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Nace la alianza militar anglosajona contra China, un país que... ¿no es una amenaza?
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Nace la alianza militar anglosajona contra China, un país que... ¿no es una amenaza?

Reino Unido, Estados Unidos y Australia materializan su pacto para contrarrestar los esfuerzos de China por obtener el dominio en el Indo-Pacífico, pero siguen teniendo dificultades

Foto: El presidente de EEUU, Joe Biden (c), el primer ministro australiano, Anthony Albanese (i), y el primer ministro británico, Rishi Sunak, pronuncian sendos discursos sobre la cumbre Australia-Reino Unido-EEUU (Aukus). (EFE/Etienne Laurent)
El presidente de EEUU, Joe Biden (c), el primer ministro australiano, Anthony Albanese (i), y el primer ministro británico, Rishi Sunak, pronuncian sendos discursos sobre la cumbre Australia-Reino Unido-EEUU (Aukus). (EFE/Etienne Laurent)

Aukus no es una gran declaración filosófica como la Carta del Atlántico que Franklin Roosevelt y Winston Churchill firmaron en 1941, estableciendo una visión conjunta para un mundo de posguerra. Pero la intención subyacente de este gran pacto geoestratégico entre el Reino Unido, Estados Unidos y Australia es clara: las naciones de la "anglósfera" están renovando su alianza, esta vez para contrarrestar los esfuerzos de China por obtener el dominio en el Indo-Pacífico.

El acuerdo, negociado en secreto y anunciado en septiembre de 2021 (no sin controversia), se ha materializado este lunes con una cumbre trilateral en San Diego en la que Rishi Sunak, Joe Biden y Anthony Albanese han detallado el diseño de los submarinos de propulsión nuclear que se fabricarán para Canberra utilizando tecnologías secretas británicas y estadounidenses. De momento, Australia se hará con tres buques estadounidenses clase Virginia —con la opción de comprar dos más— que se entregarán "en el transcurso de la década de 2030". Tendrán armas convencionales, pero serán propulsados por reactores nucleares.

Foto: USS John Warner (SSN 785) de la clase Virginia Bloque III. (US NAVY)

Por su parte, Downing Street ha anunciado un aumento de 5.000 millones de libras para el gasto en defensa (aunque no es suficiente para alcanzar su compromiso de destinar el 2,5% del PIB) y está preparando para duplicar su flota de submarinos al advertir sobre la “década difícil y peligrosa” que viene por delante.

Al pacto Aukus no le faltan detractores en los propios países firmantes. Existen dudas respecto al gasto y tiempo para involucrarse tan profundamente en la tecnología nuclear, reticencias a compartir algunos de los secretos mejor guardados y, sobre todo, preocupación ante la posibilidad de estar contribuyendo a un peligroso aumento de las tensiones militares con China.

Con todo, el acuerdo (cuyo nombre nace de un acrónimo de Australia, United Kingdom y US) goza del apoyo bipartidista en los tres países. Y en Londres, en particular, para un Gobierno conservador que todavía está tratando de entender el Brexit, también es un símbolo de que la Gran Global Britain puede ser algo más que un eslogan vacío.

Foto: Imágenes de la búsqueda de la cápsula. (Reuters)

Para los arquitectos de Aukus, el propósito no es librar una guerra, sino prevenirla. Se justifica como un acto clásico de disuasión, destinado a desalentar a China a que despliegue su fuerza militar contra Taiwán o en el mar de China Meridional. Creen que el hecho de que Occidente no haya respondido con fuerza antes alentó a Pekín a seguir presionando.

La reacción del Gobierno de Xi Ping no se ha hecho esperar. Wang Wenbin, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, ha asegurado que el Reino Unido, Estados Unidos y Australia “ignoran por completo las preocupaciones de las comunidades internacionales y se dirigen a un camino de error y peligro”. “China ha enfatizado muchas veces que la llamada asociación de seguridad trilateral para promover la cooperación en submarinos nucleares y otras tecnologías militares de vanguardia es un caso típico de la mentalidad de la Guerra Fría que solo estimularía las carreras de armamentos, socavaría el sistema mundial de no proliferación nuclear y dañaría la paz y la estabilidad regionales. Lo que debe enfatizarse es que la región de Asia-Pacífico es la más vital y de más rápido crecimiento del mundo, y eso debe ser apreciado”, ha recalcado.

De "amenaza" a "desafío sistémico"

Todo respecto al gigante asiático resulta extremadamente complejo en términos geopolíticos. Cuando se quiere resolver un problema, ayuda el poder definirlo. Pero, cuando se trata de un problema como el de China, los líderes Occidentales tienen dificultades para encontrar las palabras adecuadas.

En su momento, Liz Truss trató de designar al gigante asiático como una "amenaza" para el Reino Unido, aunque su fugaz paso por Downing Street impidió que eso se convirtiera en una política establecida. Durante las primarias conservadoras del pasado verano, Rishi Sunak también llegó a utilizar un tono combativo. Sin embargo, ahora apuesta por un discurso más moderado. En lugar de "amenaza" —como demandaba un sector importante de sus propias filas— ha optado por denominar a Pekín "desafío sistémico". Así figura en la actualización que su Gobierno ha publicado este mismo lunes de la llamada Revisión Integrada, es decir, la estrategia exterior y de seguridad.

Cuando el entonces premier Boris Johnson presentó el documento original en 2021 —anunciándolo como la "mayor revisión" desde la Guerra Fría— ya se ponía la mirada en Indo-Pacífico y, aunque se consideraba a China como "la mayor amenaza estatal" para el Reino Unido, se marcaba el objetivo de estrechar las relaciones comerciales.

