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La UE se blinda contra la coerción comercial ante un incremento desleal de los dos gigantes
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El comercio como arma

La UE se blinda contra la coerción comercial ante un incremento desleal de los dos gigantes

El objetivo es proteger la soberanía estratégica de la UE ante prácticas como las represalias de China a Lituania por su apoyo a Taiwán

Foto: El Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell. (EFE / Julien Warnard)
El Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell. (EFE / Julien Warnard)

A la energía o la inmigración como armas de intimidación utilizada por algunos gobiernos para presionar a la UE, Bruselas añade ahora el comercio. La Eurocámara ha dado este miércoles luz verde por una amplia mayoría de 578 votos a favor, 24 en contra y 19 abstenciones al primer mecanismo contra la coerción en un "contexto geopolítico en el que el comercio y las inversiones son cada vez más utilizadas como armas por las potencias extranjeras". El doble objetivo es blindar la soberanía estratégica de la UE y hacer frente a las restricciones y las prácticas desleales de países terceros en materia comercial.

"Este instrumento permite reaccionar rápidamente ante la presión de otros países. Hemos introducido plazos y definiciones claros para determinar si una medida supone coerción y cómo reaccionar ante ella. Ahora tenemos una amplia gama de contramedidas, completando las herramientas defensivas a nuestra disposición. Si bien el objetivo es sobre todo disuasorio, también podremos actuar si es necesario para defender la soberanía de la Unión", explica el ponente del informe Bernd Lange, eurodiputado alemán socialdemócrata.

Foto: Viajeros con equipaje en un aeropuerto de Alemania. (Getty/Sean Gallup)

La medida colea desde hace años en los pasillos de Bruselas. Y tomó fuerza tras el aterrizaje de la Administración Trump, que desató una guerra arancelaria con sus socios transatlánticos. Unos vientos de confrontación que no amainaron con la llegada del demócrata Joe Biden a la Casa Blanca. En medio de una inestabilidad global en aumento, azuzada por la inflación récord colateral que deja la guerra en Ucrania y por la competencia mundial de los recursos naturales en escasez, Biden se sacó de la manga la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), que prevé destinar una bazuca de 370.000 millones de euros a su industria energética poniendo en apuros y en situación de vulnerabilidad a las firmas europeas.

Con este telón de fondo, la Comisión Europea presentó a finales de 2021 una propuesta para crear una base legal que sirva de escudo ante las prácticas desleales en materia comercial. Es el primer instrumento de este tipo en la UE. Un testigo que los líderes del G7 recogieron en mayo anunciando una plataforma de coordinación contra la coerción económica. Tras el aval de los eurodiputados, el último paso formal es la ratificación del Consejo, que podría llegar este mismo mes.

La medida en sí está pensada para situaciones extremas. Y no hay mucho apetito de disparar el gatillo. Tiene un objetivo principal disuasorio. La primera opción es el diálogo. "El mayor éxito que podría alcanzar es no tener que utilizarse", reza la comunicación de la Comisión Europea. A su vez, busca llenar el vacío legal que hay en esta materia en el reglamento de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que sí cuenta con un mecanismo para resolver litigios, pero es lento, farragoso y solo contempla incumplimiento de sus normas.

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"Permitirá a la UE tomar medidas, de acuerdo con el Derecho internacional y como último recurso, en caso de que la UE o los Estados miembros sufran el chantaje económico de un país extranjero que trate de influenciar una determinada política o posición", sintetiza la Eurocámara.

Tras investigar el caso en cuestión y con los esfuerzos diplomáticos fallidos, la Comisión tendría —a propuesta del Consejo— un margen de medio año para dibujar una serie de contramedidas de reacción, que podrían pasar por imponer restricciones al acceso a su Mercado Interior de bienes y servicios, exigir una reparación por los daños causados o limitar las inversiones.

China, en el centro del huracán

El blindaje europeo a su tejido comercial no puede entenderse sin el papel de una creciente China proteccionista. Un ejemplo de este tipo de coerción económica se remonta a 2021, cuando China impuso restricciones comerciales a Lituania en respuesta al respaldo del país a Taiwán.

Foto: EL canciller alemán, Olaf Scholz. (Reuters/Liesa Johannssen)

La UE busca la cuadratura del círculo para dar con la fórmula que le permita lidiar con el gigante asiático como socio clave en materias como el clima y la geopolítica, y como rival y competidor económico ante unas prácticas desleales que cada vez exprimen más a sus empresas.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ya sacó los dientes en su último discurso sobre el estado de la Unión pronunciado hace unas semanas en Estrasburgo anunciando una investigación sobre los subsidios chinos a los coches eléctricos. Bruselas quiere reducir los riesgos sin llegar a desacoplarse de Pekín. Y para ello busca incansablemente la tecla para poner en marcha medidas que reduzcan su dependencia en tecnologías avanzadas o materias críticas. Los europeos se vieron contra el espejo de su esquelética autonomía estratégica cuando durante la pandemia del coronavirus se dieron cuenta de que no eran capaces de producir ni un gramo de Ibuprofeno. En plena transición ecológica, han sido conscientes de que, por ejemplo, el 89% de los paneles solares que importa provienen de China.

Valdis Dombrovskis, vicepresidente responsable de Comercio de la Comisión Europea, viajó recientemente a Pekín para tomar el pulso y la temperatura del status quo de las relaciones bilaterales. Lo hizo poco después de asegurar que la UE será "más asertiva" con China si esta no garantiza "reciprocidad" y level playing field en el acceso a sus mercados. En una ronda de prensa con los eurodiputados, el letón ha reconocido que las relaciones con el segundo socio comercial de los europeos son "sumamente difíciles". "Pero hay que lidiar con esa complejidad", ha rebajado. "La cooperación con China para afrontar retos globales es muy importante. Es además un importante socio comercial. No podemos ignorar a China, pero tenemos que ser conscientes de que se comparta cada vez como un competidor y un rival", ha coincidido el eurodiputado popular Francisco José Millán Mon.

Tras su visita oficial, Dombrovskis ha detectado "cierta preocupación" en Pekín por las nuevas medidas que están articulando los europeos. Una preocupación que se traslada a territorio comunitario. China ha puesto en marcha una compleja legislación seguridad que dificulta la operatividad de las empresas europeas en su territorio. Dos tercios acusan un deterioro de su situación por los nuevos diques al intercambio de datos transfronterizos que prevé la legislación antiespionaje. "Vemos cierta apertura en el diálogo digital UE-China. La idea es que haya un mecanismo específico bilateral aborde la cuestión de los flujos de datos. Es importante que las empresas europeas sepan qué esperar", ha avanzado. En este contexto, la UE lucha por mantener el libre mercado, la savia bruta del proyecto europeo, y no dejarse arrastrar por el proteccionismo in crescendo que se extiende de punta a punta del globo.

A la energía o la inmigración como armas de intimidación utilizada por algunos gobiernos para presionar a la UE, Bruselas añade ahora el comercio. La Eurocámara ha dado este miércoles luz verde por una amplia mayoría de 578 votos a favor, 24 en contra y 19 abstenciones al primer mecanismo contra la coerción en un "contexto geopolítico en el que el comercio y las inversiones son cada vez más utilizadas como armas por las potencias extranjeras". El doble objetivo es blindar la soberanía estratégica de la UE y hacer frente a las restricciones y las prácticas desleales de países terceros en materia comercial.

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