El gran asalto: la oposición turca se prepara para derrocar al eterno Erdogan

La población turca acudirá a las urnas este domingo para unos comicios donde Erdogan se la juega al todo o nada. Y parece que en estos momentos no lo tiene nada claro. Las últimas encuestas indican que el máximo mandatario turco va por detrás del principal opositor, Kemal Kiliçdaroglu.

Según una de ellas, Kılıçdaroğlu obtiene el 49,3% de los votos, Erdogan obtiene el 43,7%, y el resto iría a los opositores Ogan e Ince, quién se retiró este mismo jueves y finalmente no participará en las elecciones. En la lucha por la Asamblea, la Alianza Popular, liderada por el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Erdogan y el partido ultranacionalista MHP, recibirían cerca del 44% de los votos.

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Solamente el AKP recibiría el 35%, mientras que el MHP obtendría el 8%. La opositora Alianza de la Nación, compuesta por seis partidos políticos, obtendría el 39,9% de los votos: lo forman el socialdemócrata Partido Republicano del Pueblo, CHP (27,3%), el ultranacionalista IYI Parti (12,4%) y otros partidos minoritarios. En cuanto a la izquierdista Alianza Laboral y de la Libertad, formada por el Partido de la Izquierda Verde, donde está integrado el pro kurdo Partido Democrático de los Pueblos HDP, y el Partido de los Trabajadores TİP, entre otras pequeñas formaciones, lograría el 12,3% de los votos.

Pero no son las únicas encuestas que se han llevado a cabo durante el mes de mayo. Algunas incluso sitúan al líder opositor hasta cinco puntos por encima de Erdogan, lo que equivaldría a acabar con sus aspiraciones por revalidar el mandato cinco años más y mandarle a casa en la primera vuelta. Y en el seno del gubernamental partido AKP saben perfectamente que a pocas horas de votar, la situación se les pone cuesta arriba. Hay nervios. Y el círculo más próximo al presidente ya ha lanzado declaraciones que lo demuestran.

Violencia electoral

El mismo ministro del Interior turco, Suleyman Soylu, acostumbrado a moverse en la polémica, describió las próximas elecciones como un "intento de golpe de Estado político por parte de Occidente". Según el ministro, "el 15 de julio —refiriéndose al fallido golpe de Estado de 2016, según acusaron, por parte de la cofradía de Fetullah Gülen— fue un intento de golpe real. Y el 14 de mayo —de este domingo— es su intento de golpe de estado político".

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Soylu se refería a las palabras de Joe Biden antes de entrar en la Casa Blanca, donde expresó en una entrevista para el New York Times en 2020 que apoyaría a la oposición y la salida de Erdogan por la vía democrática sin que haga falta "un golpe de estado". "Yo no lo he dicho —dijo Soylu— Lo hizo hace años, la persona que actualmente dirige los Estados Unidos. Cuando todos los métodos que intentaron fallaron hace años, expresaron que solo pueden apoderarse de Turquía con este método". Pero el reguero de declaraciones subidas de tono no acaba aquí y la intensidad va a más. El socio de gobierno de Erdogan, máximo mandatario del partido ultranacionalista MHP, Devlet Bahçeli, afirmó que "estos traidores recibirán cadena perpetua agravada o una bala en el cuerpo", advirtió, refiriéndose a los partidos de la oposición.

Pero las palabras no provocan hematomas, las piedras, sí. El alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, uno de los opositores más populares del país y que a punto estuvo de ser candidato presidencial, fue atacado con piedras en uno de sus actos electorales para apoyar a Kemal Kiliçdaroglu, de su mismo partido. Los hechos se produjeron en la ciudad de Erzurum, al noreste de Turquía, mientras el alcalde de la mayor ciudad de Turquía se dirigía a sus simpatizantes: "La policía está viendo esto, nosotros también os estamos viendo".

