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Cómo 'Super Mario' Draghi (y no Sánchez) se ha colado entre los pesos pesados de la UE
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Cómo 'Super Mario' Draghi (y no Sánchez) se ha colado entre los pesos pesados de la UE

Draghi está jugando un papel que no tenía asignado: una estrella política influyente cuya voz se escucha en París y Berlín, y con una creciente influencia en la agenda europea

Foto: El primer ministro italiano, Mario Draghi. (EFE)
El primer ministro italiano, Mario Draghi. (EFE)

Cuando el 13 de febrero pasado, con Giuseppe Conte destronado repentinamente como primer ministro italiano, Mario Draghi lo reemplazó, el sentimiento más extendido era que el prestigioso economista y exjefe del Banco Central Europeo (BCE) venía a salvar Italia. Una Italia que se encontraba en el caos en plena pandemia, asolada por sus cíclicas guerras de poder y sin el músculo ni la capacidad de reacción para cumplir con los compromisos pactados con la Unión Europea (UE) para salir de la crisis económica originada por el coronavirus.

Menos de tres meses han bastado para corroborar del giro profundo que ha supuesto el cambio en el Palacio Chigi. No solo Roma da ahora menos dolores de cabeza a Bruselas en un momento en el que la alemana Angela Merkel y el francés Emmanuel Macron se encuentran en posiciones delicadas, sino que Draghi se ha visto empujado a jugar un papel que, en principio, no tenía asignado: el de una estrella política influyente. Su voz no solo se oye en París y Berlín, sino que tiene una creciente influencia en la agenda europea y —otra novedad— vuelve a acercarse a Estados Unidos. España, que quería aprovechar la oportunidad del Brexit para ganar peso e influencia en Bruselas, ha acabó siendo adelantada por los italianos.

Foto: Ilustración: EC.

La revolución de 'Super Mario' —como le apodan los medios— ha sido particularmente evidente en la gestión de la pandemia, los asuntos económicos y la política exterior. A menos de un mes de haber Draghi asumido el cargo, Italia se convirtió en el primer país de la UE en bloquear un cargamento de 250.000 dosis de la vacuna de AstraZeneca fabricadas en la planta de Anagni, cerca de Roma, destinadas a Australia, tras las crecientes quejas del bloque europeo por los retrasos e incumplimientos de la farmacéutica. Una decisión que, 'a posteriori', contó con el apoyo de la Comisión Europea, como explicó el vicepresidente de ese organismo, Valdis Dombrovskis, y más tarde respaldó de forma abierta París.

Reactivar la campaña de vacunación ha sido, de hecho, uno de los principales problemas del arranque de la administración de Draghi. No obstante, tras algún traspié inicial, el general Francesco Figliuolo, nombrado nuevo comisario para la emergencia, logró finalmente cumplir con la promesa de alcanzar las 500.000 dosis al día antes del comienzo de mayo —con el objetivo de alcanzar el millón para el próximo junio—. ¿Cómo se ha logrado?

Foto: Control sanitario en Sabaudia, cerca de Latina, en Italia. (EFE)

“La nueva estructura, con un militar en la cúpula, trajo una organización muy clara y una buena cadena de mando”, explicó Pierpaolo Sileri, actual subsecretario de Sanidad de Draghi y antiguo viceministro de Sanidad de Conte, a El Confidencial. Un trabajo, precisó Sileri, que ya se había empezado con Conte.

Frenos a China y Rusia, Libia en el trasfondo

La atención de la emergencia sanitaria ha marcado la agenda de Draghi en sus primeros tres meses de gobierno, pero sus maniobras reflejan ambiciones mucho más amplias. Así lo demostró durante el denominado ‘sofagate’, que estalló cuando la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quedó relegada a un sillón lateral en un encuentro con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan. El primer ministro italiano calificó al líder turco de ‘dictador’, lo que suscitó una incendiaria reacción de Ankara y la promesa de represalias cuyo alcance todavía está por verse.

Otras señales no son, sin embargo, tan positivas. A 4 de mayo, el número de migrantes que habían desembarcado en Italia a través de la ruta del Mediterráneo central sumaba 10.400 personas, un 170% más que el año pasado, y unos 500 perdieron la vida en el intento, un aumento de más del 200%, según cifras de Acnur. La agencia de Naciones Unidas, así como otras ONG, han estado además incidiendo en que Libia “no es un puerto seguro”, aunque sus llamamientos han caído en saco roto a tenor de los últimos movimientos al respecto de Draghi.

Foto: Fotografía tomada en Bengazi, Libia, en julio de 2019. (Reuters)

En su primer viaje en el exterior, a Libia, destinado principalmente a blindar las relaciones económicas italianas con su antigua colonia en un momento en el que allí se está pensando en la reconstrucción, Draghi habló de operaciones de “rescate” en el mar con los guardacostas libios, pese a las reiteradas denuncias por su violencia contra los migrantes y a que Libia no ha firmado la Convención de Refugiados de 1951. Más aún, anunció que pretende continuar en la línea del Acuerdo de Amistad firmado por el ex primer ministro Silvio Berlusconi en 2008, que se resume, según denuncian activistas, en inversiones a cambio de frenar esta migración.

