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La mujer que ha visto más dolor en Ucrania: "Si no te ha caído un misil, hay que ir a trabajar"
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Entrevista con Oleksandra Romantsova

La mujer que ha visto más dolor en Ucrania: "Si no te ha caído un misil, hay que ir a trabajar"

La directora del Centro de Libertades Civiles de Kiev explica cómo documentan los crímenes en guerra desde el frente y los retos para conseguir que se haga justicia a nivel internacional

Foto: La activista ucraniana y directora del Centro para las Libertades Civiles, Oleksandra Romantsova, en marzo de 2023. (EFE/Pablo Martín)
La activista ucraniana y directora del Centro para las Libertades Civiles, Oleksandra Romantsova, en marzo de 2023. (EFE/Pablo Martín)

El teléfono de Oleksandra Romantsova sonó a principios de octubre del año pasado. Al otro lado de la línea estaba el Comité Noruego del Nobel para comunicarle que la organización de la que es directora ejecutiva era uno de los tres coganadores del Premio Nobel de la Paz. Junto con el activista bielorruso Alés Bialiatski y la organización rusa Memorial, el Centro de Libertades Civiles, con sede en Kiev, fue reconocido por su lucha por los derechos humanos y, desde que empezó el conflicto del Donbás en 2014 y la invasión en 2022, documentar crímenes de guerra.

La videollamada con El Confidencial tiene lugar poco después de la orden de arresto contra Vladímir Putin por parte de la Corte Penal Internacional (CPI) por las deportaciones ilegales de niños y de personas de Ucrania a la Federación Rusa. Una orden que el Kremlin no reconoce y que ha calificado de "nula jurídicamente".

Foto: La madre de una de las víctimas de la masacre de Bucha, en abril de 2022. (Oleg Petrasyuk/EFE)

La documentación diaria de crímenes de guerra en Ucrania por parte de la organización en Kiev se enmarca en el complejo sistema de justicia internacional como la única vía para conseguir la paz, aunque sea a través de un proceso lento. Desde la capital ucraniana, Romantsova mantiene una posición de resistencia en medio de una guerra con el mayor número de investigaciones de crímenes de guerra de la historia.

PREGUNTA. El Centro de Libertades Civiles nació en 2007, pero empezó a documentar crímenes de guerra y de lesa humanidad en 2014, en el conflicto del Donbás. ¿Qué lecciones han aprendido de esas investigaciones y cómo han influido en el trabajo actual?

RESPUESTA. En 2014, empezamos a documentar crímenes de guerra en Donbás y persecución política en Crimea. Empezamos contratando voluntarios y nuestro primer grupo en el terreno estaba compuesto por cuatro periodistas, dos defensores de derechos humanos y dos abogados. Y era gente que nunca había hecho nada parecido, en ese momento no teníamos instrucciones de seguridad, pero solo sabíamos que teníamos que documentar todo lo que pudiéramos. Poco a poco empezamos a colaborar con organizaciones de derechos humanos de otros países, algunas de países de los Balcanes y de América Latina, y nos contaron sus experiencias.

Foto: El almirante de la flota, Juan Rodríguez Garat, en una foto de archivo. (EFE/Kiko Delgado)
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La mayor diferencia entre 2014 y ahora es cómo ha escalado nuestro trabajo. Antes solo el 7% de nuestro territorio estaba ocupado, ahora es cerca del 20%. Pero en este tiempo nos hemos organizado, no solo de forma interna sino también con las otras organizaciones que trabajan en el terreno haciendo lo mismo que nosotros. Una de las cosas que más han cambiado es que, en 2014, la Fiscalía general ucraniana no estaba preparada para la situación a la que nos enfrentábamos. Ahora, en cambio, colaboramos estrechamente con ellos para darles acceso a nuestra base de datos y los cerca de 36.000 crímenes de guerra y de lesa humanidad que hemos documentado.

P. ¿Qué retos han afrontado para documentar estos crímenes en el frente o en zonas desocupadas?

R. Si tuviera que decir un problema, diría que es el tiempo que necesitamos para documentar cada caso. A lo que me refiero es que podemos documentar qué pasó en Bucha el año pasado porque los rusos desocuparon la zona y eso facilitó nuestro trabajo, no seguían allí tirando bombas. Pero si estamos en una zona cerca del frente la cosa cambia, como por ejemplo Jersón o Zaporiyia, la cosa cambia porque la línea de frente es dinámica. Podemos ir un día a un pueblo un día a investigar qué ha pasado, pero quizá dentro de unos días no sabemos quién está controlando esa zona. Necesitamos tres fuentes independientes para confirmar un crimen y a veces no es fácil encontrarlas dependiendo del momento en el que vayamos.

