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La guerra en Ucrania no nos ha hecho más proeuropeos... Pero tampoco menos
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La pregunta que se muerde la cola

La guerra en Ucrania no nos ha hecho más proeuropeos... Pero tampoco menos

Tras más de un año del comienzo de la invasión rusa, la opinión pública europea se ha mantenido en la cuerda floja a causa de las sanciones y el malestar de algunas regiones. Un análisis del ECFR muestra si ha cambiado algo o nada

Foto: Un soldado monta guardia tras una rueda de prensa de la Unión Europea sobre la invasión rusa a gran escala. (EFE/Mark R. Cristino)
Un soldado monta guardia tras una rueda de prensa de la Unión Europea sobre la invasión rusa a gran escala. (EFE/Mark R. Cristino)

Cuando las tropas rusas atravesaron la frontera con Ucrania el 24 de febrero de 2022, el continente actuó al compás de los acontecimientos históricos. Muchos en Bruselas compartían el análisis de que se trataba de un momento crítico que podía determinar el futuro de la región. Muy pocos dudaban de qué era lo correcto, pero existía un miedo real: ¿hasta qué punto la ciudadanía entendería los sacrificios que conllevaba ese apoyo total a Ucrania?

"El mundo entero se enfrenta a una prueba para la eternidad. Europa está a prueba. Estados Unidos está a prueba. La OTAN está a prueba. Todas las democracias lo están", dijo el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, durante su visita a Polonia en febrero. "Cuando Rusia invadió Ucrania, no solo se puso a prueba a Kiev", aseguró el mandatario.

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El fantasma de las protestas, el volver a la impopularidad de principios de la década pasada, recorrió la capital comunitaria. El miedo a las consecuencias del conflicto fue real. La posibilidad de que la llegada de millones de refugiados ucranianos alimentara a la extrema derecha o que el aumento de los precios de la energía pudiera provocar revueltas sociales que pusieran en entredicho el apoyo a Ucrania estuvo siempre encima de la mesa. Cortar el suministro de gas ruso, imponer un paquete de sanciones uno tras otro y volcarse económicamente con Ucrania tendría un precio. ¿Serían capaces los ciudadanos europeos de comprender por qué eran sacrificios que había que hacer?

Para resolver esta cuestión, el think thank del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR por sus siglas en inglés) y el European Cultural Foundation han publicado un análisis elaborado por el investigador Pawel Zerka titulado The European Sentiment Compass Culture clash: Russia, Ukraine, and the fight for the European public. Los datos de este estudio arrojan un dato importante. El sentimiento europeísta sigue igual que antes de la invasión a gran escala. Incluso ha disminuido ligeramente en algunas cuestiones. Pero estas cifras no significan que nada haya cambiado respecto al año pasado.

Pawel Zerka resalta a El Confidencial que "la guerra solo ha afectado a las actitudes europeas en los países situados más cerca del conflicto, mientras que en los países situados más al oeste y al sur la opinión de la gente sobre Europa y la UE se ha mantenido notablemente estable. Sin embargo, no diría si es bueno o malo, aunque sin duda veo grandes riesgos de que el sentimiento europeo se vea socavado en toda la UE27 en los próximos 12 meses".

Foto: European Focus

Por otra parte, el analista en opinión pública europea resume las grandes dudas de la UE en cuatro grandes apartados: "La preocupación generalizada por el coste de la vida, la fatiga de solidaridad emergente (el debilitamiento de la ayuda a Ucrania y el creciente malestar por las sanciones europeas a Rusia, especialmente en países como Grecia, Bulgaria, Italia, Austria) es un riesgo importante de que la migración (especialmente, de Oriente Medio y África) resurja como el problema europeo número uno, y la perspectiva del movimiento político europeo hacia la derecha en el contexto de las elecciones al Parlamento Europeo de 2024 y varias contiendas nacionales, incluso en España".

Lo que los datos dicen de la UE

Aunque parezca que sobre los ciudadanos europeos ha llovido sobre mojado tras más de 400 días de guerra, la realidad es otra. Sobre los datos se ve que la opinión pública entre los 27 Estados miembros se ha mantenido en cuestiones como el optimismo sobre el futuro de la UE o la confianza. Por otro lado, sentirse vinculado al bloque o mantener una imagen positiva, ha aumentado tan solo un punto.

Los ciudadanos europeos estaban mucho más preparados de lo que en Bruselas y en algunos gobiernos creían. Y aunque efectivamente existen zonas de resistencia a algunas de las medidas adoptadas, como en Alemania a la idea de entregar armamento a Kiev, la mayoría de los europeos esperaban una reacción decidida a la invasión.

Otra encuesta del ECFR publicada solamente quince días antes del inicio de la guerra, mostraba tres conclusiones. La primera era que los encuestados creían que habría una invasión, como acabó ocurriendo. La segunda, que interpretaban que dicho ataque sería "un problema no solamente para Ucrania sino para la seguridad europea en general". La tercera era que esperaban una respuesta europea, tanto a través de la OTAN como de las instituciones europeas.

