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Red de espías chinos en Westminster: ¿debe UK replantearse su relación con el gigante asiático?
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El joven Cash

Red de espías chinos en Westminster: ¿debe UK replantearse su relación con el gigante asiático?

La detención de un asesor de 28 años es la punta del iceberg de una red china infiltrada en el Parlamento británico. El Gobierno está dividido ante el riesgo que Pekín plantea para la seguridad nacional

Foto: La gente se sienta en el Southbank con el Palacio de Westminster de fondo. (EFE / Tolga Akmen)
La gente se sienta en el Southbank con el Palacio de Westminster de fondo. (EFE / Tolga Akmen)

Chris Cash, un joven de 28 años, había protagonizado un rápido ascenso en los círculos políticos de Westminster. Era director del influyente Grupo de Investigación de China cofundado por Tom Tugendhat, ahora secretario de Estado de Seguridad. Trabajó además como investigador para la parlamentaria conservadora Alicia Kearns, ayudándola con su exitosa campaña para presidir el comité selecto de Asuntos Exteriores de la Cámara de los Comunes. Tenía 'don de gentes' y era experto en redes sociales. Se codeaba con ministros y organizaba cada dos meses unas copas informales en un pub cercano al Parlamento a las que acudían funcionarios públicos, asesores políticos, periodistas, representantes de 'think tank' e incluso jóvenes de Hong Kong.

Su abrupta desaparición el pasado mes de marzo fue desconcertante. Corrió el rumor de que había decidido tomarse un año sabático para viajar por el sudeste asiático. Pero es ahora cuando se ha conocido la verdad: Cash ha sido arrestado bajo sospecha de delitos de espionaje. Junto a él ha sido detenido otro hombre en su treintena cuya identidad no ha salido a la luz, aunque, según la prensa, se trata de un académico.

Foto: El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. (EFE/EPA/Michael Reynolds)

En un comunicado difundido a través de sus abogados, el asesor parlamentario ha defendido su inocencia. Por su parte, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Mao Ning, ha calificado las acusaciones de "calumnias maliciosas". Con todo, los servicios de inteligencia británicos sospechan que una red de espías chinos se ha infiltrado en Westminster y planean desenmascararlos en los próximos meses utilizando la nueva Ley de Seguridad Nacional, aprobada este verano. Trabajar en secreto para una potencia extranjera hostil se convertirá a partir de ahora en un delito penal.

La noticia —publicada en exclusiva por The Times— pilló al 'premier' Rishi Sunak en la cumbre del G20 en India, donde se reunió con su homólogo chino Li Qiang al que transmitió sus "importantes preocupaciones sobre la interferencia china en la democracia parlamentaria de Reino Unido". Así lo ha explicado este lunes en una intervención especial en la Cámara de los Comunes, donde ha recalcado que "las acciones que buscan socavar la democracia británica son completamente inaceptables". Pero eso no ha sido suficiente para algunos de sus ministros.

El gabinete está completamente dividido. La titular de Interior, Suella Braverman, y el secretario de Estado de Seguridad, Tom Tugendhat, están presionando para que el gigante asiático sea categorizado como una amenaza a la "seguridad y los intereses" de Reino Unido. Quieren que cualquier persona que trabaje "bajo la dirección" de China o de empresas chinas vinculadas al Estado comunista tengan que registrarse ante el Gobierno británico y revelar cualquier actividad que esté llevando a cabo en su nombre. No hacerlo sería un delito penal y estaría sujeto a una pena de cárcel de cinco años.

Sin embargo, la medida ha encontrado resistencia en otros ministerios. Al Tesoro le preocupa el impacto económico que eso conllevaría con el gigante asiático, que es el cuarto socio comercial de Reino Unido. Durante las primarias del Partido Conservador del verano pasado, Rishi Sunak describió a China como la mayor amenaza a la que se enfrentaba Londres. Pero desde que se mudó al Número 10, su tono ha cambiado significativamente ante una cuestión que divide profundamente a sus filas.

En marzo, el Gobierno actualizó la llamada 'Revisión Integrada' —donde se plasma la estrategia en Exterior y Defensa— y en lugar de "amenaza", como demandaba un sector importante de sus diputados, optó por denominar a Pekín "desafío sistémico que define una época".

El argumento del pragmático Sunak (que antes de primer ministro fue titular del Tesoro) es que China es simplemente demasiado grande para ser ignorada. Defiende que es mejor seguir el enfoque de otras naciones aliadas como Japón, Canadá, Australia o el propio Estados Unidos y tener un compromiso constructivo con el régimen de Xi Ping, planteando las preocupaciones cara a cara.

Lo cierto es que todo respecto al gigante asiático resulta extremadamente complejo en términos geopolíticos para los líderes Occidentales. A través del acuerdo Aukus, Reino Unido, Estados Unidos y Australia han renovado la alianza de la angloesfera para contrarrestar los esfuerzos de China por obtener el dominio en el Indo-Pacífico.

El gigante asiático está violando las libertades civiles en Hong Kong, amenaza con invadir Taiwán y representa el principal apoyo a Rusia en la guerra en Ucrania. Pero también es la segunda economía del mundo y un actor clave para discutir desafíos globales como el cambio climático. La estrategia, por tanto, es mantener "relaciones constructivas".

En junio, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken viajó a Pekín en lo que supuso la visita estadounidense de más alto nivel desde 2018. En agosto, James Cleverly fue el primer ministro de Exteriores británico en visitar China en cinco años. Por su parte, este otoño, Anthony Albanese se convertirá en el primer líder australiano en pisar el gigante asiático desde 2016.

