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'Marruecosgate' en Bruselas: cuando un servicio secreto envalentonado controla tu política exterior
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'Marruecosgate' en Bruselas: cuando un servicio secreto envalentonado controla tu política exterior

Qatar aprovechó para sus intereses un nido de corrupción creado en el Parlamento Europeo por la diplomacia marroquí y profundizado por la agencia de Inteligencia exterior marroquí

Foto: Mohamed VI impone a Pier Antonio Panzeri la orden del Wissam Alaui. (MAP)
Mohamed VI impone a Pier Antonio Panzeri la orden del Wissam Alaui. (MAP)

Si el único interlocutor de la presunta trama de corrupción a favor de Marruecos en el Parlamento Europeo hubiese sido Abderrahim Atmoun, el que fue durante años embajador marroquí en Polonia y desde 2016 diputado en Rabat de un partido político oficialista, probablemente la maquinación urdida no se hubiese descubierto.

Pero los servicios secretos marroquíes tienen la creciente tendencia a intervenir e incluso suplantar a sus diplomáticos a la hora de desarrollar la política exterior y de ejercer una labor de lobby para influir sobre las decisiones que se toman en Bruselas y en otros lugares con relación a Marruecos.

Foto: Un coche de policía a las puertas del Europarlamento. (EFE/Stephanie Lococq)

"Hay una especie de borrachera por parte de los servicios de seguridad", explica al teléfono Aboubakr Jamai, director de Programas Internacionales del Instituto Universitario Americano de Aix-en-Povence. "La cooperación con Israel en el ámbito de la Inteligencia les ha dado alas y también se consideran políticamente inmunes", añade. "Por eso están franqueando algunas líneas rojas". "Hoy en día, en Marruecos, los servicios de seguridad desempeñan un papel preponderante en el sistema", concluye este profesor marroquí.

Hace algo más de tres años que Mohamed Belahrech, uno de los jefes de la Dirección General de Estudios y Documentación (DGED), la agencia de Inteligencia exterior marroquí, empezó a supervisar la trama de eurocorruptos que presuntamente encabezaba en la Eurocámara el socialista italiano Pier Antonio Panzeri. Belahrech tomó así el relevo del diplomático Atmoun.

Fue a partir de 2019 cuando Panzeri, que ya no era eurodiputado, y Andrea Cozzolino, su sustituto en la Eurocámara al frente de la subcomisión de derechos humanos y de la delegación Magreb, viajaron por separado a Rabat, según se deduce de los retazos de la investigación judicial que afloran en la prensa belga. Ambos se reunieron, entre otros, con Yassine Mansouri, el jefe de la DGED, el único servicio secreto marroquí que depende directamente del palacio real. Cuando era niño, Mansouri compartió pupitre con Mohamed VI en el colegio real.

Las pesquisas de la Seguridad del Estado belga, que es un servicio secreto, arrancaron en el verano de 2021

Esos viajes y esas audiencias en la sede de la agencia, en la carretera de Zaërs (Rabat), fueron los que hicieron saltar las alarmas de los servicios secretos europeos. La Seguridad del Estado belga tuvo probablemente un soplo después de que Panzeri fuera visto en la capital marroquí o quizás él se vanaglorió ante algunos interlocutores, como hicieron antaño periodistas e intelectuales influyentes, de ser recibido por Yassine Mansouri.

Las pesquisas de la Seguridad del Estado belga, que es un servicio secreto, arrancaron en el verano de 2021. Se llevaron a cabo en colaboración con "socios extranjeros", según reveló el miércoles el ministro belga de Justicia, Vicent Van Quickenborne. Aunque no los nombró, se sabe que fueron las agencias de Inteligencia de Polonia, Italia, Grecia, Francia y el CNI español. Cuando obtuvieron indicios consistentes, comunicaron sus hallazgos a la Fiscalía federal belga, que se puso manos a la obra el 12 de julio.

