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Mira Milosevich: “Rusia es un zombi, un imperio que está muerto pero quiere resucitar”
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Entrevista Mira Milosevich

Mira Milosevich: “Rusia es un zombi, un imperio que está muerto pero quiere resucitar”

Mira Milosevich, investigadora sénior del Real Instituto Elcano, ha publicado 'El imperio zombi', un libro donde repasa la historia de Rusia a lo largo de los siglos para deducir lo que hay detrás del pensamiento de Vladímir Putin y muchos rusos

Foto: Mira Milosevich en la presentación de su nuevo libro 'El imperio zombi'. (Fotos Real Instituto Elcano)
Mira Milosevich en la presentación de su nuevo libro 'El imperio zombi'. (Fotos Real Instituto Elcano)
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Muchos analistas, kremlinólogos y observadores han intentado asomarse a las razones por las que el presidente Vladímir Putin inició la invasión a gran escala de Ucrania. Se ha tachado a Putin de loco, vengativo, aislado de la realidad, paranoico… Pero ¿qué mueve sus actos realmente? La controvertida entrevista del estadounidense Tucker Carlson al líder del Kremlin pilló a muchos desprevenidos. No porque fuera la primera entrevista concedida a un periodista occidental, sino porque, cuando Putin tuvo la oportunidad de explicar sus razones de la invasión a un electorado trumpista que ya tenía muy dispuesto, y con la posibilidad muy real de un cambio de Gobierno en EEUU, optó por rectificarse en obtusos momentos de la historia rusa que casi nadie entendió.

El imperio zombi (Galaxia Gutenberg), de la historiadora serbia Mira Milosevich, es un repaso a las fuentes históricas de las que se nutren los halcones del Kremlin para, entre otras, justificar estos dos años de invasión. Según sostiene Milosevich a El Confidencial, su obsesión con el pasado explica muchos de sus objetivos militares. Rusia ve a Ucrania como la cuna donde nace su imperio, por lo que no cambiará sus objetivos de hacerse con ella al completo bajo ninguna circunstancia, porque ni siquiera reconoce su integridad territorial o su identidad nacional.

placeholder Portada del libro de Mira Milosevich 'El imperio zombi'. (Galaxia Gutenberg)
Portada del libro de Mira Milosevich 'El imperio zombi'. (Galaxia Gutenberg)

PREGUNTA. ¿A qué se refiere con lo de imperio zombi, para los que no han leído su libro todavía?

RESPUESTA. Bueno, no es que me haya pasado a la novela de terror. Un zombi es un ser muerto que intenta volver a la vida. En el caso de Rusia, uso este término porque desde la creación de su imperio, que empezó en 1482 en el Principado de Moscovia, ha ido expandiéndose, hasta que, en el momento de la desintegración del Imperio zarista en 1917 por la revolución bolchevique y la guerra civil, el imperio murió. Entonces vino [Vladímir] Lenin, que, por mucho que había criticado a los zares, y llamado a la muerte del chovinismo ruso, lo que quiere es un Imperio comunista. Incluso más ambicioso, una revolución mundial. Con la fundación de la URSS vemos claramente que Lenin no renuncia al modelo de imperio como tal, sino que, en lugar del Imperio zarista, viene el Imperio comunista. Durante la Primera Guerra Mundial, desaparecieron los cuatro principales imperios europeos (zarista, austro-húngaro, otomano, pruso). De estos cuatro, el que vuelve a la vida, aunque en otro formato, es el Imperio soviético.

Después de la desintegración de la Unión Soviética en 1991, aunque Rusia había aceptado las fronteras reconocidas internacionalmente y la soberanía e independencia de las exrepúblicas soviéticas, vemos claramente un proceso de reimperialización, fundado en el concepto estratégico de Rusia de crear una zona neutral entre el enemigo potencial y sus territorios. Por lo tanto, era esperable que Rusia volviera a intentar reimperializarse. Rusia no quiere restaurar la Unión Soviética porque no tiene dinero para ello, pero sí que quiere mantener esas zonas de influencia en el espacio soviético. Pero el hecho es que Rusia es un estado posimperial que ha fracasado en convertirse en estado nación.

