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No sabemos usar los mejores robots del mundo: la verdad tras la venta de Boston Dynamics
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No sabemos usar los mejores robots del mundo: la verdad tras la venta de Boston Dynamics

En un lustro, la compañía ha pasado por las manos de Google, Softbank y, ahora, Hyundai. El problema es que, a pesar de sus avances, nadie sabe cómo hacer verdaderamente rentables estas máquinas

Foto: Los robots de Boston Dynamics se han hecho famosos por sus bolos en internet.
Los robots de Boston Dynamics se han hecho famosos por sus bolos en internet.

Sube el telón. Suena 'Do You Love Me'. Con la música a todo trapo, aparecen varios robots en escena y ejecutan una coreografía milimetrada con un arte que supera las dotes de baile de un amplio porcentaje de la población general. Se baja el telón. El chiste viene después. Por muy punteros que sean sus avances en la materia, nadie quiere quedarse con Boston Dynamics. Al menos durante mucho tiempo. El lunes, las autoridades dieron su bendición a su venta. Será la tercera vez en ocho años que cambiará de manos. En esta ocasión, es Hyundai la que pagará 880 millones de dólares al gigante japonés Softbank por hacerse con el control de esta empresa. Lo llamativo es que la multinacional nipona, uno de los mayores mecenas de la industria tecnológica, la había adquirido en 2017, cuando Google decidió deshacerse de ella.

La chufla en el patio de butacas no se hizo esperar. "En el futuro, todo el mundo será dueño de Boston Dynamics cada 15 minutos", escribió en Twitter Rob Price, periodista especializado en tecnología y corresponsal de 'Business Insider' en Silicon Valley. El chascarrillo, aunque un poco exagerado, resume bastante bien lo incomprensible que resulta que una joya así haya cambiado de manos tan rápido.

Comienzo y ascenso militar

La compañía fue fundada hace 29 años por Marc Raibert. Ingeniero de formación, este exprofesor del MIT la montó como una especie de 'spin off' de esta prestigiosa institución. Desde el principio tuvo un enfoque muy militar, aunque no siempre sus menesteres tuvieron que ver con los actuales. En sus primeros años, por ejemplo, trabajaban desarrollando 'software' para mejorar las simulaciones de combate aéreo-naval, desarrollos que servían para sustituir los vetustos sistemas que se utilizaban por aquel entonces, basados principalmente en vídeo. Fue con el paso de los años cuando decidieron meterse en el mundo de la robótica, manteniendo su 'cercanía' con el Departamento de Defensa que 'financió' con sus contratos algunos de sus primeros grandes 'hits'.

Aunque en 2005 ya había inventado BigDog, una máquina cuadrúpeda que sirviese de mulo de carga y pudiese caminar por caminos difícil, no sería hasta 2012 cuando se empezó a forjar su fama planetaria con Cheetah, un robot capaz de correr más rápido que Usain Bolt. La siguiente gran demostración de talento por parte de Boston Dynamics fue Atlas, una máquina de dos patas que no ha dejado de asombrar con un talento que ha ido engordando con el tiempo hasta ser capaz, incluso, de hacer 'parkour'.

placeholder Vista de uno de los robots bípedos de Boston Dynamics. (Reuters)
Vista de uno de los robots bípedos de Boston Dynamics. (Reuters)

Todos estos méritos les colocaron en el radar de lo que entonces se llamaba Google X. Se trata de una división, posteriormente separada como una filial de Alphabet, que los de Mountain View utilizaban como tentáculo para tantear negocios de futuro y tecnologías emergentes como la robótica, la inteligencia artificial, la realidad aumentada... La compra se ejecutó en 2013 por una cantidad que nunca llegó a trascender. Cabe señalar que este movimiento se enmarcó en una época en la que la multinacional realizó algunos movimientos exploratorios más exóticos que los que acostumbraban. Ese mismo curso se alumbró también, por ejemplo, el malogrado Loom Project, una iniciativa para proporcionar conectividad en zonas remotas mediante globos.

