Es noticia
El 'Sofagate': lo que dice de la UE el plantón a Von der Leyen en Turquía
  1. Mundo
  2. Europa
Metáfora de la estructura del bloque

El 'Sofagate': lo que dice de la UE el plantón a Von der Leyen en Turquía

El presidente turco dejó a la presidenta de la Comisión Europea sin silla durante una visita a Ankara. ¿Qué nos dice ese incidente sobre las dinámicas del bloque de los Veintisiete?

Foto: Charles Michel, Recep Tayyip Erdogan y Ursula von der Leyen. Tres líderes políticos frente a tan solo dos sillas. (EFE)
Charles Michel, Recep Tayyip Erdogan y Ursula von der Leyen. Tres líderes políticos frente a tan solo dos sillas. (EFE)

La visita a Ankara que este martes realizaron Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, tenía peligro. Porque la palabra del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, no vale gran cosa. Porque, aunque la UE quería escenificar su mano tendida a Ankara y la apertura de una agenda positiva, era una posibilidad que el Gobierno turco escenificara también su visión de la relación. Porque la mayoría de personas que conocen bien la política exterior de Turquía lo veían como una potencial encerrona. Y es lo que finalmente ocurrió. ¿La culpable? Una silla. O, mejor dicho, la ausencia de una.

Turquía, que últimamente busca ser pupilo de los estilos diplomáticos de Rusia, aplicó el manual de provocación y ridiculización diplomática de Moscú al detalle. La encerrona en la que el ministro de Exteriores ruso metió al jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, hace solamente algunas semanas fue un ejemplo perfecto. Y Erdogan tomó nota.

Las imágenes llevan dando vueltas por redes sociales desde hace ahora un día. Von der Leyen y Michel entran en la sala en la que Erdogan recibe sus visitas de alto nivel. Pero solamente hay dos sillas. Michel se adelanta hacia una de las sillas y se sienta. La presidenta de la Comisión Europea se queda de pie, abre los brazos y se escucha un: “¿Eh?”. Acaba sentada en un sofá, a distancia de los dos hombres que ocupan el centro de la escena.

Foto: Charles Michel (izq.), Recep Tayyip Erdogan (centro) y Ursula Von der Leyen (der.) durante su reunión en el palacio presidencial en Ankara. (EFE)

La Comisión Europea defiende que Von der Leyen y Michel tienen el mismo rango y, por lo tanto, deben ser tratados por igual. La demostración de que debe ser así es que en las numerosas reuniones que Erdogan ha mantenido con los líderes de las instituciones europeas durante los últimos años, cuando Jean-Claude Juncker dirigía la Comisión y el polaco Donald Tusk el Consejo Europeo, los tres estaban sentados en sillas.

¿Por qué hacer ese desplante? “La misma lógica que lleva a dejar el Convenio de Estambul: complacer a los conservadores religiosos. Protocolo deliberado de Turquía y falta de precauciones por parte europea”, ha escrito Marc Pierini, que entre 2006 y 2011 fue embajador de la Unión Europea en Turquía, y que, por lo tanto, conoce bien la mentalidad de Erdogan. Con esta provocación el líder turco mandaba una señal porque sabía que uno de los mensajes que traía Von der Leyen era la preocupación europea por el abandono del Convenio de Estambul sobre la violencia contra las mujeres por parte de Ankara. “Ya lo dije antes: tratar de complacer al presidente de Turquía con una visita inoportuna era una táctica arriesgada. Sucederá de nuevo”, ha apuntado Pierini.

El equipo de Von der Leyen explica que está en contacto con Turquía con el objetivo de que un error así no vuelva a producirse, pero hace hincapié en la necesidad de que el escándalo no haga sombra al objetivo de la reunión, que era transmitir a Erdogan la posibilidad de una agenda positiva, con la posible modernización de la unión aduanera, a cambio de que Ankara mantenga un perfil bajo en su vecindario y que respete los derechos humanos. Como demuestra el ya famoso escándalo de la silla, eso no suele ser fácil con Erdogan.

