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Telefónica es solo la punta del iceberg: el puzle tecnológico que Arabia ha tejido en la sombra
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UNO DE LOS PRESTAMISTAS DE SILICON VALLEY

Telefónica es solo la punta del iceberg: el puzle tecnológico que Arabia ha tejido en la sombra

Uber, Twitter, Reddit, Nintendo y ahora la operadora española tienen algo en común. Han sido regados por los millones de Riad. Esta es la historia de cómo sus petrodólares son fundamentales para la tecnología occidental

Foto: Logotipo de Telefónica en una de sus sedes. (EFE)
Logotipo de Telefónica en una de sus sedes. (EFE)
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El pasado martes, Saudi Telecom Company (STC) se convirtió en el máximo accionista de Telefónica al comprar un 9,9% (un 5% está pendiente del ok del Ejecutivo) de la principal operadora española por 2.100 millones de euros. Ocurrió con cierta clandestinidad. Ni la dirección liderada por José María Álvarez-Pallete ni el Gobierno de Pedro Sánchez conocieron la operación, cocinada en secreto durante meses, hasta el momento del anuncio. La noticia generó una gran polvareda mediática y un shock considerable por el hecho de que una empresa propiedad del régimen saudí consiguiese comprar una parte tan significativa de una compañía estratégica para los intereses españoles.

Sin embargo, si se observan los movimientos que ha realizado el gigante del petróleo en la última década, se percibe que esta operación, por muy importante que sea en clave nacional, es solo una pieza más del enorme puzle tecnológico que ha estado construyendo en la sombra. Y lo ha hecho tirando de talonario. Un viaje que incluso ha llevado a convertirse a Arabia Saudí en uno de los prestamistas predilectos de esa máquina de gasto conocida como Silicon Valley. Empresas tan diversas y dispares como Uber, Twitter, WeWork o Nintendo, por citar algunas, han recibido importantes inversiones del país árabe.

Todo se basa en el músculo financiero que le proporcionan sus extensas reservas de hidrocarburos

Este apetito voraz por esta industria no es muy distinto al que ha mostrado por el mundo del fútbol. Todo se basa en el músculo financiero que le proporcionan sus extensas reservas de hidrocarburos. Curiosamente, su objetivo con todo es prepararse para el momento en el que se haya rebañado hasta la última gota de petróleo.

Un cerebro polémico

"Arabia Saudí tiene un fundador. No lo llaman fundador, lo llaman su Alteza. Está creando una nueva cultura, una nueva visión para el país y tiene un plan muy emocionante", dijo Ben Horowitz, cofundador de Andreessen Horowitz, uno de los fondos de capital riesgo más importantes de Estados Unidos. Lo hizo en un evento organizado la pasada primavera en Miami. La persona hacia la que este ejecutivo se deshizo en elogios es Mohamed bin Salman Al Saud, más conocido por las siglas MBS.

placeholder El príncipe Mohammed bin Salman, el hombre al que acusan del asesinato de Kashogi. (EFE)
El príncipe Mohammed bin Salman, el hombre al que acusan del asesinato de Kashogi. (EFE)

Una figura tan polémica como imprescindible para entender cómo el régimen de Riad se convirtió en uno de los grandes mecenas de la tecnología occidental. El actual príncipe heredero ganó peso en los círculos de poder saudíes una vez que su padre, el actual rey, fue designado como sucesor al trono a mediados de la pasada década. Después de tomar el mando de los ejércitos, entre otros cargos, en 2016 sentó las bases de Vision 2030. Detrás de ese nombre se encuentra el mencionado plan para acabar con la adicción al petróleo de la economía local, la 18 más importante del mundo.

"Arabia Saudí también tiene un fundador. Pero no lo llaman así. Lo llaman su Alteza"

"Esto fue un movimiento aperturista, similar a los realizados anteriormente por otros países como Baréin. Se presentó como una especie de agenda liberal en el ámbito económico y social, pero sobre todo se ha centrado en lo primero", comenta a este periódico un inversor que conoce bien los mecanismos y los fondos soberanos de la región. "Tienen una ambición tremenda, ya que aspiran a superar incluso a Europa en lo que se refiere a capacidad de inversión", explican estas fuentes. Una pieza clave para entender cómo han conseguido inyectar miles de millones por todo el mundo de forma discreta es Softbank, el grupo de telecomunicaciones japonés fundado por Masayoshi Son, una de las mayores fortunas de aquel país.

