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¿Qué es ser mujer? La pregunta que acabó con la carrera de la política más exitosa de Escocia
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¿Quién debe ser considerado mujer?

¿Qué es ser mujer? La pregunta que acabó con la carrera de la política más exitosa de Escocia

El SNP llevaba tiempo dividido ante la estrategia independentista, pero la polémica en torno a la normativa de las personas transgénero ha sido la gota que ha colmado el vaso

Foto: Nicola Sturgeon saluda desde la ventana de la Casa Bute, en Edimburgo. (Reuters/Russell Cheyne)
Nicola Sturgeon saluda desde la ventana de la Casa Bute, en Edimburgo. (Reuters/Russell Cheyne)

¿Quién debe ser considerado mujer? Incluso los críticos más duros con Nicola Sturgeon (52 años) admiten que, durante la última década, la responsable del Partido Nacionalista Escocés (SNP) había destacado por ser uno de los representantes políticos más efectivos del Reino Unido y uno de los mejores activistas de su generación. Pero sus problemas para contestar a esta cuestión han acabado con su liderazgo.

La polémica en torno a la cárcel donde debe estar la primera mujer trans condenada por violación antes de cambiar de sexo había creado en las últimas semanas una importante crisis autoinfligida sobre los derechos de las personas transgénero que había puesto en jaque al Gobierno de Edimburgo, enfrentado desde hace tiempo sobre la estrategia independentista.

Foto: Nicola Sturgeon en la rueda de prensa en la que ha anunciado su dimisión. (Getty/Pool/Jane Barlow)

El caso de Isla Bryson —conocida antes como Adam Graham— ha provocado la indignación pública en todo el Reino Unido, exacerbando las divisiones entre las propias filas nacionalistas sobre la controvertida ley, aprobada recientemente en el Parlamento escocés, que reduce la edad para poder cambiar de sexo a los 16 años, elimina la necesidad de un diagnóstico médico y acorta a tres meses el periodo en el que alguien tiene que vivir en su sexo antes de obtener un certificado. Dos tercios de los escoceses se oponen a la normativa, según las últimas encuestas.

Sturgeon presentaba este miércoles su dimisión como ministra principal escocesa, asegurando que ya no podía ofrecer "toda la energía" que requiere el puesto que llevaba desempeñando desde 2014. "En mi cabeza y en mi corazón, sabía que había llegado el momento de tomar la decisión correcta para mí, para mi partido y para mi país", recalcaba en una rueda de prensa donde insistía en que había sido una decisión muy meditada y no "una reacción a las presiones recientes".

Foto: La ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon. (Reuters/Russell Cheyne)

Desde hace tiempo, había especulaciones sobre una posible retirada. Pero nadie esperaba que fuera de forma tan abrupta. Hace tan solo dos semanas, ella misma explicaba en una entrevista a la BBC que no tenía planes de dimitir en un futuro cercano, asegurando que aún tenía "mucho en el depósito".

La salida de Sturgeon —la primera mujer en ponerse al frente del Ejecutivo de Edimburgo y la política que más tiempo ha durado en el cargo— deja ahora al SNP en su peor crisis en las casi dos décadas que lleva en el poder en Escocia. Por primera vez, no hay un claro relevo. Ni tampoco plan definido para conseguir un nuevo referéndum legal como el de 2014, cuando estuvieron muy cerca de conseguir la independencia.

En las últimas dos semanas, las respuestas que Sturgeon había ofrecido frente al caso de Isla Bryson —una mujer transgénero de 31 años condenada por violar a dos mujeres cuando aún vivía como hombre— le habían creado más problemas que todos los esfuerzos conjuntos realizados en los últimos años por conservadores y laboristas para frenar el auge nacionalista.

A la espera de la sentencia, Bryson fue enviada a una prisión para mujeres. Pero cuando su historia salió a la luz, la oleada de protestas en todo el Reino Unido forzó su trasladado a una prisión solo para hombres.

Cuando fue acusado de los delitos en 2019, era conocido como Adam Graham, pero mientras esperaba el juicio comenzó a identificarse como mujer. Su nombre en el certificado de nacimiento se cambió a Annie Bryson en mayo de 2021, pero el sexo legal sigue siendo masculino. A los pocos días, se supo que otra delincuente, Tiffany Scott, que había acosado a una niña de 13 años mientras vivía como hombre, sería trasladada a una prisión para mujeres.