El fondo del asunto

El peor parado de toda la escena que se produce en Ankara no es Erdogan, porque se le presuponen ideas machistas como demuestra la salida del Convenio de Estambul, sino Michel, el otro líder escogido por los jefes de Estado y de Gobierno, que ha tardado más de un día en reaccionar al escándalo generado. Incapaz de reaccionar, de ver la encerrona, se mantiene sentado en las imágenes. Y cae en ese error también porque, más allá de la torpeza del momento, Michel y su equipo buscan subir el perfil del presidente del Consejo Europeo, ampliando su rol, buscando estar en el centro de la acción y bajo los focos.

Y lo hacen precisamente por algo a lo que hizo referencia en Twitter Belén Becerril, subdirectora del Real Instituto Universitario de Estudios Europeos, yendo a lo que subyace a la escena, a las profundas corrientes que corren bajo la imagen del incidente y que, si bien no es ni mucho menos una causa del incidente, sí que es un perfecto reflejo: “La deriva intergubernamental de la UE en una imagen”. Y es que, como Becerril ha escrito en otras ocasiones, desde la introducción del Tratado de Lisboa en 2009, así como desde la crisis económica vivida durante la legislatura 2009-2014, la deriva interinstitucional ha ido restando protagonismo a la Comisión como defensora de los intereses comunes, y también al Parlamento. Esa imagen capta perfectamente ese proceso.

De hecho, el Consejo Europeo, la reunión de jefes de Estado y de Gobierno, se ha reunido de forma sistemática desde hace años, muchas más veces de las que los tratados señalan como reuniones ordinarias, asumiendo un rol que no tiene asignado por los tratados. Michel, como su “líder”, asume como natural esa “expansión” de su papel, especialmente cuando se trata de la relación con países terceros. Una decepción para aquellos que creen que la figura del presidente del Consejo Europeo debe ser la de un “árbitro” discreto y que esperaban que la salida de Tusk fuera poner fin a esa tendencia de un presidente demasiado protagonista. Aunque Michel es mucho menos vistoso, y de hecho mucho menos consistente que su predecesor, no ha bajado el perfil en lo que se refiere a la relación de la Unión Europea con el resto de países.

Foto: El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan (Reuters)

Luuk van Middelaar en su libro 'Alarmus & Excursions: Improvising Politics on the European Stage', explica que este aumento del protagonismo del Consejo se debe a un aumento de las crisis internacionales y la necesidad de una reacción “política” a ello. La Fundación Robert Schuman recientemente publicó un documento sobre ese incremento de su papel: “Cualquier organización está por naturaleza inclinada a extender el alcance de su poder, a veces incluso más allá de los límites del mandato que se le ha asignado. Por ser además un órgano 'supremo', esta invasión encuentra pocos obstáculos y tiende a institucionalizarse”.

Las bases están ahí. La decisión de Michel de mantenerse sentado, más allá de un error personal, de una aparente falta de reacción por su parte y de una muestra de desconexión entre su papel de líder y la encarnación de los valores que defiende la Unión Europea —algo de lo que hay que culpar a los jefes de Estado y de Gobierno que lo eligieron— es también el reflejo de cambios estructurales en la naturaleza de la Unión Europea en su deriva intergubernamental que sigue avanzando en los últimos tiempos. Horas después del incidente, y tras cientos de preguntas por parte de los corresponsales a su equipo, Michel ha reaccionado en redes sociales. "Las pocas imágenes que se mostraron dieron la impresión de que yo hubiera sido insensible a esta situación. Nada más lejos de la realidad, ni de mis profundos sentimientos", ha escrito el belga.

La visita a Ankara que este martes realizaron Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, tenía peligro. Porque la palabra del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, no vale gran cosa. Porque, aunque la UE quería escenificar su mano tendida a Ankara y la apertura de una agenda positiva, era una posibilidad que el Gobierno turco escenificara también su visión de la relación. Porque la mayoría de personas que conocen bien la política exterior de Turquía lo veían como una potencial encerrona. Y es lo que finalmente ocurrió. ¿La culpable? Una silla. O, mejor dicho, la ausencia de una.

Ursula von der Leyen Consejo Europeo Unión Europea Comisión Europea