Foto: El secretario de estado norteamericano Antony Blinken cancela su viaje a China por un presunto globo espía. (EFE / Mark R.Cristino)

Con todo, la creciente evidencia de espionaje chino en Reino Unido despierta preocupación en Westminster. Ken McCallum, director general del MI5, y otros altos funcionarios de seguridad han advertido sobre los intentos de Pekín de cambiar la dirección de la legislación y robar propiedad intelectual británica. Por su parte, Matt Jukes, comisionado adjunto de Scotland Yard, aseguró recientemente que las investigaciones relacionadas con amenazas de estados extranjeros se habían cuadriplicado en los últimos dos años.

El pasado mes de julio, el informe del Comité de Inteligencia y Seguridad del Parlamento británico denunció que la inteligencia china tiene un interés "prolífico" y "agresivo" en Reino Unido, lo que supone un "desafío" para los servicios secretos nacionales. El informe critica que los sucesivos gobiernos han aceptado el dinero del gigante asiático "sin demasiadas preguntas" y las preocupaciones de seguridad han quedado diluidas entre los intereses económicos. Denuncian que el régimen comunista usa el dinero y los espías para introducirse en cada sector de la economía británica. En especial, critica el aumento de la influencia china en la educación y en la energía nuclear de uso civil.

Foto: El primer ministro británico, Boris Johnson (Reuters)

Muchas universidades británicas tienen vínculos con instituciones chinas y cada vez son más los jóvenes chinos que estudian en centros académicos de Reino Unido, incluidas escuelas privadas secundarias. El Comité de Inteligencia de los Comunes concluye que la ambición global de China de convertirse en una superpotencia tecnológica y económica representa el "mayor riesgo" para Reino Unido.

La Ley de Seguridad Nacional, aprobada en Westminster este verano, contiene nuevos poderes para facilitar el procesamiento de la transmisión de información a estados hostiles. La normativa viene a reemplazar a la Ley de Secretos Oficiales de 1911, con la que era mucho más difícil probar presuntos delitos, y con la que se detuvo el pasado mes de marzo al asesor parlamentario Chris Cash y al otro individuo cuya identidad aún no ha sido revelada. Ambos han quedado en libertad bajo fianza hasta principios de octubre.

Un joven espía

Cash, criado en un barrio acomodado de Edimburgo, estudió en el colegio privado de George Watson's College, donde fue jugador de rugby, miembro del equipo de debates y el capitán de cricket del primer equipo más joven de la escuela. Posteriormente, se licenció en la prestigiosa Universidad de St Andrews —la misma en la que estudió el heredero al trono, el príncipe William— antes de pasar dos años enseñando literatura inglesa en una escuela internacional en Hangzhou, cerca de Shanghai, en un programa dirigido por el British Council.

Regresó al Reino Unido para estudiar un máster en China y globalización en el King's College de Londres, antes de conseguir un empleo en Westminster en 2021, cuando fue contratado para el Grupo de Investigación de China, un influyente grupo de parlamentarios que han adoptado una posición generalmente crítica ante Pekín y cuyos éxitos incluyen haber presionado al Gobierno para prohibir los equipos de Huawei en la red 5G.

Foto: El vestíbulo del edificio del cuartel general de la CIA en Langley. (Reuters)

Cash había criticado públicamente a China en varias áreas, pero en ocasiones también había abogado por matices en los debates. En su cuenta —ahora eliminada— de X (Twitter), su tweet más reciente fue una cita de un artículo en los medios alemanes sobre el impacto negativo en la economía alemana de aplicar una política de "desacoplamiento" de China en toda la UE. Asimismo, también realizó varios intentos el año pasado para concertar una cita con Noa Hoffman, la periodista del The Sun, el tabloide más leído de Reino Unido.

Según The Times, el material suministrado supuestamente por Cash al régimen de Xi Ping no era "clasificado". Sin embargo, una fuente de seguridad asegura al rotativo que no es necesario que la información fuera "ultrasecreta" para ser altamente sensible y valiosa para China. "Se trata de redes de influencia. De qué piensa la gente en el parlamento y con quién se puede hablar", matiza.

El 'tory' Tim Loughton, miembro destacado de Inter-Parliamentary Alliance on China —un grupo compuesto por parlamentarios de diferentes formaciones que piden marcar distancias con Pekín— asegura que su "gran preocupación durante los últimos meses es que nadie de China haya sido sancionado". "No hay seguimiento. No hay consecuencias. Si hay un espía operando para el gobierno chino que ahora ha sido descubierto, tiene que haber implicaciones para la gente de la embajada china en Reino Unido. Es necesario que haya sanciones o expulsiones", concluye.

Chris Cash, un joven de 28 años, había protagonizado un rápido ascenso en los círculos políticos de Westminster. Era director del influyente Grupo de Investigación de China cofundado por Tom Tugendhat, ahora secretario de Estado de Seguridad. Trabajó además como investigador para la parlamentaria conservadora Alicia Kearns, ayudándola con su exitosa campaña para presidir el comité selecto de Asuntos Exteriores de la Cámara de los Comunes. Tenía 'don de gentes' y era experto en redes sociales. Se codeaba con ministros y organizaba cada dos meses unas copas informales en un pub cercano al Parlamento a las que acudían funcionarios públicos, asesores políticos, periodistas, representantes de 'think tank' e incluso jóvenes de Hong Kong.

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