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Xi se da un baño de masas en Serbia (y manda un claro mensaje a Occidente)
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Vucic y Orbán, sus grandes aliados

Xi se da un baño de masas en Serbia (y manda un claro mensaje a Occidente)

Xi Jinping ha visitado Serbia en el aniversario de los bombardeos de la OTAN en la embajada del gigante asiático de Belgrado. Después, viajó a Hungría en un viaje con una alta carga simbólica

Foto: Xi Jinping en su visita a Serbia. (Reuters/Marko Djurica)
Xi Jinping en su visita a Serbia. (Reuters/Marko Djurica)
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En cuanto la multitud ve aparecer a Xi Jinping, empiezan los vítores. En una explanada, miles de personas aplauden en Belgrado la llegada del presidente chino quien, acompañado de su homólogo serbio Alexander Vucic, se acerca sonriendo al escenario. "Gracias por esta gran acogida para decir hola a nuestro amigo, gran amigo, amigo de acero de Serbia", dijo el mandatario.

Antes de llegar a Belgrado, Xi aterrizó en París en una visita a Emmanuel Macron marcada por la diplomacia. No sería hasta la capital serbia donde empezaría su baño de masas. Las banderas del gigante asiático estaban ya presentes en el aeropuerto de la ciudad y recorrían toda la autopista que lleva hasta el centro. En la explanada, se mezclaban los colores distintivos de las banderas de los dos países. Todos querían ver de cerca a Xi.

Esa fue la sensación que el Gobierno de Serbia quería transmitir: una alianza duradera y a prueba de las presiones internacionales. A pesar de los reportes de periodistas locales sobre que los empleados públicos fueron obligados a asistir el evento, Alexander Vucic consiguió su objetivo y celebrar una ceremonia de bienvenida cargada de simbología. Desde que se anunció la visita del presidente chino, todos los ojos estuvieron puestos en la fecha en la que aterrizaría. El 7 de mayo.

Ese mismo día, en 1999, caían las bombas de la OTAN sobre Belgrado, dentro de la operación de la alianza para detener las atrocidades de Slobodan Milosevic en Kosovo. Los ataques aéreos duraron más de dos meses, pero ese día sería uno de los más recordados porque los aviones estadounidenses lanzaron cinco bombas sobre el recinto de la embajada de China. Tres ciudadanos chinos murieron en el ataque, y otros 20 resultaron heridos.

Foto: El presidente chino, Xi Jinping, y el presidente francés, Emmanuel Macron, en el Palacio del Elíseo, este lunes. (Getty/Kiran Ridley)

Estados Unidos reconoció que el ataque fue un error provocado por mapas obsoletos y bases de datos defectuosas y se ha disculpado en varias ocasiones. Pero este capítulo de la historia sigue muy presente para el gigante asiático. "El pueblo chino aprecia la paz, pero nunca permitirá que se repita una tragedia histórica. La amistad entre China y Serbia ha sido forjada con la sangre de nuestros compatriotas, que permanecerán en la memoria compartida de nuestros dos pueblos", escribió Xi esta semana en el periódico serbio Politika.

La embajada china fue trasladada a otro lugar, pero el antiguo edificio sigue siendo una atracción para los turistas chinos que quieren rendir homenaje a las víctimas del ataque estadounidense. Los bombardeos de la OTAN, que se llevaron a cabo sin el beneplácito del Consejo de Seguridad de la ONU, fueron también motivo de grandes manifestaciones en China, en las que los manifestantes vandalizaron las embajadas de Estados Unidos y Reino Unido. Fueron, sobre todo, la llama que prendió todavía más el sentimiento nacionalista chino y el rechazo a Occidente.

"Los ataques promovieron que los medios de comunicación (controlados por el Estado) fomentaran una visión de que la OTAN es un agresor. Actualmente, para China, la convergencia de la narrativa hostil contra la alianza junto con Serbia representa un mensaje contra Estados Unidos y los miembros europeos que se hacen más visibles en el Indo-Pacífico, percibido por China como su zona de influencia. El interés chino es demostrar que no solo está presente en suelo europeo, sino que tiene allí aliados estratégicos anti-OTAN", explica Denis Cenusa, analista del Centro de Estudios de Europa del Este a El Confidencial.