"Ella se considera una mujer, yo considero al individuo como un violador"

La crisis en torno al liderazgo de Sturgeon se intensificó cuando se refirió a Bryson como "ella" después de días de negarse a decir si consideraba al violador transgénero hombre o mujer. Cuestionada en una rueda de prensa a principios de este mes sobre el "desliz freudiano", la entonces ministra principal recalcó: "Ella se considera una mujer, yo considero al individuo como un violador".

Tras dos de las consultas públicas más largas y en medio de un discurso político cada vez más tóxico y polarizado, el pasado mes de diciembre el Parlamento de Edimburgo aprobaba —entre gritos de manifestantes en las gradas como "qué vergüenza" y "este es el día más oscuro"— una controvertida normativa para actualizar la Ley de Reconocimiento de Género (GRA) que Westminster había aprobado en 2004.

Era una de las promesas que Sturgeon había realizado seis años antes. Y aunque inicialmente se vendió como un triunfo personal, le supuso un gran enfrentamiento con sus propias filas: nueve de sus propios parlamentarios se oponían a la legislación, que se aprobó por 88 votos contra 33, y uno de los miembros de su propio gabinete, Ash Regan, presentó su dimisión.

Foto: Manifestantes protestan contra el Gobierno británico. (EFE/Andy Rain)

El Gobierno central de Londres, sin embargo, bloqueó a principios de este año la normativa utilizando, por primera vez en la historia, la sección 35 de la Ley de Escocia. El premier, Rishi Sunak, argumentó que entraría en conflicto con la Ley de Igualdad de 2010 al dificultar, por ejemplo, que los espacios solo para mujeres excluyan a las personas que nacieron biológicamente hombres.

Pese al intento de Sturgeon de volver a mostrar a Westminster como el enemigo, la mitad de los escoceses dieron la razón a Downing Street. Es más, la crisis derivó en una caída en el apoyo de la independencia: del 53% ha pasado al 47%, según la última encuesta de YouGove, la cifra más baja desde la primavera pasada. Y el índice de aprobación de la propia líder del SNP pasó de +7 a -4.

"Treinta años de construir gradualmente hasta que conseguimos un apoyo a la independencia superior al 50% para luego tirarlos por la borda"

"Treinta años de construir, construir, construir gradualmente hasta que conseguimos un apoyo a la independencia superior al 50% para luego tirarlos por la borda con una tontería autoindulgente, que incluso si fuera correcta, que no lo es, difícilmente sería tácticamente la maniobra más astuta cuando se quiere llevar Escocia a su próxima cita con el destino", criticaba duramente Alex Salmond, exlíder del SNP.

Si Sturgeon no había sabido tomar el pulso a la calle y había mermado el respaldo a la principal causa de la formación nacionalista, ¿debía seguir liderando el SNP? Los analistas consideran que la polémica trans ha sido para Sturgeon lo que el poll tax representó para Margaret Thatcher. Se trataba de un impuesto por el que pagaba lo mismo un barrendero que viviera en un barrio degradado que un aristócrata con residencia en el elegante Mayfair londinense.

La iniquidad de la tasa introducida en 1989 (Escocia) y 1990 (Inglaterra y Gales) hizo salir a la calle a miles y miles de personas en las manifestaciones más multitudinarias registradas en los largos años del Gobierno de la Dama de Hierro. La prensa —pero sobre todo los políticos de su propio partido— se preguntaba cómo era posible que una líder que había demostrado tener tan buen olfato en la defensa populista de la clase media y en la apropiación incluso del voto de las clases populares tradicionalmente inclinadas hacia los laboristas adoptaba una medida que destruía todo aquel trabajo y le enajenaba aquel acervo electoral.

Y lo mismo ha ocurrido ahora con Sturgeon. ¿Cómo es posible que una de las activistas más exitosas de su generación, una persona que era capaz de conseguir el voto para su partido incluso de aquellos que no apuestan por la independencia, una política que se ganó todo tipo de elogios por su gestión ante la pandemia, haya insistido en promover una normativa que no contaba con el apoyo de sus filas y el electorado? Se espera que el SNP elija a su nuevo líder en la conferencia extraordinaria que se había convocado para el próximo mes con el objetivo de debatir la estrategia independentista.

Después de que a finales del año pasado los jueces del Tribunal Supremo de Londres decidieran por unanimidad que el Parlamento autónomo de Edimburgo —con una mayoría a favor de la secesión— no cuenta con la autoridad para organizar un nuevo plebiscito sin el consentimiento del Ejecutivo central del Reino Unido, Sturgeon planteó que las próximas elecciones generales previstas para 2024 debían considerarse un referéndum de facto.

