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Kaliningrado: el as en la manga de Rusia en una posible guerra contra la OTAN
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Kaliningrado: el as en la manga de Rusia en una posible guerra contra la OTAN

El enclave ruso, situado entre medias de los países bálticos y Polonia, ha estado en el centro de todas las especulaciones sobre una posible escalada en Europa: ¿por qué?

Foto: Soldados construyen una valla de alambre de espino en la frontera de Polonia con el enclave ruso de Kaliningrado, cerca de Bolcie. (Reuters/Arkadiusz Stankiewicz)
Soldados construyen una valla de alambre de espino en la frontera de Polonia con el enclave ruso de Kaliningrado, cerca de Bolcie. (Reuters/Arkadiusz Stankiewicz)

Con una Ucrania necesitada de munición, hombres y fortificaciones, una Rusia envalentonada y un Donald Trump en plena ofensiva electoral, los países europeos lanzan cada día señales de alarma. Rusia y la OTAN podrían entrar en guerra, han advertido Francia, España, Reino Unido, Dinamarca y los otros gobiernos. Si alguien está tentado de pensar aquello de que Rusia no se atrevería con la OTAN porque ni siquiera ha podido conquistar Ucrania, debería revisar el mapa de Europa. Particularmente, la región báltica. Más particularmente aún, el Corredor de Suwalki y el enclave ruso colocado a tiro de ballesta de los centros neurálgicos europeos.

El Corredor de Suwalki es la franja de tierra de casi 100 kilómetros que divide Lituania y Polonia y que, a su vez, une Bielorrusia con el óblast de Kaliningrado. Una región portuaria del Mar Báltico que las tropas soviéticas se anexionaron como parte del botín de la Segunda Guerra Mundial, y que Rusia conserva hasta hoy.

El carácter estratégico de Kaliningrado, conocida hasta 1946 como Königsberg, la región prusiana que regaló a la filosofía las figuras de Immanuel Kant, Ernest Theodor Amadeus Hoffmann y Hannah Arendt, resulta obvio. Kaliningrado acoge uno de los tres puertos de aguas calientes (operativo todo el año) que tiene Rusia y es la única sede marina de los rusos en el Mar Báltico. Uno de los radares rusos más modernos, el Voronezh, capaz de detectar misiles en un rango de 6.000 kilómetros.

A medida que subían las tensiones bélicas en 2021, Moscú decidió reforzar sus efectivos en Kaliningrado con más tropas, cohetes con capacidad nuclear, barcos de guerra, aviones de combate, lanzamisiles móviles y otros tipos de armamento. En mayo de 2022, Kaliningrado hizo un simulacro de ataque nuclear, con misiles Iskander-M, contra diferentes objetivos occidentales, como aeródromos, bases militares y depósitos de armamento. Pocos días antes de estas maniobras, Putin había amenazado de nuevo a las naciones de Occidente con "ataques de represalia rápidos como un relámpago", si se metían en la guerra de Ucrania.

Foto: Soldados británicos toman parte en un ejercicio de defensa de la franja de Suwalki en Mikyciai, Lituania, el 17 de junio de 2017. (Reuters)

Otra de las bazas de Kaliningrado es su arsenal de A2/AD, que, en terminología militar y por sus siglas en inglés, significa "antiacceso/Denegación del área": en el caso de las tropas rusas en Kaliningrado, una combinación misiles tierra-aire S-400 Triumf, aviones de combate Su-24 y Su-27, submarinos y decenas de miles de minas navales podrían cortar el acceso al Mar Báltico o tener un "impacto severo" en sus rutas energéticas y comerciales, como explica el Foreign Policy Research Institute.

El hecho de que los rusos también han tomado el control militar de Bielorrusia, al otro lado del Corredor de Suwalki, elevan sus capacidades para anexionarse potencialmente este pequeño pero estratégica frontera, que dejaría a las repúblicas bálticas emparedadas entre Rusia y el Mar Báltico, aisladas del continente. Aunque la proyección de la OTAN en la región, por otra parte, también ha aumentado.

Foto: Reservistas del ejército estonio construyen una alambrada provisional en la frontera con Rusia. (Reuters/Ints Kalnins)

"El acceso de Finlandia y Suecia a la OTAN ha mejorado la posición estratégica en la alianza en la región báltica muy considerablemente", dice Ian Bond, vicedirector del Centre for European Reform (CER) y antiguo embajador británico en Letonia. "Antes, la única manera que tenía la OTAN de reforzar a los Estados bálticos era a través del Corredor de Suwalki. Ahora también pueden reforzar el flanco oriental desde Suecia y Finlandia. Y Finlandia, claro, tiene una frontera muy larga con Rusia, lo cual también complica la planificación estratégica de Rusia".

