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Condenar a Putin, pero no mucho: así se habla de la guerra desde el 'campo neutral'
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Condenar a Putin, pero no mucho: así se habla de la guerra desde el 'campo neutral'

El sudeste asiático ha tomado una postura neutral con respecto a la invasión y algunos países han criticado la guerra de Putin, pero, por otro lado, no han apoyado a Ucrania

Foto: Varios ciudadanos pasan por delante del centro de prensa para la 34º cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean). (EFE)
Varios ciudadanos pasan por delante del centro de prensa para la 34º cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean). (EFE)

El 16 de noviembre, el mundo estuvo en vilo durante unas horas por la caída de un misil en suelo polaco. El temor a que fuera un ataque ruso encendió todas las alarmas. Ese día, sin embargo, parecía uno más según las portadas de los periódicos más importantes del sudeste asiático. El Straits Times, Jakarta Post, The Star, Bangkok Post, Manila Times o SCMP abrían sus portadas con noticias locales y el último incidente de la guerra de Ucrania ocupaba un lugar secundario.

Por el contrario, ese mismo 16 de noviembre, los medios europeos más importantes como Le Monde, Corriere della Sera, The Guardian, Repubblica y The Times centraron una gran parte de su contenido en las implicaciones del misil caído en Polonia. Las aguas se calmaron cuando el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, apuntó a que el incidente había sido provocado de manera accidental por las fuerzas ucranianas. En Europa, respiraron aliviados. En el sudeste asiático, todo siguió como siempre.

Foto: Un tanque cubierto de nieve en Járkov el pasado noviembre. (EFE/Sergey Kozlov)

La región observa esta guerra con preocupación, pero desde su papel neutral. Mientras que Occidente ha formado un bloque para apoyar a Ucrania, el sudeste asiático ha formado el suyo propio para no tomar partido en el conflicto. Pero ¿no posicionarse frente a una agresión es tomar partido?

En general, la visión de la mayoría de los grandes medios, incluso los gubernamentales, es que el presidente ruso, Vladímir Putin, debe parar la invasión. El Jakarta Post de Indonesia sacaba un editorial el pasado 23 de septiembre titulado "Parar la guerra". En su último párrafo, tras explicar que China e India le sugerían al Kremlin que acabase la invasión, el medio explicaba: "Hacemos un llamado al presidente Putin para que retire sus tropas y detenga la operación militar. El final de la guerra permitirá que el mundo recupere la estabilidad. Será una humillación para Putin a corto plazo, pero luego admitirá que tomó la decisión correcta", concluía el artículo.

Foto: Soldados ucranianos, en la línea del frente en Zaporiyia. (Reuters)
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Este sentimiento con respecto a la invasión está generalizado tanto en la política como en los medios locales, aunque no se traduce en apoyar directamente a Ucrania. El primer motivo para explicar este fenómeno es un primer factor que juega contra Ucrania por cuestiones ajenas. El rechazo al colonialismo y dominio occidental es un elemento más a la hora de abstenerse ante lo que casi todos reconocen como una agresión rusa. Algunos dirigentes y Estados no tienen nada contra Ucrania, pero sí contra sus socios occidentales. Y este conflicto se ve como una guerra de dos bloques que van más allá de Moscú y Kiev.

"Los europeos son adictos a matar"

El pasado 2 de septiembre, Matahir Mohamad, quien fuera dos veces primer ministro de Malasia, publicaba un hilo en su cuenta oficial de Twitter, con 1,7 millones de seguidores, donde atacaba duramente al bloque occidental. "Creo que las naciones europeas son simplemente adictas a la guerra, a matar gente. Durante miles de años nunca hubo un año en el que no hubiera guerra entre las naciones europeas. Glorifican las guerras. Celebran las matanzas. Hacen héroes de los asesinos, condecorándolos, erigiendo estatuas y diseñando elaboradas ceremonias en su memoria", dijo. El importante político malayo concluyó que los occidentales han provocado a Rusia para que entrara a la guerra por intereses propios. "Ni un solo soldado de la OTAN murió, ni los países de la organización son dañados. Es la mejor de las estrategias europeas". El hilo tiene más de 3.340 me gusta.

