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"La UE tiene que romper el control de las compañías farmacéuticas sobre las patentes"
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Entrevista Bas Eickhout

"La UE tiene que romper el control de las compañías farmacéuticas sobre las patentes"

El eurodiputado neerlandés Bas Eickhout, uno de los políticos más influyentes del Partido Verde, habla con El Confidencial sobre la necesidad de aumentar la producción de vacunas

Foto: Bas Eickhout, durante un acto de campaña del partido de los Verdes Europeos en Budapest, Hungria. (Foto: Reuters)
Bas Eickhout, durante un acto de campaña del partido de los Verdes Europeos en Budapest, Hungria. (Foto: Reuters)

Si el lento arranque de la campaña de vacunación en la Unión Europea ha demostrado algo, es que el uso que las compañías farmacéuticas hacen de las patentes de las vacunas sólo contribuye a su beneficio económico, y no a la mayor producción de dosis. Así opina Bas Eickhout (1976, Países Bajos), uno de los rostros más visibles del Partido Verde en el Europarlamento —de hecho, fue uno de los dos candidatos al frente de la formación en las elecciones de 2019— y una de sus voces más altas a favor de obligar a estas empresas a compartir las patentes. "Esa es la mayor batalla política que todavía tenemos que tener con la Comisión", afirma el eurodiputado en una entrevista con El Confidencial que forma parte del proyecto 'Decodificando el Parlamento Europeo'.

El político neerlandés también reflexiona sobre el avance de la ultraderecha, la complicada relación entre los Países Bajos y España, el futuro postpandémico del 'Green Deal' y el efecto que el derrumbe del bipartidismo ha tenido en el Parlamento Europeo.

Entrevista con Bas Eickhout.

PREGUNTA. En la última sesión (del Europarlamento) hubo un debate sobre las vacunas, los mecanismos del plan de recuperación y la economía circular, entre otros aspectos. ¿Cuáles van a ser los siguientes pasos del Europarlamento?

RESPUESTA. En lo que respecta a las vacunas, nuestro mayor desafío ahora mismo es, por supuesto, incrementar la producción y asegurarnos que las vacunas estén disponibles para todos lo antes posible. La misión del Parlamento Europeo es la de controlar a la Comisión Europea. Hemos sido críticos porque se han cometido errores, y creo que es importante que la Comisión los esté reconociendo. Pero creo que también sabemos muy bien que el mayor desafío ahora mismo es incrementar la producción. Y ahí todavía hay una batalla política por librar. La Comisión Europea ahora está diciendo: “Está bien, destinaremos más dinero a incrementar la producción en Europa”, pero sólo están solicitando voluntariamente a las compañías que las patentes se compartan.

Hay que tener en cuenta todos los fondos públicos que hemos dado para el desarrollo de estas vacunas —la mayoría de dinero, de hecho ha sido público—, y que ahora las compañías farmacéuticas son las que tienen las patentes y ganan dinero con ellas. Eso, simplemente, no es correcto, porque solo podemos resolver esta crisis si tenemos vacunas para todo el mundo. Esto significa que queremos liberar las patentes y queremos incrementar la producción sin estar atados por un par de compañías farmacéuticas. Esa es la mayor batalla política que todavía tenemos que tener con la Comisión.

Foto: Un enfermero prepara la dosis de la vacuna de Oxford y AstraZeneca. (EFE)

P. Respecto a este debate sobre la liberalización de las patentes: ¿Cuáles son los principales problemas al respecto? Si la Unión Europea decide presionar a las compañías farmacéuticas, ¿se corre el riesgo de una guerra comercial?

R. La industria farmacéutica, desde luego, está jugando esa carta. Las compañías afirman que sin una patente no tendría sentido el haber desarrollado sus vacunas. Pero sabemos muy bien que, en el fondo, a todas las empresas farmacéuticas les interesa vender vacunas y sacar beneficio de ellas. Porque abrir la patente no significa que no obtengas dinero de ella, solo significa que más gente puede producirla. Hemos dejado que unas pocas manos guarden el poder sobre las vacunas a pesar de que la escasez es una ventaja para ellas, ya que la escasez provoca el aumento de los precios, pero no hace mucho a la hora de acelerar o aumentar la producción.