Dos formas de regar millones

Este conglomerado ha llamado mucho la atención en los últimos años debido a su deseo de invertir en cualquier startup o firma tecnológica que despuntase en cualquier rincón del mundo. Lo hace a través de Vision Fund, su brazo inversor, que comenzó en 2017 con un respaldo de 100.000 millones de dólares (recientemente se creó Vision Fund 2 y ambos tienen un valor superior a los 150.000 millones). Casi la mitad de este bote salió de las arcas de Arabia Saudí a través del Fondo de Inversión Pública. Conocido como PIF, fue fundado en la década de los 70, pero ha experimentado una apreciación significativa en los últimos años gracias a los ingresos petroleros. La crisis energética ha tenido un efecto similar en sus activos al de la hormona del crecimiento. En 2022, cerró el ejercicio con un valor de 550.000 millones, aunque diferentes estimaciones indican que su valoración actual podría superar los 700.000 millones. El PIF aportó 45.000 millones, una cifra notablemente superior a la aportación de Softbank, que fue de 28.000 millones. El tercer gran inversor en juego fue Abu Dabi, con una participación de unos 15.000 millones.

placeholder Masayoshi Son, fundador de Softabank. (Reuters)
Masayoshi Son, fundador de Softabank. (Reuters)

En círculos especializados se conocía perfectamente la implicación saudí, pero Vision Fund ha hecho las veces de caballo de Troya a ojos del común de los mortales. Cuando entraban de manera destacada en el capital de empresas como Boston Dynamics, Uber o ARM, los titulares solían centrarse en Softbank, pero en realidad gran parte de la valoración que alcanzaban estas compañías era gracias al dinero saudí. Entre las empresas que han recibido inversión indirecta a través de fondos de inversión se encuentran Reddit y Anduril Industries, una empresa especializada en defensa fundada por el creador de Oculus, Palmer Luckey, que tiene contratos con el Pentágono. Los inversores explican que al hacerlo a través de fondos (Arabia Saudí trabaja con varios) muchas veces los fundadores de las startups "no son plenamente conscientes el origen exacto del dinero".

Además de sus inversiones en fondos de capital riesgo, el PIF también ha invertido en empresas directamente, ya sea en su nombre o a través de empresas públicas, como en el caso de STC y Telefónica. En algunos casos, sus posiciones suelen ser especialmente fuertes. Magic Leap, una de las grandes promesas de la realidad virtual, recibió a principios de este año una inversión de 450 millones de dólares, lo que elevó la valoración de esta compañía estadounidense y dio a los saudíes un control mayoritario. Otra startup destacada que recibió recientemente una importante inversión de petrodólares (5.000 millones) fue Cloud Kitchens, el negocio de cocinas fantasmas que Travis Kalanick, fundador de Uber, fue despedido de su propia empresa. El gigante de los patinetes Bird y empresas líderes en IA como Atomwise son otros de los beneficiarios.

Foto: Los robots de Boston Dynamics se han hecho famosos por sus bolos en internet.

"Es un win-win"

"La relación con la tecnología es un win-win", dicen las voces consultadas para este artículo. "Estas compañías, especialmente las que están en un momento emergente, suelen necesitar inversores que estén dispuestos a invertir mucho y que sean pacientes para ver los resultados. Por norma general, lo suelen ser, pero muchas veces son muy agresivos en el retorno que pretenden obtener. Mientras algunos VC tienen cerrada su salida de la compañía con una rentabilidad del 20%, ellos muchas veces esperan y buscan más. Y este negocio puede dárselo".

Esa sintonía se ha notado en las giras que MBS realizó tanto en 2016 como en 2018 por Estados Unidos. La fama de mecenas tecnológicos valió al príncipe ser agasajado por directivos de la talla de Tim Cook, CEO de Apple; Sergei Brin, fundador de Google; el inversor Peter Thiel o Jeff Bezos, entonces máximo responsable de Amazon. Otras personalidades de Silicon Valley, como Adam Neumann, fundador de WeWork, no han dudado en piropear a MBS. "Cuanto más lo pienso, más veo a Arabia Saudí como una startup", afirmó este emprendedor.

Un sector en el que ha puesto la mirada y está siendo especialmente activo es el de los videojuegos, la industria cultural más rentable del planeta. A través de Savvy Games Group, propiedad del fondo soberano saudí, ha invertido cerca de 8.000 millones de dólares en el último año y medio. El país aspira a convertirse en uno de los centros neurálgicos de este negocio y ser la cuna de decenas de estudios y productoras.

placeholder MBS, junto al CEO de Apple, Tim Cook. (Apple)
MBS, junto al CEO de Apple, Tim Cook. (Apple)

Para ello ha movilizado 40.000 millones de dólares y ha comprado importantes participaciones en empresas como Ubisoft o Activision Blizzard, esta última adquirida por Microsoft. También en Nintendo, donde recientemente se hizo con el 8% de las acciones bursátiles, convirtiéndose, una vez más, en el principal accionista de la compañía.

