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La City y el "progenitor que da a luz": cómo el 'debate' trans ha intoxicado al Reino Unido (II)
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Discordia de género

La City y el "progenitor que da a luz": cómo el 'debate' trans ha intoxicado al Reino Unido (II)

La mayoría de las entidades bancarias de Reino Unido son miembros de un programa para ser "empleadores inclusivos". Los detractores acusan una cultura tiránica, mientras que la comunidad trans asegura que solo quiere vivir en paz

Foto: La activista británica contra los derechos de las personas transgénero, Kellie-Jay Keen-Minshull, habla durante una conferencia pública en la que pide que la definición de mujer se limite a las personas de sexo biológico femenino. (EFE/Steven Saphor
La activista británica contra los derechos de las personas transgénero, Kellie-Jay Keen-Minshull, habla durante una conferencia pública en la que pide que la definición de mujer se limite a las personas de sexo biológico femenino. (EFE/Steven Saphor

Esta es la segunda parte de un análisis amplio sobre el debate trans en Reino Unido. Para leer la primera, haz click aquí.

¿Hasta dónde debe inclinarse la sociedad para acomodarse a las necesidades de una minoría? ¿Cuán extrema tiene que ser ese transformación y cuán minúsculo el colectivo para de que el resto de individuos puedan negarse a ceder? Es un dilema al que ya hace referencia la obra fundacional de la filosofía política, La República, de Platón (427-347 a. C), impulsada por los intereses en conflicto que la diversidad social hace inevitable. Para el pensador griego, el precio de no poder reconciliar tales discrepancias suponía una lucha civil más terrible incluso que una guerra. La solución que proponía era la equidad, que no residía en tratar ciegamente a todos por igual, sino según los méritos de sus pretensiones.

En las democracias, la defensa y el apoyo de la minoría por parte de la mayoría es absolutamente clave. El racismo, misoginia y homofobia que dominó la mayor parte de las sociedades durante el siglo XX contribuyó a que la justicia moral se viera ligada a la defensa de quienes luchan por mejorar los derechos de las minorías. Sin embargo, la premisa está siendo ahora cuestionada en el debate cada vez más tóxico y violento que se ha instaurado en el Reino Unido en torno a las personas transgénero, que representan el 0,5% de la población.

Foto: Manifestación a favor de la reforma escocesa de género frente a Downing Street, en Londres. (Reuters/Henry Nicholls)

Por un lado, están los que defienden que es necesaria una transformación de políticas de igualdad similar a la que en su día se implementaron para reconocer los derechos de los homosexuales. Ponen como ejemplo la aprobación de los matrimonios gais. ¿Afectó eso en algún momento a los matrimonios heterosexuales? ¿Acaso les restó algún derecho? Pero los detractores aseguran que el ejemplo no es válido, porque "permitir a un hombre que se identifique como mujer" en la entrada en vestuarios o baños femeninos es un asunto mucho más problemático. Para unos, queda aún un largo camino por recorrer. Para otros, se ha impuesto una cultura tiránica bajo la bandera de la inclusividad.

¿Qué ocurre en los bancos? No hay "madres"

El Banco de Inglaterra ha introducido una nueva política para asuntos familiares por la cual declara que las personas "de cualquier identidad de género" pueden quedarse embarazadas. En lugar de utilizar el término "madre" cuando se refiere a las bajas por maternidad, habla de "progenitor que ha dado a luz". La institución gobernada por Andrew John Bailey, en el punto de mira por sus intentos infructuosos por controlar una inflación disparada, también ha mostrado su compromiso con los baños neutrales al género, que incluye en sus planes para el séptimo piso de su sede en Londres. A los empleados se les anima a "incluir sus pronombres en las firmas de correo electrónico" (para especificar si se consideran él, ella, elle u otro) y cada uno tiene, además, un objetivo anual de "diversidad e inclusión" con el que es evaluado.

Todo está especificado en la solicitud de 103 páginas que la institución presentó el año pasado para ser incluida en la lista de los 100 principales empleadores publicada por Stonewall, la influyente organización LGTBI+ que, según las cuentas auditadas de 2019, recibió una donación del Gobierno británico de 702.295 libras. El documento del Banco de Inglaterra —al que tuvo acceso The Times— también ofrece en el seguro médico de los empleados tratamientos "necesarios para la disforia de género", incluyendo faloplastias, vaginoplastias y clitoroplastias.

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La mayoría de las entidades bancarias del Reino Unido son miembros del programa de Stonewall. Entre ellas, Metrobank, el séptimo banco más grande del país, que ha ocupado estos días titulares por negarse a abrir una cuenta a Our Duty (Nuestra obligación), un grupo de padres que creen que es perjudicial que los niños transgénero se sometan a una transición médica. El fundador del grupo, Keith Jordan, afirma que un gerente les explicó que "el contenido de su sitio web entra en conflicto con la cultura y las ideas" que están impulsando desde la entidad bancaria.

