Es noticia
¿Por qué no vamos a ver una entrevista de Tucker Carlson a Xi Jinping?
  1. Mundo
Xi ante los micros

¿Por qué no vamos a ver una entrevista de Tucker Carlson a Xi Jinping?

El controvertido periodista estadounidense se midió con el presidente Vladímir Putin en una entrevista. Pero tal ocasión ante el mandatario chino es tan solo una ilusión

Foto: El presidente chino, Xi Jinping, aplaude al término de la reunión de clausura de la segunda sesión de la XIV Asamblea Popular Nacional (APN). (EFE/Andrés Martínez Casares)
El presidente chino, Xi Jinping, aplaude al término de la reunión de clausura de la segunda sesión de la XIV Asamblea Popular Nacional (APN). (EFE/Andrés Martínez Casares)

Cuentan que un domingo al mediodía, sorprendidos al no escuchar las campanas de la iglesia repicar, las gentes del pueblo fueron a buscar al cura local, quien les explicó: "Hay varios motivos por los que hoy no suenan las campanas de la iglesia. El primero de ellos es que han robado las campanas". Pues bien, son muchas las razones que dan respuesta a la pregunta de por qué Tucker Carlson no va a entrevistar —como sí hizo con el presidente de Rusia— al presidente de China.

La primera de ellas es que Xi Jinping no concede entrevistas. Sin embargo, la mera hipótesis que sugiere la pregunta arroja varias claves interesantes y anima a reformular la pregunta del título que, en rigor, debiera ser más bien: ¿por qué Tucker Carlson fracasó en buena parte de cuanto pretendía al lograr convertirse en el primer comunicador occidental que ha entrevistado al mandatario ruso tras la decisión de invadir Ucrania? La respuesta explica, también, por qué nunca va a entrevistar al mandatario chino.

La mera conjetura de una entrevista a Xi Jinping nos obliga, en primer lugar, a indagar en los motivos por los que Putin acepta o rechaza una entrevista, especialmente sobre un tema delicado como un conflicto armado rechazado por la comunidad internacional, de difícil resolución y aún más turbio balance. Son muchas las razones por las que Putin ha concedido entrevistas a medios extranjeros, pero destacan consideraciones diplomáticas, objetivos estratégicos de comunicación y el perfil de la audiencia (o el electorado) de la plataforma en la que se divulga cada entrevista. En la que mantuvo con Carlson, la identidad del entrevistador (de cómo este y su audiencia sirven a los objetivos políticos o estratégicos del entrevistado), ha jugado un papel aún más determinante que las propias consideraciones diplomáticas y políticas que rodeaban la conversación.

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin, en una entrevista con Tucker Carlson, en Moscú. (Reuters/Tucker Carlson Network)

Cualquier entrevista siempre tiene algo de ejercicio de careo y valentía; un internarse en tierra de nadie —el entrevistado a instancias del entrevistador, aunque a menudo también a la inversa—, en particular cuando este pertenece a un medio de comunicación extranjero, donde hay un riesgo alto de abordar temas delicados o enfrentar preguntas incómodas capaces de afectar la imagen pública del líder o las relaciones diplomáticas. En el caso de Carlson, junto a una indisimulada simpatía por el entrevistado, su ignorancia sobre la mayoría de cuestiones relativas al origen del conflicto en marcha anulaba la posibilidad de preguntas desafiantes.

Famoso por difundir bulos y teorías conspiranoicas (como, por ejemplo, que los chinos son inmunes al covid, que el FBI trama para acabar con la Navidad, que hay una maquinación para reemplazar al electorado de Estados Unidos por "votantes del tercer mundo más obedientes" o que Vladímir Putin está actuando de buena fe en el conflicto con Ucrania), sembrando sospechas sazonadas con oscuros augurios para el futuro próximo de un imperio estadounidense en declive, Carlson se presenta como el último estandarte de la verdad en un mundo en el que todos los demás medios de comunicación mienten.

Tucker justificaba su entrevista al ruso con el pretexto de que "la mayoría de los estadounidenses no tienen ni idea de por qué Putin invadió Ucrania o cuáles son sus objetivos ahora. Nunca han escuchado su voz". Sin embargo, en su entrevista llamó más la atención aquello de cuanto no se habló que aquello de cuanto Putin aleccionó, autocomplaciente, a Tucker.

Foto: Varias personas, entre ellas partidarios del actual presidente ruso y candidato presidencial, Vladímir Putin, participan en una procesión organizada con motivo de las próximas elecciones presidenciales. (Reuters/Chingis Kondarov)

Pese a la valentía que supone —en todo caso— ponerse delante de un miura como Putin (que ha encarcelado a numerosos periodistas), Tucker acabó concediendo a Vladímir una plataforma de dos horas para pontificar y socavar aún más el apoyo republicano a Ucrania, ofreciendo a los votantes de Trump una versión alternativa de la historia en la que Estados Unidos y la OTAN son los verdaderos agresores. Aunque no creo que en una entrevista —ni siquiera con personajes controvertidos— el periodista deba convertirse en centro de atención desafiando continuamente al entrevistado o reaccionando airadamente a cuanto este diga que le contraríe, Carlson no logró que la entrevista aportara, como le había prometido a su audiencia, ni un solo dato nuevo sobre por qué Putin invadió Ucrania. Al contrario, el entrevistador se convirtió en rehén de la interminable homilía de su entrevistado.