China ha sido otro de los temas en la mira. Draghi ha revelado que su Gobierno bloqueó una adquisición de una empresa italiana de semiconductores por parte de capital chino semanas después de imponer límites al acuerdo sobre el 5G entre el proveedor italiano de internet Fastweb, la taiwanesa Askey y la china ZTE, una compañía ligada al Estado chino. El italiano tampoco se ha privado de lanzar advertencias a Moscú, como reflejó el reciente arresto de un oficial de la Marina italiana acusado de espiar para Rusia y la expulsión de un agente ruso involucrado en la trama. Un cambio claro de rumbo frente al gobierno anterior.

Cumplir con Bruselas

Para desgracia de los descreídos, Draghi ha llevado adelante todas estas acciones a la vez de que —al menos de momento— ha logrado cumplir con Bruselas. El Gobierno presentó en el último día hábil el detalle de cómo planea gastar los alrededor de 190.000 millones de euros del Fondo Europeo de Recuperación (unos 68.000 millones en subsidios y unos 122.000 millones en préstamos), del monto prometido a Italia hasta el 2026, para que el país se reconstruya después de haber sido uno de los países europeos más golpeados por la pandemia. En su patria, la acogida ha sido positiva.

Foto: Balcones en Milán. (EFE)

La digitalización completa de la administración pública y los sectores productivos, la transición ecológica, iniciativas para fomentar el empleo joven, femenino y del subdesarrollado sur italiano, reformas del sistema fiscal y burocrático. Este es, a grandes trazos, el hilo fundamental del plan de Draghi, convertido en uno de los más importantes esfuerzos de modernización de Italia desde que en los sesenta y setenta pasó de ser un país marginal y agrícola a convertirse en una de las mayores potencias industriales del mundo.

Un proyecto que, aunque también tiene críticos, ha sido festejado por gran parte de los expertos italianos. “El plan presentado por Draghi a Bruselas no solo apunta a hacer crecer el país, sino a un gran desarrollo sostenible, ecológico y social de mediano y largo plazo”, evalúa Matteo Caroli, economista de la Universidad Luiss de Roma, en una conversación con El Confidencial, sobre este plan “orgánico” y enfocado “en la dirección correcta”.

Foto: El primer ministro italiano, Giuseppe Conte. (EFE)

“Honestamente, creo que su único objetivo es hacer mejor un país que puede ser mejor”, asegura Marina Brogi, catedrática de la Universidad La Sapienza, advirtiendo que lo más complicado será poner en marcha las inversiones y reformas prometidas.

Un líder no tan popular… entre la gente

En este escenario, lo más llamativo es quizá que la euforia mediática de la que goza Draghi —tan solo en las últimas semanas han escrito positivamente de él medios como el británico Financial Times, el alemán 'Frankfurter Allgemeine Zeitung' y el francés 'Le Figarò'— no coincide con la misma reputación entre la gente. Desde que asumió el mando de Italia, Draghi ha acusado caídas de consenso (menos de ocho puntos, según un reciente sondeo de Tecné-Dire) y no ha alcanzado nunca los índices de su predecesor, Giuseppe Conte, cuya popularidad el año pasado —en medio de la pandemia— rondaba los niveles más altos en décadas.

La profesora Brogi, experta en Gobernanza Económica, da una pista del por qué, además de la crisis económica en curso, el futuro rediseñado por Draghi puede no convencer a todos. En el futuro, “es posible que haya realidades económicas que no sobrevivan, y puestos de trabajo que se pierdan. Y estos trabajadores deberán reconvertirse”, dice esta analista. Y recuerda Brogi que ya en diciembre de 2020, poco antes de ser llamado a ocupar el puesto de nuevo primer ministro italiano, Draghi firmó el 'Reviving and restructing the corporate sector post covid', un informe del Grupo de los Treinta en el que se defendía evaluar la rentabilidad de destinar flujos de dinero público a ‘empresas zombis’, aquellas compañías altamente endeudadas y con recursos limitados que pueden ser un peligro en el futuro pospandémico.

Foto: Hundimiento del Puente Morandi, en Génova. (Reuters)

De momento, el Parlamento italiano, donde tiene una amplia mayoría, ha aprobado los planes de Draghi. Pero también ha habido tensiones y malhumores por el escaso activismo del exbanquero —por ejemplo— en la promoción de nuevas leyes ligadas a los derechos civiles. Es el caso del proyecto de ley para fijar penas claras en los casos de violencia y discriminación por razones de orientación sexual y género —llamada ley Zan— cuyo debate ha sido reiteradamente aplazado y sobre la que Draghi no dijo ni una palabra en su discurso de toma de posesión (ni ha intervenido después). “Pido más valentía y determinación”, ha solicitado Alessandro Zan, primer relator del proyecto de ley.

En el bando opuesto, Matteo Salvini de la Liga —junto con el único gran partido fuera de la actual coalición de gobierno, el derechista Hermanos de Italia— también han expresado críticas, pero sobre todo para presionar a favor de que se ponga en marcha una progresiva relación de las restricciones contra el coronavirus. Críticas que, sin embargo, no han supuesto mayores sobresaltos. Porque, más allá de todo, toda manifestación contra ‘Super Mario’ carece —de momento— de eco en la vida política.

Cuando el 13 de febrero pasado, con Giuseppe Conte destronado repentinamente como primer ministro italiano, Mario Draghi lo reemplazó, el sentimiento más extendido era que el prestigioso economista y exjefe del Banco Central Europeo (BCE) venía a salvar Italia. Una Italia que se encontraba en el caos en plena pandemia, asolada por sus cíclicas guerras de poder y sin el músculo ni la capacidad de reacción para cumplir con los compromisos pactados con la Unión Europea (UE) para salir de la crisis económica originada por el coronavirus.

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