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'David el cabrón', el violador de Scotland Yard: 20 años de abusos con total impunidad
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Delitos sexuales en Reino Unido

'David el cabrón', el violador de Scotland Yard: 20 años de abusos con total impunidad

El policía se destapa como uno de los peores delincuentes sexuales en la historia criminal moderna del país entero, agravando la profunda crisis de la Policía Metropolitana

Foto: La policía metropolitana investigará las denuncias por abusos sexuales y domésticos que afectan a unos 800 de sus agentes. (EFE/Andy Rain)
La policía metropolitana investigará las denuncias por abusos sexuales y domésticos que afectan a unos 800 de sus agentes. (EFE/Andy Rain)
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Cualquier mujer que se cruzaba en la vida de David Carrick, de 48 años, se convertía en objetivo de sus abusos sexuales. Conocidas de la infancia, novias, citas que conseguía a través de aplicaciones como Tinder o Badoo, extrañas con las que se topaba en un pubLos abusos se prolongaron durante dos décadas. La mayoría de sus víctimas acababan encerradas en un pequeño armario debajo de las escaleras de su casa, en la localidad de Stevenage, Hertfordshire, muy cerca del norte de Londres. Allí las tenía atrapadas durante horas, desnudas, sin comer ni beber. A algunas las orinaba encima. A otras les hacía limpiar la casa sin ropa.

Les prohibía hablar con otros hombres e incluso con sus propios hijos. Les mandaba mensajes: "Eres mi esclava", "Eres una puta". Arruinaba sus vidas. Pero después de violarlas y someterlas a todo tipo de actos degradantes, les advertía que no denunciaran porque nadie las iba a creer. Era su palabra contra la de un agente de Scotland Yard, un policía conocido entre sus compañeros como David el cabrón, por la manera en la que actuaba mientras estaba de servicio.

Foto: La comisaria jefa de la Policía Metropolitana de Londres (Scotland Yard), Cressida Dick. (EFE/Andy Rain)

No ha sido hasta ahora cuando Carrick se ha destapado como el culpable de haber cometido más de 80 delitos, incluyendo 48 violaciones contra más de una docena de mujeres, durante un periodo de más de 18 años.

La noticia ha agravado aún más la gran crisis en la que se encuentra la Policía Metropolitana (MET), que no hace otra cosa que encadenar escándalo tras escándalo. En 2021, otro de sus agentes, Wayne Couzens, fue condenado a cadena perpetua tras violar, estrangular y quemar a Sarah Everard. La joven de 33 años fue secuestrada mientras regresaba a su casa tras quedar con unas amigas, lo que provocó grandes manifestaciones para denunciar la inseguridad de las mujeres en las calles.

En ese momento, la que era responsable de la MET, Cressida Dick, aseguró que Couzens era tan solo una excepción, una "manzana podrida". Pero tan solo meses más tarde, otro de los agentes se ha destapado como uno de los peores depredadores sexuales de la historia criminal moderna del país. Lo más grave es que hubo hasta nueve oportunidades para actuar y, sin embargo, no se hizo nada.

Foto: Protesta por el secuestro y asesinato de Sarah Everard, este lunes en Londres. (Reuters)

¿Cómo es posible que tipos con este perfil pasen las pruebas de ingreso? ¿Cómo es posible que, pese a las alarmas, no se tomaran medidas? ¿Qué cultura interna exista dentro del cuerpo policial? ¿Es posible recuperar ahora la confianza de los ciudadanos?

La MET está revisando ahora 1.633 casos que involucran a 1.071 oficiales y miembros del personal (de una plantilla de 45.000) previamente acusados de abuso sexual o violencia doméstica. Mark Rowley, actual responsable del cuerpo policial, asegura que no puede garantizar que una mujer que visite estos días una comisaría para denunciar un delito sexual vaya a encontrarse con un oficial cuyo comportamiento pasado por actos similares a los de su agresor estén ahora revisándose. "No puedo, no voy a hacer una promesa que no pueda cumplir. Voy a poner en marcha rígidos sistemas para expulsar a aquellos que no deberían estar con nosotros", señaló esta semana en una entrevista con el programa Good Morning Britain de ITV.

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Las autoridades recibieron hasta 14 quejas sobre el comportamiento de Carrick. Se pudo actuar hasta en nueve ocasiones. Pero no se tomó ninguna medida, ya que las mujeres se negaron a presentar una denuncia formal o retiraron su cooperación en la investigación policial. En su lugar, David el cabrón fue ascendido y pasó de patrullar las calles en Londres a ser miembro de una unidad armada de élite, el comando de protección parlamentaria y diplomática, que custodia embajadas, Downing Street y Westminster. Es la misma unidad en la que trabajaba el asesino de Sarah Everard. Aunque no hay evidencia de que entre ellos se conocieran.

Con Carrick —que no está casado ni tiene hijos— los fallos se mantuvieron desde el principio hasta el final. Tras pasar un año en el Ejército, se unió a la MET en 2001. Fue aceptado a pesar de haber sido acusado el año anterior de abusos verbales y robo de ropa interior a una expareja.

Ni siquiera tuvo medidas disciplinarias en julio de 2021, cuando fue arrestado por la policía de Hertfordshire bajo sospecha de violación. Scotland Yard le limitó sus tareas. Pero las restricciones se levantaron cuando la denunciante decidió no continuar. Solo fue suspendido en octubre de 2021 cuando fue acusado de violación.