En el caso de la compra de Telefónica (un 4,9% ya está comprado y se han asegurado el derecho a un 5% adicional, sujeto al visto bueno del Gobierno), la operación responde al creciente interés en el sector de las telecomunicaciones. Recientemente, entraron en el capital de una torre búlgara y han explorado la compra de activos e infraestructuras de Telecom Italia.

La discreción con la que han ejecutado este movimiento no es única. Por ejemplo, cuando decidieron invertir en Tesla, gastaron cerca de 2.000 millones de dólares para adquirir algo menos del 5% de las acciones bursátiles. El porcentaje no es casual, ya que si se supera ese umbral, la operación debe ser comunicada de forma pública. "No suelen ser especialmente activos en las decisiones de las empresas. Obviamente, velan por su capital, pero no suelen tomar el control, ya que eso puede aumentar el riesgo", explican fuentes del sector. Lo que buscan es mover su ingente capital y evitar que la inflación o la pérdida de oportunidades les perjudiquen. "En el caso de Telefónica, está claro que la entrada también responde al interés en Latinoamérica, que es un mercado emergente enorme".

Una relación complicada

La entrada de STC en Telefónica también plantea algunas dudas. La firma española optó por excluir a Huawei de sus redes e infraestructuras después del veto estadounidense, a pesar de que el Gobierno español optó por mantenerse al margen de la controversia. Incluso, llegó a recibir elogios de Mike Pompeo, el entonces secretario de Estado de Estados Unidos, por esta decisión. Sin embargo, Arabia Saudí no ha seguido la misma vía. A diferencia de muchas potencias occidentales, no solo no ha vetado a la compañía de Shenzhen, sino que ha renovado su confianza y ha firmado nuevos acuerdos en materia de 5G y otras infraestructuras como centros de datos. La pregunta es inevitable: ¿pueden producirse cambios en este aspecto?

La relación entre la industria tecnológica y Arabia Saudí no siempre ha sido sencilla y ha sido cuestionada en muchos momentos. ¿Por qué? Por la evidente falta de respeto a los derechos humanos en el país árabe. Un ejemplo bastante significativo es que las mujeres no podían conducir en Arabia Saudí hasta 2018. Antes de esa fecha, el PIF tenía un puesto en el consejo de Uber, una aplicación dedicada al transporte de pasajeros. La contradicción es evidente.

placeholder Foto: Reuters
Foto: Reuters

El régimen saudí ha utilizado su poderío económico en crisis diplomáticas. Cuando el Gobierno canadiense apoyó a una serie de disidentes de aquel país, Riad respondió rompiendo relaciones y dando instrucciones a sus fondos soberanos para vender acciones y participaciones en empresas canadienses. Esta crisis ha tardado 5 años en resolverse.

Pero si hubo un episodio en el que la relación entre Silicon Valley y Riad se enfrió significativamente fue después de que la CIA concluyera que MBS había ordenado el asesinato del periodista Jamal Khashoggi. La presión social y diplomática llevaron a un estancamiento en la relación con Arabia Saudí. Sin embargo, la crisis energética, los intereses geopolíticos y la necesidad de contrarrestar la influencia tecnológica de China han acabado pesando más.

La crisis crediticia a ambos lados del Atlántico hizo el resto, y su dinero volvió a ser públicamente aceptable. Una situación que Arabia Saudí puede aprovechar para aumentar aún más su influencia en esta industria. Como ejemplo, recientemente, firmas de inversión como Founders Fund, propiedad de Peter Thiel; Tiger Global; o Andreessen Horowitz, que tiene importantes intereses en empresas como SpaceX, entraron por primera vez en la lista de beneficiarios del PIF. Así se entienden algo mejor algunas alabanzas.

El pasado martes, Saudi Telecom Company (STC) se convirtió en el máximo accionista de Telefónica al comprar un 9,9% (un 5% está pendiente del ok del Ejecutivo) de la principal operadora española por 2.100 millones de euros. Ocurrió con cierta clandestinidad. Ni la dirección liderada por José María Álvarez-Pallete ni el Gobierno de Pedro Sánchez conocieron la operación, cocinada en secreto durante meses, hasta el momento del anuncio. La noticia generó una gran polvareda mediática y un shock considerable por el hecho de que una empresa propiedad del régimen saudí consiguiese comprar una parte tan significativa de una compañía estratégica para los intereses españoles.

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