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¿Quién mató a Daria Dugina? Cuatro hipótesis sobre el atentado
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¿Ucrania o ajuste de cuentas interno?

¿Quién mató a Daria Dugina? Cuatro hipótesis sobre el atentado

Este episodio muestra que es posible poner una bomba en un coche en Moscú en pleno 2022. El Confidencial ha recopilado y analizado las diferentes hipótesis sobre la mesa

Foto: Homenaje a Daria Dugina en Moscú. (Reuters/Maxim Shemetov)
Homenaje a Daria Dugina en Moscú. (Reuters/Maxim Shemetov)
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Ya había anochecido cuando Daria Dugina arrancó el coche en el suburbio de Moscú al que había acudido este sábado. Pocos metros después, un explosivo colocado en los bajos del vehículo se activó, envolviéndolo en una bola de fuego y lanzando por los aires a la conductora, que murió en el acto. Las imágenes posteriores al atentado muestran la carrocería en llamas en el lateral de una calzada cubierta de materiales esparcidos por la detonación, mientras el padre de la asesinada, el conocido filósofo ultranacionalista ruso Alexander Dugin, se lleva las manos a la cabeza.

En el momento de escribir estas líneas todavía se conocen pocos detalles, pero todo el mundo se pregunta: ¿quién es el responsable? Hay varias posibilidades, y casi todas son malas noticias para el régimen de Vladímir Putin. Quizá por ello las autoridades rusas se han apresurado a promover la que, a priori, parece menos dañina: detrás del asesinato, aseguran, estaría la mano de Ucrania. La directora del conglomerado de medios Rossiya Segodnya y propagandista del régimen Margarita Simonyan, por ejemplo, llamó casi de inmediato a bombardear los “centros de toma de decisiones” ucranianos.

Foto: Natalia Vovk, en un fotograma publicado por los medios rusos.

Se ha reportado que las cámaras de vigilancia del aparcamiento donde estaba el vehículo dejaron de funcionar hace dos semanas, en una negligencia que ahora parece poco casual, y que ha llevado a muchos observadores a especular sobre la posibilidad de que se trate de un “trabajo interno” del propio régimen. Pero en el turbio mundo de los asesinatos políticos de alto perfil suele ser difícil atribuir responsabilidades. Ni siquiera está claro si el verdadero objetivo era Daria —una notoria comentarista y politóloga que compartía ideología con su padre, si bien era mucho menos conocida que él— o el propio Alexander Dugin, quien, según múltiples indicaciones, habría decidido cambiar de vehículo en el último momento.

¿Quién podría querer matar a los Dugin, y por qué? El Confidencial ha recopilado y analizado las diferentes hipótesis sobre la mesa.

1) Servicios de inteligencia ucranianos u occidentales

La rapidez con la que Rusia se ha apresurado a culpar a Ucrania, sin que haya habido tiempo de realizar la más mínima investigación de calado, apunta a un intento de explotar políticamente el episodio. Pero eso no significa que haya que descartar de plano esta posibilidad.

El Servicio Federal de Seguridad (FSB, el servicio de inteligencia interior ruso) ha asegurado que la autora material del atentado habría sido una mujer ucraniana, identificada como Natalia Vovk y de 43 años, que habría accionado la bomba a distancia y habría conseguido huir a Estonia. Según el relato esbozado por el FSB en un comunicado, Vovk se habría mudado hace un par de meses al mismo edificio en el que vivía la víctima, habría entrado al país en un coche con matrícula de la autoproclamada República Popular de Donetsk, se movió por Moscú con una matrícula kazaja y salió de Rusia usando una ucraniana.

A priori, la ejecución del atentado no parece especialmente complicada. Tras lograr la desactivación de las cámaras —o habiendo recibido información sobre su inactividad—, el operativo habría burlado brevemente la vigilancia de los guardaespaldas de los Dugin, si es que esta existía, y habría colocado una bomba lapa en la zona del conductor. La clave estaría en conocer de antemano los movimientos de la familia. En un país con una corrupción tan arraigada como Rusia, nada de esto parece particularmente difícil de conseguir con dinero. Pero hay que tener los contactos.