Entonces, en 1921, vemos la vuelta a la vida de un imperio muerto, de un zombi del Imperio comunista, y sigue hasta ahora: Rusia intenta volver a ser esta gran potencia, con la guerra de Georgia en 2008, la anexión de Crimea, la guerra del Donbás en 2014 y ahora, finalmente, en la invasión de Ucrania.

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin, en una entrevista con Tucker Carlson, en Moscú. (Reuters/Tucker Carlson Network)

P. Durante la entrevista de Tucker Carlson, Putin hizo muchas referencias al pasado. ¿Qué pretendía decirnos?

R. Creo que Putin actuó como el presidente de cualquier país: intentó justificar el interés nacional de Rusia. Putin está obsesionado con la historia y cree que la historia puede explicar esta guerra. Esto es lo que trato de explicar en mi libro. Hay que conocer su obsesión por el pasado para poder lidiar con ellos.

Lo que Putin intenta explicar (aunque nadie lo entienda) es que Ucrania —históricamente y en su percepción— es muy importante para Rusia. Lo que traducido significa que los rusos lucharán hasta el final, porque creen que Ucrania es suya y es en ese territorio donde está la cuna de su imperio y su civilización.

P. ¿Cómo moldea Putin la visión histórica desde un punto estratégico para justificar su expansión?

R. Cuando digo que Putin moldea estratégicamente la historia, me refiero a que es la justificación de sus objetivos geopolíticos, que es básicamente expandirse y dominar.

Su idea principal es que no existen ucranianos. Es una nación inventada por Lenin, porque no existían como Estado, sino que se les dio la Nueva Rusia (Novoróssiya). Por otro lado, Putin considera que la parte occidental de Ucrania es polaca. [Los ucranianos] serían realmente rusos, o los que se han corrompido convirtiéndose en católicos o uniatas [Iglesia greco-católica] y no han seguido la doctrina ortodoxa.

Foto: El mapa compartido por Medvédev en su perfil de Telegram.

El objetivo de Putin es tener un Gobierno satélite en Ucrania, y un país entre ellos y la OTAN, o la Unión Europea. Pero este plan no es nuevo, es la justificación que siempre ha servido a Rusia. Se han expandido durante 200 años en todas direcciones y para justificarlo siempre se han respaldado en conceptos de seguridad nacional, zonas grises o con argumentos históricos, que en este caso son un legado imperial.

P. Entonces, pese a que la invasión se alarga ya más de dos años, Putin no habría cambiado sus objetivos respecto a Ucrania. Si los muertos, sanciones o la prolongación en el tiempo no ha podido hacerlo ceder un ápice, ¿hay algo que pueda hacerlo?

R. Cada conflicto tiene tres niveles: político, estratégico y táctico. Ahora mismo, Rusia está ganando en nivel táctico. Tiene iniciativa estratégica porque Ucrania no tiene munición, pero, en el nivel político, no ha cumplido ninguno de sus objetivos, que son derrocar al régimen de Zelenski y tener por lo menos un Gobierno ruso en Kiev. Si nada de esto sucede, Rusia se contentaría con una victoria estratégica, que supone quedarse con los territorios anexionados, que ya son cinco (Crimea, Lugansk y parte de Donetsk, Zaporiya y Jersón).

Creo —no soy nada políticamente correcta— que Ucrania y Occidente perdieron el momentum de derrotar a Rusia, que fue en la ofensiva del año 2022, cuando a Rusia le iba realmente mal. Rusia fue humillada, pero no derrotada. Por miedo, por falta de medios, por falta de preparación ucraniana, posiblemente. Después [2023], fracasó la contraofensiva y ahora estamos en un momento donde nadie quiere negociar.

Nos quedan tres escenarios posibles. Uno es la guerra permanente, donde las dos partes creen que pueden ganar la contienda. Otro es que Ucrania ceda los territorios anexionados —que, por ahora, según los objetivos ucranianos, es imposible— donde se divida el territorio al estilo de las dos Coreas e inicia un proceso democrático. Y, por último, una intervención militar de la OTAN. Tendríamos una guerra mayor que sería catastrófica, no solo por armas nucleares, sino en general por ser un conflicto de largo alcance y extensión en el tiempo.

