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¿Esfuerzo solidario? España solo reexporta al resto de Europa el 5% del gas natural licuado
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LA TESIS DEL GOBIERNO, EN CUESTIÓN

¿Esfuerzo solidario? España solo reexporta al resto de Europa el 5% del gas natural licuado

Nuestro país sigue liderando las entradas del hidrocarburo ruso en la UE y todo indica que una parte se queda en territorio nacional, según los datos de organismos públicos y privados

Foto: La vicepresidenta tercera, Teresa Ribera. (EFE/Olivier Matthys)
La vicepresidenta tercera, Teresa Ribera. (EFE/Olivier Matthys)
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La mayor parte del gas natural licuado (GNL) que llega a los puertos españoles no se destina al esfuerzo solidario de nuestro país para abastecer a sus socios europeos, como dice el Gobierno. Así lo indican los datos publicados este martes por el Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero, que también muestran cómo España continúa liderando las importaciones de gas ruso en el seno de la Unión Europea. La extrapolación de este periódico a partir de las cifras que ofrecen varios organismos públicos va en la misma línea: en el mejor de los casos, apenas la mitad del incremento de los cargamentos de GNL desde que comenzó la guerra acaba, de una forma u otra, surtiendo a nuestros vecinos.

Si se tienen en cuenta solo las reexportaciones, es mucho menos. Según el laboratorio de ideas medioambientalista, que monitoriza las estadísticas a tiempo real a través de la herramienta European LNG Tracker, de enero a septiembre de este año, los buques metaneros descargaron en España 19,4 millones de metros cúbicos (bcm, como se conoce en la jerga del sector) del hidrocarburo. En cambio, solo cargaron 1,05 bcm para enviar otros países del continente, esto es, un 5,41% del total. En otras palabras: solo una de cada 20 moléculas de gas que llegaron a las costas españolas en forma líquida salió de ellas de la misma manera. Una cifra ridícula, que, para poner en contexto, apenas supone unas décimas del consumo anual de la Unión Europea.

Foto: Estación compresora de gas. (EFE/Filip Singer)

En 2022 ya había ocurrido algo semejante. Según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), España importó el año pasado, el primero tras el vuelco al tablero que trajo la guerra de Ucrania, 319 teravatios hora (TWh) de GNL. Sin embargo, solo se recargaron 25 TWh para enviar al exterior. Es decir, solo un 7,8% se reexportó, y no todo a nuestros vecinos comunitarios.

La CNMC no es el único organismo público que avala los datos del Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero. Los de la Corporación Española de Productos Petrolíferos (Cores), la entidad que contribuye a garantizar la seguridad de suministro, también van en la misma línea: entre enero y agosto de este año, entraron por los puertos españoles 194 TWh de gas natural licuado y solo salieron 14,5, de los cuales unos 9,5 tuvieron como destino la Unión Europea. En resumen: otro 5%, como indicaba el European LNG Tracker.

España importa mucho más GNL que antes de la guerra, pero solo uno de cada seis TWh 'extra' se reexportó a nuestros socios comunitarios

España importa mucho más GNL que antes de la guerra, es cierto, pero apenas uno de cada seis TWh extra que trajeron los barcos metaneros con respecto a 2021 —el último año de cierta normalidad, previo al cierre del grifo ruso—, se reexportó a nuestros socios comunitarios. En su mayoría a Italia, a través de pequeños buques que operan el llamado gasoducto virtual entre Barcelona y Livorno. ¿A dónde ha ido el resto del gas?

Existen tres opciones, y solo una resulta favorable a la teoría del Gobierno. Es posible que el GNL se acabase regasificando en España para exportarlo en forma de gas natural convencional. En lugar de enviarse por barco en forma líquida, que es lo que técnicamente se considera una reexportación, el hidrocarburo se devolvería a estado gaseoso en una de las siete plantas del país, para después introducirlo en la red y, una vez allí, bombearlo a Portugal y, sobre todo, a Francia, a través de las interconexiones de que dispone España. Sin embargo, esta solidaridad bajo el radar no se antoja suficiente: los flujos hacia nuestros dos vecinos se han incrementado desde el inicio de la crisis energética, pero no tanto.

Foto: Gasoducto que alimenta una central térmica. (iStock)

Datos de Cores: frente a los 60 TWh de GNL que llegaron de más entre enero y agosto de este año con respecto a 2021, España exportó por tubo 19 GWh extra. Es decir, aun suponiendo que todo el incremento de la exportación por tubo tiene su origen en los barcos metaneros, la mitad del gas que está llegando a mayores a través de los puertos se queda en nuestro país.

España no es un hub europeo, como pretendía el Gobierno. De hecho, tres de las plantas de regasificación nacionales están entre las cinco más ociosas de Europa, según el European LNG Tracker: Barcelona (18% de utilización), Cartagena (26%) y Sagunto (34%). Las otras dos son una instalación italiana y otra alemana que se acaban de poner en funcionamiento este año. Especialmente destacado es el caso de Barcelona, la mayor planta del continente, que entre el 1 de octubre de 2022 y el 31 de agosto de 2023 fue la más desaprovechada, al funcionar a solo el 17% de su capacidad, menos incluso que antes del estallido de la crisis energética. Son datos oficiales del informe anual de ACER, la Agencia para la Cooperación de los Reguladores de Energía de la Unión Europea.

