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Tras el velo del Israel más mesiánico: "No es política, cada cesión aleja al pueblo judío de la redención"
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Dos cosmovisiones

Tras el velo del Israel más mesiánico: "No es política, cada cesión aleja al pueblo judío de la redención"

"El pensamiento de que pueden convivir liberales y mesiánicos bajo un sistema de valores único es ingenuo en el mejor de los casos"

Foto: Soldados israelíes en la frontera con Gaza, este 7 de abril. (EFE/Abir Sultan)
Soldados israelíes en la frontera con Gaza, este 7 de abril. (EFE/Abir Sultan)

De entre los contrastes israelíes —antigüedad frente a modernidad, conservadurismo frente a liberalismo, ocupación militar frente a democracia— la actitud de la población frente a una de ellas tal vez ayude a explicar las demás: el laicismo frente al judaísmo mesiánico.

El actual gobierno israelí acoge a laicos, como el primer ministro, Benjamín Netanyahu, el titular de Defensa, Yoav Gallant, o el de Exteriores, Israel Katz, junto a ministros del Sionismo Religioso, como el de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, el de Finanzas, Betsalel Smotrich o la ministra de Asentamientos Orit Strok. A todos los une una agenda nacionalista de extrema derecha y los diferencia, silenciosamente, un sistema de valores contrapuesto. ¿Qué mantiene este hilo que une el país sin estallar? ¿Será pragmatismo político?

Caminar por el centro de Tel Aviv, en el barrio Lev (que significa 'corazón', en hebreo) es caminar por un Oriente Medio que no lo parece: LGBTQ super friendly, punteado por personas de todos los colores y gustos, también religiosos con su atuendo específico. Es más, hay sinagogas en muchas calles del pequeño barrio. En el Ejército se ven más y más soldados con kipá (solideo) y tzizit (los flecos parte de la vestimenta religiosa masculina que asoman bajo la camisa, recordatorio de los mandamientos). Pero el país está en guerra, es normal que se alisten también los que antes no lo hacían. Tal vez.

"Si te preguntas qué le ha pasado al país, qué ha cambiado, lo que sucede es que estamos en medio de una guerra religiosa", dice el abogado y escritor Yair Nehorai. "No es una guerra entre conservadores y liberales, es una guerra puramente religiosa que tiene su origen en las personas que ven el mundo con una mirada mesiánica".

Foto: EC Diseño.
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El mito mesiánico ha sido propagado por los seguidores del movimiento Gush Emunim (el bloque de los creyentes) en sus diversas encarnaciones, creado por el rabino Abraham Isaac Hacohen Kook y su hijo, el rabino Zvi Yehuda Hacohen Kook.

Según Shaul Arieli, coronel en la reserva del Ejército israelí y director del Grupo de Investigación de Politografía-Tamrur, ese mito no nace de una sensación de desesperación que busca en la redención la paz, sino que más bien surge de una sensación de éxito y de anticipación de la redención. Y, según este enfoque: "Hay momentos en que las semillas de la redención brotan ante nuestros ojos, como parte de lo que se conoce como 'señales del fin del exilio'. Por ejemplo, la Declaración Balfour, la resolución de partición de Palestina de las Naciones Unidas, las victorias en la Guerra de Independencia y en la Guerra de los Seis Días, todas ellas pueden verse como señales de que Dios ha decidido redimir al pueblo judío y cumplir la promesa de redención".

Foto: Visita del José Manuel Albares a Jordania. (EFE/Hayat Al Dbeas)

De hecho, parte del agudo contraste y dilema ideológico israelí existe desde la Guerra de los Seis Días de 1967, entre quien ve los territorios palestinos conquistados como una fianza temporal antes de la resolución del conflicto con el mundo árabe, y los nacionalistas mesiánicos que lo entienden como la victoria de Israel y un paso en el camino hacia la redención.

Así, cada devolución de territorio como parte de acuerdos de paz con Egipto y Jordania y, sobre todo, con los Acuerdos de Oslo y la creación de la Autoridad Nacional Palestina, no eran una cuestión política para el Gush Emunim, sino gestos espantosos que alejaban al pueblo judío de la redención.

La redención llegará, según esta corriente del judaísmo, cuando el pueblo de Israel esté en su nación siguiendo las leyes de la Torá (el Pentateuco).

"Y ellos creen que desde la fundación del Estado todo está encaminado a ese objetivo", explica Nehorai. "Los laicos liberales que construyeron el país son en realidad el primer paso y después viene el segundo paso, que es la imposición de la Torá. Los mesiánicos están convencidos de que nuestro deber, el de los laicos, ya se ha terminado y ahora es su turno instaurar la Torá". Lo cual explicaría las modificaciones judiciales que intenta llevar a cabo el Gobierno.

Primero el Ejército

Yair Nehorai nació en una familia que seguía las enseñanzas del rabino Kook hasta que su padre, un rabino conocido en el movimiento, decidió tomar otro camino. Aún dentro de la religión, pero con otro espíritu.

En su libro Tercera Revolución (en hebreo), Nehorai expone cómo los seguidores de Kook tienen la clara intención de dominar el país, para, finalmente, redimir al mundo entero. "Comenzaron haciéndolo con la creación de academias premilitares. La primera fue la academia premilitar Bnei David". Antes de que existieran estas academias, el público sionista religioso temía que la muy laica institución del Ejército convenciera a sus hijos para que acabaran quitándose la kipá; las academias premilitares hacen precisamente lo contrario: reciben a miles de adolescentes un año o dos antes del alistamiento y "allí les enseñan sistemáticamente todos los principios del liberalismo y cómo oponerse a ellos. Después los mandan al Ejército con la intención de que lo cambien por dentro, y lo han conseguido", dice el escritor.