Foto: Volodímir Zelenski. (EFE/Sergey Dolzhenko)

Es por eso que algunos expertos han expresado dudas de que los servicios de inteligencia ucranianos tengan semejante capacidad de penetración en Moscú. En general, son los espías rusos los que tienen infiltrado a las organizaciones de seguridad ucranianas y no al revés. Además, se ha señalado el escaso valor para Ucrania de asesinar a Dugin o a su hija en una operación que, por el contrario, estaría plagada de riesgos y desventajas potenciales. Esa misma lógica es lo que hace extremadamente improbable que el atentado sea obra de un servicio de inteligencia occidental: muy poco que ganar, muchísimo que perder.

Hay, sin embargo, una excepción. Sabemos que al principio de la invasión Rusia desplegó unidades cuya misión era asesinar al presidente Volodímir Zelenski y a otros altos cargos ucranianos, y que varios de estos equipos siguen activos. ¿Cabría la posibilidad de que el gobierno de Zelenski haya decidido mandar un mensaje al liderazgo ruso yendo a por un objetivo altamente simbólico, para dejarle claro que no está totalmente a salvo incluso en Moscú? No es totalmente imposible.

2) Una organización rusa de resistencia a Putin

Este domingo, el exparlamentario ruso Ilya Ponomarev, hoy exiliado en Kiev, aseguró en una entrevista que el atentado había sido cometido por una supuesta organización clandestina rusa de resistencia, el llamado Ejército Nacional Republicano de Rusia, de la que absolutamente ningún experto en el país había oído hablar jamás. Según Ponomarev, este grupo estaría detrás de al menos una gran parte de la misteriosa serie de incendios y sabotajes que se han producido por toda Rusia desde el principio de la invasión a Ucrania. De estar en lo cierto, sería una pesadilla para el régimen de Putin: una organización partisana compuesta por rusos desafectos y que ya habría pasado a la acción.

Foto: El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. (Ukrainian Presidential Press Service)

El manifiesto de este grupo afirma: “Declaramos al presidente Putin un usurpador del poder y un criminal de guerra que modificó la Constitución, desató una guerra fratricida entre pueblos eslavos y envió a soldados rusos a una muerte segura y sin sentido. Pobreza y ataúdes para algunos, palacios para otros: esa es la esencia de su política. Creemos que las personas privadas de sus derechos tienen derecho a rebelarse contra los tiranos. ¡Derrocaremos y destruiremos a Putin!”.

No obstante, como bien saben los especialistas en terrorismo, a menudo las organizaciones violentas tienden reivindicar acciones orquestadas por otros para tratar de presentarse como más fuertes de lo que realmente son. Es posible que el grupo exista, e incluso que realmente sea el responsable de la reciente ola de sabotajes, pero que se esté atribuyendo el asesinato de Dugina por puro oportunismo. Y también es posible que este supuesto Ejército Nacional Republicano sea un mero nombre pantalla sin nada detrás pero con el que se intenta promover otros fines.

3) Una operación rusa de falsa bandera

Las aparentes anomalías alrededor del atentado —no solo las cámaras de vigilancia desactivadas, sino también la extraña forma en la que las principales agencias de noticias rusas lo reportaron inicialmente, o las crípticas declaraciones de los policías que trabajaron en el lugar de los hechos— han llevado a muchos a especular con la posibilidad de que en realidad se trate de una operación de falsa bandera orquestada por el FSB, el servicio de inteligencia interior ruso, para explotarla de algún modo. Lo que en Rusia se llama un 'sacrificio sagrado'.