Así que esta narrativa es usada por las compañías farmacéuticas para intentar mantener el control sobre la escasez, el cual debemos romper. En mi opinión, se parece mucho a la discusión que tuvimos en el pasado con la crisis del euro, cuando teníamos bancos que eran 'too big to fail' [demasiado grandes como para dejarlos caer]. Ahora tenemos una industria farmacéutica que es 'too big to fail'. Esto también está sucediendo con las tecnológicas, que cuentan con un enorme poder. Una discusión europea muy importante es la de cómo podemos ejercer un mayor control democrático sobre estas grandes compañías. No podemos tener miedo de la narrativa de la industria farmacéutica porque, al fin y al cabo, es demasiado importante seguir produciendo medicamentos.

P. Más allá de las vacunas, me gustaría preguntarle por las elecciones neerlandesas que tendrán lugar este año. En España llama la atención el caso de Thierry Baudet y su partido ultraderechista. ¿Hay algo que podamos aprender en España de la esfera política neerlandesa a la hora de lidiar con la ultraderecha?

R. Lo que veo en España es que los partidos conservadores, y ciertamente el Partido Popular, están cometiendo los mismos errores que aquí. Hemos visto la misma dinámica en los Países Bajos, donde llevamos más tiempo con políticos de extrema derecha en el Parlamento. Antes de Baudet teníamos a Geert Wilders, que lleva más de 15 años en el Parlamento y que ha logrado desplazar el debate político al completo hacia la derecha. Porque los partidos centristas, especialmente la centroderecha, empezaron a copiar su mensaje. La idea era “nos movemos un poco en esa dirección y así los votantes volverán a nosotros”, pero lo que ocurre es que los votantes no regresan y que los políticos ultraderechistas se mueven todavía más a la derecha, lo que provoca, a su vez, que los conservadores se tengan que desplazar de nuevo en esa dirección.

Foto: Thierry Baudet. (Reuters)

Creo que la mejor lección que se puede aprender es la de que cada partido debe mantenerse firme en sus creencias y no copiar la narrativa de los extremistas, porque si no, al final, la gente acabará prefiriendo el discurso original (de la extrema derecha) a su copia. Y creo que puede verse lo mismo en España, donde Vox está desplazando el debate hacia la derecha y el Partido Popular se está moviendo con ellos sin ganar ninguna credibilidad (e incluso perdiéndola) en el proceso.

P. Los Verdes pueden ser clave en las próximas elecciones de Alemania a la hora de formar un Gobierno de coalición. Sin embargo, en la Europa del Sur, los Verdes todavía no cuentan con un rol importante. ¿Qué impide el alzamiento de estas formaciones políticas en esta zona europea?

R. Creo que hay dos razones. En primer lugar, tenemos que ser autocríticos. En algunos partidos verdes, más en Italia, pero también en España, se han producido muchas discusiones internas, lo cual nunca ayuda. Es necesario mantenerse unidos en torno a los valores principales para asegurarse de contar con una voz propia y fiable en el panorama político. Es necesario detener las luchas internas sobre quién es el 'más verde'. La batalla debería ser contra la derecha, y no contra uno mismo.

En segundo lugar, lo que ha ocurrido en países como España es que el mensaje verde se está popularizando lentamente entre varios partidos políticos, mientras que en países como Alemania los verdes llevan más tiempo siendo una voz creíble, y por lo tanto conforme su mensaje se va volviendo popular son ellos los que reciben la recompensa. Eso es lo que está ocurriendo en el Norte, en el Sur tenemos que trabajar junto a otros grupos, como está pasando con Podemos. Colaborar dentro de coaliciones y fortalecer el mensaje verde desde ellas es, probablemente, la mejor estrategia hoy en día en los países del Sur de Europa.

P. El ‘debate verde’ es ahora más horizontal que nunca, porque parece que este mensaje se ha impuesto en el debate político en el Parlamento Europeo y ya va más allá de la opinión de un grupo parlamentario. ¿Ha ganado la noción de que lo verde es importante?

Efectivamente, el debate sobre la importancia la preservación del medio ambiente ha sido ganado. Pero todavía queda mucho por hacer. Todo el mundo parece reconocer ahora que es necesario llegar a eliminar la huella de carbono dentro de 30 años. Pero este importante objetivo requiere de una transición de nuestra economía al completo. Y tengo la sensación de que algunos partidos políticos respaldan el objetivo sin tener en cuenta lo que realmente significa. Significa reconstruir una nueva economía, un nuevo sistema de empleo y una nueva innovación para Europa. Todo esto tiene mucho potencial, pero requiere de acciones fuertes. Y esa es la lucha ahora: la batalla por la narrativa ha sido ganada, pero ahora toca actuar. Esa es la tarea pendiente de los verdes, la de asegurarse que la UE cumpla sus promesas y cree esta economía dentro del continente, en lugar de volver a perder empleos y que estos acaben en China.

