán

El robot Liropus 2000 se hizo tristemente famoso hace meses, cuando participó en la búsqueda de las niñas Anna y Olivia, desaparecidas junto a su padre en Tenerife. Ahora se usa para seguir la pista de lava bajo el mar

Foto: Varios operarios del buque oceanográfico Sarmiento de Gamboa, junto al robot submarino Liropus 2000. (EFE)
Varios operarios del buque oceanográfico Sarmiento de Gamboa, junto al robot submarino Liropus 2000. (EFE)

El buque oceanográfico Ramón Margalef, testigo privilegiado del impactante encuentro entre la lava del volcán de La Palma y el océano Atlántico, acaba de abandonar la costa de la isla y ya está en Santa Cruz de Tenerife. Tras 10 días de estudios, la expedición liderada por el Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) ha recogido miles de muestras, ha cartografiado los fondos marinos y ha servido de plataforma para volar drones que aportaban mucha más información. Ahora, este barco se retira y el estudio del impacto marino de la erupción entra en una nueva fase.

El buque Ángeles Alvariño tomará el relevo desde el próximo 14 de octubre hasta finales de mes. Esta embarcación, que también pertenece al IEO-CSIC, aportará una importante novedad tecnológica: el robot submarino Liropus 2000. Tanto el barco como este ingenio submarino se hicieron tristemente famosos hace meses, cuando participaron en la búsqueda de las niñas Anna y Olivia, desaparecidas junto a su padre, Tomás Gimeno, en Tenerife. Finalmente, hallaron el cuerpo sin vida de Olivia el 10 de junio, pero semanas más tarde abandonaron la tarea de hallar los otros dos cadáveres por considerarla imposible. Ahora, el Ángeles Alvariño vuelve a Canarias en circunstancias muy diferentes.

Foto: Réplica terrestre de la cámara DRAGO (Foto: IACTEC-Espacio)

El volcán de La Palma ha brindado una ocasión de oro a los científicos para investigar casi en tiempo real lo que sucede en una erupción. Aunque las consecuencias más directas para la población palmera tienen lugar en tierra, el impacto de la lava en el mar tiene en vilo a geólogos y biólogos. Por eso, el IEO-CSIC envió a La Palma al Ramón Margalef, que llegó a tiempo para estudiar cómo estaba la costa antes de la llegada de la colada y cómo se ha transformado en los primeros días de avance de la fajana, ganándole terreno al océano. Dentro de unos días, la nueva expedición continuará los estudios apoyándose en tecnología más sofisticada.

El 'tesoro' científico ya rescatado

“Es un privilegio desde el punto de vista científico. Presenciar esta erupción supone ver el origen de las islas Canarias, porque se formaron tal y como estamos viendo ahora en tiempo real”, afirma en declaraciones a Teknautas Antonio Álvarez Valero, investigador de la Universidad de Salamanca. Aunque esta vez no ha podido estar personalmente en el barco, este geólogo está pendiente de que le lleguen las muestras a su laboratorio. Y no es el único. Además del IEO-CSIC, esta expedición ha implicado a otros tres centros del CSIC —el Instituto Geológico y Minero (IGME-CSIC), el Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (Icman-CSIC) y el Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA-CSIC)—, a las dos universidades canarias y a la salmantina.

placeholder El buque Ángeles Alvariño. (Foto: EFE)
El buque Ángeles Alvariño. (Foto: EFE)

Una parte de la campaña ha consistido en la realización de una batimetría, es decir, un mapa del fondo marino en alta resolución. El objetivo era comprobar si también ha sufrido una deformación relacionada con la erupción, como ha ocurrido con la superficie de la isla, un hecho que ya anticipaba la posible erupción del volcán antes de que sucediera y que se ha seguido estudiando después, puesto que refleja la presión del magma subterráneo mientras busca la salida. En este caso, la cartografía que ha realizado el Ramón Margalef con una ecosonda abarca un total de 30 hectáreas repartidas en diferentes áreas.

Asimismo, los científicos han obtenido muestras del fondo con dragas de roca, y parte de ellas acabarán en el laboratorio de Álvarez Valero con un objetivo muy curioso. Gracias a la erupción submarina de El Hierro en 2011, que dio lugar al volcán Tagoro, que permanece bajo las aguas, este investigador descubrió que los corales negros pueden servir para predecir erupciones, tal y como publicó en 'Chemical Geology' junto a otros expertos internacionales. Ciertos gases nobles procedentes del magma del manto terrestre quedaron atrapados en el esqueleto de estos organismos cercanos a la isla canaria meses antes de que se produjera la erupción. Por eso ahora sus colegas del Ramón Margalef le han recogido muestras en La Palma, “tanto de los corales negros como de las rocas donde crecen y se alimentan”. Las posibilidades de encontrar algo relevante son menores esta vez, puesto que la erupción no ha sido submarina, pero avanzar en esta línea de investigación sería tremendamente interesante.

placeholder Robot. (Foto: EFE)
Robot. (Foto: EFE)

También llegarán a Salamanca muestras de la lava, ya que el análisis de su composición química puede resultar muy interesante para explicar las variaciones en la explosividad del volcán de Cumbre Vieja. “El contenido en gases y en minerales, en particular el sílice, es clave para entender por qué salen más o menos piroclastos”, apunta en referencia a los fragmentos sólidos de material volcánico que expulsan las distintas bocas. Estos ejemplos dejan claro que cada muestra rescatada del lugar del evento puede ser oro para los científicos.

