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Momento Aukus: la gran disuasión estratégica de EEUU, UK y Australia contra China
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Momento Aukus: la gran disuasión estratégica de EEUU, UK y Australia contra China

El presidente Biden recibe este lunes al británico Sunak y al australiano Albanese para anunciar los primeros detalles del Aukus. Camberra comprará tres submarinos nucleares clase Virginia

Foto: USS John Warner (SSN 785) de la clase Virginia Bloque III. (US NAVY)
USS John Warner (SSN 785) de la clase Virginia Bloque III. (US NAVY)

No diga disuasión, diga Aukus. El gran pacto geoestratégico entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia se materializará este lunes con una cumbre en la que se darán los primeros detalles sobre esta controvertida alianza —diseñado en 2021 antes de la guerra a un alto coste diplomático—. Las expectativas son altas. Australia anunciará la compra de al menos tres submarinos nucleares estadounidenses y un proyecto para construir los suyos propios con base a un diseño británico de próxima generación. Con esto, Washington avanza en uno de sus ejes vertebrales en su plan de contención militar para frenar la creciente influencia china en el Indo-Pacífico.

Desde hace días, agencias y medios anglosajones se han llenado con las filtraciones sobre los anuncios que se esperan este lunes en San Diego, donde el presidente Joe Biden recibirá al británico Rishi Sunak y al australiano Anthony Albanese. Las informaciones apuntan a que, en un primer momento, Camberra se hará con tres submarinos estadounidenses clase Virginia con capacidad nuclear para reforzar de forma inmediata su debilitada flota de seis Collins (que irán quedando fuera de servicio hacia 2039). Además, se reservaría la opción de adquirir dos unidades adicionales y sus submarinistas recibirán entrenamiento en las capacidades, operación y mantenimiento de estos equipos.

Esta primera fase sería el parche para un plan a largo plazo que incluye la construcción de los primeros submarinos australianos sobre un modelo británico SSN(R) (Submersible Ship Nuclear Replacement), impulsado por BAE Systems y Rolls Royce. Estos buques, futuros sucesores de la clase Astute, están que todavía está en fase de diseño y no se espera que entren en servicio hasta, como muy pronto, 2040. La variante australiana probablemente llevaría un sistema de combate de la estadounidense Lockheed Martin, compatible con los Collins, Virginia y el resto de la flota norteamericana. Para acometer este proyecto, la Marina australiana debe actualizar sus astilleros y puertos con la tecnología y seguridad necesarias para albergar a una de las armas más estratégicas del planeta. Además, la alianza tiene un segundo gran pilar para la cooperación en armas hipersónicas, guerra electrónica y capacidades submarinas (aunque en esto se ha avanzado menos hasta la fecha).

A diferencia de los convencionales, los submarinos propulsados por reactores nucleares pueden navegar en inmersión más rápido y durante más tiempo —hasta cuatro meses sin tener que aflorar— y tienen abastecimiento de energía asegurado para sus 25 años de vida útil. Son difícilmente detectables y pueden ir armados con todo tipo de armas estratégicas, incluyendo misiles de crucero con cabezas atómicas. Su elevado coste hace que apenas media docena de países puedan invertir en ellos. Estados Unidos está inmerso en la producción de 12 nuevos submarinos nucleares de la clase Columbia a un precio de 128.000 millones de dólares.

Foto: El submarino Mistral, en Ferrol en 2016. (EFE/Kiko Delgado)

El acuerdo Aukus (un acrónimo de Australia, United Kingdom y US) fue negociado en secreto y anunciado por los tres países en septiembre de 2021. Nunca se dijo explícitamente, pero su objetivo es claro. Actualizar el potencial militar de Australia para elevarlo a la categoría nuclear y tener así un elemento de disuasión adicional para contrarrestar el expansión militar y estratégica de China. En su momento, el anuncio provocó un pequeño cataclismo diplomático. Francia, que perdió un importante contrato de 90.000 millones de euros con Australia para la venta de al menos una docena de submarinos convencionales como reemplazo a los Collins, acusó a sus aliados asestarle "una puñalada por la espalda" y llamó a consultas a sus embajadores en Washington y Camberra.

El pacto también ninguneaba a los socios europeos, a los que ni se informó ni consultó. De hecho, el anuncio de los anglosajones llegó la misma semana en la que el Alto Representante Diplomático de la UE, Josep Borrell, presentaba la estrategia común de los 27 para el Indo-Pacífico. Japón y Corea del Sur, acérrimos aliados de Washington, también se sintieron desplazados. La maniobra volvió a mostrar la peor cara del unilateralismo estadounidense y era un indicador —más— de la debilidad política y militar de la OTAN. Mientras, la alianza fue recibida por China como un nuevo paso más en "las provocaciones de Occidente" en la región. Sin embargo, todas estas tensiones se vieron diluidas a los pocos meses con la invasión de Rusia a Ucrania. O al menos aplazadas. Hasta hoy.

