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La Ucrania del futuro será próspera y emergerá de sus cenizas (o eso es lo que todos esperamos)
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Las expectativas de un país sin Putin

La Ucrania del futuro será próspera y emergerá de sus cenizas (o eso es lo que todos esperamos)

Ucrania tiene por delante la difícil tarea de reconstruir una gran parte del país y el plan de recuperación plantea muchas preguntas, como quién aportará el dinero para conseguirlo

Foto: Vadim Tarasenko, residente de Mariúpol, en las ruinas de su ciudad tras los ataques rusos. (Reuters/Alexander Ermochenko)
Vadim Tarasenko, residente de Mariúpol, en las ruinas de su ciudad tras los ataques rusos. (Reuters/Alexander Ermochenko)
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A veces, los periodos de mayor esplendor acontecen después de las más terribles catástrofes, como si la balanza del sufrimiento y la alegría se compensara de golpe. De la misma forma que la Peste Negra contribuyó a sembrar el Renacimiento, y la Segunda Guerra Mundial despejó el camino a la Unión Europea y al auge del estado de bienestar, Ucrania confía en que, al sufrimiento y al horror, les seguirá un periodo de esplendor nacional. Una Ucrania próspera y fuerte emergerá de las cenizas, o eso esperan, pues ya han hecho planes al respecto, el Gobierno ucraniano y sus aliados.

Lo primero es contabilizar el aspecto material de la destrucción causada desde febrero. Según las estimaciones presentadas en la Cumbre de la Reconstrucción, celebrada en julio en la ciudad suiza de Lugano, los ataques rusos y los combates han demolido o dañado unos 25.000 kilómetros de carreteras, 11 aeropuertos, 300 puentes y 6.500 kilómetros de vías férreas, además de unos 120.000 edificios residenciales. El precio a corto plazo de la reconstrucción se estimó en 100.000 millones de dólares; el Banco Mundial, la Comisión Europea y el Gobierno de Ucrania elevaron el total a 349.000 millones. Más del doble que el PIB ucraniano de 2020. A medida que pasa el tiempo y Rusia sigue atacando, el coste, claro, aumenta.

Foto: Destrucción en Borodyanka (Alicia Alamillos)

Una vez calculados los daños, el proceso de reconstrucción plantea preguntas algo más complicadas, como: ¿quiénes aportarán el dinero y con qué condiciones? ¿Quién supervisará el proceso en un país que siempre ha puntuado alto en los índices de corrupción? ¿Se puede empezar a reconstruir ya o se debe esperar a que termine la guerra? Acabe como acabe la invasión, Rusia seguirá compartiendo con Ucrania casi 2.000 kilómetros de frontera. ¿Qué garantías de seguridad se darán a estas inversiones?

El dilema económico

El 'think tank' norteamericano German Marshall Fund, fundado en 1972 como continuador del espíritu del Plan Marshall, ha presentado una guía aproximada para reedificar Ucrania de la misma forma que se reconstruyó Europa occidental hace 75 años. Es decir, mediante un proceso coral de inversiones, supervisado por organismos internacionales, con un coordinador a ser posible estadounidense, y que vaya aparejado con reformas institucionales en Ucrania según los estándares de la Unión Europea, que ha otorgado al país el estatus de 'candidato'. Estados Unidos aportaría la mayor parte de la ayuda de seguridad; Bruselas, la de reconstrucción.

El proyecto, encargado por el Gobierno alemán, ha sido presentado como una "nota a los accionistas", recalcando su carácter de mera orientación. El German Marshall Fund ha visto la necesidad de elaborarlo, dada la ausencia de respuesta que siguió a las peticiones ucranianas de la cumbre de Lugano. Un vacío que la Conferencia de Reconstrucción de Berlín, planeada para el 25 de octubre, también intentará llenar.

Foto: El vicepresidente de la Comisión Europea Valdis Dombrovskis. (EFE/ Stephanie Lecocq)

Uno de los principales recelos de los potenciales donantes es la viabilidad de sus inversiones. Ucrania sigue siendo atacada diariamente, no controla el 15% de su territorio, ni cuatro de sus puertos más importantes. Su comercio marino, que alimenta cerca del 40% de su economía, sigue bloqueado. Y el país requiere una ayuda de entre 5.000 y 6.000 millones de dólares al mes para mantenerse a flote, pagando los salarios públicos y financiando las reparaciones básicas y las políticas humanitarias. El Banco Mundial estima que el PIB ucraniano menguará un 35% este año. En una Europa atenazada por la inflación y la crisis energética, la inversión en Ucrania, más allá del deber moral al que apelan los gobiernos, está por concretar.