"Para documentar cada crimen necesitamos tres fuentes independientes"

Esta parte es muy importante porque una de las acciones más importantes de la organización es separar las acciones que documentamos. Algunas veces puede ser una consecuencia de la guerra, como el derrumbe de un edificio, pero no necesariamente un crimen de guerra. Quiero remarcar que nosotros no investigamos los crímenes de guerra, los documentamos. Eso implica que no investigamos quién es exactamente el que ha perpetuado un crimen, solamente recogemos la información y se la facilitamos a la Justicia.

P. ¿Cuál es el procedimiento cuando llegan a un lugar para investigar un posible crimen de guerra? ¿Qué es lo primero que hacen al llegar allí?

R. Lo primero que necesitamos es información previa sobre el lugar al que nos desplazamos y esa la encontramos en datos abiertos, por ejemplo a través de voluntarios, páginas de Facebook o canales de Telegram. Cuando tenemos algunas pistas sobre lo que ha pasado, intentamos encontrar las evidencias allí; por ejemplo, si ha habido un bombardeo, necesitamos ver los daños que ha causado. Y también hablar con las personas que lo han visto y puedan confirmarnos qué ha sucedido. Cuanto más detallada sea la información mejor y siempre tienen que ser testigos visuales, no personas que nos explican relatos de otras personas o rumores.

Foto: Un edificio en Jersón, tras ser bombardeado. (A. A.)

Es importante tratar de identificar, en el caso de un crimen de guerra, si hay un objetivo detrás, ese puede ser religioso, cultural o también una infraestructura concreta, como puede ser un centro médico, un jardín de infancia o un centro de energía eléctrica. Esto es importante porque este tipo de ataques se consideran crímenes de guerra porque son necesarios para los civiles. Después de documentar el caso, lo añadimos a nuestra base de datos a nuestra iniciativa Tribunal para Putin.

P. En Ucrania están trabajando organizaciones tanto nacionales como internacionales para investigar y documentar crímenes de guerra. ¿Qué retos puede haber en este trabajo conjunto?

R. En Ucrania intentamos utilizar todo el mecanismo de justicia a nivel internacional. Me refiero a que Ucrania apela a Corte Penal Internacional, y ahora su jurisdicción está vigente en todo el territorio. Pero también apelamos a otras instituciones como la Corte Europea de Derechos Humanos y el Consejo de las Naciones Unidas. Es cierto que hay una falta de responsabilidad en algunos casos por los crímenes de Rusia desde 2014, y por eso queremos un tribunal especial contra la Federación Rusa. Porque no somos los únicos, en otros países como Chechenia y Siria también han sufrido crímenes de guerra por parte de Rusia. No es una cosa solo de Putin, es de toda la Federación Rusa y los miembros del Gobierno deben ser castigados.

Somos conscientes de que la Corte internacional puede cubrir unos 20 casos, no más. Todos los cientos y miles los gestionará la Corte Nacional de Ucrania. Sabemos que no tenemos la experiencia suficiente y no tenemos las suficientes manos, entre otras cosas porque una parte del personal de la corte está luchando en el frente. Por eso proponemos en la organización un sistema híbrido, que incluya jueces, fiscales y abogados nacionales y una representación internacional que tenga la experiencia que a nosotros nos falta. Es necesario un proceso como este porque hasta ahora Rusia no ha pagado por los crímenes que cometen desde la Unión Soviética.

placeholder Oleksandra Romantsova, directora ejecutiva del Centro de Libertades Civiles, y Oleksandra Matviychuk, directora de la organización. (Reuters/Sergey Dolzhenko)
Oleksandra Romantsova, directora ejecutiva del Centro de Libertades Civiles, y Oleksandra Matviychuk, directora de la organización. (Reuters/Sergey Dolzhenko)

P. En la organización habéis subrayado que vuestra misión en la búsqueda de justicia después de la invasión. Es posible que esta justicia llegue después de un proceso lento. ¿Crees que las dificultades para llevar a Vladímir Putin ante un tribunal pueden frustrar a la población ucraniana?