Foto: Activistas medioambientales cuelgan una pancarta gigante para anunciar la emergencia climática. (Reuters)

P. ¿Cree que la pandemia ha complicado el cumplimiento de estos objetivos? Resulta difícil reconstruir una economía mientras está siendo tan castigada.

R. Resulta esperanzador ver que el ‘Green Deal’ no ha salido de la agenda, lo cual era uno de mis principales temores una vez la pandemia llegó a Europa. Hubiera sido un error clásico de los políticos: ir de crisis en crisis en lugar de pensar en el futuro e intentar prevenir la siguiente. La crisis del coronavirus es pequeña comparada con el impacto que tendrá el cambio climático. Afortunadamente, por ahora hemos conseguido mantener el ‘Green Deal’ en la agenda, pero nos espera un gran debate sobre cuánto espacio va a haber para la inversión. Por primera vez, la Unión Europea ha dejado espacio para un plan de inversión dentro de Europa. Debo disculparme por el reticente papel que el Gobierno neerlandés ha jugado en este asunto, pero eventualmente hasta ellos aceptaron el plan. Sin embargo, va a ser necesaria mucha más inversión en las próximas décadas. La gran pregunta es: ¿podemos superar la obsesión por la austeridad de países como Alemania y los Países Bajos?

P. Una de las preguntas que nos hacemos frecuentemente en España es por qué los Países Bajos parecen tener una fijación negativa con los países del Sur de Europa, especialmente durante la primera fase de la pandemia.

R. Afortunadamente, creo que la pandemia nos está enseñando unas lecciones de humildad al respecto. El problema clásico es que los Países Bajos creen tener todo bajo control, y si uno solo mira a los parámetros económicos básicos, como la escasa deuda pública, eso parece cierto. Pero a menudo olvidamos que somos un paraíso fiscal en Europa, y que estamos beneficiándonos de los impuestos de compañías que proceden del Sur del continente. Esto es una vergüenza y tiene que cambiar, y ese es un debate que se está desarrollando lentamente en Países Bajos, impulsado por los verdes. Pero creo que la crisis del coronavirus ha demostrado que, más allá de los parámetros económicos, hemos creado un sistema sanitario muy vulnerable. Nuestros frecuentes recortes presupuestarios lo han debilitado, y la gente está viendo las consecuencias de ello.

Creo que al inicio de la pandemia, cuando la mala suerte llevó a que Italia y España fueran golpeadas en primer lugar, los Países Bajos pensaron que eso no podría ocurrir al mismo nivel en su país, pero ha resultado que no es así, que todos estamos en la misma situación y que esta austeridad ha provocado la debilitación de los sectores públicos de toda Europa. Y creo que esa lección está siendo aprendida lentamente en los Países Bajos, y que poco a poco nos estamos dando cuenta de que no estamos en una mejor posición, sino que estamos en el mismo barco y cometiendo los mismos errores. El tiempo dirá.

Foto: El economista holandés Marcel Jansen. (Carles Bover Martínez)

P. De vuelta al Parlamento Europeo: ¿qué implica el declive de la hegemonía de los dos principales partidos políticos de la Eurocámara?

R. Creo que es muy saludable. Antes había dos bloques monolíticos: los democristianos y los socialdemócratas, muy parecido al bipartidismo que reinó en España durante una larga temporada. Que estos grandes bloques, que si deciden aliarse cuentan con una amplia mayoría, se estén desintegrando poco a poco es algo positivo. Creo que nuestra sociedad es mucho más diversa, por lo que una representación adecuada de ésta también debería llevar a una mayor diversidad en los parlamentos, incluido el europeo. Y está creando más oportunidades para que formaciones como el Partido Verde construyan nuevas mayorías y así puedan orientar las políticas en direcciones diferentes a las preferidas por los dos bloques. También creo que estos partidos tienden a estar un poco anticuados y que la UE se merece un nuevo debate en el que las críticas, cuando sean merecidas, tengan su espacio. La típica discusión en la que solo se puede estar en contra o a favor de la UE se ha quedado vieja, y solo ha ayudado a los extremistas. La UE es una democracia madura y merece un debate democrático maduro, y ahora eso es más posible que nunca gracias a la diversidad del Europarlamento.