La decisión de Metrobank ha coincidido con la polémica creada en torno a otro banco, NatWest Group, por cancelar las cuentas al controvertido Nigel Farage —arquitecto del Brexit— por no compartir sus ideales. El primer ministro Rishi Sunak dijo que "a nadie se le debe prohibir el uso de los servicios básicos por sus opiniones políticas". "La libertad de expresión es la piedra angular de nuestra democracia".

Foto: Archivo: El ex líder del partido Brexit Nigel Farage. (Reuters / Henry Nicholls)

Alison Pearson, columnista del conservador The Telegraph, criticaba recientemente el hecho de que cada vez más bancos y corporaciones, así como departamentos gubernamentales, escuelas, universidades, emisoras o editoriales, se están convirtiendo "en esclavos de una organización cuyo objetivo declarado es 'aplastar la heteronormatividad de la sociedad'". "'Sé uno de nuestros campeones de la diversidad o tu organización será transfóbica' es la amenaza implícita. Desgraciadamente, este chantaje moral ha llevado a que los derechos de las minorías tengan preferencia sobre las opiniones de la gran mayoría", señala Pearson en un artículo donde asegura que un amigo suyo que trabaja en la City le contó que había mucha gente que cree que "todo es una tontería bastante siniestra", pero que "tienen miedo de hablar porque los condenarían o perderían su trabajo".

¿Qué dicen los afectados? "Sólo quieren vivir en paz"

El hartazgo en torno al debate es especialmente pronunciado entre la propia comunidad trans. Jane Hamlin, presidenta emérita de Beaumont Society, la organización en defensa de las personas transgénero más importante y longeva del Reino Unido (fue fundada en 1966), asegura que "todas las personas trans que conozco (y son bastantes) solo quieren vivir sus vidas en paz, pero los comentarios odiosos e ignorantes que uno puede leer todos los días en los periódicos y en las redes sociales sin duda asustan a los miembros de nuestra comunidad". "Que personas que no nos conocen sientan que pueden debatir nuestra propia existencia es impactante, extremadamente doloroso y, para muchos de nosotros, bastante aterrador", relata a El Confidencial.

Hamlin asegura que la situación actual de muchas personas trans en Reino Unido es "bastante deprimente". Las listas de espera para una primera cita en una clínica de género oscilan entre los 5 y los 7 años, dependiendo de la parte del país en la que vivas. "Tengo un Certificado de Reconocimiento de Género desde junio de 2015 y sé lo burocrático e intrusivo que es el sistema actual. Necesita urgentemente una reforma en línea con otros países como Irlanda, España o Argentina", asevera.

Foto: Manifestación a favor de la aprobación de la ley trans. (EFE/Fernando Villar)

En 2018, el futuro de la comunidad era prometedor. El gobierno de la entonces primera ministra Theresa May propuso reformas a la Ley de Reconocimiento de Género que habrían permitido a las personas autodeclararse (en su nuevo género) sin involucrar al personal médico. Las propuestas (que nunca llegaron luego a ejecutarse) eran similares a las que aprobó el gobierno escocés en diciembre de 2022, pero fueron bloqueadas por el gobierno central de Londres. La principal diferencia, no obstante, era que el proyecto de ley escocés reducía la edad para poder cambiar de sexo a los 16 años.

"Desde 2019 todo ese optimismo se ha evaporado. Estamos constantemente bombardeados con artículos negativos en los medios de comunicación y existe una tremenda ignorancia sobre la Ley de Reconocimiento de Género (2004). Todo lo que hace es permitir que alguien tenga un nuevo certificado de nacimiento en su género adquirido y, de manera similar (si corresponde), un certificado de matrimonio. También significa que su género y nombre adquiridos también están en su certificado de defunción. Eso es todo, pero la cantidad de periodistas y otros que lo confunden con las disposiciones de la Ley de Igualdad (2010) es terrible", lamenta Hamlin.

Del otro lado, los partidarios de paralizar las reivindicaciones de la minoría trans argumentan que sus preocupaciones llevan tiempo siendo silenciadas y, a menudo, atacadas en redes sociales o amenazadas con el despido. El ejemplo más visible es el de J K Rowling, la autora de Harry Potter, quien fue tachada de tránsfoba cuando cargó contra un artículo en el que usaban el término "personas que menstrúan" en lugar de "mujeres". Desde hace tiempo, la escritora, dice sentir miedo por la seguridad de su familia.

