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Misión, salvar el agua de La Palma: los planes para evitar que el volcán seque el sur de la isla
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No solo es el plátano

Misión, salvar el agua de La Palma: los planes para evitar que el volcán seque el sur de la isla

El volcán de La Palma no solo corta carreteras o acaba con edificios, también amenaza el sistema de aguas de la isla con un importante impacto en el riego y el abastecimiento del suroeste

Foto: Un depósito en una plantación de plátanos en La Palma. (Alejandro Martínez Vélez)
Un depósito en una plantación de plátanos en La Palma. (Alejandro Martínez Vélez)

Tomás tiene 67 años y lleva décadas como agricultor en La Palma. Como de costumbre, acude a regar y ver cómo están sus cultivos, y es uno de los tantos que notan cerca el ahogo que está provocando el volcán en su modo de vida. Cientos de trabajadores del sector primario miran de reojo una implacable erupción que puede cargarse cosechas de plátanos, aguacates o vides por la lava, pero también por la ceniza o algo que ya preocupa de forma alarmante a empresarios y técnicos, el agua. La Palma bebe de un sistema de riegos complejo y delicado que lleva años sufriendo una importante sequía y ahora ve cómo el golpe de Cumbre Vieja puede multiplicar sus problemas dejando el suroeste de la isla en una situación de aislamiento absoluto, y no solo sus plantaciones.

placeholder Un coche cubierto de ceniza en La Palma. (Alejandro Martínez Vélez)
Un coche cubierto de ceniza en La Palma. (Alejandro Martínez Vélez)

La Palma, como el resto de islas, necesita de una delicada y trabajada estructura de aguas para sobrevivir. Su especial entorno no cuenta con ríos y su orografía complica la instalación de todo tipo de infraestructuras, desde carreteras a canales de agua o tendidos de luz. Por lo que una nueva erupción puede poner en jaque todo un entramado clave tanto para la vida como para la explotación del terreno. En el caso de la isla bonita, su entorno hasta ahora había podido mantenerse sin desalinizadoras, aprovechando acuíferos, lluvias y los pozos naturales de agua dulce, pero el volcán puede acabar con todo esto, más aún cuando sus fuentes de agua están en un norte separado por una colada de 11 metros de alto del sur. Agricultores, técnicos y gobernantes se afanan por encontrar una solución contrarreloj que no solo sirva de parche para el tiempo de la erupción, sino que evite la partición de la isla dejando, solo en cultivos, más de 600 hectáreas de las más productivas de la isla sin un sustento claro.

Foto: El volcán, visto desde Las Manchas, otro barrio junto a Jedey. (EFE)

Explotaciones como la de Tomás o José Víctor, 54 años, 40 años trabajando el plátano, 33 como aparcero/cosechero, cuentan con su propio depósito de aguas, una construcción tradicional que se ve sobre toda la superficie agrícola de la isla y que sirve para poder regar en los peores momentos del año, cuando la canalización no ofrece todo lo que el cultivo le pide. Pero, como ellos mismos confiesan, sin el canal es casi imposible que la plantación sobreviva. Una hectárea de plataneras necesita de unos 15.000 metros cúbicos de agua al año y cada planta, calcula Tomás, ronda los 60 litros semanales. Además, su naturaleza hace que en más de un mes sin riego el ejemplar pueda secarse del todo. Y contra esos tiempos juegan los técnicos.

Lo bueno hasta ahora es que muchos de los depósitos de los agricultores tenían agua antes de la erupción, existen grandes embalses como el de Cuatro Caminos, una buena parte de las tuberías de los regantes seguían en pie hasta el último empujón del volcán y la creación del área de exclusión ha hecho que las casas de lugares como Las Manchas o Jedey no necesiten de forma inmediata un abastecimiento continuado, por lo que estas semanas se vive una calma tensa en la mayor parte de los casos. Pero el problema será de aquí en adelante. ¿Qué pasará cuando el agua se acabe y el volcán siga ahí, o al menos su lava? Los expertos de las comunidades de regantes, gobiernos y otras instituciones ya estudian varias opciones y han descartado otras tantas.

placeholder Sistema de riego en una parcela de plantación de plátanos en el municipio de Los Llanos, La Palma. (Alejandro Martínez Vélez)
Sistema de riego en una parcela de plantación de plátanos en el municipio de Los Llanos, La Palma. (Alejandro Martínez Vélez)

Una tubería que resiste, un sistema incompleto

Entre esos técnicos, está el ingeniero agrónomo Rafael Lorenzo Rodríguez, que desde su empresa, Awara Ingeniería, lleva la parte técnica de varias de las comunidades de regantes de la zona y crea proyectos para mejorar el sistema de aguas de La Palma. Lorenzo es claro: el volcán puede dejar sin suministro a buena parte de la isla, si no lo ha hecho ya. Este especialista muestra a Teknautas una serie de planos de los distintos canales que nutren la isla y las plantaciones, y explica cómo funciona la estructura. "Los canales van de norte a sur, pues es en la parte de arriba, en la zona de la Caldera de Taburiente, en el Barranco de las Angustias, en Barlovento y en algunos acuíferos costeros del noroeste, donde se coge la mayor parte del agua que luego se lleva al sur, tanto por el este como por el oeste", comenta en conversación con este periódico. Y el volcán rompe de lleno la parte occidental.

Salida del norte, el agua se mueve por hasta tres canales principales que van desde el municipio de Barlovento hasta el sur. El LP-I, que cruza todo el este pasando por la capital y da la vuelta al cono sur hasta el Charco, el LP-II, que hace ese recorrido por el oeste regando Los Llanos, Tazacorte o El Paso y se frena en Jedey, y un último que nace algo más abajo y usa acuíferos más pequeños para abastecer pueblos de la zona alta del este y sur. Además, está la elevación de Aduares, que ayuda a dar más agua a la zona de El Paso bombeándola desde Santa Cruz aprovechando la carretera que cruza el centro de La Palma. La mala suerte ha hecho que el volcán aparezca justo en un punto estratégico: al final del LP-III y sin ningún otro canal que pueda ayudar a esta zona.