P. El Europarlamento se ha diferenciado de los parlamentos nacionales por su búsqueda de un consenso amplio en sus decisiones. ¿Se ha vuelto más difícil alcanzar este tipo de consenso?

R. El consenso siempre es difícil. Es posible que ahora sea necesario poner de acuerdo a más partidos para lograrlo, pero, de nuevo, creo que eso es algo positivo. Antaño, los dos bloques se sentaban juntos, se repartían el pastel y hasta ahí llegaba el debate político. Ahora, aunque sea más complicado, es bueno que las mayorías requieran de argumentos convincentes. Es cierto que los parlamentos nacionales están mucho más polarizados, pero eso no funciona a nivel europeo, porque sabemos que si los partidos no paramos de luchar entre nosotros, nunca alcanzaremos un acuerdo que ya es lo suficientemente complicado per se, dada la variedad de países y grupos políticos. Por eso creo que la voluntad de llegar a acuerdos mutuos, sumada a la necesidad de trabajar duro para ello, es una dinámica saludable que lleva a la elaboración de mejores políticas. ¿Más complicado? Desde luego, pero no me metí a política para tener un trabajo fácil.

P. ¿Cómo puede la UE lidiar con China a nivel estratégico y, paralelamente, colaborar con ella en materia climática?

R. Creo que deberíamos ser menos ingenuos en nuestra política exterior. La UE es todavía muy débil en este aspecto porque sus estados miembros todavía creen que lo pueden hacer mejor por su cuenta. Creo que esa actitud es estúpida, porque todos nosotros somos muy pequeños en este mundo. Hasta España, un país grande, es demasiado pequeña en el escenario global comparado con Estados Unidos, China o Rusia. Un ejemplo de nuestra ingenuidad es el acuerdo de inversión anunciado recientemente entre la UE y China, con el que afirmamos que China cambiará sus estándares laborales simplemente porque nosotros se lo hemos pedido. China no va a hacer nada de eso. Debemos hacer cambios sustanciales al acuerdo y dejar de subestimar nuestro poder. Si nos unimos como europeos, somos un mercado enorme y muy importante para todos los actores a nivel global.

Foto: Foto: Reuters.

China se está beneficiando de nosotros porque no jugamos nuestras cartas juntos. Ocurre lo mismo en materia climática. Aquí tenemos estándares ecológicos, queremos que nuestras industrias creen los empleos del futuro, pero para ello tenemos que ser más exigentes con los productos que importamos desde China. De lo contrario, solo estaríamos castigando a nuestras propias industrias, y eso sería estúpido. Si un producto chino ha sido manufacturado con estándares laborales y medioambientales deficientes, es necesario aplicarle aranceles más altos en la Unión Europea. No hay que tener miedo a una guerra comercial mientras estemos juntos, juguemos bien nuestras cartas y seamos menos ingenuos.

P. ¿Cuáles son sus prioridades políticas ahora mismo que pueden llegar a cumplirse antes de las próximas elecciones europeas?

Es importante plantar cara al poder de las compañías multinacionales, especialmente las farmacéuticas, aunque eso es algo que se extenderá durante muchos años. Lo que puede lograrse a corto plazo, y está relacionado con ello, es lograr cambios en ciertos sectores. Hemos conseguido esto en el sector energético, que está siendo transformado por completo hacia las energías renovables. El siguiente paso puede ser en el sector del transporte. Uno puede ver que las compañías automotrices están en un punto de inflexión, y las políticas deberían ayudar en este proceso de cambio. Uno de mis objetivos personales es asegurar que la industria automotriz europea esté a la vanguardia de una revolución verde. Con las políticas adecuadas, en un par de años podríamos tener coches completamente diferentes a los que tenemos ahora, mucho menos contaminantes y que generen nuevos empleos en el proceso.

Si el lento arranque de la campaña de vacunación en la Unión Europea ha demostrado algo, es que el uso que las compañías farmacéuticas hacen de las patentes de las vacunas sólo contribuye a su beneficio económico, y no a la mayor producción de dosis. Así opina Bas Eickhout (1976, Países Bajos), uno de los rostros más visibles del Partido Verde en el Europarlamento —de hecho, fue uno de los dos candidatos al frente de la formación en las elecciones de 2019— y una de sus voces más altas a favor de obligar a estas empresas a compartir las patentes. "Esa es la mayor batalla política que todavía tenemos que tener con la Comisión", afirma el eurodiputado en una entrevista con El Confidencial que forma parte del proyecto 'Decodificando el Parlamento Europeo'.

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