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Cómo el 'enfant terrible' de Uber acabó montando cocinas fantasma en pleno Madrid
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EL NEGOCIO CRECE EN ESPAÑA

Cómo el 'enfant terrible' de Uber acabó montando cocinas fantasma en pleno Madrid

Fundó la empresa en 2015 con dos conocidos. En 2017, Travis Kalanick utilizó el dinero de sus acciones tras su salida de Uber para comprar el 50%. Desde hace un año se expande por el mundo

Foto: Travis Kalanick, el 'enfant terrible'. (Montaje: R. Cano)
Travis Kalanick, el 'enfant terrible'. (Montaje: R. Cano)
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Uberización de la economía. Seguro que lo han escuchado alguna vez. Es un término que se puso de moda tras la expansión salvaje de aquella compañía de coches con conductor cuyo nombre todo el mundo conoce a estas alturas de la película. Detrás de la palabra viene a esconderse una ácida interpretación de esa filosofía de que las cosas mejor que tenerlas en propiedad, usarlas cuando haga falta. Aplicado al mundo laboral, cobra una connotación cuanto menos polémica: para qué tener una plantilla contratada con sus costes fijos si puedes montar un ejército de trabajadores ocasionales para usarlos cuando gustes. Aligerar de esta manera la 'carrocería' de la empresa supone una suerte de 'doping' que da ventaja frente a los actores tradicionales del mercado que se aspira a reventar.

Foto: Luis Ángel mira la chimenea industrial que les han montado en el patio. (Foto: M. Mc.)

Esta agresiva forma de enfocar los negocios es indisoluble de la figura de su fundador, Travis Kalanick, el 'enfant terrible' de la última década en Silicon Valley. Arriana Huffington, fundadora de la cabecera que lleva su apellido, le definió como "brillante idiota". Su opinión no es baladí. Esta mujer recibió el encargo de pilotar la transición cuando el emprendedor fue expulsado de la compañía que él mismo levantó (llegó a ser la 'start-up' más valorada del mundo) por múltiples errores, entre ellos la cultura tóxica que propició su desmedida ambición. Una ambición cuyo principal trofeo de caza es el gremio del taxi, al que dejó en una situación maltrecha en medio mundo, tras ofrecer viajes tirados de precio y enganchar a los usuarios a su servicio.

Eso mismo es lo que pretende hacer ahora con CloudKitchens, una 'start up' de cocinas fantasma fundada en 2015: en un contexto de precarización, busca que la comida a domicilio sea tan barata que haya gente que esté dispuesta a dejar de ir a los restaurantes. De momento, es una empresa que principalmente se dedica al 'real estate', es decir, a adquirir propiedades para acondicionarlas y vivir de las rentas de alquilar locales a empresarios que estén pensando en montar un negocio para surtir para Glovo, Uber o Deliveroo. En resumen, una suerte de 'Wework', en donde en lugar de oficinas se alquilan fogones.

placeholder Travis Kalanick. Foto: Reuters.
Travis Kalanick. Foto: Reuters.

Este polémico emprendedor fundó la empresa en 2015, junto a dos amigos, Diego Berdakin y Sky Dayton. Dos años después, cuando vendió sus acciones de Uber tras ser destronado, desembolsó 150 millones de dólares para hacerse con más del 50% de la propiedad de la compañía y convertirse en la figura de referencia. A partir de ese momento, empezó una campaña de grandes fichajes pescando incluso empleados de alto nivel de Tesla y SpaceX. Eso sí, la tónica fue el secretismo. Según cuentan medios como The Information puso cláusulas de confidencialidad a los diferentes empleados, que incluso contenían prohibiciones de actualizar su puesto de trabajo en Linkedin. El principal inversor de este negocio es Arabia Saudi. La agencia pública de inversión que tiene el país de Oriente Medio le inyectó 400 millones hace trece meses, lo que según Bloomberg, hizo que la empresa fuese valorada en 5.000 millones.

Impulsada por ese capital, la compañía empezó ya el pasado curso una expansión que le llevó a comprar una 'start up' británica, FoodStars, que contaba con más cien 'dark kitchen' en todo Londres. Esa fue la primera parada de un viaje que en este año 2020 le ha llevado a entrar en España. En el mercado patrio y otros países europeos actúa a través de una subsidiaria llamada Cooklane, que ha dejado el anonimato después de que varias comunidades de vecinos se hayan rebelado contra la instalación de una colmena de 38 cocinas fantasma en el patio de su manzana en el madrileño barrio de Prosperidad.