Foto:  J.K. Rowling, en una imagen de archivo. (Getty)

Rowling dista mucho de ser la única. Kathleen Stock, que había pasado 18 años como profesora de filosofía en la Universidad de Sussex y es lesbiana, fue expulsada por declarar que el sexo biológico está fijado y que las mujeres trans no deberían poder entrar en espacios destinados al uso exclusivo de mujeres. A la baronesa Fox de Buckley se le retiró la invitación para participar en un debate en la Universidad de Londres tras decir que encontraba divertida una parodia de Ricky Gervais en la que comparaba las "mujeres pasadas de moda, ya sabes, las que tienen útero" con "las nuevas que estamos viendo últimamente con barbas y pollas". ¿El tema del debate? La cultura de cancelación y la libertad de expresión.

No siempre es oro todo lo que reluce. Graham Linehan, creador de las populares series Father Ted y The IT Crowd, ha afirmado que vio terminar su carrera y su matrimonio por decir que no quería que su hija tuviera que ir al baño del colegio con "una persona con cuerpo masculino cuya historia no conoce". Pero la realidad es que sus comentarios han ido mucho más allá. Su cuenta de Twitter ha sido cancelada en varias ocasiones por, entre otros, "publicar amenazas violentas" al "bromear con matar a los manifestantes" que se presentaron en un evento anti-trans 'Let Women Speak' (Permitid a las mujeres hablar) organizado por la activista Posie Parker (nombre real Kellie-Jay Keen-Minshull).

Parker es una de las figuras más controvertidas del panorama británico por su radical discurso anti trans. Saltó a la fama en 2018 cuando la policía la interrogó por los tuits que había publicado sobre Susie Green, directora de la organización Mermaids, que da apoyo a jóvenes trans, a las que acusaba de "castrar" a menores. Desde entonces no ha parado de generar titulares con, entre otros, los eventos que ha organizado en el Reino Unido, Australia o los Estados Unidos a los que han acudido grupos neonazis.

"Me considero transfóbica porque defiendo los derechos de las mujeres y los cuerpos de los menores", ha recalcado en más de una ocasión a través de su polémico canal de YouTube, donde acumula más de 82.000 seguidores. En su cuenta de Twitter tiene 108.000. Para las próximas elecciones, valora presentarse creando un nuevo partido político que amenaza con polarizar, aún más, un debate en la calle que cada vez se está volviendo más tóxico.

¿Qué ocurre en la política? Sin un programa claro

Iain Anderson, presidente de Stonewall, aseguró recientemente en una entrevista con Sky que ambas parte deben "bajar la temperatura" y poner fin a la "diplomacia del megáfono". "Quiero que todos tengamos una conversación respetuosa y que mi comunidad pueda aprovechar las oportunidades que tiene disponibles. Eso es lo que me guía en todo esto", afirmó Anderson, quien se mostró, además, a favor de que existan algunas exenciones en la ley para excluir a las personas transgénero de las cárceles y baños de mujeres, unos comentarios en contra de las ideas expresadas por Stonewall en 2015, cuando estaba presidida por otra persona.

Las declaraciones de Anderson tienen lugar después de que Primark haya tenido que derogar los vestuarios "neutrales al género" después de que las clientas dijeran que se sentían inseguras al compartir vestuarios con hombres. Por su parte, el Lyric Theatre en Hammersmith encontró que sus baños "para todos los géneros", en los que una mujer que se dirigía a un cubículo tendría que pasar por cinco urinarios, fueron criticados por hacer que las mujeres se sintieran "increíblemente incómodas".

Cuando al presidente de Stonewall le preguntaron qué es una mujer contestó: "Creo que todos sabemos lo que es una mujer y desde 2004 tenemos una legislación que permite que alguien cambie legalmente su género". Los políticos, sin embargo, tienen más dificultades para responder la misma cuestión, sobre todo cuando queda tan solo un año para la próxima cita electoral. Durante las primarias tories del verano pasado, Rishi Sunak dijo repetidamente a los miembros del Partido Conservador que se oponía a lo que describió como una "cultura woke que parece querer cancelar... a nuestras mujeres".

Foto: Rishi Sunak. (Reuters/Anna Gordon)

Convertido luego en primer ministro, Sunak ha protagonizado una polémica después de que PinkNews publicara un vídeo donde se burlaba del líder liberal demócrata, Ed Davey, tras asegurar este que era posible que una mujer tuviera pene. "Todos sabrán que soy un gran defensor de que se estudien las matemáticas hasta los 18 años, pero resulta que tenemos que centrarnos en la biología", recalcó Sunak en una reunión a puerta cerrada con el Comité 1922, que agrupa a los tories sin cartera. Downing Street insistió en que la "broma" fue a expensas de Davey, no de los trans. Con todo, ha levantado críticas dentro de su propio partido. A principios de este año, el primer ministro se enfrentó al líder de la oposición, Keir Starmer, al decir que "el 100 por ciento de las mujeres no tienen pene" mientras que el laborista defendía que una de cada mil sí lo tenía.