Todo lo que dice el agua

El buque del IEO-CSIC ha recogido cerca de 3.000 muestras de agua de mar, algunas a pocos metros de la fajana. En total, suman 500 litros y han sido tomadas desde la superficie hasta los 1.200 metros de profundidad. La lista de análisis físicos, químicos y biológicos que se van a realizar a partir de ellas es casi interminable: salinidad, oxígeno disuelto, turbidez, pigmentos fotosintéticos, pH, existencia de especies reducidas, sistema del dióxido de carbono, metales pesados, metano, óxido nitroso y concentración de cenizas, así como la abundancia y diversidad de los distintos compartimentos del plancton marino.

El Centro Oceanográfico de Canarias, con sede en Santa Cruz de Tenerife y también perteneciente al IEO-CSIC, es una de las instituciones que se encargarán de estos estudios. Las muestras se han recogido directamente desde el barco, pero también gracias a drones que, además, han aportado información directa y visual de la formación de la fajana a través de cámaras térmicas. El buque también ha tomado muestras y ha realizado análisis en los lugares donde está prevista la instalación de dos desaladoras que darán suministro de agua a las plantaciones de plátano afectadas por los cortes provocados por la colada.

Los científicos han tenido la ocasión de comprobar cómo la vida marina se ha visto afectada. Aunque ha sido muy comentada la huida de los peces de la zona, los investigadores están más interesados en otras señales, aún más significativas. Según explica el IEO-CSIC en un comunicado, los microorganismos del plancton, que se sitúan en la base de la cadena trófica, responden rápidamente a perturbaciones y, por tanto, “son bioindicadores centinelas para monitorizar alteraciones del buen estado ambiental del ecosistema marino”.

El ROV, una fuente de datos

¿Qué cambia con el fin de la misión del Ramón Margalef y la llegada del Ángeles Alvariño? Aunque los objetivos generales seguirán siendo los mismos, la tecnología de este buque permitirá obtener datos nuevos. Este barco está equipado con un sonar lateral y sobre todo con el robot submarino que participó en la búsqueda de las niñas de Tenerife desaparecidas. Técnicamente, el Liropus 2000 es un ROV (del inglés 'remote operated vehicle', vehículo operado a distancia) que tuvo un coste de casi 1,5 millones de euros y fue configurado a la medida de las necesidades del IEO-CSIC, con la posibilidad de trabajar a más de 2.000 metros de profundidad.

Este instrumento tiene seis motores y una gran capacidad de carga que le permite portar cámaras, instrumentos de medición y de toma de muestras. De hecho, esta recogida es mucho más precisa que con la draga, menos invasiva y dañina para los organismos marinos, porque se realiza mediante dos brazos manipuladores hidráulicos y un sistema de succión para muestras líquidas y gaseosas. Gracias a su equipamiento, puede medir directamente temperatura, presión y salinidad, así como estudiar las corrientes. El bastidor está diseñado para instalar hasta 20 kilogramos de cualquier otra instrumentación científica que se requiera.

placeholder La lava del volcán de La Palma llega al mar. (Reuters)
La lava del volcán de La Palma llega al mar. (Reuters)

Además, el robot submarino permitirá observar de forma directa la entrada de lava en el mar, captando imágenes que prometen ser espectaculares. En general, no es fácil conseguir calidad y nitidez en el medio marino, pero el Liropus 2000 cuenta con un gran sistema de iluminación (17.000 lumens de potencia, 17 veces más que una bombilla de 100 vatios) y seis tipos distintos de cámaras, con calidad HD y preparadas para la baja luminosidad.

Aunque las circunstancias son excepcionales, no es la primera vez que el buque Ángeles Alvariño se acercará a estas costas. En 2018 ya estuvo justo en el suroeste de La Palma por la reactivación sísmica que finalmente ha desembocado en la erupción de Cumbre Vieja. Ya entonces, los científicos trataron de detectar emisiones de gases o algún otro signo de actividad volcánica que completasen los datos que se obtenían en tierra. Ahora tendrán la oportunidad de terminar la labor con un auténtico laboratorio en el lugar y el momento precisos.

El buque oceanográfico Ramón Margalef, testigo privilegiado del impactante encuentro entre la lava del volcán de La Palma y el océano Atlántico, acaba de abandonar la costa de la isla y ya está en Santa Cruz de Tenerife. Tras 10 días de estudios, la expedición liderada por el Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) ha recogido miles de muestras, ha cartografiado los fondos marinos y ha servido de plataforma para volar drones que aportaban mucha más información. Ahora, este barco se retira y el estudio del impacto marino de la erupción entra en una nueva fase.

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