Foto: El escritor y periodista británico Tim Marshall. (Cedida)

P. La llegada al poder de Putin en los 2000 rompe lo que se vio como un proceso de democratización de Rusia. 24 años después, ¿la invasión a gran escala de Ucrania ha consagrado ese poder?

R. Rusia invade Ucrania porque fracasa en influir a Ucrania y, también, porque fracasa la disuasión occidental. No estoy de acuerdo con el análisis de que esta guerra es una cuestión personal de Vladímir Putin. Creo que hay una tradición, un legado imperial. Putin, en este papel de salvador de Rusia, por supuesto que quiere salvar su patrimonio, su poder.

Obviamente, Occidente y Estados Unidos no quieren permitir a Rusia que tenga sus zonas de influencia, o que prohíba a un país elegir sus alianzas militares o su pertenencia a la Unión Europea. Es por esto por lo que Occidente es percibido, por Putin, como un enemigo que bloquea sus ambiciones. Putin, entre otras cosas, quiere salvar a Ucrania (y por ende a Rusia) de la supuesta agresión occidental.

P. Putin se basa en tres pilares para sustentar su régimen. Servicios secretos, oligarcas y la Iglesia. ¿Qué papel juega este último?

R. La Iglesia ortodoxa es uno de los pilares principales de Rusia. Dicho esto, la Iglesia ortodoxa también ha sido prácticamente ninguneada durante el comunismo y después del comunismo; ha tenido muchas dificultades de encontrar su lugar.

Foto: El arzobispo Onufry posa para una fotografía con miembros del Santo Sínodo de la Iglesia ortodoxa ucraniana del Patriarcado de Moscú. (EFE/Maxim Marusenko)

Con Putin, el patriarca Cirilo se ha vuelto un personaje más activo: el medio Nóvaya Gazeta le colocó como el sexto de las 100 personas más influyentes en Rusia. ¿Por qué? Porque el argumento religioso siempre ha justificado la política exterior de Rusia. A través de la protección de los cristianos, se ha utilizado como un instrumento geopolítico. Y Ucrania es, nuevamente, ejemplo. Hoy en día, cuando el patriarca Cirilo bendice misiles y arenga a los soldados para ir a la guerra, no es más que un instrumento político. También la Iglesia juega un papel importante en la defensa de los valores tradicionales que tanto defiende Rusia y que, según dicen, tanto amenaza Occidente con su doctrina woke.

P. Voy a repetirle, un siglo después, la pregunta que le hacen al periodista británico Henry Norman, incluida en su libro: ¿qué es entonces Rusia?

Él dijo que es más fácil decir qué no son los rusos. Yo creo que los rusos son una población que ha cambiado mucho. Primero fue eslava y que, por expandir el imperio, se ha mezclado mucho con otro tipo de pueblos y religiones. Esta es la identidad estatal de Rusia.

La identidad nacional es un imperio zombi que ha fracasado también como Estado-nación. Intenta volver a la vida, pero sabe que no puede; no puede volver a ser la URSS. Pero no ha renunciado a su visión imperial. Rusia es muchas cosas, pero, paradógicamente, también es clave en la estabilidad europea.

Muchos analistas, kremlinólogos y observadores han intentado asomarse a las razones por las que el presidente Vladímir Putin inició la invasión a gran escala de Ucrania. Se ha tachado a Putin de loco, vengativo, aislado de la realidad, paranoico… Pero ¿qué mueve sus actos realmente? La controvertida entrevista del estadounidense Tucker Carlson al líder del Kremlin pilló a muchos desprevenidos. No porque fuera la primera entrevista concedida a un periodista occidental, sino porque, cuando Putin tuvo la oportunidad de explicar sus razones de la invasión a un electorado trumpista que ya tenía muy dispuesto, y con la posibilidad muy real de un cambio de Gobierno en EEUU, optó por rectificarse en obtusos momentos de la historia rusa que casi nadie entendió.

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