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Lo que los países que está visitando Xi Jinping en Europa dicen sobre los planes de China
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Visita a los dos socios problemáticos

Lo que los países que está visitando Xi Jinping en Europa dicen sobre los planes de China

El presidente chino visita París, una de las capitales europeas más hostiles con su estrategia comercial, y continúa su gira europea en Budapest y Belgrado, donde sí lo recibirán con las manos abiertas

Foto: El presidente chino, Xi Jinping, y el presidente francés, Emmanuel Macron, en el Palacio del Elíseo, este lunes. (Getty/Kiran Ridley)
El presidente chino, Xi Jinping, y el presidente francés, Emmanuel Macron, en el Palacio del Elíseo, este lunes. (Getty/Kiran Ridley)
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Hay que echar la vista cinco años atrás para atisbar la última vez que Xi Jinping fue recibido con alfombra roja en Europa. En aquella ocasión, el presidente chino aterrizó en Italia para celebrar que los transalpinos se convertían en el primer y único país del G7 en formar parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China (BRI, por sus siglas en inglés) mientras varios socios europeos miraban con recelo. Un lustro después, muchas cosas han cambiado. Roma se ha desvinculado de la conocida comúnmente como la Nueva Ruta de la Seda. La economía china atraviesa un momento complicado con caída en sus inversiones en el resto del globo y viceversa. Y Bruselas endurece el tono en su choque comercial y geopolítico con Pekín. Con este escenario de fondo, el presidente chino empezó su carrusel europeo este lunes en Francia, su parada más complicada. Pero espera sacar músculo político y económico con sus próximos destinos: Serbia y Hungría.

La economía china no es ajena al turbulento momento global. El año pasado, la inversión extranjera directa en China cayó a su nivel más bajo de los últimos 30 años. En paralelo, el "Plan Marshall" que Xi lanzó en 2013 con el objetivo de impulsar su economía en desaceleración, mostrar los dientes geopolíticos en el resto del mundo y conectar África, Asia y Europa atraviesa un mal momento de forma. El año pasado, las inversiones totales de Pekín en el marco de la iniciativa de la nueva ruta de la seda se desplomaron a los 39.700 millones de euros, frente a una media de 115.150 millones en los seis años anteriores y al pico de 123.800 millones de 2015, según recoge el American Enterprise Institute. La situación económica interna y global, la pandemia, la guerra en Ucrania y las crecientes tensiones comerciales con Washington y Bruselas están pasando factura a un macroproyecto que ya ha destinado más de un billón de euros a construir puentes, carreteras o placas solares bajo la marca de ‘Made in China’ en buena parte del globo.

A lo largo de estos años, las prioridades del gigante asiático han ido cambiando y el entusiasmo de los países del Este europeo con el proyecto tampoco es el que era. Los primeros países de la Unión en adherirse a la Iniciativa fueron Polonia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, República Checa y Eslovaquia. Sin embargo, desde 2019 no se ha firmado ningún memorándum de entendimiento con países del Viejo Continente. La marcha italiana –que se hizo efectiva el mes pasado- supuso una sacudida a la imagen de China. Llegó, además, en un momento en el que el bloque comunitario, con sus diferencias internas, está reconfigurando su relación con un Pekín progresivamente agresivo en su estrategia comercial y política para sobrepasar a Estados Unidos como potencia del siglo XXI.

Foto: El presidente de China, Xi Jinping, en la última cumbre de los BRICS en Sudáfrica el pasado agosto. (Reuters/Pool/Alet Pretorius)

El continente africano es el principal destino de las inversiones de Pekín en la ruta de la seda. Pero en el camino, al mayor prestamista del mundo se le están acumulando las críticas. A comienzos de esta década, el gigante asiático poseía el 62% del total de la deuda bilateral externa de los países africanos. El chorro de millones proporcionados sin control y sin transparencia ha dejado a muchos Estados –que ya partían de una estabilidad financiera muy débil- en bancarrota. Es lo que muchos definen como “la trampa de la deuda”. Países como Zambia o Pakistán no pueden pagar sus deudas.

En paralelo, la nueva ruta de la seda también está experimentando un cambio de sectorial. "Esta red, que abarca la tierra, el océano, el cielo e Internet, ha impulsado el flujo de bienes, capital, tecnologías y recursos humanos entre los países involucrados", afirmó el presidente chino el año pasado en la celebración de su décimo aniversario. Las infraestructuras en proyectos energéticos y de transporte continúan copando el grueso de los préstamos financiados por China en los más de 100 países que forman parte de la iniciativa. Sin embargo, según datos que recoge un informe del Griffith Asia Institute, el año pasado las partidas relacionadas con la tecnología vieron una explosión del 1046% en comparación con 2022, y las vinculadas a los metales y minerales un 158%.

El látigo...

Este lunes, Xi Jinping ha inaugurado su tour europeo de cinco días en París, donde se ha reunido con el presidente galo, Emmanuel Macron y con la líder de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Dos de los mandatarios más halcones. La alemana, en consonancia con el francés, ha abierto al país varias investigaciones por subvenciones y ha impulsado un plan de hasta 300.000 millones de euros en los próximos tres años para reducir sus dependencias, especialmente en tecnología y materias primas. Es la conocida en la jerga comunitaria como estrategia de derisking.

