Uno de los imputados del 'Qatargate' confiesa que la red influía a favor de Marruecos y Qatar
El asistente parlamentario ha reconocido como cerebro del caso al exeuroparlamentario italiano Pier Antonio Panzieri, a quien la policía decomisó 700.000 euros en su domicilio
Todo lo hizo por un dinero que no necesitaba. Esa ha sido la explicación que, según Le Soir, el italiano Francesco Giorgi dio ayer ante el magistrado en el Tribunal de Justicia de Bruselas, confesando la existencia de una red pagada por Marruecos y Qatar con la que intentaban influir a su favor en la política europea. Giorgi es la pareja de Eva Kaili, eurodiputada griega y, hasta hace solamente unos días, vicepresidenta del Parlamento Europeo. El italiano, que ha explicado que él se encargaba de gestionar el dinero en efectivo, ha señalado a su compatriota, Pier-Antonio Panzeri, como el corazón de la trama.
Panzeri fue eurodiputado socialista entre 2005 y el 2019 y ha sido el origen de las investigaciones. Los servicios secretos belgas entraron en su casa en 2021 en el marco de las sospechas de injerencias extranjeras. Ellos informaron a la Fiscalía, que en julio de 2022 abrió la investigación que explotó el pasado viernes 9 de diciembre, cuando comenzaron una serie de registros en viviendas y se detuvieron a los principales sospechosos. Las autoridades belgas han hecho más registros también en las instalaciones del Parlamento Europeo y por ahora han encontrado más de un millón de euros en metálico, una parte de ellos en una maleta con la que el padre de Kaili salía de un hotel en Bruselas.
La trama alcanzó una nueva dimensión en las últimas horas, no solamente por haberse conocido que los servicios secretos belgas llevan detrás de ello años, sino porque ha quedado claro que las autoridades creen que Marruecos está implicada. Así queda reflejada en la orden de detención que enviaron a Italia para que se arrestara a la mujer y a la hija de Panzeri y que ha acabado en manos de varios medios de comunicación. Según esa directiva, el antiguo eurodiputado socialista, que fundó una ONG llamada Lucha contra la Impunidad, mantenía un contacto con alguien llamado “el gigante” y recibía dinero a través de una tarjeta black. La ONG, tanto la suya como la de su colega Figá Talamanca, que fue detenido y después liberado ayer por el juez, aunque tendrá que llevar un brazalete electrónico, jugaron un papel fundamental para canalizar los fondos, haciéndolos pasar por donaciones.
La sombra se extiende
Algunas partes de la declaración de Giorgi han acabado en Le Soir y en el periódico italiano La Repubblica. El que fue antiguo asesor de Panzeri señaló a varios nombres más. Marc Tabardella, eurodiputado socialista belga, ya estaba en el radar y, de hecho, la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, estuvo presente en el registro que las autoridades belgas realizaron a su vivienda durante el fin de semana.
Pero hay otro nombre que entra ahora de lleno en el radar, el de Andrea Cozzolino, presidente de la delegación para las Relaciones con los Países del Magreb y la Unión del Magreb Árabe, incluidas las Comisiones Parlamentarias Mixtas UE-Marruecos, UE-Túnez y UE-Argelia. Según el periódico italiano, Giorgi habría asegurado ante el juez que Cozzolino recibió dinero por parte de Panzeri.
El escándalo es cada vez mayor y se extiende a más eurodiputados. Hasta el momento todo parece surgir de Panzeri. Los imputados o sospechosos tienen siempre las mismas características: son de la delegación socialista italiana o tienen una relación muy estrecha con ella. El caso de Kaili es claro. Ella es griega, pero su pareja, Giorgi, trabajó en la anterior legislatura en la oficina de Panzeri, hasta que en 2019 abandonó la Eurocámara tras las elecciones europeas.
El trabajo de esta red era intentar influir, especialmente, en una cuestión poco conocida fuera de Bruselas, pero a la que regímenes como el catarí o el marroquí dan mucha importancia: las resoluciones parlamentarias. Eurodiputados de la izquierda llevan meses intentando sacar adelante una resolución de condena contra Qatar por la situación de los trabajadores que construyeron los estadios del mundial, y durante todo ese tiempo han denunciado que se encontraban con un muro formado por el Partido Popular Europeo (PPE) y los socialdemócratas.
La resolución salió adelante finalmente el 24 de noviembre, pero con un lenguaje muy diluido. Otros eurodiputados aseguran no haber recibido dinero por parte de Qatar, pero participaban en los grupos de amistad, como es por ejemplo el caso del eurodiputado español José Ramón Bauzá, de Ciudadanos. Estos grupos son complejos porque no son oficialmente un órgano del Parlamento Europeo, pero en muchas ocasiones los regímenes los usan como legitimación y como si se tratara de una representación oficial de la Eurocámara. Este tipo de grupos también son claves para defender sus intereses en la institución.
Ana Gomes, eurodiputada de los socialistas durante la anterior legislatura, fue de las primeras que públicamente señaló la relación entre Panzeri y Marruecos cuando comenzó a conocerse en profundidad la investigación. Gomes tuvo que negociar con su colega de partido algunas cuestiones marroquíes en las que comprobó la actitud de Panzeri. “Es un comentario generalizado que, durante las sesiones plenarias, la embajada marroquí tiene prácticamente una oficina permanente en el bar de eurodiputados”, ha comentado por su parte Miguel Urbán, eurodiputado español de Anticapitalistas.
Todo lo hizo por un dinero que no necesitaba. Esa ha sido la explicación que, según Le Soir, el italiano Francesco Giorgi dio ayer ante el magistrado en el Tribunal de Justicia de Bruselas, confesando la existencia de una red pagada por Marruecos y Qatar con la que intentaban influir a su favor en la política europea. Giorgi es la pareja de Eva Kaili, eurodiputada griega y, hasta hace solamente unos días, vicepresidenta del Parlamento Europeo. El italiano, que ha explicado que él se encargaba de gestionar el dinero en efectivo, ha señalado a su compatriota, Pier-Antonio Panzeri, como el corazón de la trama.
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