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¿Puede aguantar la coalición imposible de Mario Draghi en Italia?
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SEIS PARTIDOS EN COALICIÓN

¿Puede aguantar la coalición imposible de Mario Draghi en Italia?

Un nuevo Gobierno en el que hay partidos tan distantes como la ultraderechista Liga, Forza Italia de Silvio Berlusconi, el centrista Italia Viva, los populistas del M5S y los progresistas

Foto: Mario Draghi. (EFE)
Mario Draghi. (EFE)

¿Puede aguantar la coalición imposible de Mario Draghi? Si en España con dos —y en teoría sintonía ideológica— ya hay tensiones, ¿cómo se armoniza ese cajón de sastre? La preguntas —que recorren gran parte de los despachos europeos— son buenas, pero las respuestas sencillamente imposibles.

Italia vive un momento histórico inimaginable, incluso para los parámetros habituales de la política italiana. Como en el resto de Europa, la pandemia ha desestructurado alianzas, los hechos atropellan las previsiones de analistas y expertos, que cambian de idea sobre la marcha, pero aquí, además, los actores son imprevisibles. Un nuevo Gobierno en el que hay partidos tan distantes como la ultraderechista Liga de Matteo Salvini, Forza Italia de Silvio Berlusconi, el centrista Italia Viva, los populistas del Movimiento 5 Estrellas y los progresistas del Partido Democrático e Izquierda y Libertad.

Foto: Mario Draghi acepta el encargo de formar Gobierno. (EFE) Opinión

Los más optimistas dicen que sí. Que la pandemia en sí y, en particular, el gigantesco monto asignado a Italia (más de 200.000 millones de euros), por el plan de recuperación EU Next Generation, es el pegamento que mantendrá unida la coalición de seis partidos de signo opuesto que apoyan al prestigioso banquero italiano. El propio Draghi, en los 50 minutos de su primer discurso como primer ministro este jueves, ha utilizado unos tonos democristianos, y también advertencias a las fuerzas políticas, que le permitieron llegar a la presidencia del Consejo de Ministros.

“La unidad no es una opción hoy, es un deber. Pero un deber guiado por lo que nos une a todos, el amor por Italia”, ha afirmado, al sostener que la estrategia para hacerse con los fondos europeos asignados a Italia debe ser “transversal, sinérgica, para impactar en más sectores de manera coordenada”. “Tendremos unos 210.000 millones de euros en seis años. Son recursos que pueden reconstruir la economía italiana (…) que prevén reformas”, ha afirmado. “Algunas actividades económicas deberán cambiar, no podremos protegerlas todas. Tendremos que elegir”, ha advertido.

Foto: Hundimiento del Puente Morandi, en Génova. (Reuters)

Y más aún. “Apoyar a este Gobierno es compartir la idea de la irreversibilidad del euro”, ha sostenido, apenas un día después de que Salvini afirmara crípticamente que "lo único irreversible es la muerte". Draghi también puso puntos sobre las íes defendiendo que su Ejecutivo será “convencidamente europeísta y atlantista”, con una fuerte vocación ecologista y destinado a mejorar la paridad de género, a la vez de que tiró dardos a China y Rusia por las violaciones de derechos humanos denunciadas en esos países. “A menudo me pregunto si nosotros, nuestra generación, hemos hecho todo lo que nuestros abuelos hicieron por nosotros. Ellos que son nuestros hijos, nuestro futuro”, ha dicho, en una intervención en la que citó al conde de Cavour, estadista y padre de la unificación de Italia (1861), al papa Francisco y a Dios.

Tomar decisiones cuando el riesgo es mínimo

A este respecto, según Marco Cecchini, periodista financiero y autor de la biografía 'El enigma Draghi', el banquero tiene un método preciso en todas sus maniobras. Su estrategia “se basa en cuatro verbos: identificar el objetivo, rodearse de colaboradores funcionales, delegar y tomar decisiones cuando los riesgos se han reducido al mínimo”. Un enfoque que procede de sus estudios en las escuelas jesuitas, en las que aún hoy se anima a los estudiantes a fomentar el 'pensamiento crítico', para enfrentarse a la vida. Una clave, en este sentido, es el nombramiento de Giancarlo Giorgetti, uno de los líderes de la Liga de Salvini, como ministro de Desarrollo Económico, algo que sin duda le dará espacio para intervenir sobre el plan europeo.

