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"Lo que viene no es estabilidad": claves de las elecciones más ajustadas en años en Portugal
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Crece la extrema derecha

"Lo que viene no es estabilidad": claves de las elecciones más ajustadas en años en Portugal

Las encuestas pronostican un empate técnico entre el Partido Socialista y la alianza de centro-derecha. El 18% de indecisos serán clave para inclinar la balanza hacia uno de los dos lados

Foto: Pedro Nuno Santos antes de las elecciones. (EFE/Antonio Pedro Santos)
Pedro Nuno Santos antes de las elecciones. (EFE/Antonio Pedro Santos)

Atrás quedó el shock provocado por la sorpresiva renuncia del primer ministro, António Costa, el 7 de noviembre pasado. Este domingo, los portugueses escogerán a su sucesor en unas reñidas elecciones en las que el 18% de los votantes se consideran indecisos, según las últimas encuestas. Este grupo puede ser el que incline la balanza hacia la continuidad del socialismo o el auge de la ultraderecha. También un 22% de los portugueses que afirma que ya decidieron su voto, pero que no descartan cambiar de opinión en el momento de entregar la papeleta. El fantasma de la ingobernabilidad, la abstención y el crecimiento de los extremismos también acechan al país luso.

Tras varias semanas de campaña, quienes lideran las intenciones de voto en un empate técnico son la coalición de centroderecha Aliança Democrática (21%), liderada por Luís Montenegro; y el Partido Socialista (20%), encabezado por Pedro Nuno Santos, otrora considerado un "joven rebelde" y ex ministro de Costa, quien quiere ser la cara de renovación de un partido ya desgastado por ocho años de gobierno. En tercer lugar, se asoma el partido de derecha radical Chega! (12%), cuyo líder André Ventura espera dar un salto exponencial respecto a las elecciones de 2022. En apenas cinco años, la formación se ha consolidado como la tercera fuerza política y podría alcanzar el 20% de los votos este domingo.

Independientemente de quién gane estas elecciones anticipadas, algunos expertos coinciden en que "lo que viene no es un período de estabilidad" para Portugal. Los datos apuntan a que el país que eligió una mayoría absoluta hace dos años es ahora completamente diferente. "Esta es una campaña atípica, porque no estaba ni en el calendario ni en la cabeza de nadie antes del 7 de noviembre", comienza explicando Nilza de Sena, académica del Instituto Superior de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad de Lisboa.

Hasta esa fecha, António Costa gobernaba de forma relativamente cómoda, con una mayoría absoluta en la Asamblea da República. Hasta que fue vinculado por la fiscalía en presuntos delitos de corrupción, tráfico de influencias y prevaricación. Los cargos fueron prácticamente desestimados por los jueces del proceso, pero Costa renunció a su cargo y provocó que el presidente Marcelo Rebelo de Sousa convocase las elecciones para este 10 de marzo. "Fue un verdadero tsunami político, del cual aún estamos por recibir algunos embates", explica De Sena.

Foto: Un hombre con la bandera de Portugal en la Avenida da Liberdade de Lisboa. (EFE/EPA/Jose Sena Goulao)

Después de la renuncia de Costa, el Partido Socialista se vio en la obligación de elegir un sucesor, y optó por Pedro Nuno Santos, un político con fama de "rebelde", de origen acomodado, y uno de los responsables de la Geringonça, el pacto con que el PS gobernó junto a los partidos de la izquierda portuguesa hasta 2019. "No tiene la misma habilidad política de Costa, ni de cerca ni de lejos. Como ministro tuvo situaciones que lo dejaron públicamente mal posicionado, y debe limpiar su imagen de joven rebelde, que no encaja con la de un primer ministro", opina De Sena.