"El problema es que no tenemos, al menos de momento, un anillo hidráulico como sí tienen otras islas. Entre el final del LP-I y el del LP-II hay una zona con muchos problemas de derrumbes y muy complicada para excavar y construir, así que de momento no se han unido. El problema es que en ese tramo se encuentran muchas de las tierras más productivas de la isla, la zona de Las Hoyas y El Remo principalmente, y que con el corte de la LP-II por el volcán pueden quedarse desabastecidas", detalla Lorenzo. Como ya se explicó en este periódico, la erupción de Cumbre Vieja ha dejado aisladas por carretera las poblaciones de Las Manchas, Jedey o Puerto Naos, obligadas a dar rodeos de cerca de dos horas o incluso tener que usar caminos para poder comunicarse, y lo mismo puede ocurrir con el agua.

placeholder José Víctor, en una plantación de plátanos de La Palma. (Alejandro Martínez Vélez)
José Víctor, en una plantación de plátanos de La Palma. (Alejandro Martínez Vélez)

De momento, eso sí, a la desdicha de la ubicación de la erupción también se ha unido la buena suerte de una tubería que resiste casi de forma milagrosa, según confiesa el técnico. Una de las tuberías principales que riegan esas zonas de Las Hoyas y El Remo, y que corre junto a la costa de Tazacorte, ha sobrevivido, por ahora, a la lava. "No tiene mucha explicación, porque está enterrada como dos metros bajo la superficie, no sé cómo no la ha quemado, pero por lo menos esta mañana seguía funcionando. Ha sido una inesperada alegría, yo era muy pesimista con esto". Si esta tubería sigue aguantando, algunas plantaciones podrán mantener el abastecimiento, pero no se sabe hasta cuándo será eso y la forma de llegar a esos cultivos también dificulta el riego.

En el momento en que rompa, o que se necesite restaurar el resto, habrá que pensar en cómo hacerlo, pues esta forma no es sostenible en el tiempo. Encima hay una mole de lava que llega a los 12 metros en algunos puntos y los 600 de ancho. Nada sencillo de sortear. Y a esto hay que sumar los llamados de algunas comunidades como la de Cuatro Caminos, que asegura que su única vía de riego, que pasaba por Todoque, lleva semanas cortada y están sin una gota de líquido. "No sabemos si todas las otras vías están cortadas, pero no podemos abrirlas, no estaban preparadas para un volcán y no sabemos qué puede ocurrir si al abrirla está reventada", añade Lorenzo. Lo que sí están es pensando, y hay varios planes que se pueden estudiar para acabar con esto, aunque no sea en un corto periodo de tiempo. E incluso para evitar que esto vuelva a ocurrir.

placeholder Flor de un platanero con una gota de agua. (Alejandro Martínez Vélez)
Flor de un platanero con una gota de agua. (Alejandro Martínez Vélez)

Planes contrarreloj

Lázaro habla de hasta tres planes. A corto plazo, asegura, coge fuerza uno que monte desaladoras portátiles en la zona de Las Hoyas, junto al mar, en la tierra que ganó la isla tras la erupción de 1949 y que está llena de ricas plantaciones plataneras. Esas desaladoras portátiles, de las que ya habla el Gobierno de Canarias, se bombearían hacia el este para conseguir alcanzar lo que queda del canal LP-II al sur de la colada y restituir el riego en toda esa zona. Una medida que puede ser la más rápida de todas, pero no la única que pone sobre la mesa.

Este técnico también menciona una nueva técnica, la de la perforación horizontal dirigible. Una forma de atravesar la lava que podría funcionar, pero que aún es demasiado pronto para incluso probarla. "Ahora mismo, sigue todo muy caliente y no se puede ni probar, pero en un futuro es una idea a tener en cuenta. Un tipo de perforación con tuneladora, pero que te permite dirigir por dónde se mueve y marcar el camino que debe seguir a través de la lava".

placeholder Atardecer sobre una zona de cultivos. (Alejandro Martínez Vélez)
Atardecer sobre una zona de cultivos. (Alejandro Martínez Vélez)

Por último, señala un plan que su misma compañía propuso a los gobernantes de La Palma. Un empalme para crear por fin el anillo hidráulico completo. ¿Cómo? Uniendo con tuberías la zona del sureste, sin llegar a Fuencaliente y superando la cordillera para dejar caer el agua hasta el final de la LP-II. "La zona sureste es la que tiene más energías renovables y podríamos utilizarla para bombear el agua hasta superar el pico. Luego, con la caída, podríamos recuperar buena parte de la energía gastada en la subida". "Creemos que es una opción bastante interesante y que puede ganar enteros con lo ocurrido con el volcán".

Tomás tiene 67 años y lleva décadas como agricultor en La Palma. Como de costumbre, acude a regar y ver cómo están sus cultivos, y es uno de los tantos que notan cerca el ahogo que está provocando el volcán en su modo de vida. Cientos de trabajadores del sector primario miran de reojo una implacable erupción que puede cargarse cosechas de plátanos, aguacates o vides por la lava, pero también por la ceniza o algo que ya preocupa de forma alarmante a empresarios y técnicos, el agua. La Palma bebe de un sistema de riegos complejo y delicado que lleva años sufriendo una importante sequía y ahora ve cómo el golpe de Cumbre Vieja puede multiplicar sus problemas dejando el suroeste de la isla en una situación de aislamiento absoluto, y no solo sus plantaciones.

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