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Susto o muerte en Egipto: cómo los hutíes en el mar Rojo ponen El Cairo justo donde lo quiere Israel
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Una caída del 50% de ingresos en Suez

Susto o muerte en Egipto: cómo los hutíes en el mar Rojo ponen El Cairo justo donde lo quiere Israel

El ‘hachazo’ hutí ha significado el último drama para la economía egipcia. Esta crisis pone El Cairo en una posición de debilidad justo cuando recibe presiones para que acepte a refugiados palestinos ante la ofensiva en Ráfah

Foto: Una imagen de satélite de un barco atacado por los rebeldes hutíes. (Reuters)
Una imagen de satélite de un barco atacado por los rebeldes hutíes. (Reuters)

Cuando los milicianos hutíes cumplieron su amenaza y empezaron a atacar barcos en el mar Rojo como respuesta a la invasión israelí de Gaza, el mundo entró en pánico. Tel Aviv se quejó, las compañías navieras de transporte cancelaron sus rutas, las aseguradoras subieron sus pólizas, el precio del gas dio un salto, Estados Unidos organizó una misión militar internacional para “acabar con la amenaza”. Sin embargo, alguien calló, como si el problema no fuera con él. Uno de los más afectados por cualquier disrupción del comercio global en el mar Rojo: Egipto.

Tras semanas en las que El Cairo mantuvo un silencio de radio, este febrero el presidente del país, Abdelfatah el-Sisi, admitió que la suspensión de la ruta a través del mar Rojo por muchas de las grandes empresas transportistas internacionales había significado entre “un 40 y un 50%” de pérdidas de ingresos del canal de Suez. Pongámoslo en perspectiva: el canal, por sí solo, supone en divisas extranjeras un 2% del PIB de Egipto.

El hachazo hutí ha significado el último drama para la economía egipcia, que arrastra años de devaluación de su moneda, caída en picado de sus divisas (muy dependientes del turismo) y escalada de su deuda externa. Esta crisis pone a El Cairo en una posición de debilidad, dependiente de la financiación extranjera o de la enésima prórroga del Fondo Monetario Internacional. Precisamente, justo cuando El Cairo recibe presiones de Israel y EEUU para que acepte a refugiados palestinos ante la inminencia de una ofensiva en Ráfah.

“He ordenado al Ejército que prepare un plan de evacuación”, afirmó el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, antes de avanzar hacia Ráfah, “el último bastión de Hamás”. Tras las órdenes de evacuación del norte y centro de Gaza, seguidas por los militares y los bulldozers, casi dos millones de desplazados palestinos se hacinan en Ráfah, la última gran ciudad de la Franja y en la frontera con Egipto. La pregunta que muchos se hicieron, incluidos jefes de gobierno y funcionarios de la Unión Europea, fue: ¿a dónde?

Foto: Un helicóptero militar hutí vuela sobre un carguero en el mar Rojo. (Reuters)

Mientras los bombardeos sobre Ráfah aumentan, en previsión de la esperada entrada terrestre de tropas, Israel insiste en que está organizando planes de evacuación de civiles, aunque sin especificar a dónde. Desde el inicio de la invasión tras el ataque del 7 de octubre, Israel ha estado presionando para que tanto países árabes como de la Unión Europea acepten recibir parte de los centenares de miles de refugiados palestinos. Un plan al que Egipto, principal vecino y frontera, se ha negado en redondo desde el primer minuto.

El Cairo tiene sus razones para temer dicho plan: Israel no garantizaría luego el derecho al retorno de los palestinos desplazados, ya aireando casi públicamente (aunque nunca directamente desde la presidencia de Netanyahu, sino en documentos y eventos de ministros de menor nivel) sus planes de reabrir asentamientos israelíes en el territorio de la Franja. Sin derecho al retorno, Abdelfatah el-Sisi no solo se encontraría con cientos de miles de refugiados en su desierto del Sinaí, sino que además sería el artífice del final de la causa palestina y siquiera la posibilidad futura de una solución de dos estados.

Foto: Escenas de destrucción en Gaza tras un ataque israelí (EFE/Anadolu TV)

Por supuesto, habría que añadir el riesgo de seguridad que supondría, con la posibilidad de que entre los palestinos desplazados surgiera de nuevo Hamás y organizara ataques contra Israel desde territorio egipcio, o atentados en el propio país. La gestión económica de esos refugiados también sería dramática, incluso con ayuda internacional.