Las duras palabras de Matahir representan el rechazo que existe en una parte de la sociedad al colonialismo occidental. Ese es uno de los factores para no alinearse con Ucrania. El popular presidente de India, Narendra Modi, dijo en la ceremonia de los 75 años de la independencia de su país, el 15 de agosto, que "cientos de años de colonialismo han restringido nuestros sentimientos, distorsionado nuestros pensamientos. Cuando vemos incluso la menor cosa relacionada con el colonialismo, en nosotros o a nuestro alrededor, debemos deshacernos de ello". En una encuesta de mayo pasado de Ipsos, el 62% de los indios se mostraba a favor de mantener los lazos diplomáticos con Rusia.

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Por su parte, Hun Sen, presidente de Camboya, atacaba también recientemente al bloque que apoya a Ucrania en el conflicto. "Los países occidentales solo tienen agendas políticas para convertir Camboya en un trampolín hacia sus ambiciones políticas (…) También utilizan este tema de los derechos humanos como una herramienta política o un pretexto para interferir en los asuntos internos, violando la soberanía y la independencia de Camboya y otros países débiles", relata el presidente. Al respecto, Joko Widodo, presidente de Indonesia, dejó claro al resto de líderes mundiales en la apertura del reciente G20 celebrado en su país, en Bali, que "no debemos caer en otra Guerra Fría". El rechazo a esa polarización también forma parte del relato de los países del sudeste asiático en esta guerra.

"Yo mato criminales, no ancianos y niños"

La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), compuesta por Brunei, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam, han mantenido siempre una postura tibia sobre el conflicto. En su primer comunicado del pasado 26 de febrero, se limitó a usar el famoso "profundamente preocupado por la situación", expresión que se usa en diplomacia cuando sencillamente uno no quiere posicionarse. No hubo en aquel comunicado una sola referencia a Rusia, la guerra o la invasión.

Esa postura se mantiene. De hecho, en la reciente reunión de la organización celebrada en Camboya, a la que acudió como invitado el presidente estadounidense, Joe Biden, tampoco hubo ninguna novedad sobre su posicionamiento en la guerra de Ucrania.

Foto: Máquinas retiran escombros tras un bombardeo ruso en Borobyanka. (EFE/Oleg Petrasyuk)

La revista The Diplomat explicaba en un artículo la importancia de los países del sudeste asiático en el conflicto. "La invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero de 2022 ha sido ampliamente condenada por los gobiernos de Occidente. Por el contrario, dos tercios de la población mundial vive en Estados que han sido neutrales o incluso se han inclinado por Rusia en esta guerra. La gran mayoría de los miembros de Asean están en ese grupo", escribía sobre el posicionamiento la revista.

Nueve de los 11 países de Asean votaron a favor de la primera resolución de la ONU para condenar la invasión. Solo se abstuvieron Laos y Vietnam. Sin embargo, la mayoría de los países del sudeste asiático se abstuvieron en la resolución para excluir a Rusia del Consejo de Derechos Humanos. Solo Filipinas y Timor votaron a favor.

Los equilibrios diplomáticos en la región son complicados. Rusia era, hasta el pasado marzo, el mayor proveedor de armas de la mayoría de países de Asean. Algunos países como Laos, Vietnam, Indonesia y Filipinas han cancelado compras de armamento a los rusos o retrasado ejercicios militares, pero siguen comprándole a Moscú fertilizantes o combustible.