Foto: Materiales incautados por el FBS. (FBS)

A favor de esta teoría estaría el hecho de que, como han señalado numerosos especialistas, Dugin en realidad no es 'el filósofo de Putin', como a menudo se le ha denominado, y ni siquiera es una persona cercana al presidente, sino que esta imagen es fruto de la autopromoción incansable del propio Dugin, sobre todo en Occidente. Bajo este prisma, podría tener sentido deshacerse de un peón bien conocido dentro y fuera de Rusia pero sin vínculos estrechos con el Kremlin.

En realidad, muchas de estas supuestas anomalías tienen una explicación sencilla. En un ecosistema de medios tan vertical como el ruso, lo normal es que tanto agencias como portavoces policiales se hayan visto paralizados por el pánico al descubrir la identidad de la víctima y hayan preferido esperar instrucciones de arriba sobre cómo abordar la información. Y dado el comportamiento de las fuerzas armadas rusas en Ucrania, es difícil concebir de qué modo el régimen de Putin podría utilizar el asesinato de Dugina para justificar algún tipo de escalada en la guerra, más allá de lo que ya ha hecho.

Foto: Tanque soviético T-34, uno de los símbolos de la ciudad de Tiráspol, en Transnistria. (EFE/Ignacio Ortega)

No obstante, sí hay un ámbito en el que un notorio atentado en la capital rusa podría servir a los propósitos del Kremlin. Dadas las dificultades que atraviesa el país en su campaña en Ucrania, una acción de este tipo permitiría promover la idea de que Rusia está bajo ataque, incluso en el propio Moscú, y proclamar finalmente un estado de guerra que hasta ahora Putin se ha resistido a declarar. Así, las autoridades rusas podrían ordenar la movilización general de la población y de la industria en apoyo del esfuerzo bélico, reduciendo el coste político que entraña dicha medida. En ese sentido, está por ver qué sucede en los próximos días.

4) Un ajuste de cuentas entre facciones

Los Dugin tienen muchísimos enemigos en la propia Rusia, y la probabilidad de que uno de ellos haya elegido este momento para golpearles es muy alta. Y tal vez, de todas las posibilidades, esta sea la más inquietante para el régimen de Putin.

Lo cierto es que la invasión de Ucrania y las sanciones económicas han creado una nueva realidad en Rusia, y los diferentes actores están maniobrando para adaptarse a la nueva situación y poner a prueba los límites. En ocasiones, esto implica saldar viejas cuentas con sus adversarios o los peones de estos, en un contexto en el que Putin está demasiado ocupado con todo lo que tiene entre manos como para oponerse. Esta dinámica ya se ha cobrado varias cabezas, aunque nada tan espectacular como el atentado contra los Dugin.

Foto: La vivienda de Lloret de Mar donde aparecieron los cadáveres. (EFE/David Borrat)

Hace dos años, un ataque de este tipo habría sido impensable: el autor habría tenido que rendir cuentas ante Putin, o bien haber recibido su aprobación de antemano. Pero la guerra ha erosionado el control sobre los diferentes centros de poder en Rusia, lo que ha posibilitado los conflictos entre facciones. Si realmente se ha tratado de una ‘vendetta’, la situación puede escalar fácilmente.

Sea cual sea la verdad, este episodio muestra que es posible poner una bomba en un coche en Moscú en pleno 2022, algo que parecía un mal recuerdo de las violentas guerras entre mafias en los años 90. Si el régimen de Putin está detrás del asesinato, es un signo de la clase de medidas que está dispuesto a adoptar en un contexto cada vez más desfavorable. Y si no es así, este atentado, se mire como se mire, es una muestra de debilidad.

Ya había anochecido cuando Daria Dugina arrancó el coche en el suburbio de Moscú al que había acudido este sábado. Pocos metros después, un explosivo colocado en los bajos del vehículo se activó, envolviéndolo en una bola de fuego y lanzando por los aires a la conductora, que murió en el acto. Las imágenes posteriores al atentado muestran la carrocería en llamas en el lateral de una calzada cubierta de materiales esparcidos por la detonación, mientras el padre de la asesinada, el conocido filósofo ultranacionalista ruso Alexander Dugin, se lleva las manos a la cabeza.

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