Foto: Johnson en una sesión del consejo de seguridad en febrero. (EFE)

La guerra de Ucrania obligaba ahora a realizar una actualización del texto. Pero aunque Downing Street considera que China plantea un "desafío que define una época", ya que es "cada vez más explícita" en su objetivo de hacer que el orden internacional sea "más favorable a su sistema autoritario", al mismo tiempo recalca la necesidad de mantener relaciones constructivas con la que es la segunda economía más grande del mundo.

El enfoque ha enfurecido a los halcones del Partido Conservador que quieren marcar una línea dura respecto al régimen de Xi Jinping. Pero Sunak ha preferido diseñar una terminología más acorde a la política actual estadounidense. Washington es el líder indiscutible de cualquier esfuerzo Occidental para contrarrestar a China, pero la Administración de Joe Biden define al gigante asiático como desafío y no como una amenaza. Si Sunak hubiera dado un paso más allá, habría tenido mucho que perder.

La visión de Estados Unidos ante China hacia el final de la Administración de Donald Trump fue una disociación integral, en la que se presentaba a Pekín en términos mayoritariamente de confrontación. Sin embargo, Biden prefiere hablar ahora de "competencia dura". El último documento de estrategia de defensa nacional de la Casa Blanca consideró a Rusia como una "amenaza aguda", mientras que China fue retratada como el único "competidor" a largo plazo de los Estados Unidos.

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El problema con la categorización de China es que existen múltiples aspectos en su papel global a medida que expande su presencia en el escenario mundial. A diferencia de la rivalidad de la Guerra Fría entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, el choque de superpotencias de hoy involucra a las dos economías más grandes del mundo, profundamente entrelazadas. El comercio de bienes entre Estados Unidos y China tuvo un valor de 690,600 millones de dólares en 2022 y los intentos de ambos lados del Pacífico por desenredar la relación se han visto obstaculizados por vínculos de todo tipo. En la era de Barak Obama hubo incluso discusiones serias sobre si podría surgir un "G2" para establecer unas relaciones nunca fáciles, pero con seriedad y de buena fe, para abordar los grandes problemas del mundo.

Los costos de la hostilidad mutua ahora son mayores y más claros que entonces: el riesgo de una recesión económica mundial, la incapacidad de abordar la crisis climática y, por supuesto, la guerra de Ucrania. Sin embargo, lejos de fortalecerse, las relaciones bilaterales han caído en picado. No solo se encuentra en su punto más bajo en años, sino que parece estar atrapada en una espiral descendente. Las modestas esperanzas de un deshielo cuando Xi y Biden se reunieron en la cumbre del G20 en Bali en noviembre del año pasado pronto se desvanecieron cuando las fuerzas estadounidenses derribaron un globo espía chino en febrero.

Washington es muy consciente de que ha sido complaciente en su competencia con China por la influencia global. Asumió que una mejor tecnología estadounidense y su modelo democrático ganarían la batalla, solo para descubrir que los países africanos y otras partes del sur del globo se cruzaron de brazos cuando Estados Unidos pidió su apoyo en la asamblea general de la ONU. El año pasado, un viejo aliado del Pacífico, las Islas Salomón, firmó un pacto de seguridad con Pekín, negando la entrada a un barco de la Guardia Costera de Estados Unido poco después.

China primero

Desde que Xi asumió el poder en 2012, ha promovido una ideología nacionalista de China primero que ve a Estados Unidos como una amenaza fundamental para la seguridad del país. Esta visión se ha endurecido por las disputas territoriales en el mar de China Meridional y el apoyo de Washington a Taiwán. Biden ha prometido en repetidas ocasiones responder militarmente si China intenta capturar Taiwán por la fuerza, lo que se aparta de la retórica más cautelosa de las administraciones anteriores. En este sentido, el primer ministro británico también se alinea ahora con su aliado especial. De ahí que la actualización de la Revisión Integrada del Reino Unido mencione, por primera vez, la "supuesta amenaza de China continental para Taiwán".

placeholder Australia-Reino Unido-EEUU (Aukus). (Reuters/Leah Millis)
Australia-Reino Unido-EEUU (Aukus). (Reuters/Leah Millis)

La alineación con otros países de ideas afines es una de las tres vertientes que describe ahora Downing Street para tratar el gigante asiático. Las otras dos vertientes pasan por continuar interactuando con Pekín, pero siempre protegiendo los intereses británicos. De ahí el bloqueo de una empresa china para que no adquiera Newport Wafer Fab, una planta de semiconductores de Gales, y la eliminación de China General Nuclear en la construcción de la nueva central nuclear Sizewell C. A pesar de las disputas dentro del Partido Conservador, la opinión de Pekín es que el Reino Unido se está volviendo cada vez más asertivo.

La nueva Revisión Integrada también establece una Autoridad de Seguridad de Protección Nacional, que se ubicará en el MI5 y asesorará a empresas y universidades sobre los riesgos del espionaje industrial, algo que Sunak se había comprometido a hacer en julio del año pasado. Asimismo, incluye una duplicación de la financiación para la "capacidad de China en todo el Gobierno", en otras palabras, capacitar a los funcionarios públicos y otros actores gubernamentales para comprender mejor al gigante asiático y mejorar las habilidades lingüísticas para interactuar con el país.

Aukus no es una gran declaración filosófica como la Carta del Atlántico que Franklin Roosevelt y Winston Churchill firmaron en 1941, estableciendo una visión conjunta para un mundo de posguerra. Pero la intención subyacente de este gran pacto geoestratégico entre el Reino Unido, Estados Unidos y Australia es clara: las naciones de la "anglósfera" están renovando su alianza, esta vez para contrarrestar los esfuerzos de China por obtener el dominio en el Indo-Pacífico.

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