Primero dio la impresión de que la Justicia belga apuntaba sobre todo a Qatar, pero el segundo fin de semana de diciembre afloró el nexo con Marruecos. En la euroorden de detención de Pier Antonio Panzeri, de 67 años, enviada a Italia el 9 de diciembre por Michel Claise, el juez instructor belga, se le acusa de "intervenir políticamente ante los miembros del Parlamento Europeo, en beneficio de Qatar y de Marruecos, a cambio de una remuneración".

El Reino alauí tiene muchos intereses que defender en Bruselas, como los acuerdos de pesca y asociación con la UE

Después se publicó parte de la confesión ante el juez de Francesco Giorgi, asistente parlamentario y pareja de la exvicepresidenta socialista de la Eurocámara Eva Kaili, también imputada por pertenecer a la trama. Giorgi reconoció formar parte de una organización, encabezada por Panzeri, que trabajaba para Qatar y Marruecos. Denunció a otros dos presuntos integrantes, los eurodiputados socialistas Andrea Cozzolino y Marc Tarabella. El domicilio de este último fue registrado el pasado fin de semana, pero él está en libertad sin cargos.

El ministro belga de Justicia, Vicent Van Quickenborne, confirmó, por último, el miércoles, con medias palabras, la implicación de Marruecos. Se sospecha que la corrupción fue fomentada "por diferentes países", comentó sin nombrar a ninguno. Uno de ellos trató de ejercer su influencia sobre las negociaciones pesqueras desarrolladas por la Unión Europea (UE) y sobre cómo se gestiona el culto islámico en Bélgica, dejó caer el ministro. El Reino alauí tiene muchos intereses que defender en Bruselas, desde los acuerdos de pesca y asociación con la UE, pasando por la marroquinidad del Sáhara, hasta evitar las condenas por sus atropellos en materia de derechos humanos.

Panzeri parece ya velar por los intereses de Rabat en el llamado Wilikeaks marroquí, del otoño de 2014, cuando un tuitero anónimo colgó cientos de documentos de los servicios secretos y de la diplomacia marroquí. Un despacho del Ministerio de Asuntos Exteriores marroquí le describe, el 11 de septiembre de 2014, como un "amigo". Él empuja "para la separación del acuerdo agrícola y la cuestión del Sáhara", es decir, que el conflicto en la antigua colonia no impida concluir felizmente la negociación. Fue en julio de ese año cuando Mohamed VI le condecoró con el Wissam Alauí.

Foto: Vista del exterior del Parlamento Europeo en Bruselas. (EFE/Olivier Hoslet)

La trama de presunta corrupción en el Parlamento Europeo se bautizó, en sus orígenes, como Qatargate, pero Marruecosgate sería quizás un nombre más apropiado. "La investigación que señala ahora a Qatar tuvo su origen, en realidad, en Marruecos", afirmó el viernes el diario bruselense Le Soir. "Los cataríes se incrustaron años después en una trama puesta en pie por los marroquíes", afirma un veterano funcionario de la institución, resumiendo una opinión generalizada.

A diferencia de los gobiernos de la Unión Europea, que adoptan un tono más que cordial con Marruecos, los servicios secretos europeos tienen todos cuentas que ajustar con sus colegas marroquíes, por mucha ayuda que les brinden en materia de lucha antiterrorista. De ahí el empeño que pusieron en sacar adelante la investigación sobre Panzeri y sus secuaces.

Antes de que aflorase el llamado Qatargate, el Parlamento Europeo ya había resultado salpicado por otra trama urdida por la DGED. La Seguridad del Estado belga reaccionó con contundencia. Expulsó, en julio de 2018, a Kaoutar Fal, la primera mujer espía marroquí cuyo nombre saltó a la palestra. Nacida en Casablanca en 1986, se trasladó a Bruselas en 2017 y trató, con cierto éxito, de infiltrarse en la Eurocámara. "Kaoutar Fal representa una amenaza para la seguridad nacional", recalcaba el comunicado, en el que se señalaba a Marruecos como la potencia para la que trabajaba.