R. La población ucraniana quiere paz, pero primero quieren justicia. Por supuesto que vivimos temporadas de frustración, pero la mayoría entiende que este proceso es largo. No vamos a esperar sentados sin hacer nada a obtener justicia. Sabemos que necesitamos un tribunal y que tenemos que investigar todo lo que está pasando para establecer las condiciones idóneas para que la justicia se haga realidad. Estamos trabajando sin descanso, todos los días y aunque sabemos que posiblemente no llegará rápidamente, no paramos de esforzarnos para sacar a la luz los ataques, las muertes, los secuestros y las violaciones. No se trata solo de liberar nuestro territorio, se trata también de liberar a nuestra gente de los crímenes de guerra.

P. ¿Cómo crees que afectará las investigaciones y documentaciones sobre crímenes de guerra en el futuro político de Ucrania?

R. Tenemos muchos retos por delante. Pero lo primero que necesitamos es entender que los derechos humanos no son una tradición, no es una cuento de hadas, el cuento que le cuentas a tus hijos. Es un sistema por el que hay que luchar y que está preparado para proteger a la democracia. Los ucranianos podemos resistir porque tenemos derechos humanos, tenemos libertad de expresión, de asamblea, y la libertad para hacer lo que sea necesario para defender nuestra línea de frente. Los derechos humanos es lo que nos dice la posibilidad de resistir.

Foto: El presidente de Rusia, Vladímir Putin. (Reuters/Mikhail Klimentyev)

P. ¿Qué significó el premio Nobel de la Paz para su organización?

R. Nos puso en el centro de atención y nos dio mucho más trabajo porque empezamos a formar parte de la comunidad internacional de personas que proveen estándares para los derechos humanos, la justicia y la democracia. Nuestros compañeros que ganaron también el premio, como es el caso de Alés [Bialiatski] está en la cárcel, así que una parte del trabajo a nivel internacional lo hacemos nosotros. El mes que viene, por ejemplo, nos vamos a Sudáfrica para hablar sobre nuestra situación y la búsqueda de justicia. Luego a Estados Unidos y a Milán. El problema es que tenemos tanto trabajo que hacer en nuestro país que normalmente no podemos irnos más de tres días.

A veces no es fácil, pero nos da la oportunidad no solo de hablar de nuestra situación sino de los otros lugares donde también se cometen crímenes de guerra. El problema es que es como el nivel del agua, cuando está lleno en un sitio está vacío en otro. Y eso pasa igual en América Latina, Asia y Oriente Medio. Para nosotros es una obligación hablar se los derechos humanos y para que nuestro caso sirva a otros.

Foto: El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, junto a su homóloga sudafricana Naledi Pandor. (Reuters/Siphiwe Sibeko)

P. A nivel personal, ¿cómo ha influido este trabajo en tu vida?

R. Por mi trabajo fui herida en el Donbás en 2016, pero nuestro trabajo nos impacta todos los días en muchos aspectos. No tenemos la posibilidad de planear nuestro futuro porque no sabemos cuándo seremos atacados. Eso te lo digo como ciudadana ucraniana, más allá de mi trabajo. Estamos hartos de que la Federación Rusa rompa nuestros planes y no puedo explicar la cantidad de personas que han tenido que dejar de hacer lo que más quieren por la guerra.

Si nos vamos a los que trabajamos como defensores de derechos humanos, estamos preparados para trabajar mucho, de una manera casi obsesiva, pero al final somos humanos. Estamos estresados, nos enfermamos y tenemos que tomar en cuenta nuestra salud mental. Necesitamos una estrategia para defendernos a nosotros también.

Tenemos una especie de lema: que si los misiles no han caído sobre tu cabeza, tienes que ir a trabajar. Todo esto que estamos viviendo rompe nuestros planes, pero es nuestra misión. Nosotros seguimos confiando en ella, en la lucha por los derechos humanos y la democracia.

El teléfono de Oleksandra Romantsova sonó a principios de octubre del año pasado. Al otro lado de la línea estaba el Comité Noruego del Nobel para comunicarle que la organización de la que es directora ejecutiva era uno de los tres coganadores del Premio Nobel de la Paz. Junto con el activista bielorruso Alés Bialiatski y la organización rusa Memorial, el Centro de Libertades Civiles, con sede en Kiev, fue reconocido por su lucha por los derechos humanos y, desde que empezó el conflicto del Donbás en 2014 y la invasión en 2022, documentar crímenes de guerra.

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