La obra cuenta con el visto bueno de Urbanismo, que les llegó a paralizar las obras y exigirles que solicitasen una licencia de obra en lugar de la declaración responsable con la que estaba trabajando. No es la primera que montan. Tienen una ya operativa en el Distrito de Tetuán y ya anuncian en diferentes portales otra instalación en Barcelona.

Los caminos que llevan a Kalanick

La pista que conduce a Kalanick en España es una sociedad llamada Canillas Comercial Services SL, que es a la que se le concedió dicho permiso administrativo para arrancar las obras. El representante de la empresa es Alan Francis Honan, un directivo con experiencia en el sector de la restauración, con varios años de experiencia en AmRest, donde dirigió franquicias como KFC, La Tagliatella o Pizza Hut, entre otras.

Honan también figura como administrador solidario en New Logistic & Industrial Services, sociedad de la que cuelga Cooklane. Según el registro, los otros administradores de esta sociedad limitada son Jan-Philip Wesenberg, ex directivo de Uber y Uber Eats; y Michael Colburn Goff. Colburn Goff aparece en el registro mercantil británico nombrado en 2018 como director de FoodStars, el competidor que adquirió Travis Kallanick para su expansión en Reino Unido, donde figura como "persona con un control significativo". Ambos también aparecen como supervisor y director, respectivamente, de Jike Alliance. Kalanick adquirió esa empresa radicada en Shanghái a principios de 2019, junto a otras cinco compañías que se dedicaban al alquiler de cocinas en Pekín, como forma de entrar al mercado chino, una cuenta pendiente, ya que fracasó cuando lo intentó con Uber.

placeholder Anuncio de la promoción de CookLane en Prosperidad. Foto: Idealista.
Anuncio de la promoción de CookLane en Prosperidad. Foto: Idealista.

El círculo se cierra de nuevo con Wesenberg y Honan, que comparten la administración solidaria de otra empresa más: Otter Operations SL, que comparte sede social con New Logistic & Industrial Services y Canillas Comercial Services SL. 'Otter', por cierto, es el nombre del 'software' de gestión de pedidos y comandas que ha creado Kalanick y Cloud Kitchen. Este programa, integrado en las cocinas fantasma que alquilan, permite, entre otras cosas, conectarse con las principales plataformas de 'delivery'. También se comercializa a terceros y en su página anuncian que cadenas como Subway o KFC utilizan esta solución. Es más, esta plataforma, señalan algunos medios,

¿Por qué es una locura para una zona residencial?

La llegada a España de la compañía ha sorprendido a propios y extraños. "Ya había gente metida en este tema antes de la crisis del covid, pero estos han llegado con una estrategia muy agresiva. Demasiado". Esto lo comentaba un buen conocedor de la industria cuando se le explicaban los pormenores de este proyecto que está cobrando forma en Prosperidad.

Estas cocinas se alquilan, según los diversos anuncios en portales inmobiliarios, a 2.500 euros al mes. Haciendo una previsión conservadora y teniendo una ganancia media de 10 euros, explican fuentes del sector, hay que hacer 250 pedidos por lo menos para cubrir los costes solo de dicha renta. "Contando un día de descanso semana, hay que hacer en torno a 10 diarios para cubrir solo el alquiler". A eso hay que añadirle el coste del personal, así que fácilmente uno se puede ir a los 15 pedidos. Si multiplicamos esa cantidad por el número total de cocinas la cuenta sale a 570 pedidos diarios solo para amortizar la inversión. "Eso es una locura para el edificio".

¿Por qué no llevárselo a un local industrial? Aquí juega un papel fundamental la distancia. Aunque las aplicaciones de reparto estén disponibles en toda la ciudad esto no significa que se pueda pedir a todos los restaurantes que trabajan con la 'app'. El motivo no es otro que la comida cumpla unos estándares de calidad mínimos, especialmente en temas de temperatura. Eso les obliga a manejar un máximo de kilómetros máximos a la redonda.