No obstante, la visita de Xi en un día tan simbólico como es el 7 de mayo se suavizó con su decisión de no visitar la antigua embajada. Este movimiento ha sido interpretado como una manera de evitar un aumento las tensiones con Estados Unidos y los otros países que forman parte de la OTAN en un momento en que el gobierno de Xi está tratando de estabilizar las relaciones con Occidente. "Demuestra que Xi no quiere irritar demasiado a Estados Unidos ni poner a sus anfitriones serbios en una posición difícil", dijo. "Si Xi continuara con un discurso para conmemorar el aniversario, además de una visita muy esperada al lugar, la Unión Europea probablemente ejercería presión sobre Serbia", afirmó Deng Yuwen, ex editor adjunto del principal periódico del Partido Comunista, Study Times, a South China Morning Post.

Un futuro compartido con China

La llegada de Xi a Serbia, más allá de su importancia simbólica, estuvo marcada por el fortalecimiento de una alianza económica que no ha parado de crecer. En algunas partes de Serbia, los carteles que anuncian nuevas construcciones llevan la firma de una empresa china. Además, se han firmado proyectos para renovar la infraestructura y la red ferroviaria del país balcánico. En este sentido, los dos países firmaron 29 acuerdos que promueven la cooperación legal, regulatoria y económica, y Belgrado se convirtió en el primer estado europeo en firmar un acuerdo de libre comercio con Pekín en años.

Alexander Vucic afirmó que China ha sido el mayor inversor del país balcánico desde 2020 y que el acuerdo de libre comercio garantizará las exportaciones libres de aranceles para el 95% de los productos serbios a China durante los próximos 5 a 10 años. "Serbia se convirtió hace ocho años en el primer socio estratégico de China en Europa central y oriental, y se convierte en el primer país europeo con el que construiremos una comunidad de futuro compartido", dijo Xi.

Para el gigante asiático, sostiene Denis Cenusa, tener un puente comercial con Serbia sirve para asegurar una presencia geopolítica en la región. "Como candidato a ser miembro de la UE, Serbia tiene un valor estratégico para los vínculos comerciales con el mercado europeo. Sin el acceso de Serbia al libre comercio con Europa, China estaría menos interesada en invertir tanto en este país balcánico", explica a este periódico.

Foto: Aleksandar Vucic después de las elecciones legislativas de Serbia, el 17 de diciembre. (REUTERS / Zorana Jevtic)

Por el otro lado, para el Gobierno de Vucic, esta alianza se sostiene en una demostración de soberanía estratégica. Si Pekín está de su lado, Belgrado no se queda aislada. "El régimen de Vucic necesita demostrar relevancia y ganar legitimidad a través del imponente poder de China. Hay que recordar que la victoria electoral del mandatario en las últimas elecciones legislativas se ha visto empañada por acusaciones de falsificaciones. Por tanto, utiliza la visita de Xi para elevar su baja legitimidad dentro del país", subraya el analista.

No obstante, el fortalecimiento de sus relaciones con Pekín puede socavar los tímidos avances de Serbia para unirse a la UE. Los altos funcionarios del bloque han criticado en varias ocasiones la estrecha relación entre Vucic y Vladímir Putin después de la invasión a gran escala en Ucrania. La relación con China tampoco está vista con buenos ojos desde Bruselas. Especialmente por compromisos como el apoyo a la soberanía y la integridad territorial entre los dos países. Este acuerdo significa que Belgrado considera a Taiwán como parte de China y que Pekín, por su parte, no pone en duda que Kosovo forme parte de Serbia. "Enfrentaremos conjuntamente la hegemonía y la política de poder", dijo Xi durante su visita.