La 'descomunización' de la Ucrania del futuro

Sin embargo, Ucrania no solo tiene en mente su reconstrucción física, sino también espiritual e identitaria. Para los ucranianos, esta es una guerra de la independencia al estilo de las del siglo XIX, una conflagración de la que nacerá un país completamente renovado, tanto en lo que se refiere a sus carreteras como a las aristas y esencias de su identidad nacional, que perciben como históricamente silenciada.

Por ejemplo, como apuntó el periodista Luka Ivan Jukic en 'UnHerd', Ucrania quiere acelerar las leyes de 'descomunización' aprobadas por el expresidente Petro Poroshenko. En concreto, el 99% de los memoriales soviéticos sería desmantelado, así como el 70% de las "marcas imperiales rusas", de manera que, para el año 2025, "el espacio simbólico del país estará completamente desprovisto de marcas comunistas y coloniales". Al mismo tiempo, el 90% de los museos dedicados a la historia y la cultura ucranianas tendrá que actualizarse en la próxima década. Un proceso coordinado por el existente Instituto de la Memoria Nacional, cuya esencia será establecer la rebelión del Maidán y la guerra contra Rusia como los mitos fundacionales de la Ucrania moderna. En 2032 habrá, entre otros monumentos, un Panteón Nacional consagrado a la memoria de los héroes ucranianos.

Foto: ucrania-transnistria-rusia-union-sovietica

No será el único cambio. Otro de los apartados del plan, 'Juventud y deportes', tiene como misión consolidar la "insuficientemente formada identidad cívica y nacional ucraniana" en tres fases. La primera fase consistiría en fijar una narrativa para la formación de la identidad nacional ucraniana, este mismo año. La segunda, entre 2023 y 2025, "incrementar el nivel de identidad cívica y nacional ucraniana hasta el 85%", en palabras del documento oficial, mediante la organización anual de 20 eventos "todo-ucranianos" en los que participen 400.000 personas, en el marco del proyecto 'Investigar Ucrania'. La tercera fase, a partir de 2026, quiere integrar la "educación nacional y patriótica" en los estándares de la Unión Europea.

Estos proyectos épicos y nacionalistas no son, técnicamente, nada nuevo. Una de las prioridades de los dos presidentes que han gobernado el país desde 2014 ha sido poner barreras a la influencia rusa, considerada la alfombra roja por la que algún día rodarían los tanques. Así, se limitó el uso de la lengua rusa en las instituciones y se prohibieron los medios propagandísticos del Kremlin. Como describimos en un artículo dedicado al nuevo cine ucraniano, que tiene que ser rodado —si recibe subvenciones— en lengua ucraniana, la consolidación activa y con recursos públicos de una identidad nacional apartada de los procesos de rusificación de los últimos siglos siempre ha estado en la agenda. El plan de reconstrucción solo ofrece un salto más en esa dirección, como reconocen las autoridades.

Foto: Un militante de las tropas prorrusas en el Donbás, con una bandera soviética. (Reuters/Alexander Ermochenko)

"Hoy es obvio que la fase de autoidentificación civil [política] con Ucrania ya ha pasado", dice un comunicado de la Academia Nacional de Ciencias de Ucrania, que presentó un informe sobre el "renacimiento nacional ucraniano" que se espera en la posguerra. "La invasión a gran escala de la Federación de Rusia en Ucrania del 24 de febrero de 2022 eliminó significativamente esas divisiones sociopolíticas que siempre hicieron germinar una crisis de identidad en Ucrania", continúa. "Las trágicas realidades de la guerra" contribuyeron a unir a las comunidades en torno a las ideas de "una nación fuerte, un Estado fuerte, una lengua única estatal, un enemigo común y la protección a través de la integración en la UE y en la OTAN".

El plan de reconstrucción tiene muchas otras dimensiones, como la ecológica. Los ambientalistas llaman a las puertas del Gobierno y de los donantes para levantar una Ucrania verde, moderna y sostenible, que rompa con el pasado soviético, tan presente en las chimeneas humeantes, muchas de ellas hoy derruidas, del Donbás. Una serie de proyectos que, de momento, solo existen en la imaginación, y que tienen por delante una serie de obstáculos montañosos. Fundamentalmente, sobrevivir de una pieza a la agresión rusa.

A veces, los periodos de mayor esplendor acontecen después de las más terribles catástrofes, como si la balanza del sufrimiento y la alegría se compensara de golpe. De la misma forma que la Peste Negra contribuyó a sembrar el Renacimiento, y la Segunda Guerra Mundial despejó el camino a la Unión Europea y al auge del estado de bienestar, Ucrania confía en que, al sufrimiento y al horror, les seguirá un periodo de esplendor nacional. Una Ucrania próspera y fuerte emergerá de las cenizas, o eso esperan, pues ya han hecho planes al respecto, el Gobierno ucraniano y sus aliados.

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