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Pero también hay argumentaciones más cínicas que pueden esgrimirse a favor de una supervivencia prologada del Gobierno de Draghi. Empezando por el hecho de que faltan pocos meses para el llamado ‘semestre blanco’ que empieza este verano, seis meses antes de las elecciones del nuevo presidente de la república, durante los que —en principio— no se pueden convocar elecciones. Y otro argumento más, del mismo calado: el hecho de que el presidente de la república, Sergio Mattarella, ha dicho que Draghi es la última alternativa antes de la convocatoria de unas elecciones. Unos nuevos comicios que ningún partido quiere: el próximo Parlamento será un tercio menos numeroso que el actual, dejando fuera a decenas de parlamentarios, de acuerdo con la reforma aprobada en septiembre pasado.

Según el profesor Massimiliano Panarari, catedrático de la Universidad Mercatorum, sencillamente el gobierno de Draghi “es una apuesta, y requiere un acto de fe”. “¿Durará este Gobierno? Es difícil decirlo, nos movemos en un terreno inexplorado, pues este Gobierno se basa en la idea que todas las fuerzas políticas hagan compromisos. Pensar que (el líder de la Liga, Matteo) Salvini se vuelva europeísta es algo enorme, pero no investir en esta apuesta significa (que Italia) se suma en una crisis de sistema”, opinó Panarari, respondiendo este miércoles a una pregunta de El Confidencial, en un encuentro organizado por la Asociación de la Prensa Extranjera en Italia.

La polémica como negocio

El problema es que los políticos italianos viven como nadie del negocio redondo de crear polémicas —a menudo ventiladas en la televisión— y esto, sin duda, será difícil de domeñar. Con una alerta de las autoridades sanitarias por la variante británica del coronavirus —que ya representa un quinto de los contagios en Italia y hasta el 59% en algunas áreas—, zonas donde los colegios han tenido que cerrar y la inquietud por una posible inminente ola de despidos fruto de la crisis económica, la primera gran pelea de la coalición de seis partidos de signo opuesto que apoyan a Draghi ha sido por… las pistas de esquí. Una polémica que estalló ya el domingo, menos de 48 horas después de la primera reunión del nuevo Consejo de Ministros con Mario Draghi.

Dos ministros fueron los principales protagonistas de la trifulca. Massimo Garavaglia, de la ultraderechista Liga y nuevo ministro de Turismo, quien acusó al ministro de Sanidad y firmante de la medida, el izquierdista Roberto Speranza, de haber “faltado al respeto a los trabajadores de la montaña”, muchos de ellos del norte de Italia, donde la Liga tiene su mayor séquito. La razón: la decisión de suspender el domingo la reapertura de las instalaciones de esquí hasta el 5 de marzo, unas 24 horas antes de la reapertura prevista el lunes, lo que fue justificado por la alta circulación de la variante inglesa y con que decisiones similares han sido tomadas por Francia y Alemania.

Foto: Una esquiadora, en Ischgl. (EFE)

Salvini acudió al programa de televisión 'L’Aria Che Tira' y desde allí, respondiendo a una pregunta sobre el euro, volvió a incendiar el debate político. ¿La moneda comunitaria? “Solo la muerte es irreversible”, llegó a decir el ultranacionalista italiano, cuyos colaboradores y estrategia económica llevaron hace dos años a que el club europeo tomase la inédita medida de tumbar la ley de presupuestos de un país de la UE, Italia precisamente. “Ya no podemos pelearnos por lo que nos dividía antes”, matiza ahora Salvini.