Foto: El presidente francés, Emmanuel Macron, recibe al presidente chino, Xi Jinping, en París. (EFE/Yoan Valat)

El presidente chino aterriza en la capital gala en su parada más hostil y con las capitales europeas divididas en torno a cuán lejos ir a la hora de mantener el pulso con China. No es casualidad que el canciller alemán Olaf Scholz no haya participado en el encuentro. Con una política más tibia, él ya visitó la capital china de forma individual hace un mes. “La principal intención de China durante este viaje es persuadir a Francia —uno de los países más agresivos de la UE en su acercamiento a Pekín— de que la normalización de los lazos entre Europa y China es factible a pesar de las crecientes tensiones. Lo más probable es que Xi Jinping intente atraer a Macron proponiendo algún tipo de acuerdos económicos bilaterales a cambio de que Francia se vuelva menos agresiva a la hora de dar forma al debate europeo sobre el futuro de las relaciones entre la UE y China”, analiza para El Confidencial Alicja Bachulska, experta del European Council of Foreing Relations.

A un año de que se conmemore el 50º aniversario de las relaciones UE-China, en Bruselas reinan dos máximas: no se puede ignorar a un socio con el que el comercio ronda los 2.300 millones de euros al día, pero la relación de desigual no puede continuar el business as usual. En la capital comunitaria ha hecho mella en los últimos años una preocupación sobre los subsidios en, por ejemplo, coches eléctricos y el enorme despliegue de productos Made in China que inundan el resto de los mercados. También la falta de reciprocidad en los accesos de las empresas de ambos lados, que deja en desventaja a las firmas europeas. Y la gran dependencia de materias tecnológicas o minerales, una lección que los europeos aprendieron con la energía rusa. “El desequilibrio en nuestras relaciones comerciales es un asunto que genera mucha preocupación. Defenderemos nuestras empresas y nuestra economía, no nos temblará el pulso cuando es necesario”, ha apuntado Von der Leyen desde París.

Pekín tampoco llega en su mejor momento de forma. Sus inversiones extranjeras están decayendo, dentro y fuera, y con Europa atraviesa un contexto complicado. Por un lado, las relaciones bilaterales están de capa caída desde hace años —y todavía más contaminadas por las diferentes posturas sobre la guerra de Ucrania—, pero por el otro, China quiere evitar que los europeos se aproximen más a Estados Unidos. “A medida que China está lidiando con la desaceleración de su economía, sus líderes quieren asegurarse de que Europa no se convierta en un problema mayor en este sentido. Sin embargo, los europeos están cada vez más preocupados por los efectos secundarios de las políticas de Xi Jinping, tanto económicos como de seguridad, y muchas capitales de la UE ven ahora a China como un facilitador de la guerra en Ucrania. En general, Xi quiere "salvar" las relaciones entre la UE y China –nervioso por sus propias preocupaciones económicas y su rivalidad con Estados Unidos-, pero los europeos tienen una perspectiva muy diferente, y la misión de Xi no será fácil de cumplir”, explica Bachulska.

...Y la zanahoria

Tras el mal trago de París, Xi visitará a sus aliados en Serbia y Hungría. El primero rechaza imponer sanciones a Rusia por su agresión a Ucrania y el segundo las ha intentado frenar incontables ocasiones en el seno de la UE. Desde febrero de 2022, para el bloque comunitario, las relaciones con cualquier país tercero están muy vinculadas a cómo se comporte con Moscú. “Se necesitan más esfuerzos para limitar la entrega de bienes de doble uso [de China] a Rusia que llegan al campo de batalla. Dada la naturaleza existencial de las amenazas derivadas de esta guerra tanto para Ucrania como para Europa, esto sí afecta las relaciones entre la UE y China”, ha apuntado Von der Leyen.

Foto: Un agente de policía húngaro coloca una cámara de vigilancia en un poste en Budapest (EFE/Lakatos Peter)

A los mandatarios chino, serbio y húngaro no solo les une su simpatía con el Kremlin, también sus tintes autoritarios. Un vínculo que se ha transformado en buena sintonía económica. Según AidData, los chinos otorgaron entre 2000 y 2021 préstamos por valor de más de 22.000 millones de dólares a nueve países de Europa Central y Oriental. De ese monto, 9.400 millones de dólares habrían ido a parar a Hungría y 5.700 millones a Serbia. La visita oficial a Belgrado y Budapest bien podría traducirse en nuevos acuerdos. A comienzos de este año, China y Serbia sellaron otro compromiso para financiar con 2.000 millones de euros la construcción de proyectos de energías renovables en el país balcánico.

El apretón de manos con Víktor Orbán llega después de que el primer ministro húngaro haya bloqueado varias declaraciones contra los abusos de derechos humanos por parte de Pekín y sus intentos de torpedear acciones más duras por su política proteccionista. Por su parte, la visita a Belgrado coincide con el 25º aniversario del bombardeo de la OTAN a la embajada china en Serbia durante su intervención en la guerra de los Balcanes, un viaje podría derivar en algún mensaje velado a Estados Unidos de que no olvidan su “error”. Así, el tridente Xi-Vucic-Orbán da buena cuenta de los reequilibrios de poder en un mundo bipolar que está dando paso a uno multipolar, formado por alianzas crecientemente cambiantes y complejas.

Hay que echar la vista cinco años atrás para atisbar la última vez que Xi Jinping fue recibido con alfombra roja en Europa. En aquella ocasión, el presidente chino aterrizó en Italia para celebrar que los transalpinos se convertían en el primer y único país del G7 en formar parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China (BRI, por sus siglas en inglés) mientras varios socios europeos miraban con recelo. Un lustro después, muchas cosas han cambiado. Roma se ha desvinculado de la conocida comúnmente como la Nueva Ruta de la Seda. La economía china atraviesa un momento complicado con caída en sus inversiones en el resto del globo y viceversa. Y Bruselas endurece el tono en su choque comercial y geopolítico con Pekín. Con este escenario de fondo, el presidente chino empezó su carrusel europeo este lunes en Francia, su parada más complicada. Pero espera sacar músculo político y económico con sus próximos destinos: Serbia y Hungría.

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