En la otra vereda, la Aliança Democrática tiene como líder a Luís Montenegro, un hombre descrito como "apático" o poco carismático, pero que ha expresado dos posiciones fuertes que le han jugado a favor: apela al "cambio de rumbo" de los últimos gobiernos socialistas, y niega cualquier entendimiento con la extrema derecha para formar gobierno. Sin embargo, sobre su candidatura planea la sombra de su último gobierno, especialmente resentido por los recortes en la época de la troika. "El problema de estos candidatos es que no tienen un liderazgo tan fuerte como el que tenía Costa", sostiene María Asensio, profesora de ciencias políticas en el Instituto Universitário de Lisboa.

Foto: El líder del partido de ultraderecha Chega, André Ventura, en el último día de campaña electoral. (Reuters/Violeta Santos Moura)

Con este telón de fondo, una parte del electorado se ha fragmentado hacia los extremos. "Ninguna de las encuestas parece mostrar una mayoría clara ni absoluta. El país que permitió gobiernos mayoritarios era un país diferente. Hoy, Portugal está más crispado, la polarización es mayor", continúa De Sena.

Una prueba de ello es el crecimiento de Chega, el partido que espera obtener aún mejores resultados que en 2022, cuando se convirtió en la tercera fuerza política del país con 11 diputados. Impulsado por los eventos de noviembre, André Ventura ha profundizado en su eslogan basado en "limpiar Portugal" de la corrupción, y su discurso ha calado en los jóvenes. Un estudio reciente sugiere que el partido está consiguiendo una gran penetración en los electores de entre 18 y 25 años. El objetivo de Ventura es formar parte de un eventual gobierno, y las encuestas lo muestran bien posicionado y que podría alcanzar hasta un 20% de los votos.

"En situaciones de alta abstención, donde el descontento con el statu quo y los partidos tradicionales es palpable, los partidos de derecha pueden capitalizar este sentimiento antiestablishment para presentarse como una alternativa viable y ser vistos como agentes de cambio", explica Asensio.

"Me voy, pero tendrán saudades de mí"

Prácticamente libre de culpas a ojos de la opinión pública —aunque el proceso sigue en curso— António Costa hizo una aparición en el mitin del PS el fin de semana pasado en Oporto, con el claro propósito de defender su legado. "¿Merece la pena, ahora que las cosas empiezan a enderezarse, hacer un cambio sin seguridad?", dijo, apelando a los indecisos.

No se trata propiamente de una reaparición, ya que Costa nunca dejó de gobernar, pero sí fue su primera intervención en esta campaña. Podría parecer impensable en otro país que un primer ministro dimitido por sospechas de corrupción volviera a la política, pero, en este caso, se explica en parte por la habilidad que mostró Costa al dejar su cargo.

"El discurso de salida de António Costa es una pieza interesante para la comunicación política. Fue un discurso emocional, un tono poco habitual en él. Miró a los portugueses a los ojos, les dijo que se dedicó de corazón a sus funciones y a Portugal. Fue un discurso que humanizó a un político hasta entonces visto como 'frío'. En ese discurso, lo que transmitió fue un 'me voy, pero ustedes van a tener saudades de mí, van a sentir mi falta'", explica De Sena.

Las expertas coinciden en que, gane quien gane las elecciones de este domingo, Portugal se cierne sobre un periodo de incertidumbre. "Se acercan ciclos de ingobernabilidad", advierte Asensio. La propia campaña ha parecido estar más centrada en qué coalición gobernará a partir del 10 de marzo, y con qué pactos. "Infelizmente, no estamos discutiendo los grandes temas que el país necesita, sino sobre la estabilidad política de un futuro gobierno", finaliza De Sena.

Atrás quedó el shock provocado por la sorpresiva renuncia del primer ministro, António Costa, el 7 de noviembre pasado. Este domingo, los portugueses escogerán a su sucesor en unas reñidas elecciones en las que el 18% de los votantes se consideran indecisos, según las últimas encuestas. Este grupo puede ser el que incline la balanza hacia la continuidad del socialismo o el auge de la ultraderecha. También un 22% de los portugueses que afirma que ya decidieron su voto, pero que no descartan cambiar de opinión en el momento de entregar la papeleta. El fantasma de la ingobernabilidad, la abstención y el crecimiento de los extremismos también acechan al país luso.

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