Un ingresado por covid-19 cada 30 segundos: ¿qué está fallando en Reino Unido?
Pese al nuevo confinamiento y la rápida campaña de vacunación, el Reino Unido registra la tasa de mortalidad más alta del mundo por covid-19
El Reino Unido ya registra la tasa de mortalidad más alta del mundo por covid-19, de acuerdo con los datos de Our World in Data. Cuenta con un promedio de 935 muertes diarias, lo que equivale a 16,55 personas por cada millón de habitantes. Desde que comenzó la pandemia, cerca de 90.000 personas han perdido la vida por el virus en el país.
Cada 30 segundos, un paciente es hospitalizado por coronavirus, explica Simon Stevens, director ejecutivo del Sistema Nacional de Salud (NHS) de Inglaterra, el único donde Downing Street tiene control, ya que tanto Escocia, Gales como Irlanda del Norte tienen sus propias competencias sanitarias. “Desde el día de Navidad hemos visto otro aumento de 15.000 ingresos, eso es el equivalente a llenar 30 hospitales solo con pacientes con coronavirus. El personal sanitario está bajo una presión extrema”, matizó. Según las últimas cifras oficiales, que datan del 16 de enero, hay 32.923 camas en hospitales ingleses ocupadas por pacientes de covid-19, lo que supone un 12% más que la semana anterior. En el pico de la primera ola de la pasada primavera, se llegó a un máximo de 18.974 camas ocupadas el 12 de abril.
La gran pregunta es: ¿qué está pasando? Tras anunciarse una nueva variante del virus, que se propaga un 70% más rápido, el Gobierno canceló las celebraciones navideñas en gran parte del Reino Unido. El pasado 4 de enero se implantó el tercer confinamiento nacional y los colegios han sido también cerrados. Y, sin embargo, pese a todas las medidas y la mayor campaña de vacunación de la historia, que comenzó el pasado 8 de diciembre, el país sigue siendo uno de los más castigados del mundo por el covid-19. ¿Qué está fallando?
Lógicamente la nueva variante, que se detectó en septiembre pero no se comunicó al público hasta el 20 de diciembre, juega un peso importante. Para blindarse ante las nuevas cepas que ya están registrándose en diferentes partes del mundo —la última de ellas se investiga en Alemania—, el Ejecutivo ha cerrado desde este lunes todos los corredores aéreos hasta mínimo el 15 de febrero, lo que significa que todo aquel que llegue a suelo británico debe aislarse por 10 días y además presentar un test negativo realizado 72 horas antes de viajar.
Pero sigue habiendo problemas de gestión. En el Gabinete y las filas 'tories' existe preocupación, ya que, tras casi un año de pandemia, Johnson continúa dando bandazos con cambios de opinión de última hora y con el mal hábito de aplazar decisiones hasta que ya es demasiado tarde. “No tomar decisiones a menos que sea absolutamente necesario puede ser una ventaja en muchos escenarios políticos, porque si te mantienes firme, a menudo surge algo. Pero en una pandemia, el imperativo es tomar decisiones con firmeza y rapidez”, explicaba bajo el anonimato un asesor gubernamental a The Sunday Times.
El último ejemplo se ha vivido con el cierre de los colegios. El viernes 1 de enero, el premier afirmaba tajantemente que no se cerrarían las escuelas, idea que repitió el domingo 3, para luego celebrar una rueda de prensa al día siguiente anunciando lo contrario, cuando era obvio que los hospitales entraban ya en un punto crítico. Por otra parte, los mensajes sigue sin ser claros. Apelando a la responsabilidad de cada uno, la gran parte de los anuncios oficiales son más recomendaciones que obligaciones. Recientemente, la policía de Derbyshire no solo quitaba una multa de 200 libras, sino que se disculpaba públicamente con dos mujeres que habían viajado 8 kilómetros para dar su paseo al aire libre. Lo cierto es que no hay límite legal, sino solo recomendación de “estar en tu área local”.