Lo básico de este negocio es encontrar locales próximos a zonas de alta densidad

Zonas con alta densidad

Pero esta es la pescadilla que se muerde la cola. Es cierto que el 'delivery' es una actividad que ha explotado a nivel nacional con motivo de la pandemia, el encierro primaveral así como las restricciones de la nueva normalidad, ya que muchos hosteleros se han agarrado a esta tabla para aguantar la marejada. Pero tradicionalmente el mayor volumen de negocio se concentra en las grandes ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia. El problema que se encuentran en estos lugares es el mercado inmobiliario y el precio del alquiler. La solución, entonces, es irse a barrios humildes, de menor renta, donde el metro cuadrado sea sensiblemente inferior, recurriendo a soluciones como las vistas en La Prosperidad. "En España es fácil encontrar ubicaciones así a precios competitivos, si no recurres a planes tan disparatados".

placeholder Foto: Reuters
Foto: Reuters

Si uno repasa los movimientos de CloudKitchens se dará cuenta que hay una cosa en común en casi todos los lugares escogidos para su expansión: la densidad de población. En EEUU, donde invirtió según el Wall Street Journal otros 130 millones en adquirir propiedades hace apenas dos meses, tiene al menos presencia en más de diez grandes ciudades, incluyendo Los Ángeles, San Francisco o Nueva York. Su siguiente paso fue Reino Unido, pero también tiene inversiones, a través de diferentes empresas y marcas, en las grandes poblaciones Singapur, Corea del Sur, India así como China. En Europa, además de Madrid y Barcelona, ha probado suerte en Francia y Bélgica. La estrategia es clara: atraer a empresarios que no puedan hacer frente al pago de un local convencional o a dueños de restaurantes desbordados por el 'delivery' en su ubicación principal o bien quieran abrir un punto satélite para abarcar una mayor área geográfica.

No son ni mucho menos los únicos que se han interesado por este mercado. Hay auténticos gigantes sondeando las posibilidades. Alphabet, empresa matriz de Google, y su brazo inversor GV han participado en Kitchen United, empresa fundada en EEUU. Softbank, el gigante japonés, ha regado de millones REEF Technology, que ha logrado atraer más capital que Kalanick. Esta última empresa ha apostado fuerte por asentar sus establecimientos bien en contenedores de obra acondicionados o en instalaciones como aparcamientos para evitar problemas. Amazon, por su parte, ha invertido en Deliveroo como forma de tantear el sector.

placeholder Softbank ha invertido en la competencia de CloudKitchens.
Softbank ha invertido en la competencia de CloudKitchens.

Pero la competencia de otros proveedores de cocinas fantasma no es el único problema al que se enfrentan. Esta última empresa, por ejemplo, activó en su momento su propio programa conocido como 'Editions', que ya cuenta con dos sedes en Madrid. La empresa selecciona a restaurantes que ya trabajan con su plataforma y les reserva un espacio en estos lugares. En el caso de que fuese bien, esta compañía podría optar por trabajar o dar prioridad a sus socios. Esto es lo que han hecho en otros países, como Singapur. Allí tanto Deliveroo como GrabyFood no trabajan con sus restaurantes virtuales.

En este sentido tenemos el precedente de 'Keatz' en Alemania, una empresa de cocinas fantasma que estuvo participada por el fondo español JME. Su principal cliente era Deliveroo, pero decidió retirarse del mercado teutón y Liferando, que dominaba la práctica totalidad del 'delivery', no trabaja con este tipo de establecimientos. Eso les obligó a centrarse en España, donde no tuvieron mucha mejor suerte.

Uberización de la economía. Seguro que lo han escuchado alguna vez. Es un término que se puso de moda tras la expansión salvaje de aquella compañía de coches con conductor cuyo nombre todo el mundo conoce a estas alturas de la película. Detrás de la palabra viene a esconderse una ácida interpretación de esa filosofía de que las cosas mejor que tenerlas en propiedad, usarlas cuando haga falta. Aplicado al mundo laboral, cobra una connotación cuanto menos polémica: para qué tener una plantilla contratada con sus costes fijos si puedes montar un ejército de trabajadores ocasionales para usarlos cuando gustes. Aligerar de esta manera la 'carrocería' de la empresa supone una suerte de 'doping' que da ventaja frente a los actores tradicionales del mercado que se aspira a reventar.