A la vista de los hechos, la segunda y la tercera opción constituyen una parte esencial de la realidad que el Gobierno se niega a asumir. El gas que llega por barco se queda en España para el consumo interno y el llenado de las reservas estratégicas de nuestro país. Y lo hace por una razón muy sencilla: desde el cierre del gasoducto del Magreb, que surtía al mercado nacional de gas argelino, España ha dejado de recibir el torno al 40% del suministro que la abastecía por tubo, según el informe de Cores. Los 55 TWh que no entraron por vía convencional entre enero y agosto de 2023 —siempre con respecto al mismo período de 2021— prácticamente se corresponden con esos 60 que llegaron de más por barco. No sobra tanto: no, al menos, como para suponer que la mayoría de los buques metaneros llegan a España para hacerle un favor a nuestros vecinos del norte.

En el mejor de los casos, España consume y envía a partes iguales el GNL 'extra' que llega con respecto a antes de la guerra

Es cierto que hay otros factores que han podido influir, como el descenso de la demanda. Según el último informe mensual de Enagás —el gestor del sistema—, el consumo total, que incluye el de las empresas, los hogares y la producción eléctrica, cayó un 9,6% entre enero y septiembre de este año con respecto al mismo período de 2021. En concreto, son 26 TWh menos, que dejan más margen para exportar una parte del excedente que llega a nuestros puertos: España no necesitaría cubrir los 55 TWh que dejaron de entrar por tubo, sino solo 29 TWh. Pero, incluso así, lo que se podría dedicar al esfuerzo de solidaridad sería la mitad del total (cifra, por cierto, que coincide con la suma del incremento de las exportaciones por tubo y por barco).

Son cuentas de la lechera, pero todas ponen en duda el argumento de la ministra de Transición Ecológica cada vez que se le pregunta por la cuestión realmente espinosa que está detrás de esta polémica: la importación de GNL ruso. El espectacular incremento de las llegadas de barcos procedentes de Siberia está fuera de toda duda: en lo que llevamos de año, se ha disparado un 112% respecto a 2021, según Enagás, y un 100%, según Cores. En definitiva: se ha doblado, aportando alrededor de 30 MWh extra, la mitad de lo que han crecido, en su conjunto, las importaciones de GNL. Si la ministra tiene razón y el incremento de las compras de gas ruso no está beneficiando a España, solo cabe una posibilidad: toda la solidaridad que, en el mejor de los casos, estaría ejerciendo nuestro país se lleva a cabo con gas ruso. Ese se va; el estadounidense o el catarí, se quedan.

Foto: Planta de regasificación en Mugardos (A Coruña). (EFE/Kiko Delgado)

A falta de información sobre los contratos de las compañías, que son las verdaderas responsables de las operaciones, lo cierto es que España se ha convertido en la principal puerta de entrada del hidrocarburo del Kremlin en Europa. Es un dato incontestable, que se repite informe tras informe, independientemente de cuál sea la fuente. En el caso del elaborado por el Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero, nuestro país habría recibido 5,2 bcm de gas siberiano entre enero y septiembre, más de una cuarta parte del total de las llegadas por barco. Esto equivale a 1.650 millones de euros para las arcas del Estado que ha invadido Ucrania.

La propia Ribera ha pedido a las compañías que rompan los contratos con la autocracia de Vladímir Putin, pero lo cierto es que los Veintisiete han sido incapaces de ponerse de acuerdo para acordar un embargo por mar similar al que ya impusieron por gasoducto. Y esto ha generado una situación paradójica: España, que no recibía nada por tierra, ha pasado de ser el país europeo menos dependiente de la potencia euroasiática al que más. Según el laboratorio de ideas Bruegel, de referencia en Bruselas, si se produjese un embargo, la cuarta economía comunitaria tendría que sustituir la mitad del gas ruso que llega por barco para acabar el invierno con sus reservas subterráneas por encima del 20%.

De momento, los almacenes encaran el inicio de la temporada de calefacción —que suele marcarse para el 1 de noviembre— al 100% de su capacidad, según GIE-AGSI, la base de datos de los gestores de infraestructuras europeos. Junto a Portugal, España ha sido el país que más rápido las ha llenado, y el que más llenas las tiene. Pero la pregunta incómoda flota en el aire: ¿qué parte de ese gas procede de Rusia?

La mayor parte del gas natural licuado (GNL) que llega a los puertos españoles no se destina al esfuerzo solidario de nuestro país para abastecer a sus socios europeos, como dice el Gobierno. Así lo indican los datos publicados este martes por el Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero, que también muestran cómo España continúa liderando las importaciones de gas ruso en el seno de la Unión Europea. La extrapolación de este periódico a partir de las cifras que ofrecen varios organismos públicos va en la misma línea: en el mejor de los casos, apenas la mitad del incremento de los cargamentos de GNL desde que comenzó la guerra acaba, de una forma u otra, surtiendo a nuestros vecinos.

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