Foto: Vladímir Putin y Kassym Jomart Tokáyev, en junio de 2020. (Reuters/Sputnik/Alexei Nikolskyi)

Por otro lado, personajes como el controvertido presidente filipino, Rodrigo Duterte, quien llamaba hace algunos años a Putin su "ídolo", se está distanciando del presidente de Rusia. "Muchos dicen que Putin y yo somos asesinos. Yo os he reconocido muchas veces que mato filipinos. Pero yo mato criminales, no ancianos ni niños". Solo Myanmar se mantiene en este grupo como aliado férreo de Moscú. "Un amigo para siempre", dijo sobre el Kremlin Min Aung Hlaing, líder de la Junta militar del país.

El Nobel de la Paz que nunca se materializó

Tanto Indonesia como Tailandia tenían la esperanza de ser el campo neutral en el que se pusiera la primera piedra para la paz entre Rusia y Ucrania. El G20 de Bali y la reunión de APEC en Bangkok esperaban contar con la presencia del presidente ruso. "Mi presidente podría ganar el Nobel de la Paz si consigue llevar la paz al mundo. No paran de hablar de eso en los medios", decía un taxista de Bali el pasado mes de agosto.

Esa esperanza de que fuera en el campo neutral asiático donde se iniciaran las conversaciones de más alto nivel no se materializó porque, finalmente, Putin dejó a todos plantados. Los que sí llegaron, en todo caso, fueron sus compatriotas. "Los rusos son el principal grupo turístico en Phuket [famosa zona de playa en Tailandia]", titulaba el 11 de noviembre la web Thaiger. La página explicaba que del 1 al 10 de noviembre, habían llegado 75.247 turistas, de los que 18.370 eran rusos. También en Indonesia se está incrementado el turismo ruso. "Aprovecharemos el impulso para atraer viajeros rusos a Indonesia. También presionaremos para acelerar el inicio de vuelos directos desde Moscú a Denpasar", dijo el ministro de Turismo de Indonesia el pasado verano.

Foto: El primer ministro japonés, Fumio Kishida, durante una rueda de prensa en la reunión del Quad. (EFE/Kiyoshi Ota)

En todo caso, no todos los más de 90.000 rusos que han entrado en Tailandia desde que se iniciara la guerra son turistas. Muchos son también disidentes o ciudadanos que huyeron para evitar el reclutamiento forzoso y que se encuentran en una situación vulnerable. "Algunos países les han dado el estatus de refugiados, pero otros los han rechazado o dejado claro que no hay apoyo estatal", explica la periodista rusa Ekaterina Kogutov.

Lleguen como lleguen y por las razones que sean, son recibidos igual que el resto de ciudadanos del mundo. Aquí hay una convivencia forzada de todas las partes. "Este restaurante antes de la guerra era el lugar de reunión de la comunidad ucraniana. Venían todos. Ahora están peleados. Algunos son ucranianos prorrusos y otros no. Antes se sentaban todos juntos a beber y ahora lloran, se pelean", explicaba el dueño de un restaurante italiano en Bangkok. En la terraza del negocio, bajo la lluvia, un grupo de ucranianos con sus banderas colgando de los hombros celebraba con cierto aire triste su nacional onomástica, mientras en el interior se escuchaba hablar ruso en alguna mesa.

Este es un mundo intermedio donde todo está mezclado. Los propios cuerpos diplomáticos occidentales en estos países hacen malabares en ciertos eventos para evitar el encuentro con sus colegas rusos. Los gobiernos occidentales recomiendan que no haya ningún contacto, pero es complicado porque están invitados a los mismos actos y se encuentran en todas partes. La guerra de Ucrania en el sudeste asiático carece de trincheras, de epítetos y de bandos.

El 16 de noviembre, el mundo estuvo en vilo durante unas horas por la caída de un misil en suelo polaco. El temor a que fuera un ataque ruso encendió todas las alarmas. Ese día, sin embargo, parecía uno más según las portadas de los periódicos más importantes del sudeste asiático. El Straits Times, Jakarta Post, The Star, Bangkok Post, Manila Times o SCMP abrían sus portadas con noticias locales y el último incidente de la guerra de Ucrania ocupaba un lugar secundario.

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