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De los globos espía a redes interceptadas: EEUU tiene un problema con el espionaje chino
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Tensiones entre Washington y Pekín

De los globos espía a redes interceptadas: EEUU tiene un problema con el espionaje chino

Lo del globo espía es solo lo último: EEUU tiene un serio problema de espionaje chino y contraespionaje. Solo mediante ciberataques, China ha extraído los datos personales de gran parte de la población estadounidense

Foto: El vestíbulo del edificio del cuartel general de la CIA en Langley. (Reuters)
El vestíbulo del edificio del cuartel general de la CIA en Langley. (Reuters)

Este pasado jueves, EEUU se despertó con la denuncia por parte del Pentágono de que un globo espía chino sobrevolaba territorio estadounidense. La aeronave había sido detectada sobre Montana, donde se sitúa la Base de Malmstrom de la fuerza aérea, una de las tres localizaciones desde las que se gestionan los misiles balísticos intercontinentales del país. El artefacto también habría sobrevolado Canadá. Menos de un día después, las fuerzas armadas estadounidenses señalaron que un segundo aparato había sido detectado sobre Latinoamérica. Finalmente, el artefacto acabó siendo derribado por las tropas estadounidenses.

El portavoz del Pentágono, el general de brigada Patrick Ryder, ha reconocido que no es ni mucho menos el primer aparato de estas características hallado sobre territorio estadounidense. Algunas de estas aeronaves, de hecho, estarían detrás del aluvión de avistamientos de “fenómenos aéreos no identificados” de los últimos años. El incidente ha llevado al Secretario de Estado de EEUU, Anthony Blinken, a posponer el viaje que tenía previsto a Pekín en los próximos días. China, por su parte, ha acusado a Washington de "sobrerreaccionar" con este caso y se ha reservado "el derecho de dar las respuestas necesarias".

Foto: Un cartel durante la celebración de un encuentro junto al Área 51 de EEUU en 2019. (Reuters)

La coincidencia temporal entre ambos elementos -el presunto envío de un aparato fácilmente detectable apenas días antes de este tour- ha llevado a algunos expertos a especular con que este podría haber sido el verdadero propósito del gobierno chino al enviar el globo. Más aún teniendo en cuenta que las capacidades de observación por satélite por parte de las autoridades chinas han crecido exponencialmente en los últimos años, como quedó demostrado el pasado mayo, cuando un grupo de científicos chinos hizo público que gracias a la inteligencia artificial habían logrado encontrar y vigilar los movimientos de un portaaviones estadounidense en tiempo real por primera vez.

Este episodio se produce pocos días después de la condena a ocho años de prisión por intento de espionaje a un ingeniero chino que había llegado a EEUU una década antes con visado de estudiante. Según los tribunales, Ji Chaoqun se había alistado en la reserva para tratar de obtener un empleo en la CIA, el FBI o la NASA y lograr acceso a sus bases de datos. Durante todo ese tiempo, Chaoqun habría estado en contacto con un supuesto ‘manejador’ del Ministerio de Seguridad del Estado (MSS), una de las dos grandes agencias de inteligencia chinas, a quien en todo habría estado más que dispuesto a facilitarle la información recabada. Lo que Chaoqun no sabía, para su desgracia, es que su supuesto supervisor chino era en realidad un agente federal encubierto que estaba recopilando evidencias en su contra. El FBI, de hecho, se toma muy en serio las actividades de espionaje por parte de China, como muestra la página web que han habilitado al respecto.

Reorientación de recursos hacia China

En el polarizadísimo entorno político actual en EEUU, la “amenaza estratégica de China” es uno de los pocos asuntos sobre los que hay cierto consenso bipartidista. Si la administración republicana de Donald Trump adoptó toda una batería de medidas destinadas a contener la supuesta “competencia desleal china”, el gobierno demócrata de Joe Biden ha seguido por el mismo camino, incluyendo el reciente bloqueo de componentes clave para el crecimiento tecnológico de China. Y esa reorientación de recursos hacia la competición estratégica entre ambas potencias incluye, naturalmente, a los servicios de inteligencia.

