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Pero ¿a qué juega Orbán? Hungría mira a Rusia y quema puentes con sus aliados
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Un giro hacia Moscú

Pero ¿a qué juega Orbán? Hungría mira a Rusia y quema puentes con sus aliados

La guerra en Ucrania ha aislado a Hungría dentro del bloque comunitario. Su primer ministro, Viktor Orbán, es acusado de prorruso, pero muchos expertos creen que solo es "pro-Orbán".

Foto: Vladímir Putin y Viktor Orbán tras una rueda de prensa en Budapest en octubre de 2019. (Reuters/Bernadett Szabo)
Vladímir Putin y Viktor Orbán tras una rueda de prensa en Budapest en octubre de 2019. (Reuters/Bernadett Szabo)
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El Ejército ruso se adentra en un país vecino ante el nerviosismo internacional. Corre el año 2008 y los rusos no combaten contra soldados ucranianos, sino georgianos. Viktor Orbán, entonces líder de la oposición, tiene muy claro cuál es la solución para esta "agresión militar rusa": tanto Georgia como Ucrania deben entrar en la OTAN "tan pronto como sea posible".

Han pasado 15 años y el Orbán de hoy en día ha completado un giro de 180 grados. Desde que volvió al poder en 2010, el primer ministro no solo ha minado el Estado de derecho, la libertad de prensa y los derechos de minorías en Hungría, sino que lidera un Gobierno que describe al proyecto europeo como "la creación de un imperio" y que pone trabas a la entrada de nuevos miembros a la OTAN. Una incoherencia política que ha combinado con un alto grado de autoritarismo.

Foto: Viktor Orban. (EFE/Leszek Szymanski)

Roces con la UE y la OTAN

La guerra en Ucrania ha aumentado aún más la irritación entre sus aliados occidentales. Además, lo ha separado de sus socios tradicionales dentro de la Unión Europea, el Grupo de Visegrado (Polonia, República Checa y Eslovenia), firmes en su apoyo a Ucrania frente a la invasión rusa. Orbán ha condenado la "agresión" de Moscú, pero ahí termina la sintonía con el resto de países de su entorno. Hungría ha aceptado a regañadientes las sanciones impuestas hasta ahora al Kremlin, pero siempre negociándolas hasta el último detalle y consiguiendo excepciones, como la referida a la importación de petróleo crudo ruso. Además, también se opone a destinar más ayuda financiera a Kiev, como dejó claro el primer ministro en la última cumbre de la Unión Europea. Y rechaza por completo el envío de armamento a Ucrania.

Los roces no solo se limitan a sus socios comunitarios. Sus comentarios y acciones también levantan ampollas en la OTAN. A diferencia de hace 15 años, ahora no considera que Ucrania deba entrar "tan rápido como sea posible" y ha intentado bloquear las reuniones entre Kiev y la Alianza. Asimismo, está arrastrando los pies en el proceso de entrada de Suecia, con la oposición húngara denunciando el retraso de la votación parlamentaria para dar luz verde al país nórdico.

Foto: Camille Grand. (OTAN)
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En ocasiones parece que busca la discrepancia solo por llevar la contraria. Frente al consenso entre mandatarios y analistas occidentales sobre lo dañina que resultó la rebelión del grupo Wagner para la imagen Vladímir Putin, por ejemplo, Orbán afirma que el hecho de que se solucionara en 24 horas es "una señal de fortaleza".

"Ambición" de minipotencia regional

Mucho se especula con las intenciones del presidente húngaro. ¿A qué juega Orbán? ¿Es una simple marioneta de Putin? Para nada, dice Zsuzsanna Szelényi, experta en política internacional y exdiputada húngara, quien sostiene que las posturas de Orbán se malinterpretan. "En realidad, Orbán no es prorruso; solo es pro-Orbán", opina en un análisis para Euronews.

No son pocos en Hungría los que consideran que tiene "la ambición" de convertir al país en una potencia media dentro de Europa Central, con sus propios intereses y agenda claramente diferenciados de los de sus socios económicos y aliados militares. Eso explica que Budapest rechace la ruptura que Bruselas propugna con Moscú y que trate de establecer tantos vínculos como le sea posible con otros países y mercados en temas de infraestructura, inversión y relaciones diplomáticas.