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Al Gobernador de esta ciudad, al jefe de Policía, también os estamos viendo. Seguid, no hay problema. Mirad la crisis económica, la pobreza y la indigencia", dijo justo antes de que sus colaboradores se lo llevaran para no recibir ningún impacto. En palabras del alcalde de Estambul, "la plaza estaba llena. Cuando llegamos, llovían piedras por todas partes. Ninguno de los policías movió un músculo". Dos días después, un joven de 16 años hizo lo mismo contra el autobús que transportaba al líder opositor, Kemal Kiliçdaroglu.

"Soy Kemal, ya vengo"

En uno de los mítines más grandes de la oposición, el que tuvo lugar en Estambul, el transporte público estaba lleno hasta la bandera y los accesos totalmente desbordados hacían prever que la asistencia sería grande: miles se juntaron para apoyar al candidato, aunque la organización no quiso dar cifras.

"Soy Kemal, ya vengo", se escuchaba al líder opositor decirle a sus simpatizantes mediante el equipo de sonido y a modo de eslogan de campaña. El público, por su parte, correspondía con gritos de júbilo. El líder opositor, muy elogiado entre los analistas por haber podido juntar hasta seis partidos que históricamente han sido antagonistas, se postuló como candidato ante parte de la gente en contra. "Es poco carismático", decían muchos. "Hay gente que creyó que a la oposición le iría mejor con alguien más carismático, pero creo que Kiliçdaroglu ha sido sorprendentemente efectivo como candidato", explica a El Confidencial el analista Hogward Eissenstat.

Y ante la proeza de juntar varias ideologías en un país tan polarizado como Turquía, los elogios no se han hecho esperar. Pero también son conscientes de que, en caso de ganar, deberán responder: "Tendrán que arreglar la economía y eso se traducirá en reformas dolorosas", explica el analista. Además, también añade que los años de gobierno del AKP dejarán una estela difícil de borrar. "Habrá que despolitizar la burocracia de las últimas décadas. Son retos que harán de la alegría electoral algo muy corto y tendrán que trabajar con éxito". Es por ello que nadie pone la mano en el fuego sobre si el viaje opositor será muy largo, o si servirá solamente para echar a Erdogan.

Más de dos décadas

Sus seguidores, presentes en el mitin que el líder turco ofreció en el antiguo aeropuerto Atatürk de Estambul, se niegan a pensar que el sueño pueda finalizar este domingo. Contentos y optimistas, entonaban eslóganes con todas sus fuerzas. Y si el lado erdoganiano quería mostrar músculo mediante una asistencia masiva a su acto político más importante, el de Estambul, lo hizo: un millón 700 mil personas, según la organización, llenaron las antiguas pistas de aterrizaje. Pero la cifra —según la oposición, enormemente hinchada— habría sido de entre 300 y 400 mil personas.

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Lejos quedan esos mítines de hace dos décadas en que Erdogan era una fuerza emergente y batía a todos sus adversarios con el don de la palabra. Y atrás quedan esos finales de los años 80 cuando Erdogan, un completo desconocido, convencía a sus futuros votantes, esquina por esquina, en la caótica Estambul, para que le votaran en unas futuribles elecciones locales que finalmente ganó en 1994. Las mismas que le llevaron a ser conocido a nivel mundial por su carisma y que tuvo que ser silenciado por la élite de ese momento, pagando el precio en forma de cárcel. El líder que llevó a Turquía a las puertas de la Unión Europea, luego convertiría el sistema parlamentario turco a uno presidencial, silenciaría cualquier protesta contraria a sus intereses y llevaría a la cárcel a miles de opositores. Pero lo que le ha hecho, según los analistas, poner en peligro su presidencia no ha sido ese tic autocrático que le caracteriza, sino una economía que se desvanece: la inflación alcanza, según economistas independientes, el 100% y la devaluación de la lira es de vértigo. Por eso, el nuevo líder opositor, Kemal Kiliçdaroglu, tiene las de ganar en el gran asalto a la presidencia de Turquía.