En octubre de 2021, la CIA anunció una profunda reestructuración interna que incluiría la creación de un nuevo Centro de Misión sobre China, así como un nuevo Centro de Misión Transnacional y de Tecnología, mientras que otras secciones como las de Irán y Corea pasaron a integrarse en otros centros como el de Oriente Próximo y el de Asia Oriental y Pacífico. Según un alto funcionario de la agencia entrevistado por CNN en aquella época, las dos nuevas secciones se solaparían de forma natural dado que “la principal área de competición con China es la tecnología”. “Se trata de innovación, y de asegurar de que seguimos en cabeza en la revolución en tecnología”, añadió. El director de la CIA William Burns declaró que este nuevo enfoque hacia China reforzaría el trabajo hacia “la amenaza geopolítica más importante” a la que EEUU “se enfrenta en el siglo XXI, un gobierno chino cada vez más orientado hacia la confrontación”.

Foto: Guardias de honor se preparan para una visita oficial en Pekín, el 13 de mayo de 2017. (EFE)

La agencia de inteligencia estadounidense, de hecho, todavía no se ha recuperado completamente de la debacle de la década pasada, cuando los servicios secretos chinos lograron desmantelar su red de informantes en territorio chino, lo que le costó la vida o largas penas de prisión a dos decenas de colaboradores estadounidenses. Uno de ellos fue ejecutado en 2011 en el patio interior del MSS junto con su esposa embarazada en un acto filmado y emitido por el circuito de televisión interior de la institución, cuyos empleados fueron obligados a contemplar sin excepción de forma ejemplarizante. El episodio aparece relatado en cierto detalle al principio del libro de 2019 “Chinese Communist Espionage”, de Peter Mattis y Matthew Brazil.

Si la CIA llegó a determinar el verdadero motivo de aquel desastre, el resultado no se ha hecho público. Aunque algunos observadores sospechan que fue obra de un topo dentro de la agencia, la tesis que más fuerza tiene es la de que podría deberse a la penetración de sus sistemas de comunicación, una brecha que podría haberse producido en Irán, y que los iraníes habrían compartido con los chinos. Desde entonces, EEUU ha tenido serios problemas para reclutar fuentes entre los altos cargos chinos, algo que se ha acentuado todavía más desde la llegada de Xi Jinping al poder.

Los problemas del contraespionaje

Pero el interés de los servicios de inteligencia estadounidenses hacia China es mutuo. “Vemos de forma consistente que es el gobierno chino el que supone la mayor amenaza a largo plazo hacia nuestra seguridad económica y nacional”, declaró el director del FBI Christopher Wray en un discurso en julio del año pasado. Desde los años 90, más de 700 personas han sido imputadas por presuntos delitos de espionaje relacionados con China, dos tercios de las cuales han sido condenadas. La mayoría del resto sigue esperando una sentencia o está a la fuga.

“Todos ellos son parte de un aparato de aparato de recolección de inteligencia que se basa no solo en espías entrenados y en oficiales del Ministerio de Seguridad del Estado de China, sino también en ingenieros y científicos ordinarios”, explica un reciente artículo de Bloomberg sobre este tema. “Limitados a ir detrás de la gente que le pasa información a sus supervisores en China, las autoridades de EEUU han sido como los investigadores de narcóticos que persiguen a camellos y mercadeo de bajo nivel mientras la gran infraestructura criminal permanece intacta”, escriben los autores.

Foto: Foto: EFE.

Una de las dificultades para llevar a cabo una labor de contraespionaje adecuada es la existencia de una enorme comunidad de origen chino en EEUU, una parte de la cual siente más lealtad hacia Pekín que hacia su país de acogida e incluso, en algunos casos, de nacimiento. Para los organismos de contrainteligencia resulta difícil discernir quién puede ser un potencial desafío para la seguridad sin caer en la discriminación racial generalizada.

En noviembre de 2018, por ejemplo, el fiscal general de la Administración Trump Jeff Sessions anunció la creación de un programa llamado la Iniciativa de China para combatir las “amenazas deliberadas, sistemáticas y calculadas” que suponía el robo de propiedad intelectual e información científica por parte del gobierno chino. El programa tuvo un final ignominioso cuando quedó claro en los tribunales que su principal objetivo, los académicos de ascendencia u origen chino, no estaban siendo procesados por robo de secretos sino por no haber revelado su afiliación con instituciones de investigación chinas, y en algunos casos incluso de forma errónea. En muchos casos, este procesamiento ha arruinado la vida de los científicos implicados, incluso después de haber sido absueltos de todas las acusaciones. Pero el espionaje chino en EEUU es un problema real, como muestra el arresto y juicio de Xu Yanjun, un alto cargo del MSS que había pagado a varios ingenieros y científicos estadounidenses de origen chino para que le suministrasen secretos tecnológicos.