"Ahora, están en todos los lugares clave del país, en el Shin Bet (Seguridad Interior), Mosad, Ejército, Tribunal Supremo, en la economía, y lo han hecho de manera muy organizada", explica el abogado.

Foto: Un ultraortodoxo en Safed, norte de Israel, cerca de la frontera con Líbano. (Reuters/Alexander Ermochenko)

Nehorai ha recogido vídeos educativos de varias de las academias premilitares que están abiertos a cualquiera que entre en sus páginas web, en los que los rabinos dicen en sus clases a los futuros soldados cosas como que el feminismo es un crimen, ya que las mujeres tienen que estar en las casas, que la homosexualidad es una perversión, que los judíos son superiores a los árabes, que su deber es efectivamente ser parte de un Ejército ocupante, y así.

Desde el punto de vista numérico, los ideólogos no son tantos, son los sionistas religiosos, pero arrastran tras de sí a todos los ultraortodoxos y también cuentan con la pasividad o complacencia de todos los laicos que no ven este proceso, y que son la mayoría, según el abogado.

¿Cómo es eso posible? "Porque los han engañado. Les dicen, 'mirad, nos alistamos al Ejército, no somos como los ultraortodoxos, estamos en la sociedad', pero no les cuentan que en realidad entran en el sistema con el objetivo de lograr la revolución religiosa. Y ahora esto se aprecia claramente. Hay guerra y ellos luchan como todos los demás, el problema es que ellos luchan por un país diferente del que los soldados laicos luchan".

La guerra en Gaza, más cerca de la redención

"El pensamiento de que podemos convivir liberales y mesiánicos bajo un sistema de valores único es ingenuo en el mejor de los casos y estúpido en el peor. No pueden cohabitar estas dos cosmovisiones. Ahora, para ellos la guerra es la mejor época de los últimos tiempos porque creen que Dios está haciendo avanzar la redención a la fuerza", explica. "Provocó la catástrofe (7 de octubre) porque nosotros devolvimos Gaza y porque nos hemos apartado de la religión y no hemos aceptado la revolución política (del gobierno Netanyahu que pretende quitar poder a la judicatura). Y ahora, gracias a la guerra, volveremos a Gaza".

La lectura del Sionismo Religioso con respecto al 7 de octubre parece ser algo como "no hay mal que por bien no venga". Así, el 1 de noviembre, el ministro Bezalel Smotrich, de Finanzas, dijo en el canal público Kan: "Tal vez necesitábamos absorber este golpe terrible y doloroso para recordar por un segundo quiénes somos y qué somos". Es decir, la masacre recuerda al pueblo judío cuál es su propósito dentro del proceso mesiánico.

Según este pensamiento, cuando el pueblo de Israel no actúa según el programa divino, Dios le ayuda a hacerlo. Por ejemplo, el Holocausto. Para esta corriente del judaísmo, Dios infligió un dolor agudo, como la Shoá, para que el pueblo judío entendiera que tenía que vivir en Israel. “De igual modo esta guerra es una operación, un dolor que ha provocado Dios, para que entendamos que tenemos prohibido devolver Gaza ni ningún otro territorio de la Tierra de Israel y que tenemos que expulsar a todos los habitantes”, dice Nehorai, recogiendo lo que explican los rabinos a los jóvenes.

Los palestinos pueden elegir entre quedarse bajo el dominio judío, irse o hacer la guerra, según clarifica Smotrich.

¿Qué les pasa a los laicos?

Y el proceso mesiánico cuenta con otra importante forma de penetración: la proliferación de comunidades religiosas en los barrios más laicos. Como en el centro de Tel Aviv.

"Los ultraortodoxos dicen 'vale, quieres irte al infierno, pues vete, pero déjanos en paz', estos no, estos se te meten en casa, en el colegio, en los barrios, en el Ejército, porque todos deben abrazar la religión, porque ellos deben hacer avanzar la redención", dice Nehorai, y explica que su objetivo es que el público general se dé cuenta de que el vivir juntos "es una fantasía. Es difícil, lo confieso, porque la gente no quiere aceptarlo".

"El Estado de Israel se encuentra en un momento muy crítico de su existencia y, si la corriente liberal no lo entiende, dejaremos de existir"

¿Dónde está Netanyahu en todo esto? "Netanyahu monta una ola que ya existe. Él cree que los usa a ellos, pero en realidad él es su burro. Y cuando él se vaya, va a continuar la ola, porque la corriente de abajo la lleva. El Estado de Israel se encuentra en un momento muy crítico de su existencia y, si la corriente liberal no lo entiende, dejaremos de existir".

Si esto es así, ¿te vas a quedar a mirar cómo se derrumba?

"Mmm. Te puedo decir solo una cosa: ahora recomendaría a todos los israelíes que se sacaran como sea un pasaporte extranjero. Aunque también creo que hay que luchar contra lo que pasa aquí porque no creo que el mundo sea un lugar tan bueno para los judíos. No es que tengamos tantas opciones. Si supiéramos luchar de modo adecuado aquí, creo que podríamos salvar por lo menos una parte de la Tierra de Israel. Pero no soy optimista". Y, lo peor de todo: "Es un enorme problema que cuanto peor están las cosas aquí dentro, peor para los judíos fuera. Como si no fuera suficiente".

De entre los contrastes israelíes —antigüedad frente a modernidad, conservadurismo frente a liberalismo, ocupación militar frente a democracia— la actitud de la población frente a una de ellas tal vez ayude a explicar las demás: el laicismo frente al judaísmo mesiánico.

Israel Conflicto árabe-israelí
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