El Pacífico, menos pacífico

La guerra cambió de golpe el guion geopolítico del siglo XXI. Pero la gran trama se mantiene y está lejos de Europa. Las contradicciones entre China y Estados Unidos se están acelerando. La Casa Blanca acaba de solicitar un presupuesto de Defensa para el ejercicio fiscal 2024 que se acerca al billón de dólares (+3,3 interanual), en el que se incluyen 6.000 millones para Ucrania, la OTAN y otros aliados europeos; y otros 9.100 millones para la Iniciativa de Disuasión en el Pacífico que impulsa el Pentágono. También hay una petición de casi 40.000 millones de dólares para modernizar las capacidades nucleares del país. Muchos militares y expertos estadounidenses creen que China podría invadir Taiwán —país que considera una provincia rebelde— en los próximos años, un movimiento que desestabilizaría todo el planeta.

Foto: El Ejército chino, cada vez más potente y avanzado. En la imagen, blindados ZBL-08. (Mil-ru)

Por su parte, Pekín acaba de anunciar un presupuesto de unos 225.000 millones de dólares (+7,2% interanual) —cuatro veces menos que su rival—, aunque algunos analistas creen que son cifras maquilladas a la baja, con numerosas partidas secundarias o directamente secretas. "Los intentos externos de presionar y contener a China están escalando", dijo el primer ministro saliente, Li Keqiang, en su reporte de gobierno. "Las Fuerzas Armadas deben intensificar su entrenamiento militar y su preparación para todos los escenarios", agregó en el informe. El Ejército Rojo ha estado particularmente activo en el último año, con muestras constantes de despliegue militar en territorio aéreo y marítimo taiwanés, e incluso pruebas de misiles balísticos.

En Europa, la agresión ruso ha galvanizado a los aliados transatlánticos y, en público, han dejado sus diferencias atrás. El francés Emmanuel Macron, el más agraviado por el Aukus, dio el asunto por superado tras el cambio de gobierno australiano y el pago de una indemnización a las empresas francesas afectadas por el volantazo submarino. Tampoco tienen mucho margen los europeos. La guerra ha desnudado las enormes carencias militares de prácticamente todos los ejércitos continentales, que se han lanzado a sus propios programas de modernización de defensa. Ha quedado claro que sin la ayuda militar de Estados Unidos, Ucrania habría caído.

Foto: Foto: Reuters/Florence Lo. Opinión

Irónicamente, es en los propios países implicados donde el resurgir del pacto ha sido recibido con menos entusiasmo. En Estados Unidos, tanto en el Congreso como en la Marina hay temores de que los esfuerzos por armar a su socio oceánico debilite sus propios planes de refuerzo militar agregando tensiones a las ya congestionadas líneas de producción de la clase Virginia. También en Reino Unido avisan de que para cumplir este compromiso se requerirán nuevas inversiones en los saturados astilleros británicos.

En Australia, varios analistas militares advierten de las dificultades —y costes— de operar y mantener dos tipos diferentes de submarinos nucleares, con lo que eso conlleva en términos logísticos. Además, expertos han criticado que, según informes iniciales, los submarinos australianos vayan a utilizar uranio altamente enriquecido, uno de los materiales más peligrosos del planeta, y piden que se contemplen otras opciones.

“Si esta es la senda óptima para tener submarinos nucleares, es una completa chaladura. ¿Por qué deberíamos, después de haber logrado lo más difícil para tener los clase Virginia, embarcarnos en otro programa de submarino nuclear con todas las dificultades diabólicas que entraña?”, resumió Ben Packham, corresponsal de defensa de The Australian, uno de los diarios más influyentes del país.

No diga disuasión, diga Aukus. El gran pacto geoestratégico entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia se materializará este lunes con una cumbre en la que se darán los primeros detalles sobre esta controvertida alianza —diseñado en 2021 antes de la guerra a un alto coste diplomático—. Las expectativas son altas. Australia anunciará la compra de al menos tres submarinos nucleares estadounidenses y un proyecto para construir los suyos propios con base a un diseño británico de próxima generación. Con esto, Washington avanza en uno de sus ejes vertebrales en su plan de contención militar para frenar la creciente influencia china en el Indo-Pacífico.

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