Así pues, El Cairo se ha mantenido firme, sin aceptar apenas la entrada de refugiados palestinos más allá de un puñado de con doble nacionalidad, enfermos graves o periodistas. Pero, en la situación económica tan delicada como se encuentra, algunos analistas temen que acabe cediendo si no del todo, sí en algún aspecto.

En la última semana, imágenes de satélite e informes sobre el terreno recopilados la Fundación para los Derechos Humanos en el Sinaí han permitido detectar la construcción de una suerte de zona de seguridad junto a la frontera con Gaza, que podría recibir a los refugiados palestinos expulsados por el esperado asalto israelí de Ráfah. Según los detalles recopilados por la organización, que ha entrevistado a constructores locales, el objetivo es crear un área rodeada por muros de siete metros de altura.

Funcionarios egipcios, citados bajo condición de anonimato, habrían admitido a la NPR que el perímetro podría contener a cerca de 150.000 refugiados en el caso de una ruptura de la valla fronteriza con Gaza. "No es nuestra intención proveer de ninguna área segura, pero si es necesario nos haremos cargo con la humanidad necesaria", afirmó el ministro de Exteriores egipcio, Sameh Shoukry, la semana pasada en la conferencia de seguridad de Múnich.

Pero aunque públicamente los comentarios se mantengan de bajo perfil, ya que El Cairo (con quien Israel mantiene un tratado de paz desde 1979) tendría que hacer frente a una opinión pública muy crítica con las relaciones con Tel Aviv, la situación económica es crítica. Esta semana, por fin, en una especie de zanahoria tras muchos palos (El Cairo ha incumplido muchas de las reformas comprometidas), el Fondo Monetario Internacional lanzó un comunicado afirmando que las negociaciones para la revisión del préstamo de 3.000 millones de dólares a Egipto "están progresando de manera excelente".

La crisis de divisas de Egipto, agudizada no solo por el bloqueo del canal de Suez, sino también por la espectacular caída del turismo arrastrada desde 2011 y agravada tras el inicio de la guerra, es tal que algunos bancos incluso han prohibido a sus clientes sacar dólares. A esto se le añade la creciente deuda pública, que representa más del 90% del PIB, fuga de capitales y la devaluación de la moneda local. Según S&P Global Ratings, los ingresos del turismo en Egipto experimentarán una caída de entre el 10 y 30% con respecto al año pasado, lo que podría costarle al país entre el 4 y el 11% de su reserva de divisas.

Foto: Un hombre usa un cuchillo para dañar una bandera israelí durante una manifestación para protestar por los bombardeos de Estados Unidos y Reino Unido sobre bases militares hutíes. (EFE/Yahya Arhab)

Desde el 7 de octubre, la economía gasística de Egipto también ha sufrido. Dos días después, Israel ordenó la suspensión temporal de las extracciones del campo de gas Tamar, ubicado a 25 kilómetros de Ashdod, en el sur de Israel. Israel exporta su gas a Egipto, que lo convierte en GNL gracias a sus dos únicas instalaciones de licuefacción de gas en el Mediterráneo oriental. Sin el gas israelí, las reexportaciones de Egipto cayeron más de un 50% en el cuarto trimestre de 2023, en comparación con el mismo periodo de 2022.

El diario británico The Economist lo ponía así: "Egipto no se merece una ayudita. Pero habría que dársela". La inestabilidad en el gigante árabe, clave también en las negociaciones para un acuerdo entre Israel y Hamás, no es algo que se pueda permitir la región. Aunque también lo coloca en la posición más débil para negociar.

Cuando los milicianos hutíes cumplieron su amenaza y empezaron a atacar barcos en el mar Rojo como respuesta a la invasión israelí de Gaza, el mundo entró en pánico. Tel Aviv se quejó, las compañías navieras de transporte cancelaron sus rutas, las aseguradoras subieron sus pólizas, el precio del gas dio un salto, Estados Unidos organizó una misión militar internacional para “acabar con la amenaza”. Sin embargo, alguien calló, como si el problema no fuera con él. Uno de los más afectados por cualquier disrupción del comercio global en el mar Rojo: Egipto.

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