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Hasta Draghi se cansa de los anglicismos en Italia: "¿Alguien sabe por qué los usamos?"
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DE SMART WORKING A BABY SITTING

Hasta Draghi se cansa de los anglicismos en Italia: "¿Alguien sabe por qué los usamos?"

En Italia, la mayor parte de los medios de comunicación y los propios políticos han usado desde el principio de la pandemia el termino 'lockdown' para referirse al confinamiento

Foto: El primer ministro italiano, Mario Draghi. (EFE)
El primer ministro italiano, Mario Draghi. (EFE)

El primer ministro italiano, Mario Draghi, está dando un discurso en la presentación en el aeropuerto de Fiumicino, Roma, de un programa relativo a las vacunas. Lee uno de esos textos que le preparan a los políticos en el que dice: “Para los que tienen una actividad que no consiente el 'smart working' (…) le será concedida la ayuda 'baby sitting'”. El primer ministro se detiene entonces un segundo, da un respiro profundo, y levanta la cabeza y suelta: “¿Alguien sabe por qué debemos utilizar todas estas palabras inglesas?”.

Italia es un país singular en ese aspecto y los anglicismos forman parte del día a día. Cuando se vive aquí cuesta desprenderse de ellos. Por ejemplo, la mayor parte de los medios de comunicación y los propios políticos han usado desde el principio de la pandemia el termino 'lockdown' para referirse al confinamiento.

Los italianos, junto a los españoles, tienen fama de perpetrar uno de los peores ingleses en el extranjero. Eso ha desencadenado en un curioso complejo y esfuerzo, en un país donde además el turismo tiene un gran peso, por hablar la lengua de Shakespeare a cápsulas. Curioso porque como dice Marco, profesor de italiano que ha vivido mucho tiempo fuera, “los italianos puede que tengamos una mala pronunciación del inglés, pero en todo caso será siempre mejor que la casi nula capacidad de la gran mayoría de angloparlantes de ni siquiera intentar aprender otra lengua”.

Foto: Mario Draghi, cuando todavía era presidente del BCE, junto a Pedro Sánchez. (EFE)

El abuso del inglés se ha transformado en algo casi cómico que los propios italianos se preguntan a menudo. Hay detractores y favorables al uso de anglicismos. “¿Por qué debemos inventar una palabra o traducirla del inglés si es un término copiado?”, opina Isa, una piamontesa que habla varios idiomas y que señala que a ella lo que realmente le chirría es usar términos traducidos como 'implementare'. “'Implementare' no existe en italiano, es una traducción del inglés”, señala ella.

¿Una amenaza para la lengua?

Otros como el 'premier' Draghi, rodeado de sus 'bodyguards', sin 'make-up', en medio de una 'location' como Fiumicino, justo antes del 'weekend' y sin leer en su “computer” nada, ya que el discurso se lo había escrito su 'staff', ni tampoco tener que pedirle agua a un 'steward', ni preocuparse del 'budget' del evento, manifestó en un perfecto italiano que está hasta harto de tanto anglicismo. Todas las palabras del inglés de este párrafo son palabras que en Italia se usan. Son sólo algunos ejemplos.

¿De dónde viene está costumbre? Hay muchas estudios que divagan sobre esta cuestión. En el magazine (un primer anglicismo que lleva el propio texto) de la enciclopedia Treccani hay un artículo que se titula: “El inglés en Italia: ¿una amenaza para la lengua nacional?”. Lo denominan Itangliano, y explican que “tuvo un importante repunte tras el final de la Segunda Guerra Mundial”. El artículo divaga sobre el inicio de las relaciones comerciales entre la hoy Gran Bretaña y la hoy Italia en el siglo XIII, hasta la importancia de la revolución industrial, en la causa de la introducción de ciertas palabras en el ámbito comercial y profesional, pero es tras la caída del fascismo y la victoria de los Estados Unidos que el inglés se convierte en algo 'cool'. “EEUU se convierte en un emblema de libertad y ejemplo de un modo de vida fascinante sobre todo para jóvenes y obreros, atrayendo fuertes olas migratorias, que inician el proceso de lo que se llama segunda europeización de Italia y el definitivo adelanto del inglés sobre el francés como principal lengua extranjera”.

La Academia de Italia, activa entre 1929 y 1944, tuvo la tarea de sustituir todos los extranjerismos por palabras italianas

Sólo en el previo periodo fascista de Mussolini, Italia intentó purificar su lengua y se llegó a crear un diccionario con el que sustituir los términos extranjeros por términos nacionales. “La Academia de Italia, activa entre 1929 y 1944, tuvo la tarea de sustituir todos los extranjerismos por palabras italianas y es precisamente en este período que asistimos a los lamentables resultados de "diporto" (sustituto de "deporte") o "qui si bebe" (sustituto de "bar")”, señala la profesora Barbara Quintiliani en un artículo titulado: “Anglicismos en el italiano: ¿uso o abuso?”.

Foto: Mario Draghi. (EFE)

Con la caída de Il Duce, y su idea de retorno a la Gran Roma, el uso estricto del italiano va decayendo. Este es un texto real de una publicidad para una velada roquera en un bar romano que recoge la Treccani como bizarro ejemplo: “With a heavy heart i regret to inform you che gli ospiti dell’opening parti della nuova stagione sono i Does It Offend You, Yeah? You have no idea what you’re getting yourself into, ma se avete il fegato per scoprirlo, l’appuntamento è il 10 ottobre alla Locanda […]. Scommettiamo che alla fine potrete gridare anche voi we are rock stars?”.

“Meter extranjerismos en una simple conversación da un aurea de superioridad social y cultural al parlante”, opina Quintiliani, que concluye diciendo que “no sabemos cuál será el futuro de nuestra lengua y, sobre todo, nadie puede decir con certeza si todo esto tendrá consecuencias negativas o positivas sobre ella”.

La queja Draghi, un italiano que habla perfectamente inglés, ha acabado en todo caso con una recogida de firmas en Change.org bajo el título “Basta de anglicismos en la política”. La movilización incluye una carta dirigida al presidente de Italia, Sergio Mattarella, que concluye así: “Por último, le pedimos que inicie una campaña mediática para defender y favorecer el italiano y que denuncie el abuso del inglés, como se ha hecho con éxito en España o Francia, y como lo hemos hecho nosotros para concienciar sobre los problemas sociales como la violencia contra las mujeres o el acoso escolar. Nos gustaría ver una iniciativa similar también contra la discriminación léxica de nuestras palabras”.

El primer ministro italiano, Mario Draghi, está dando un discurso en la presentación en el aeropuerto de Fiumicino, Roma, de un programa relativo a las vacunas. Lee uno de esos textos que le preparan a los políticos en el que dice: “Para los que tienen una actividad que no consiente el 'smart working' (…) le será concedida la ayuda 'baby sitting'”. El primer ministro se detiene entonces un segundo, da un respiro profundo, y levanta la cabeza y suelta: “¿Alguien sabe por qué debemos utilizar todas estas palabras inglesas?”.

Mario Draghi