Foto: Retrato de Viktor Orbán en una protesta en mayo de 2023. (EFE/Martin Divisek)

Son unas aspiraciones que recuerdan a otro verso libre dentro de la OTAN: Turquía. Ankara también ha protagonizado muchos desencuentros con sus aliados militares y se ha cuidado de mantener abiertas las relaciones con Rusia, hasta el punto de llegar a ser, en un momento dado, un candidato a la mediación para poner fin a la guerra.

¿Es esto también lo que busca Hungría? "No veo que el Gobierno de Orbán haya hecho esfuerzos en ese sentido", explica el analista político Gabor Gyori. "Además, dadas las tensas relaciones entre los Gobiernos de Hungría y Ucrania, no estoy seguro de que Kiev pueda ver al Ejecutivo de Hungría como suficientemente imparcial", agrega.

Tensiones con el agredido; vínculos con el agresor

Bajo esas intenciones de expandir su influencia en el centro de Europa, subyace la idea, muy popular entre el electorado más nacionalista, de la "Gran Hungría". Es decir, el territorio bajo control de la corona húngara hasta 1920 y que incluía zonas de la actual Ucrania, entre otros países.

Foto: El museo Casa del Terror en Budapest. (Reuters)

Hace solo unos meses, el Gobierno de Volodímir Zelenski exigía disculpas a Orbán por mostrarse en público con una bufanda que mostraba las fronteras de la "Gran Hungría". En Ucrania todavía vive una comunidad húngara de cerca de 150.000 personas. Su situación, sobre todo en lo que respecta a los derechos lingüísticos, enfrenta a Kiev y Budapest desde hace años.

Los encontronazos no se acaban ahí. Ucrania también denuncia que Hungría se niega a hablar con ellos sobre la supuesta entrega de 11 prisioneros de guerra ucranianos por parte de Rusia a principios de junio. "Se trata de un caso muy extraño, como mínimo", en palabras de un portavoz de la inteligencia de Ucrania.

Extrañas o no, son políticas que tienen apoyo doméstico. "Las posturas del Gobierno acerca de Ucrania son populares. También es así porque están reforzadas por una máquina mediática muy poderosa", indica Gabor Gyori. Para el analista, el control de Orbán sobre los medios es tal que podría haber optado por alinearse con la UE y apoyar las sanciones "y el apoyo habría sido igual de alto".

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Sin embargo, el primer ministro opta por mantener o aumentar, en la medida de lo posible, las relaciones con Moscú. A pesar de formar parte de la lista de su “países hostiles”, por haber aprobado sanciones en su contra, Hungría avanza con el plan de construir una central nuclear con la empresa rusa Rosatom. La nuclear es una energía que no está incluida en las sanciones de Bruselas. "Mantendremos nuestras relaciones económicas con Rusia y aconsejamos a todo Occidente que haga lo mismo, porque sin relaciones no había alto el fuego ni negociaciones de paz", dijo Orbán el pasado mes de febrero.

Hungría sufre la inflación más alta dentro de la Unión Europea. Su dependencia de Rusia para el suministro energético es total, pero su economía está profundamente ligada a la del bloque comunitario, con cerca de un 78% de sus exportaciones y un 71% de sus importaciones. ¿Cuánto tiempo puede seguir con las dos puertas, la de Bruselas y la de Moscú, abiertas? Es la pregunta que todos se hacen en Hungría.

Si el conflicto se recrudece, obligará a Budapest a tomar partido. Mientras no ocurra, el tiempo juega a su favor para salir del ostracismo europeo. La inmigración resurge en el debate público y le acerca a antiguos aliados, como Polonia. Y próximas elecciones podrían traerle nuevos compañeros ultraderechistas y recelosos de Kiev, como Marine Le Pen en Francia.

El Ejército ruso se adentra en un país vecino ante el nerviosismo internacional. Corre el año 2008 y los rusos no combaten contra soldados ucranianos, sino georgianos. Viktor Orbán, entonces líder de la oposición, tiene muy claro cuál es la solución para esta "agresión militar rusa": tanto Georgia como Ucrania deben entrar en la OTAN "tan pronto como sea posible".

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