Persisten los riesgos para la seguridad energética de cara al invierno

¡Hola desde Berlín! Los conflictos en el mundo se intensifican a una velocidad difícil de seguir. Después de haber vivido ya un año y medio en tiempos de guerra, asistimos ahora a un estallido de antisemitismo en muchos países y al estallido de otra guerra en la que sufren miles de civiles.

Para los habitantes de Gaza, la guerra significa también la escasez de energía, lo que supone una amenaza, para el suministro de cuidados vitales en los hospitales.

La energía fue un tema clave para nosotros hace un año. Por aquel entonces, muchos en Europa se preguntaban cómo afrontaríamos el próximo invierno, dada nuestra dependencia del gas procedente de Rusia. Resultó ser menos malo de lo que muchos temían, quizá por un invierno suave, y quizá también porque la gente estaba concienciada con el ahorro de energía.

Hoy ya casi nadie habla de ahorrar energía, al menos en Alemania, y menos aún por razones de seguridad. Estamos preocupados por dos conflictos en curso. Y en Alemania, en este momento, muchos desconfían del tema del ahorro de energía, que a veces se ve como otra restricción a los propietarios de viviendas pobres por parte de los "malvados" Verdes y su amor por las prohibiciones.

Es hora de que nos preguntemos: ¿Ha cambiado la situación energética? ¿Podemos estar tranquilos, energéticamente hablando, este invierno?

• Teresa Roelcke - redactora jefe de esta semana

​En esta edición, podrás leer estos temas: Hungría juega a la ruleta rusa con la energía, 10, A la espera del golpe, Un "oso polar" con problemas submarinos, "El sistema nuclear francés vuelve a ser una baza"

La versión original en inglés, cada miércoles:

La versión en español, los jueves:

Hungría juega a la ruleta rusa con la energía

Mientras los países de la UE publican informes de victoria sobre su divorcio de la dependencia energética de Rusia, Hungría utiliza palabras que agradan a los oídos de Vladimir Putin. Las más recientes proceden del jefe de la diplomacia húngara, el ministro de Asuntos Exteriores Péter Szijjártó, más conocido por sus amistosas visitas a las dictaduras asiáticas.

En su intervención en la inauguración de la Conferencia de Seguridad Euroasiática en Minsk, Szijjártó declaró: "Consideramos la seguridad energética una cuestión de realidad física, no un asunto político", y añadió que Hungría mantendría una cooperación pragmática con Rusia.

Sus palabras son fáciles de traducir: la independencia de la energía rusa sigue estando fuera de cuestión. Pero el Informe de la Comisión Europea sobre el estado de la Unión de la Energía subraya que un nivel tan alto de dependencia supone una amenaza para la seguridad del suministro a Hungría.

Es cuestionable que el gas ruso sea realmente la única solución, como afirma periódicamente el Gobierno, dado que Hungría dispone de varias alternativas, gracias a las conexiones por gasoducto con los países vecinos.

De hecho, ya hay planes para diversificar aún más las fuentes de gas de Hungría. La conexión al gasoducto del Báltico abriría los yacimientos de gas del Mar del Norte directamente a Budapest. El año pasado, Rumanía también relanzó el desarrollo del yacimiento de gas de Neptun, en el Mar Negro, del que Hungría sería un cliente importante. Hungría también ha empezado a comprar gas a Azerbaiyán, de acuerdo con el programa de la Unión Europea. Sin embargo, el gobierno húngaro no tiene intención de renunciar al contrato de suministro de gas de 15 años que Orbán firmó con Gazprom en 2021.

El Gobierno explicó la necesidad del contrato porque garantizaba un suministro previsible y a largo plazo y un precio con descuento. Unas semanas antes de la invasión de Ucrania, Putin también afirmó que el contrato permitiría a Hungría recibir gas a una quinta parte del precio de mercado. Pero resultó ser mentira, ya que los precios de la energía siguieron siendo volátiles. Por otra parte, la población no es directamente consciente de esta estafa.

• Balázs Tiszai - periodista en hvg.hu

​Número de la semana: 10

Cuando Bulgaria introdujo en octubre un impuesto "punitivo" de 10 euros por MW/hora sobre el tránsito de gas natural ruso, la vecina Serbia y Hungría, también miembro de la UE, pusieron el grito en el cielo.

Los dos gobiernos afines a Moscú calificaron la medida de "hostil" que pone en peligro su seguridad energética de cara a la temporada de calefacción invernal.

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El impuesto equivale aproximadamente al 20% de los precios de referencia del gas en Europa, y se espera que aporte a Bulgaria unos 1.100 millones de euros esta temporada.

La medida también podría reducir los beneficios de las empresas con sede en Rusia, cuyos ingresos fiscales alimentan la maquinaria bélica de Moscú en Ucrania.

• Siniša-Jakov Marusic - periodista en Balkan Insight

​A la espera de la huelga

Si tuviera que describir el estado de ánimo en Ucrania este mes de octubre en una palabra, sería "anticipación". Sabemos que llegarán los misiles rusos. Esperamos que el enemigo intente privarnos de electricidad y, si hay suerte, de calefacción. Somos conscientes de que nuestra infraestructura energética es más frágil que el año pasado y de que Rusia está probablemente tan escasa de misiles que no puede permitirse cometer errores.