Cuando cayó en manos de los responsables de Google estos empezaron a moldear el proyecto de otra manera. Desterraron la esencia militar y lo convirtieron en un juguete para la investigación. Colocaron a Andy Rubin, padre de Android, a los mandos del proyecto. Meses más tarde este salía de la compañía por la puerta de atrás por motivos 'extralaborales' (fue acusado de acoso por parte de una trabajadora) y el proyecto entró en un incómodo limbo. Más pronto que tarde acabó siendo percibido como pieza prescindible. Finalmente, en 2017, apenas cuatro años después de comprarla, se vendía a Softbank. La cifra, nuevamente permaneció oculta, aunque la agencia Bloomberg aseguró, citando a personas conocedoras del proyecto, que el monto ascendió a 165 millones de dólares.

El episodio vuelve a repetirse. Cuatro años después de aquella compra, Boston Dynamics vuelve a ser objeto de mercadeo. Algunos verán un negocio redondo si Softbank ha conseguido venderlo por un valor más de cinco veces superior al que lo compró. Pero el problema es que durante este tiempo el gigante japonés ha tenido que inyectar mucho capital (en los mentideros especializados hablan de hasta 150 millones de dólares anuales de mantenimiento) para tratar de hacer rentable una empresa que nunca ha conseguido en su historia reciente ser algo más que una anécdota comercial.

Softbank: se nos rompió el amor

Para entender la razón por la que Softbank adquirió una empresa que había perdido el interés de Google, hay que entender la propia naturaleza de este conglomerado fundador por Masayoshi Son. La historia de este empresario, que llegó a ser el hombre más rico de Japón, es la historia de un empresario de éxito hecho así mismo que pasó de ser un informático de barrio a un emporio de las telecomunicaciones.

Son siempre ha dicho que el de su compañía es un plan a 300 años vista y en esos planes los robots humanoides, asistenciales y sociales tenían un papel clave. Para llevar a cabo ese cometido creó Vision Found, el fondo inversor más grande del planeta, con el que ha ido invirtiendo en tecnológicas de todo el mundo. Tesla, Amazon, Netflix, Alibaba... son algunas de las muchas que han estado o estuvieron participadas por él. Vision Found, respaldado por 100.000 millones de dólares, cuenta con la participación de multinacionales de todo el mundo. Sin embargo, su principal socio es desde hace varios años Arabia Saudí.

placeholder Masayoshi Son. (Reuters)
Masayoshi Son. (Reuters)

Tras unos años de hiperactividad inversora, Softbank ha comenzado a replegar posiciones. Su particular bajón comenzó con dos apuestas fallidas como Uber y WeWork, que le han costado un buen pico. Especialmente caótica su apuesta por el gigante de los 'coworkings'. Tras el gatillazo en la salida a bolsa de esta compañía, los nipones tuvieron que organizar un rescate exprés de 9.500 millones de euros para evitar la bancarrota.

Poco después hizo olvidar estos tropiezos con un acuerdo para vender ARM a Nvidia por 40.000 millones de euros, que suponía un balón de oxígeno y una importante inyección de liquidez. Una operación que está en punto muerto por el escrutinio de las autoridades de competencia de medio mundo por las implicaciones que puede tener en el mercado de la electrónica de consumo a nivel global.

No hay que olvidar que ARM es el responsable de la arquitectura que utilizan todos los fabricantes de móviles y tabletas del mundo. Que esta venta esté congelada es una mala noticia para los intereses de un gigante que ha visto sus finanzas muy resentidas por la crisis provocada por el coronavirus. La venta a Hyundai se enmarca en ese proceso de extirpar grasa para ganar liquidez en momentos de vacas flacas.

El despegue casi nulo del negocio de la robótica ha hecho que Softbank se repliegue

Todo esto viene a confirmar que la robótica ha dejado de ser la materia prioritaria que era para SoftBank, inventores del robot humanoide Pepper, una apuesta personal del propio Son, que se ha mostrado en repetidas ocasiones su fe en el producto y el proyecto, aunque fuese un agujero de perder dinero. Parece que la falta de resultados le ha hecho cambiar de opinión. Si unes la necesidad de apretarse el cinturón con las expectativas incumplidas tienes el cóctel que ayuda a comprender la operación.

El problema de los robots de Boston Dynamics es que nadie sabe qué hacer exactamente con ellos. Durante el tiempo que ha permanecido bajo su control, Softbank tampoco ha conseguido rentabilizarlos. No son precisamente baratos y no han mostrado a la hora de la verdad cómo utilizar todo ese talento técnico para ofrecer algo que no puedan ofrecer otros modelos más asequibles más allá de demostraciones muy concretas. Es resumen, son demasiado caros para hacer algo que pueden hacer máquinas más sencillas.