Durante su comparecencia este lunes en la Corte de Magistrados de Southwark (Londres), Carrick se declaró culpable. La condena no se conocerá hasta el próximo mes. Desde que su nombre haya salido a la luz, se han presentado más víctimas que en su día decidieron guardar silencio para evitar la terrible experiencia de enfrentarse a un juicio.

placeholder Una imagen sin fecha muestra al policía londinense David Carrick. (Reuters)
Una imagen sin fecha muestra al policía londinense David Carrick. (Reuters)

El primer ministro británico, Rishi Sunak, aseguró el miércoles en la Cámara de los Comunes que los crímenes de Carrick fueron un abuso de poder "verdaderamente repugnante" y prometió reformas policiales para que los delincuentes "no tengan dónde esconderse".

Ya en 2016, The Times informó que unos 150 oficiales en todo el país estaban siendo investigados por acosar, agredir o violar a víctimas. Al igual que Carrick, quien usaba su placa para crear una falsa sensación de seguridad, estos agentes también abusaron deliberadamente de su poder. Sin embargo, según denuncia ahora el rotativo, se hizo muy poco para reformar las normas de reclutamiento. Los procedimientos se han vuelto, en todo caso, más laxos por la gran presión que existe para reclutar a más agentes a fin de cumplir con el compromiso del manifiesto conservador de tener 20.000 oficiales adicionales.

En un informe encargado tras el secuestro, violación y asesinato de Sarah Everard, se denunció 68 casos en los que los candidatos no deberían haber podido ingresar en el cuerpo. Algunos habían proporcionado información falsa, mientras que otros eran sospechosos de un delito o poseían antecedentes penales. Los controles fueron irregulares.

Foto: El 'Chancellor' Jeremy Hunt el 17 de noviembre. (Tolga Akmen/EFE)

El Consejo Nacional de Jefes de Policía (NPCC, por sus siglas en inglés) pedirá ahora a las fuerzas de seguridad que verifiquen al personal reclutado antes de que se introdujeran medidas más estrictas en 2006. También han mandado al Colegio de Policía que fortalezca los procedimientos de investigación.

Está por ver si esto ayuda a solventar la crisis. Difícil. Las imágenes de un portavoz de Scotland Yard pidiendo disculpas por diferentes escándalos en los últimos tiempos se está convirtiendo en una imagen peligrosamente frecuente. Disculpas por Carrick. Disculpas tras el asesinato de Sarah Everard. Disculpas después de que dos policías se tomaran selfies frente a los cuerpos de las hermanas asesinadas, Bibaa Henry y Nicole Smallman. Disculpas después de que un jurado de investigación dijera que fallos fundamentales contribuyeron a la muerte de las últimas tres víctimas del asesino en serie, Stephen Port. Disculpas por la Operación Midland por las afirmaciones falsas ante altos políticos y otras figuras públicas por supuestos abusos sexuales a menores. Disculpas por los errores identificados por un informe independiente sobre el asesinato de un detective privado, Daniel Morgan.

Con 200 años de historia, Scotland Yard era considerada como uno de los cuerpos policiales de élite. Su trabajo sigue siendo excepcional. El empeño de los detectives y científicos forenses hizo posible, por ejemplo, que la semana pasada Dennis McGrory fuera condenado a cadena perpetua por matar a Jacqui Montgomery, de 15 años, en 1975. Lo mismo sucedió con Zafar Iqbal, quien estranguló a su esposa, Naziat Khan, frente a sus hijas pequeñas en Norbury, al suroeste de Londres, en 2001. Huyó a Pakistán, pero los agentes de la MET, en colaboración con otras fuerzas del orden, lo localizaron y fue encarcelado en diciembre.

Foto: Unos soldados británicos pasan al lado de unos tanques polacos durante un ejercicio de defensa. (EFE/Olivier Hoslet)

Sin embargo, todos los logros y lucha contra terrorismo y crimen organizado se ven empañados por las últimas polémicas. Cressida Dick dimitió como máxima responsable en febrero del año pasado después de que el alcalde de Londres, Sadiq Khan, dijera que ya no tenía confianza en su liderazgo.

El nombramiento del nuevo comisionado, Mark Rowley, se ha querido vender como el inicio de una nueva etapa. Desde que asumió el cargo el pasado mes de septiembre ha creado una nueva unidad anticorrupción y abuso. Sin embargo, ya ha comenzado el debate sobre si ha llegado el momento de crear nuevo servicio, con una nueva identidad, ethos y misión, centrado en la capital británica, y un organismo independiente responsable de la seguridad y la lucha contra el terrorismo nacional. En definitiva, una reforma integral como la que se llevó a cabo con el Servicio de Policía de Irlanda del Norte después de la disolución de la Policía Real del Ulster tras los Troubles, que, según algunos expertos, ayudaría a reconstruir la confianza en el público.

La investigación independiente realizada por la baronesa Louise Casey sobre la cultura interna y normas de comportamiento en Scotland Yard se publicará el próximo mes de marzo. Y quizá entonces, el debate se intensifique.

Cualquier mujer que se cruzaba en la vida de David Carrick, de 48 años, se convertía en objetivo de sus abusos sexuales. Conocidas de la infancia, novias, citas que conseguía a través de aplicaciones como Tinder o Badoo, extrañas con las que se topaba en un pubLos abusos se prolongaron durante dos décadas. La mayoría de sus víctimas acababan encerradas en un pequeño armario debajo de las escaleras de su casa, en la localidad de Stevenage, Hertfordshire, muy cerca del norte de Londres. Allí las tenía atrapadas durante horas, desnudas, sin comer ni beber. A algunas las orinaba encima. A otras les hacía limpiar la casa sin ropa.

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