El debate sobre identidad de género promete convertirse en uno de los temas principales de la próxima campaña electoral. Y en este sentido, aunque todos los sondeos auguran que Starmer se convertirá en el próximo inquilino de Downing Street, sus propios asesores reconocen en privado que todo podría irse por la borda si el laborista no es capaz de aclarar la posición de la formación ante la pregunta: ¿qué es una mujer?

Hace dos años, Starmer declaró que los laboristas estaban "comprometidos a introducir la autodeclaración para las personas trans". Pero desde entonces ha ido dando bandazos y el caso de Escocia ha servido de lección para comprobar hasta qué punto el debate puede contribuir a acabar con la carrera de un político.
De momento, en el congreso anual del partido de octubre se apostará por una reforma del actual sistema de reconocimiento de género para "modernizarlo" y "simplificarlo" teniendo en cuenta "la evidencia internacional de lo que funciona de manera efectiva" aunque se descarta la "autodeclaración".

Foto: Nicola Sturgeon saluda desde la ventana de la Casa Bute, en Edimburgo. (Reuters/Russell Cheyne)

Tyron Surmon, de More in Common —un grupo de expertos que trabaja en la cohesión social— asegura que uno de los aspectos que quizá convierte al debate en algo tan complejo "es que no se mapea claramente a lo largo de las líneas izquierda-derecha". "No es que lo pro-trans sea igual a la izquierda y anti-trans sea igual a la derecha. Muchas de las personas del lado más crítico se consideran progresistas, como J. K. Rowling, que comenzó a involucrarse en el debate trans debido a su preocupación sobre cómo interactúa con los derechos de las mujeres", señala a este diario.

Pero Surmon también asegura que la identidad trans ha sido uno de los enfoques clave en los informes realizados por el grupo en el último año y uno de los principales hallazgos es que "realmente no es algo que preocupe a la gente". "Casi nadie selecciona a las personas trans como uno de los mayores problemas que enfrenta el país. Cuando hablamos con personas en grupos focales, casi nunca sacan a relucir los problemas trans sin que se les solicite, son mucho más compasivos y moderados que la forma en la que se presenta en los medios", apunta.

"No es que lo pro-trans sea igual a la izquierda. Muchas de las personas del lado más crítico se consideran progresistas"

El experto asegura que la polémica es buena para los clics y las visitas online, por lo que "tanto las plataformas de medios tradicionales como las nuevas tienen un incentivo para publicar más artículos incendiarios sobre temas trans que agiten el debate". Sin embargo, en la calle, no es un asunto "polarizante". "La gente, por lo general, entiende lo difícil que es para alguien hacer la transición e inmediatamente comienzan a tratar de encontrar soluciones a problemas como qué vestuario debe usar una persona trans o cómo podemos abordar el acoso escolar. Esto es cierto incluso para las personas de entornos socialmente más conservadores", señala.

Con todo, los británicos tienen algunas "líneas rojas". Les preocupa que los menores de 18 años tomen decisiones irreversibles. En general, se oponen a la idea de que las mujeres trans compitan en deportes exclusivos para mujeres. Solo el 40% cree que a las personas transgénero se les debería permitir usar instalaciones de un solo sexo, como baños públicos, en comparación con el 70% de Italia, el 65% en España o el 79% en Tailandia, según la encuesta realizada en 30 países por Ipsos. No obstante, casi dos de cada tres personas en el Reino Unido creen que los trans se enfrentan a "mucha o bastante discriminación".

Esta es la segunda parte de un análisis amplio sobre el debate trans en Reino Unido. Para leer la primera, haz click aquí.

¿Hasta dónde debe inclinarse la sociedad para acomodarse a las necesidades de una minoría? ¿Cuán extrema tiene que ser ese transformación y cuán minúsculo el colectivo para de que el resto de individuos puedan negarse a ceder? Es un dilema al que ya hace referencia la obra fundacional de la filosofía política, La República, de Platón (427-347 a. C), impulsada por los intereses en conflicto que la diversidad social hace inevitable. Para el pensador griego, el precio de no poder reconciliar tales discrepancias suponía una lucha civil más terrible incluso que una guerra. La solución que proponía era la equidad, que no residía en tratar ciegamente a todos por igual, sino según los méritos de sus pretensiones.

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