No ha conseguido un gran contrato estable, a pesar de que han intentado orientar el uso de sus máquinas al sector industrial, de la seguridad o al sector logístico. En 2019 consiguieron vender apenas medio millar de robots 'Spot', que emula los movimientos de un perro y que cuestan 74.500 dólares cada uno. 'Spot' es, por cierto, el único de los robots que aparecen en el video inicial que están a la venta. Atlas y Handle (el brazo montado sobre dos ruedas) son aun prototipos. Sea como sea, los ingresos que actualmente son capaces de conseguir no da para cubrir ni de lejos el capital que hace falta para mantener activa esta compañía.

Resumiendo, todavía no han dado una razón de peso para que empresas y organismos de todo el mundo abracen masivamente sus virtudes. Da igual que corran como un velocista olímpico, que carguen palés y muevan mercancías pesadas sin supervisión humana gracias a su enorme brazo o abran puertas.

Hyundai... ¿otro brindis al sol?

SoftBank no ha tirado la toalla completamente. Se quedará con un 20% de la propiedad de la compañía a través de sus filiales. El otro 80% es lo que adquirirá el grupo Hyundai por 880 millones de dólares. Esto hace que el fabricante de robots humanoides esté valorado en 1.100 millones de dólares, una cifra que parece baja para una compañía que tanto ha dado que hablar en los últimos años.

placeholder El robot Spot, en plena acción. (Reuters)
El robot Spot, en plena acción. (Reuters)

¿Qué pueden hacer los surcoreanos con esta empresa que no pudiesen hacer otros? Lo primero que hay que tener en cuenta es que el sector de la automoción es uno de los más receptivos a la automatización de procesos y a la incorporación de tecnológica robótica en sus fábricas. El Grupo Hyunday tiene dos marcas bajo su paraguas: Hyunday y Kia.

Pero no es ni mucho menos el único objetivo. El nuevo mandamás de la compañía, Euisun Chung, se ha comprometido a reducir la dependencia de los coches. Para ello ha mostrado un plan en el que la venta de vehículos supondría solo el 50% del negocio. El 50 restante se repartiría entre la robótica (un 20%) y la movilidad aérea (un 30%). No es el único miembro del gremio que ha realizado movimientos similares. Ford anunció un acuerdo con uno de los competidores de Boston Dynamics, Agily Robotics, para crear furgonetas eléctricas y autónomas equipadas con tecnología como para poder repartir la mercancía sin intervención humana.

El problema es que lo de Hyundai es nuevamente un brindis al sol. Las expectativas en torno a la robotización hacen confiar aún en que hay un gran mercado por explotar y nadie está en una posición privilegiada ante esta eventual realidad. Pero el comunicado que ha hecho la factoría asiática no queda exactamente claro qué es lo que quieren hacer con ello. Hablan de progresar en la "robótica avanzada" gracias a las capacidades en visión, movilidad o manipulación. Dicen también que esperan "desarrollar tecnologías avanzadas que mejoren la vida de las personas y promuevan la seguridad, logrando así el progreso para la humanidad" y hablan de entrar en sectores como "la conducción autónoma, inteligencia artificial (IA), movilidad aérea urbana (UAM) o fábricas inteligentes". El tiempo dirá si a la tercera va la vencida o nuevamente el mayor logro de Boston Dynamics es dejarnos sin habla al enseñarnos los últimos pasos de baile de sus inventos.

Sube el telón. Suena 'Do You Love Me'. Con la música a todo trapo, aparecen varios robots en escena y ejecutan una coreografía milimetrada con un arte que supera las dotes de baile de un amplio porcentaje de la población general. Se baja el telón. El chiste viene después. Por muy punteros que sean sus avances en la materia, nadie quiere quedarse con Boston Dynamics. Al menos durante mucho tiempo. El lunes, las autoridades dieron su bendición a su venta. Será la tercera vez en ocho años que cambiará de manos. En esta ocasión, es Hyundai la que pagará 880 millones de dólares al gigante japonés Softbank por hacerse con el control de esta empresa. Lo llamativo es que la multinacional nipona, uno de los mayores mecenas de la industria tecnológica, la había adquirido en 2017, cuando Google decidió deshacerse de ella.

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