Putin sabía muy bien para qué y a quién le concedía la entrevista, así como en qué plataforma iba a emitirse esta: un canal de pago gestionado por el propio Tucker con una audiencia de ideología ultraderechista por la que ya han desfilado Viktor Orbán, Javier Milei, Marjorie Taylor Greene o el propio líder de Vox, Santiago Abascal. La visibilidad internacional de Tucker Carlson y su millonaria legión de seguidores, ha permitido al líder del Kremlin catapultarse al otro lado del Atlántico y proyectar su mensaje directamente a la audiencia occidental, especialmente al electorado de Trump, a quien el mandatario ruso vaticinó que "ganará las elecciones".

La plataforma de Carlson y sus declaraciones (a través de redes sociales) son accesibles fuera de EEUU y también encuentran eco entre los rusos, de manera que Putin se dirigía no solo al electorado de Trump, sino tangencialmente, también, a sus propios votantes. Por eso, la respuesta a la pregunta de por qué Xi Jinping no va a conceder una entrevista a Carlson se encuentra en el por qué él sí ha podido entrevistar a Putin: Trump y sus afines de la extrema derecha europea consideran que una Rusia blanca, cristiana y capitalista es parte de Occidente y ven, en una Rusia liderada por Putin, el mejor aliado potencial posible contra el "verdadero enemigo" a batir, que no es otro que China, a la que demonizan como una amenaza no blanca, asiática, atea y comunista a la "civilización occidental judeocristiana".

Foto: El presidente estadounidense, Joe Biden, sale de la Casa Blanca en Washington para reunirse con Xi Jinping. (EFE/Chris Kleponis)

Carlson es un firme defensor de la campaña de contención contra China y, durante su etapa como presentador de Fox News, Carlson declaró: "Rusia no es el principal enemigo de Estados Unidos. Evidentemente, ninguna persona en su sano juicio piensa que lo sea. Nuestro principal enemigo, por supuesto, es China. Y Estados Unidos debería tener una relación con Rusia, alineado contra China". Y ahí es donde su entrevista con Putin descarriló pues, como dejó claro Putin, los republicanos no han logrado aislar a China de Rusia ni dividir a los BRICS. Putin tenía muy claros sus objetivos tácticos —sugerir los términos de un posible cese de hostilidades— al conceder una entrevista a Carlson y también los estratégicos. De ahí, su lúgubre advertencia a la audiencia occidental sobre un posible conflicto entre Occidente y China, subrayando que no considera productivo tratar de dividir a Rusia y utilizar su potencial combinado para la futura lucha con China.

Al admitir que Occidente teme más a una China fuerte que a una Rusia fuerte, refleja una evaluación realista de la dinámica del poder geopolítico actual. Así, Carlson y otros aliados de Donald Trump, han intentado durante años abrir una brecha entre Rusia y China, presionando a favor de una campaña belicista contra China. Aunque, personalmente, no comulgo con las tesis fatalistas que Carlson proclama para Occidente (y que rentabiliza en su propio beneficio, posicionándose como garante de una verdad que —dice— solo él está dispuesto a mostrar), sí que coincido con Carlson cuando asegura que la población china "entiende mejor todos estos cambios en el mundo" que los anglosajones, "inconscientes en su mayoría porque piensan que nada va a cambiar".

A diferencia de los medios occidentales, los chinos hacen gala de una política relativamente consistente de no intromisión en los asuntos internos de otros países. De este modo, los periodistas chinos raramente entrevistan a políticos de otros países y, a la inversa, los políticos chinos muy ocasionalmente conceden entrevistas a periodistas internacionales.

En concreto Xi Jinping, a diferencia de alguno de sus predecesores, es un líder que prioriza las interacciones con los medios controlados por el aparato de propaganda del Estado chino que gestiona y controla cuidadosamente todos los mensajes, presentando una imagen sólida, coherente y previsible, sin sobresaltos en el discurso ni cambios inesperados de guion (otra de las enseñas en el estilo comunicador de Tucker Carlson). En la conversación -prácticamente el monólogo- que mantuvo durante casi dos horas el presidente de la Federación Rusa con el polémico comunicador americano, queda patente lo alejada que está Rusia de China y lo alejada que está China de la imagen que de ella se tiene en EEUU, pero, sobre todo, lo alejada que está la figura de Putin de la de Xi Jinping. Así, puestos a imaginar entrevistas imposibles, imagino a Xi Jinping concediendo una al podcaster Lex Fridman. Aunque las preguntas —y las respuestas—, en ese hipotético toma y daca al mandatario chino, estarían perfectamente acotadas de antemano, esa charla yo no me la perdería.

***

Julio Ceballos es Consultor de negocio en China con dos décadas de experiencia en el país. También es autor de Observar el arroz crecer, cómo habitar en un mundo liderado por China (Ariel). Una recopilación de sus vivencias y aprendizajes en el gigante asiático.

Cuentan que un domingo al mediodía, sorprendidos al no escuchar las campanas de la iglesia repicar, las gentes del pueblo fueron a buscar al cura local, quien les explicó: "Hay varios motivos por los que hoy no suenan las campanas de la iglesia. El primero de ellos es que han robado las campanas". Pues bien, son muchas las razones que dan respuesta a la pregunta de por qué Tucker Carlson no va a entrevistar —como sí hizo con el presidente de Rusia— al presidente de China.

Noticias de China Xi Jinping
El redactor recomienda