También lo es la vigilancia y el hostigamiento de disidentes chinos en suelo estadounidense, una realidad diaria para muchos de ellos. EEUU es uno de los países en los que se ha descubierto la existencia de ‘comisarías secretas chinas’ que, según los críticos, se utilizan para ese fin. Uno de estos centros, en el barrio de Chinatown de Nueva York, fue registrada por el FBI el pasado otoño, el único país en el que se ha producido una redada policial de este tipo.

Del ciberespionaje a la “pagoda espía”

Pero el principal desafío lo supone, con mucha diferencia, el ciberespionaje. En 2019, una encuesta empresarial mostró que una de cada cinco compañías de las que participaron en el estudio declaró haber sufrido el robo de propiedad intelectual por parte de China durante el año anterior, casi siempre mediante ciberintrusiones en sus sistemas. Si el plazo se ampliaba hasta una década, la cifra de compañías afectadas se elevaba a un tercio.

Este robo de información no se limita al ámbito tecnológico o político, sino que incluye cualquier base de datos a la que los funcionarios chinos logren acceso. En 2017, por ejemplo, militares del Ejército Popular Chino accedieron a las bases de datos de la entidad crediticia estadounidense Equifax, según la fiscalía de ese país. No hay evidencias de que esos datos hayan aparecido posteriormente para su venta en la Dark Web, o que el gobierno chino los haya utilizado en alguna operación.

"En 2017, por ejemplo, militares del Ejército Popular Chino accedieron a las bases de datos de la entidad crediticia estadounidense Equifax"

China es “uno de los principales recolectores de datos personales en bruto del mundo, usando tanto medios legales como ilegales. Tan solo mediante ciberataques, la República Popular de China ha extraído los datos personales de gran parte de la población estadounidense, incluyendo datos sobre nuestra salud, finanzas, viajes y otras informaciones sensibles”, declaró William Evanina, el principal funcionario de inteligencia de EEUU, a la revista Foreign Policy a finales de 2020. Pero no todos los ciberataques han sido relativamente inocuos.

En 2012, la comunidad de inteligencia estadounidense descubrió que hackers chinos habían penetrado las bases de datos de la Oficina de Gestión de Personal del gobierno de EEUU desde hacía al menos un año. Estos paquetes masivos de información sirven de poco sin un adecuado proceso de cribado, pero China, utilizando refinadas técnicas de procesamiento, logró identificar a una larga serie de funcionarios de inteligencia estadounidenses, lo que se saldó con la exposición de números agentes de la CIA en África y Europa.

"Hackers chinos habían penetrado las bases de datos de la Oficina de Gestión de Personal del gobierno de EEUU"

Quizá uno de los episodios que mejor ejemplifica el alcance del problema que el espionaje chino supone para Estados Unidos sea el sucedido en 2017, cuando la Embajada china se ofreció a financiar la construcción de un enorme jardín chino en el Arboretum Nacional de Washington DC que albergaría templos, pabellones y una pagoda. Al revisar el proyecto, los responsables de contrainteligencia estadounidenses descubrieron con alarma que el edificio estaría situado en uno de los puntos más altos de la capital estadounidense, a escasos kilómetros del Capitolio, lo que lo convertía en un lugar perfecto para la recolección de inteligencia de señales. Además, los funcionarios chinos insistían en que los materiales para la construcción de la pagoda debían llegar por valija diplomática, lo que aumentó las sospechas de las autoridades estadounidenses, que acabaron por negar el permiso para el proyecto. Sin duda, la confrontación entre China y EEUU es hoy por hoy uno de los escenarios más intensos en el campo de batalla de la inteligencia global, y ninguno de los dos bandos está dispuesto a dejarse superar por el adversario.

Este pasado jueves, EEUU se despertó con la denuncia por parte del Pentágono de que un globo espía chino sobrevolaba territorio estadounidense. La aeronave había sido detectada sobre Montana, donde se sitúa la Base de Malmstrom de la fuerza aérea, una de las tres localizaciones desde las que se gestionan los misiles balísticos intercontinentales del país. El artefacto también habría sobrevolado Canadá. Menos de un día después, las fuerzas armadas estadounidenses señalaron que un segundo aparato había sido detectado sobre Latinoamérica. Finalmente, el artefacto acabó siendo derribado por las tropas estadounidenses.

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