En este sentido, Cressida Dick, la responsable de Scotland Yard, recalca que la “claridad” por parte del Ejecutivo sería “de gran ayuda”, tal y como hacen las autoridades de Escocia o Gales, donde sí existe por ejemplo límites estrictos para realizar ejercicio al aire libre durante el confinamiento. Cressida denuncia además que, pese a estar viviéndose uno de los puntos más críticos desde que comenzó la pandemia, hay muchos ciudadanos que siguen reuniéndose en casas o celebrando fiestas ilegales.
El líder de la oposición laborista, Keir Starmer, advierte que las reglas actuales “no son lo suficientemente estrictas” e incluso voces del Partido Conservador, como Dan Poulter, médico y exministro de Sanidad, piden que se debe implementar “medidas más duras”. En Whitehall, donde se encuentran todos los ministerios, se están evaluando ahora algunas opciones, como por ejemplo, restringir las reglas sobre el ejercicio, eliminando la opción para que dos personas de distintos núcleos familiares puedan quedar para caminar o correr juntos, ya que demasiados están utilizando la disposición para reunirse con grupos de amigos en los parques.
Asimismo, el Gobierno también está considerando extender las reglas sobre el uso de la mascarilla, ya que ahora solo es obligatorio llevarla en el transporte público y dentro de tiendas de artículos esenciales que permanecen abiertas, pero no en la calle. La oposición laborista también ha pedido el cierre de las guarderías, aunque eso dificultaría aún más a los padres poder trabajar desde casa “en la medida de lo posible”, tal y como pide el Ejecutivo.
Por otra parte, los científicos se han mostrado escépticos durante mucho tiempo sobre las “burbujas de apoyo” durante los picos en la tasa de infección. El Gobierno permite la convivencia de dos núcleos familiares distintos, siempre y cuando uno de ellos involucre a una persona que vive sola, en un intento de reducir los efectos perjudiciales para la salud mental del confinamiento. Pero ahora no descarta la abolición de estas “burbujas sociales” si el número de casos sigue aumentando. A lo que los ministros se niegan, eso sí, es a prohibir todas las celebraciones religiosas o imponer toques de queda, como los que existen en países como España o Francia, ya que consideran que se violan demasiado las libertades civiles.
En cualquier caso, Downing Street confía en que para “principios de primavera” se puedan ir suavizando las restricciones, gracias a la campaña de vacunación, donde se están administrando tanto las dosis de Oxford-AstraZeneca como las de Pfizer-BioNTech. Esta semana, más de cinco millones de personas, que forman parte de los grupos 3 y 4 de la primera fase del programa de inmunización (los mayores de 70 y las personas clínicamente vulnerables), serán invitados a recibir la vacuna.
El Gobierno se ha marcado como objetivo vacunar a 15 millones de personas que están en los cuatro primeros grupos de riesgo —mayores de 80 años, ancianos que viven en residencias, sanitarios, y mayores de 70 o personas con dolencias grave— para mediados de febrero. En esta primera fase hay un total de nueve grupos, todos mayores de 50 años, que las autoridades sanitarias consideran en mayor riesgo de tener que ser hospitalizados si enferman de covid-19.
El lunes se abrieron 10 nuevos centros de vacunación masiva, además de los siete que ya están en funcionamiento y los 1.200 equipos dirigidos por hospitales y médicos de cabecera. Según el Ejecutivo, se están realizando 140 vacunaciones por minuto, con la tasa semanal en Inglaterra ahora de 1,5 millones de personas. Eso no llega a los 2,6 millones por semana necesarios para alcanzar el objetivo del 15 de febrero.
Con todo, en Whitehall no solo hay optimismo en privado de que se alcanzará el objetivo, sino que, según la prensa local, se podrían haber marcado un plan más ambicioso para que todos los mayores de 50 años hayan recibido la primera dosis en marzo y todos los mayores de 18 años lo hayan podido hacer para junio. Eso implicaría vacunas semanales que llegarían a los cuatro o cinco millones de personas. En este sentido, se está evaluando un programa piloto en Londres para jornadas de 24 horas.
El Reino Unido ya registra la tasa de mortalidad más alta del mundo por covid-19, de acuerdo con los datos de Our World in Data. Cuenta con un promedio de 935 muertes diarias, lo que equivale a 16,55 personas por cada millón de habitantes. Desde que comenzó la pandemia, cerca de 90.000 personas han perdido la vida por el virus en el país.