Aun así, Bond reconoce la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran Estonia, Letonia y Lituania, tres repúblicas que, juntas, suman menos población que la Comunidad de Madrid: seis millones de habitantes. "Sus fuerzas militares son más bien pequeñas, ya que son países con pequeñas poblaciones que no serían capaces de montar una defensa a largo plazo o muy efectiva, en el caso de que sean atacados de manera convencional. Necesitarían mucho apoyo de sus aliados. Ahora mismo hay unos 1.000 soldados británicos en Estonia; una fuerza similar de canadienses en Letonia, y una fuerza liderada por Alemania, algo más grande, en Lituania. 1.000 personas pueden hacer algo, pero no pueden defenderse contra todo un ejército".

El primer efecto de la anexión del Corredor de Suwalki sería precisamente ese: evitar que las tropas de la OTAN acudiesen en auxilio de los bálticos. La artillería rusa, desde Bielorrusia y Kaliningrado, tendría rango de sobra para golpear cualquier punto de esta franja de tierra con potencia devastadora.

Foto: Sergey Karaganov. (Russian Council)

Este escenario ha sido imaginado muchas veces por los planificadores europeos. El pasado enero, el diario BILD filtró un documento del Ministerio de Defensa alemán en el que se detallaba cómo sería una posible guerra entre Rusia y la OTAN. El campo de batalla estaba clarísimo; el Corredor de Suwalki.

El escenario bélico Defensa de la Alianza 2025 contempla una escalada de los acontecimientos similar a la que antecedió a la invasión a gran escala de Ucrania: Rusia moviliza más tropas, recurre a acciones híbridas como ciberataques y campañas de agitación en las poblaciones rusófonas de los países bálticos, y lanza maniobras a gran escala cerca de su frontera occidental. El alarmismo en el que caería la OTAN sería retratado por Rusia como una actitud bélica, y Moscú acabaría posicionándose para conquistar el Corredor. La OTAN movilizaría 300.000 tropas y ahí se acabaría este ejercicio de imaginación, a las puertas de una guerra mundial.

Preguntado por este escenario proyectado por los militares alemanes, Ian Bond recalca que el deber de las fuerzas armadas de un país es prepararse para distintos escenarios potenciales, incluido el peor de los escenarios posibles. Lo cual no significa que estos escenarios se vayan a materializar. Una planificación no es lo mismo que una predicción o un vaticinio.

Foto: El río Pregolya a su paso por Kaliningrado, antigua Königsberg. (EFE/EPA/MARTIN DIVISEK)

La filtración a BILD de los juegos de guerra en la región báltica se ha interpretado, también, como una filtración intencional. Una manera que tendría Berlín de decirle a Rusia que Europa no bajará la guardia. Después, los alemanes anunciaron maniobras en Lituania y Polonia: los países que flanquean el dichoso Corredor.

En este sentido, el 20 de marzo el Institute for the Study of War (ISW) declaró "varios indicadores financieros, económicos y militares sugieren que Rusia se está preparando para un conflicto convencional a gran escala con la OTAN, no inminente, pero probablemente en un plazo más corto del estimado por algunos analistas occidentales". Además, Vladímir Putin declaró la necesidad de cultivar unas élites que hayan "madurado en el frente", en sustitución de la casta oligárquica que se ha dedicado fundamentalmente a "llenarse sus bolsillos". Una indicación retórica que, sumada a la economía bélica, indica la intención rusa de apostar por el conflicto, de preparar al país para una confrontación larga y amplia que vaya más allá de Ucrania.

La pregunta es si los líderes de la OTAN, más allá de sus advertencias y de sus llamadas a desarrollar una escueta y especializada industria militar, estarían a la altura. "Creo que el factor de mayor riesgo es la debilidad de la OTAN", dice Ian Bond en referencia al escaso gasto militar, las divisiones internas con gobiernos como el del escéptico Viktor Orbán, en Hungría, y la incertidumbre de las elecciones en Estados Unidos. "Durante años hemos visto que nada provoca tanto a Vladímir Putin como la debilidad de sus potenciales oponentes. Y me parece que, cuanto más fuerte sea la OTAN, menos posibilidades habrá de una guerra entre la OTAN y Rusia".

Con una Ucrania necesitada de munición, hombres y fortificaciones, una Rusia envalentonada y un Donald Trump en plena ofensiva electoral, los países europeos lanzan cada día señales de alarma. Rusia y la OTAN podrían entrar en guerra, han advertido Francia, España, Reino Unido, Dinamarca y los otros gobiernos. Si alguien está tentado de pensar aquello de que Rusia no se atrevería con la OTAN porque ni siquiera ha podido conquistar Ucrania, debería revisar el mapa de Europa. Particularmente, la región báltica. Más particularmente aún, el Corredor de Suwalki y el enclave ruso colocado a tiro de ballesta de los centros neurálgicos europeos.

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