"La lista de reproches que el servicio secreto francés, formula a sus homólogos marroquíes, es aún más larga que la de los belgas"

Al año siguiente de la expulsión de Kaoutar Fal, el ex primer ministro belga y hoy en día presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, estuvo entre los objetivos del espionaje marroquí con el programa malicioso israelí Pegasus, según reveló, en julio de 2021, la investigación de Forbidden Stories, una asociación de 17 grandes medios de comunicación.

Si en Bruselas la DGED presta mucha atención a las instituciones europeas, también se ha dedicado, como en todos los países donde hay una importante inmigración marroquí, a intentar controlarla tratando de apoderarse de las instituciones islámicas. Por eso, en enero de este año la Seguridad del Estado expulsó al imán marroquí Mohamed Toujgani, que predicaba en Molenbeek. Fue el segundo escándalo en Bélgica, con ramificaciones religiosas, en que apareció involucrada la DGED en menos de un año.

La lista de reproches que la Dirección General de la Seguridad Exterior (DGSE), el servicio secreto francés, formula a sus homólogos marroquíes, es aún más larga que la de los belgas. Abarca desde haber desvelado la prensa, en mayo de 2014, el nombre de la jefa en Rabat de la Inteligencia francesa hasta el hackeo en 2019 con Pegasus de los móviles del presidente, Emmanuel Macron, y de 14 miembros de su Gobierno. La DGED también reclutó a un agente de la policía de fronteras (PAF) destinado en un puesto clave en el aeropuerto parisino de Orly.

Foto: Mohamed VI de Marruecos. (EFE/Mariscal)

Raro es el informe del CNI sobre el espionaje de Marruecos que no recalque su "agresividad" con relación a España. En una nota reservada del 19 de mayo de 2021 revelaba, por ejemplo, que "se dieron instrucciones a los taxistas y dueños de medios de transporte de poner sus vehículos a disposición del traslado de inmigrantes subsaharianos para llevarlos a las cercanías de Ceuta". Así pudo ser sumergida la ciudad autónoma por una ola migratoria sin precedentes.

Pese a los sólidos indicios que apuntan a Marruecos, el Parlamento Europeo aprobó, el jueves por la tarde, por una amplísima mayoría, una resolución que solo sanciona a Qatar. Congela los asuntos pendientes con el emirato del Golfo y prohíbe incluso a los representantes cataríes pisar su sede. Qatar desmintió el domingo oficiosamente las acusaciones, mientras que las autoridades marroquíes guardan silencio desde hace 10 días.

Foto: Abdellatid Hammouchi (i), con el ex secretario de Estado, Mike Pompeo. (Getty/Anadolu Agency))

Dos eurodiputados de Podemos presentaron, en nombre de La Izquierda, su grupo parlamentario en la Eurocámara, una enmienda a añadir a la resolución. En ella se expresaba "su profunda preocupación por las acusaciones de que Marruecos también ha intentado influir en diputados, antiguos diputados y miembros del personal del Parlamento mediante prácticas corruptas". Fue rechazada por 253 votos contra 238 y 67 abstenciones. Entre los que votaron en contra, figuran los eurodiputados españoles del Partido Popular y los del PSOE.

Este partido ha sido uno de los principales valedores de Marruecos en la Eurocámara. "Durante años, los socialistas han bloqueado sistemáticamente cualquier debate o resolución en el pleno [de la Cámara] que critique abiertamente a Marruecos o denuncie la situación en el Sáhara ocupado", recordaba en redes sociales el eurodiputado de Anticapitalistas, Miguel Urbán.

Si el único interlocutor de la presunta trama de corrupción a favor de Marruecos en el Parlamento Europeo hubiese sido Abderrahim Atmoun, el que fue durante años embajador marroquí en Polonia y desde 2016 diputado en Rabat de un partido político oficialista, probablemente la maquinación urdida no se hubiese descubierto.

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