Guerra civil en el M5S

Y es que, además, no es solo la Liga la que preocupa. Un reflejo de ello fue el particular Vietnam que ha estallado dentro el Movimiento 5 Estrellas (M5S), la formación que mayor conflicto interno está viviendo a causa de la decisión de apoyar al banquero italiano. El último motivo de tensión el sábado fue el Ministerio de la Transición Ecológica el cual, a diferencia de lo que se pensaba, no acabó en manos de un político de esta formación.

La senadora Barbara Lezzi, representante de la corriente más antisistema de los 5 Estrellas, fue la primera en dar voz a los rebeldes. Lezzi le escribió a los directivos del M5S pidiéndoles que se repita “inmediatamente” la votación 'online' a través de la cual las bases dieron el pasado jueves su apoyo a Draghi, en vista del voto de confianza al que debe someterse el nuevo Gobierno entre hoy y mañana en la Cámara de Diputados y Senado.

Foto: Luigi di Maio. (Reuters)

Un gesto que puede trastocar —antes de lo esperado— equilibrios dentro del nuevo Ejecutivo, pues amenaza con reforzar el peso del partido ultranacionalista de Matteo Salvini, la Liga. De ahí también que los actuales líderes del Partido Democrático, Izquierda y Libertad y el Movimiento 5 Estrellas anunciaran el martes una especie de “federación” en el Senado, para poner en marcha políticas comunes. Una estrategia que luego propuso también Salvini para el centroderecha.

Las turbulencias políticas, en todo caso, son un obstáculo que al parecer Draghi ya ha asumido como uno de los elementos del conflicto perenne que se espera caracterizará a su Ejecutivo. Tanto que, en su discurso, dijo que “este Gobierno no necesita de adjetivos, es (fruto) del sentido de responsabilidad de las fuerzas que lo componen, a las que se pidió un sacrificio”. “Nadie da pasos atrás respecto a su propia identidad, es un inusual perímetro de colaboración” para responder al momento de urgencia que vive Italia.

La duración (media) de los gobiernos en Italia es breve, pero también en momentos más dramáticos esto no impidió que tomara decisiones cruciales

Y, dirigiéndose a quien mira desde afuera, dijo: “la duración (media) de los gobiernos en Italia es breve, pero también en momentos más dramáticos esto no impidió que (el país) tomara decisiones cruciales”. La hemeroteca sostiene esta afirmación.

Algunos gobiernos brevísimos —el de Draghi es el número 67 desde 1946— que ha tenido Italia han llevado adelante reformas que han cambiado el rostro de este país. Por citar dos: Antonio Segni, cuyo primer mandato solo duró un año y 10 meses, pero que en 1957 firmó el tratado que le dio existencia a la Comunidad Económica Europea, y Romano Prodi, luego presidente de la Comisión Europea en el difícil inicio del siglo XXI. Y dos más: Emilio Colombo (1970-72), bajo cuyo mandato se legalizó el divorcio, y Aldo Moro, que en 1975 enfiló Italia en el G7.

Tampoco es la primera vez que la compleja geometría del Parlamento italiano (surgido después de una dictadura, la de Benito Mussolini, y pensada para que nunca más se aglomerase demasiado poder en una persona, lo que también es una de las razones de la corta duración de los Ejecutivos italianos), permite que partidos enemigos se alíen. Dos casos: el tercer y cuarto Gobierno del difunto democristiano Giulio Andreotti, unos Ejecutivos nacidos en los 70 gracias con el beneplácito del Partido Comunista Italiano (PCI), y, más recientemente, el pacto en 2013 entre el centroderechista Silvio Berlusconi y el progresista Enrico Letta.

¿Puede aguantar la coalición imposible de Mario Draghi? Si en España con dos —y en teoría sintonía ideológica— ya hay tensiones, ¿cómo se armoniza ese cajón de sastre? La preguntas —que recorren gran parte de los despachos europeos— son buenas, pero las respuestas sencillamente imposibles.

Mario Draghi Movimiento 5 Estrellas Silvio Berlusconi