Foto: La ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon. (Reuters/Russell Cheyne)

Pero un importante sector de sus filas no estaba de acuerdo con el plan. Una encuesta exclusiva realizada por Lord Ashcroft y publicada en Holyrood a principios de esta semana reveló asimismo que los votantes del SNP están divididos sobre esta cuestión, con menos de la mitad de los que votaron al SNP en las elecciones generales de 2019 a favor de usar la próxima cita con las urnas como un medio para determinar la voluntad del público sobre la independencia.

Desde hace años, el debate constitucional de Escocia lleva estancado en punto muerto, con el SNP electoralmente dominante desde 2007 reclamando regularmente un mandato para otro plebiscito con el argumento de que el Brexit ha cambiado las reglas de juego y el Gobierno central señalando repetidamente que la votación de 2014 fue "única en una generación".

Foto: El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, visita el Reino Unido. (Reuters/Andrew Matthews)

La ruta legal para ese histórico referéndum llegó a través de la transferencia temporal de poderes de Londres a Edimburgo, conocida como una orden de la Sección 30, firmada por el entonces primer ministro, David Cameron.

En 2014, el 55,3% del electorado escocés votó a favor de la permanencia en el Reino Unido. Pero los días antes de la votación, las encuestas estaban más que igualadas. Tras la derrota, Alex Salmond presentó su dimisión y no hubo debate alguno sobre quién debía sustituirle: Sturgeon, su número dos durante los últimos ocho años, era la mejor persona para tomar el relevo.

El SNP arrasó en las posteriores elecciones escocesas y el número de afiliados a la formación se disparó. Sin embargo, con el tiempo el partido se embarcó en una sucia guerra civil y el que fuera su líder, Alex Salmond —considerado en su día como el Braveheart del siglo XXI—, acabó formando su propia formación, Alba.

En cualquier caso, el SNP ha seguido dominando la política escocesa. En mayo de 2021, los independentistas se quedaron a tan solo un escaño de la ansiada mayoría absoluta en las elecciones al Parlamento de Edimburgo, pero el resultado siguió siendo considerado un triunfo histórico al conseguir su cuarto mandato consecutivo en Holyrood, pese a los problemas existentes.

La divergencia en el rendimiento educativo entre los niños nacidos en diferentes clases sociales sigue siendo amplia. El Servicio Nacional de Salud de Escocia está "roto", según la BMA, la principal asociación de médicos. Y la falta de vivienda está en niveles récord. En cualquier caso, el debate del SNP siempre ha girado en torno a la causa secesionista.

Foto: Una iglesia en Belfast durante las últimas elecciones de Irlanda del Norte en mayo de 2022. (Reuters/Clodagh Kilcoyne)

Las filas de Sturgeon necesitaban 65 asientos para la mayoría absoluta, pero el apoyo de los verdes otorgaba un claro respaldo de 72 escaños a la independencia. Y bajo la creciente presión del ala dura del nacionalismo para lograr algún tipo de progreso después de años de estancamiento, Sturgeon se vio obligada a mover ficha.

La entonces ministra principal de Escocia prometió nuevo referéndum para 2023 y, adelantándose a la negativa de Londres, acudió a los tribunales. Su círculo más estrecho creía que aclarar la legalidad enviaría un mensaje importante a los votantes indecisos —fácilmente desalentados por los elementos más agresivos del movimiento nacionalista— y, al mismo tiempo, contrarrestaría los ataques de la oposición sobre la amenaza que representa el "ataque salvaje" de una consulta "al estilo de Cataluña". Pero Sturgeon se va sin conseguir su sueño.

La adolescente que con 16 años se afilió al SNP, la candidata escocesa más joven de la historia ante las generales de 1992, la mujer que hacía historia en 2014 al ponerse al frente del Ejecutivo de Edimburgo, la exitosa activista dice adiós. El viaje ha sido intenso, pero la independencia por la que tanto luchó está más cuestionada que nunca.

¿Quién debe ser considerado mujer? Incluso los críticos más duros con Nicola Sturgeon (52 años) admiten que, durante la última década, la responsable del Partido Nacionalista Escocés (SNP) había destacado por ser uno de los representantes políticos más efectivos del Reino Unido y uno de los mejores activistas de su generación. Pero sus problemas para contestar a esta cuestión han acabado con su liderazgo.

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