El año pasado, el primer ataque masivo con misiles dirigido contra la infraestructura energética ucraniana se produjo el 10 de octubre. Esa noche, las autoridades ucranianas pidieron a la población que redujera al mínimo su consumo de electricidad. Una semana después, tras otro ataque, empezaron los apagones, las calles quedaron a oscuras y se podían encontrar cafeterías y tiendas por el sonido de los estruendosos generadores diésel que las alimentaban.

Ahora intentamos estar mejor preparados. Varios de mis amigos ajustaron su acceso a Internet para asegurarse de que la conexión pudiera durar más durante los apagones. Las ONG están suministrando a distintas comunidades y empresas estaciones de carga que pueden alimentar varios dispositivos durante un día. Yo también he recibido una. Algunas personas están aislando sus casas y pisos para que se escape menos calor.

Pero para los sistemas de generación y transmisión de energía es difícil prepararse. Las líneas eléctricas se restablecieron tras sufrir daños, pero reparar las grandes instalaciones generadoras o distribuidoras muy afectadas es costoso y complicado. A veces incluso es mejor construir una nueva subestación o central térmica, en lugar de reparar la antigua. Pero esto lleva años, que obviamente no hemos tenido desde el invierno pasado.

Cuando me voy a la cama, a menudo pienso: ¿quizá esta sea la noche del ataque ruso? Probablemente, será masivo, para desbordar nuestro sistema antiaéreo. Quizá también incluya enjambres de aviones no tripulados. Hasta ahora, el invasor no está listo todavía.

Cuando llegue, no será catastrófico. Nuestros patios traseros siguen salpicados de generadores, grandes y pequeños. Si no tenemos suerte este invierno, las calles volverán a llenarse con su zumbido.

• Anton Semyzhenko - redactor jefe en babel.ua

​Un "oso polar" con problemas submarinos

En la madrugada del domingo 8 de octubre, la presión del gasoducto Balticconnector entre Estonia y Finlandia empezó a bajar de repente. Ese fin de semana hubo una fuerte tormenta, pero cuando las autoridades pudieron por fin investigar el fondo del mar, descubrieron rastros de algo arrastrado por el fondo, una tubería desgarrada y un ancla rota.

Un cable de datos a decenas de kilómetros al este estaba partido por la mitad. Otro cable que conecta Estonia y Suecia también estaba averiado. En ambos lugares se encontraron rastros similares a los de la tubería.

El principal sospechoso de estos incidentes es el carguero chino Newnew Polar Bear, que pasó por cada lugar alrededor de la hora en que se produjeron los daños. Una foto tomada unos días después muestra que al Newnew Polar Bear le falta un ancla y que sus contenedores están muy inclinados hacia un lado.

La tripulación del buque se ha negado a responder a las preguntas de los investigadores. No está claro si un actor causó los daños a sabiendas o accidentalmente, pero el incidente indica lo fácil que es sabotear infraestructuras submarinas críticas.

Aunque el conector báltico estará fuera de servicio al menos hasta abril del año que viene, el suministro energético de los dos países está a salvo. Pero la OTAN ha intensificado la vigilancia de la zona del Mar Báltico para evitar nuevos incidentes.

• Holger Roonemaa - periodista en Delfi

​"El sistema nuclear francés vuelve a ser una baza"

Las vetustas centrales nucleares francesas cerraron muchos reactores por mantenimiento el invierno pasado, obligando al país a importar electricidad por primera vez desde 1980. Este año se prevén menos turbulencias en el sector eléctrico del país y Francia vuelve a ser un exportador clave de electricidad, según Nicolas Goldberg, experto en energía de la consultora Colombus y del think tank Terra Nova.

PREGUNTA. ¿Están las centrales nucleares francesas mejor preparadas para el invierno que el año pasado?

RESPUESTA. Es innegable que la situación es mucho mejor que el año pasado. La disponibilidad del suministro de energía nuclear en octubre era comparable a la de 2019 [es decir, a su nivel más alto desde hace cuatro años]. No se han resuelto todos los problemas de mantenimiento de los reactores, pero se ha avanzado. Las preocupaciones para este invierno son muy moderadas, sobre todo porque aún quedan restos del plan de ahorro energético del año pasado.

P. ¿Significará esto precios más bajos para los clientes?

R. Los precios del mercado se fijan anticipando el precio del día siguiente y por la confianza en la producción. En septiembre, los precios del mercado francés se situaron por debajo de los alemanes, algo casi inaudito. Esto demuestra que ha vuelto la confianza. También es una buena noticia para Europa. Francia vuelve a exportar electricidad, e incluso estamos cerca de la capacidad máxima de exportación. El sistema nuclear francés vuelve a ser una baza para el mercado europeo.

P. Por otro lado, ¿podría la situación en Oriente Medio hacer subir los precios de la energía en Europa?

R. Los mercados del gas están muy nerviosos y, tras los atentados de Hamás, los precios del gas subieron ligeramente. Pero a medio plazo no debería haber grandes consecuencias. El gas israelí apenas se exporta a Europa.

• Nelly Didelot - periodista en Libération

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