Es precisamente, paso por paso, lo que ha ocurrido y cómo las instituciones europeas han interpretado la crisis. Además, los miedos constantes se han ido demostrando, infundados. La Unión Europea es lenta actuando, pero no se ha dividido, ha sido capaz de establecer sanciones masivas contra Rusia, apoyar a Ucrania de forma decidida y mantener la unidad, todo al mismo tiempo. La mayoría de ciudadanos europeos creen que la Unión ha actuado de forma correcta, como muestran los datos de los Eurobarómetros. La pregunta, entonces, es, ¿por qué si la UE ha respondido a las expectativas de los ciudadanos, eso no se ha traducido en un aumento del sentimiento europeo?

"En Escandinavia (más Letonia y Luxemburgo), la actitud de los ciudadanos hacia Europa y la UE ha mejorado notablemente. Por ejemplo, si se observan los datos del Eurobarómetro estándar de enero/febrero de 2022 y 2023, se puede ver que el porcentaje de personas que confían en la UE ha aumentado significativamente en Dinamarca (del 61% al 71%); el porcentaje de los que tienen una imagen positiva de la UE también ha aumentado (del 50% al 57%), y el porcentaje de los que se sienten unidos a la UE ha aumentado del 60% al 72%", explica a este medio Pawel Zerka.

Precisamente esa ausencia de grandes variaciones tras un acontecimiento que ha cambiado por completo el rumbo en el medio plazo de Europa, que se ha traducido en el abandono de posiciones históricas (como Finlandia y Suecia solicitando su ingreso en la OTAN, o Dinamarca abandonando su opt-out en materia de defensa en la Unión Europea), en decisiones de gran calado (como el aumento de la inversión en defensa en Alemania) y en una reorganización de la visión del mundo (como se puede comprobar en la cuestión de las relaciones con China), muestra que los ciudadanos europeos no ven nada demasiado extraordinario en que Europa actúe como un actor geopolítico.

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Que un proceso relativamente traumático de reconversión de la Unión Europea de un club económico en un actor político global, que también usa el poder duro, no se traduzca que un rechazo por parte de los ciudadanos es, probablemente, la mayor noticia en este contexto.

La otra cara de la moneda

Las protestas masivas en Eslovaquia o los miles de personas que han estado saliendo a las calles de República Checa exigiendo el final de la ayuda militar a Ucrania han generado mucha preocupación en Bruselas. En la capital comunitaria se teme que en las elecciones eslovacas triunfe Robert Fico, instigador de las protestas, y pueda alejar al país del consenso europeo sobre Ucrania, pero a nivel social parece que el momento de mayor tensión ha pasado.

"Estas actitudes se han deteriorado en general en Europa Central (Chequia, Eslovaquia, Hungría, Rumanía), junto con Estonia. Por ejemplo, el porcentaje de encuestados que se sienten unidos a la UE bajó del 54% al 46% en Chequia, y del 63% al 54% en Eslovaquia. El porcentaje de los que se sienten unidos a Europa bajó del 77% al 66% en Chequia, y del 75% al 66% en Eslovaquia. En Eslovenia, el 50% confiaba en la UE hace un año, pero ahora solo lo hace el 40%", declara el experto.

Entre 2014 y 2019, Jean-Claude Juncker lideró la que calificó como una "Comisión política", centrada en ganar legitimidad, en ser un actor relativamente autónomo y en contribuir a la politización de la Unión Europea. En 2019 Ursula von der Leyen prometió una "Comisión geopolítica" y durante las audiencias previas a su nombramiento, Josep Borrell, candidato a ser jefe de la diplomacia europea, martilleó a los eurodiputados con una idea: Europa debía aprender a hablar el idioma del poder.

Los ciudadanos parecen tomarlo con cierta naturalidad. Un Eurobarómetro reciente muestra que el 74% de los europeos aprueban la respuesta de la Unión a la invasión. Hay apoyo a la acción, pero eso no se traduce en un aumento del sentimiento europeo porque los ciudadanos creen que Europa está haciendo lo que se espera de ella. Ni más ni menos. Y eso, para la actual Comisión Europea, debería ser una buena noticia.

"El sentimiento europeo es fuerte a pesar de la gran conmoción de la guerra en Ucrania (un motivo de alegría), pero seguramente estará sometido a una presión creciente (un motivo de preocupación). Y si el sentimiento europeo se debilita, la solidaridad de Europa con Ucrania —y su notable unidad hasta ahora— también se verá probablemente afectada", concluye el experto.

Cuando las tropas rusas atravesaron la frontera con Ucrania el 24 de febrero de 2022, el continente actuó al compás de los acontecimientos históricos. Muchos en Bruselas compartían el análisis de que se trataba de un momento crítico que podía determinar el futuro de la región. Muy pocos dudaban de qué era lo correcto, pero existía un miedo real: ¿hasta qué punto la ciudadanía entendería los sacrificios que conllevaba ese apoyo total a Ucrania?

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