Para Ivona Ladjevac Instituto de Política y Economía Internacionales, la postura de la UE con respecto a las relaciones entre China y Serbia es, a pesar de todo, hipócrita. "A pesar de su propia cooperación con China, la UE considera que los estrechos vínculos de Serbia con China son incompatibles con los valores y normas europeos, lo que podría ralentizar o complicar el proceso de adhesión", comenta a El Confidencial.

Si bien la alianza de Serbia con China ofrece beneficios económicos y apoyo político al gobierno del presidente Vucic, también presenta desafíos en sus relaciones con los países de la UE y en su camino hacia la integración europea. “Gestionar esta dinámica requiere una diplomacia cuidadosa y una toma de decisiones estratégicas por parte de los dirigentes serbios”, añade Ladjevac.

Por ahora, Alexander Vucic no ha actuado con extremada cautela y convirtió la visita de Xi en su mensaje propio para la OTAN: "No olviden que nuestros amigos chinos estaban con nosotros hace 25 años cuando este país estaba siendo demolido y bombardeado", dijo. "Tendremos fuerte apoyo de China en todos los asuntos que se aborden en la ONU. Serbia está no pocas veces bajo presiones de las grandes potencias. Serbia se opondrá intensamente a los intentos de revisión histórica y de recuerdos históricos", añadió, en referencia a la posibilidad de que el Consejo de Europa admita a Kosovo como miembro de grupo.

Próxima parada: Budapest

En octubre del año pasado, Vucic fue uno de los únicos líderes europeos que asistió a una reunión en Pekín para celebrar el programa de la Franja y la Ruta, la nueva Ruta de la Seda china. El otro líder europeo que asistió fue Viktor Orbán. El primer ministro húngaro ha sido el siguiente en recibir a Xi Jinping en su país, y lo hizo con todos los honores militares en una visita considerada "histórica" por el Gobierno ultranacionalista.

Las conversaciones entre los líderes de los dos países estuvieron marcadas por las inversiones de Pekín en el país europeo, como la decisión de Xi trasladar a Hungría su primer centro de producción de vehículos eléctricos (a cargo de la empresa BYD) en Europa. Pero la asociación estratégica entre China y Hungría va mucho más allá y abarca "todos los ámbitos", según Budapest. Una descripción que puede resultar demasiado ambigua —y preocupante— para Europa.

"Estas palabras se enmarcan en un momento en el que hay muchas preocupaciones sobre China en la Unión Europea. Sin embargo, el Gobierno de Orbán no ve ningún riesgo y considera la profundización de la cooperación con China como un gran éxito en política exterior que aumenta la relevancia de Hungría a nivel internacional", explica Zsuzsanna Vegh, investigadora del German Marshall Fund, e investigadora visitante del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.

Foto: Vladímir Putin y Viktor Orbán tras una rueda de prensa en Budapest en octubre de 2019. (Reuters/Bernadett Szabo)

El primer ministro húngaro mantiene unas relaciones complicadas con la UE y que se caracterizan por decisiones como vetar el envío de ayuda militar a Ucrania. En esta postura reside uno de los intereses políticos más importantes para Xi, porque Orbán puede garantizar un bloqueo constante de las políticas restrictivas de la UE hacia China en el ámbito comercial.

Tanto en Serbia como en Hungría, Xi Jinping ha fortalecido sus relaciones comerciales, pero también ha dejado clara su voluntad de aliarse con países fuera de la tradicional esfera de influencia occidental. "Esto podría verse como un mensaje sutil a Estados Unidos sobre la creciente huella global de China y su capacidad para cultivar asociaciones más allá de los aliados occidentales", concluye Ivona Ladjevac.

En cuanto la multitud ve aparecer a Xi Jinping, empiezan los vítores. En una explanada, miles de personas aplauden en Belgrado la llegada del presidente chino quien, acompañado de su homólogo serbio Alexander Vucic, se acerca sonriendo al escenario. "Gracias por esta gran acogida para decir hola a nuestro amigo, gran amigo, amigo de acero de Serbia", dijo el mandatario.

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