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Por qué al populismo europeo no le afectará la derrota de Trump
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Por qué al populismo europeo no le afectará la derrota de Trump

Pese a las reacciones iniciales, la victoria de Biden en Estados Unidos no tiene por qué suponer un duro golpe para los populistas europeos, cuyas particularidades no se verán afectadas

Foto: El primer ministro húngaro, Viktor Orbán. (Reuters)
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán. (Reuters)

La victoria de Joe Biden es poderosa desde un punto simbólico. Muestra la resistencia de la democracia y del Estado de derecho, pues ambos sirven para deshacerse de líderes incompetentes que no quieren irse (comparen, por ejemplo, con Bielorrusia, donde la gente no cuenta con ese placer). También demuestra que las teorías de la conspiración, la xenofobia y los nacionalismos, así como la falta de respeto por las normas establecidas, pueden ayudarte a ganar una vez, pero también provocan un efecto contrapuesto cuando los votantes se movilizan contra tus políticas.

También enseña que una crisis de verdad —como la pandemia— pondrá a prueba tarde o temprano el liderazgo de los supuestos salvadores de la patria. En esos momentos, hacerlo bien en Twitter no será suficiente y atacar a la ciencia o usar la carta del 'Estado profundo' puede tener un efecto contraproducente en la gestión de la crisis.

Estos avisos son útiles para aquellos políticos que estén tentados de copiar los métodos trumpistas para lograr sus objetivos electorales en algunas democracias. Las elecciones de 2020 en EEUU les influyen porque les quitan un aliado o, al menos, un punto de referencia en el mapa político global. Alguien que, más que nadie, ha contribuido a cambiar lo que está dentro de lo políticamente aceptable en el discurso público. Sin embargo, el legado de Trump en esta área puede que sobreviva a su presidencia. Y es probable que él continúe dando problemas allá donde esté. Pero al menos supondrá un menor peligro que estando en el bando ganador.

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump. (Reuters)

Más allá de eso, el resultado de las elecciones de EEUU no es necesariamente dañino para el futuro político de los partidos y líderes populistas de la Unión Europea. Y hay tres razones para ello.

Tres motivos

Primero, su popularidad siempre se ha enraizado en lo local y varía de un país de la UE a otro. En algunos países —como la Liga en Italia o Reagrupación Nacional en Francia—, se erigieron contra la inmigración de sus vecinos del sur. Otros, especialmente en el norte de la UE, también son antiinmigrantes, pero además son reticentes a compartir su dinero con otros Estados miembros, pidiendo que haya una vuelta de competencias del nivel europeo al nacional (aunque no quieran seguir el camino del Reino Unido).

Otros, especialmente en el este, se posicionan como los defensores de los valores tradicionales frente a la podredumbre de Occidente. Esto a veces implica ciertos niveles de misoginia o intolerancia hacia las minorías que serían inaceptables para sus colegas de Europa occidentales. También están otros, como Vox en España, cuyo nacionalismo está dirigido no tanto hacia Europa como a los propios regionalismos del país (aunque también son antiinmigrantes).

Los populistas europeos han estado encantados de tener a Trump a su lado, pero, desde luego, él no era alguien imprescindible para ellos

Por último, hay diferentes constelaciones en las que los partidos populistas europeos flirtean bien con el movimiento antivacunas, con la Iglesia cCatólica o con Vladímir Putin. Esta rama heterogénea de políticos y su adaptación política hace que los populistas europeos sean en buena medida inmunes a la derrota electoral de Trump. Ellos han estado encantados de tenerle a su lado, pero, desde luego, él no era alguien imprescindible.

En segundo lugar, dejando a un lado Polonia, Hungría y Eslovenia, la mayor parte de los populistas europeos no han estado al frente del Gobierno durante la crisis del covid-19. Normalmente, nunca han estado en el poder. Muchos soñaban con que la epidemia fuera agua de mayo para ellos, pero hasta el momento no se ha materializado. Los partidos de gobierno —desde los democristianos en Alemania hasta los liberales en Países Bajos, pasando por los socialdemócratas en Dinamarca o Finlandia— han subido en las encuestas.

Foto: Cartel de Donald Trump. (Reuters)

Y esto ha ocurrido bien porque la gente valora su competencia durante la gestión de la crisis o porque aprecia las grandes cantidades de dinero que se han inyectado en la economía para evitar despidos y bancarrotas. O los votantes, simplemente, han concluido que todavía no es el momento de experimentar con el populismo.

Sin embargo, mientras que los populistas no se han beneficiado del covid-19, su popularidad apenas ha bajado. En Francia, Marine Le Pen se mantiene en un 25% de apoyo, empatada con el presidente, Emmanuel Macron. Geert Wilders ha subido del 15% al 25% en Países Bajos y hay elecciones el año que viene. El partido finés y los demócratas suecos también se han anclado en el 20%, y Vox en el 15%. Solo ha bajado Alternativa Por Alemania, y su suelo es del 10%. Los populistas europeos pueden soñar todavía con conseguir algunos beneficios políticos de la pandemia, especialmente por el inicio de la segunda ola, ya que hay mucho espacio para el descontento debido a los negros augurios económicos del año que viene.

El caso único de Polonia

El Partido Ley y Justicia polaco es un caso excepcional. Ha estado en el poder durante la crisis, pero ha gobernado de forma incompetente. Su candidato para las elecciones, Andrzej Duda, ganó en julio, pero estuvo a punto de perder. La popularidad del partido está en caída libre. Sin Trump, Ley y Justicia no podrá seguir justificándose en casa como el gran aliado del poderosísimo líder. Joe Biden no pondrá en duda la importancia estratégica de cooperar con Polonia dentro de la OTAN. Pero seguramente apoyará la presión internacional al Gobierno polaco para que cese en su asalto a la independencia judicial, los medios privados, los derechos de las mujeres y del grupo LGTB. En cualquier caso, si Ley y Justicia pierde el poder en los próximos años, será por sus propios errores, no porque la derrota de Trump represente un cambio político.

Foto: Foto: Reuters

Y esto nos conduce a la tercera y última razón que explica por qué el resultado de la carrera presidencial no supondrá un golpe mortal al populismo en Europa. El cuestionamiento de los resultados por parte de Trump —y la batalla entre los dos EEUU— puede que lleve a los populistas a decir que luchar contra las élites liberales es más importante que nunca. Para movilizar a los votantes, se podrían presentar ellos mismos como parte de una lucha mundial contra las fuerzas tecnocráticas que son capaces de robar unas elecciones en cualquier parte, tanto en sus países como en EEUU. En muchos casos, una teoría de la conspiración así no será crucial para su plataforma (y está por ver si Trump y sus seguidores siguen con ella conforme pasen las semanas). Pero puede que la traten de utilizar para sus objetivos electorales.

A la luz de esto, sin embargo, el simple hecho de que Trump haya ganado una vez es todavía más importante para los populistas europeos. Los hace más elegibles o les da la ilusión de que ellos, alguna vez, también podrán ganar.

*Análisis publicado en el European Council on Foreign Relations por Pawel Zerka y titulado "Why populism in Europe will survive Trump's defeat".

La victoria de Joe Biden es poderosa desde un punto simbólico. Muestra la resistencia de la democracia y del Estado de derecho, pues ambos sirven para deshacerse de líderes incompetentes que no quieren irse (comparen, por ejemplo, con Bielorrusia, donde la gente no cuenta con ese placer). También demuestra que las teorías de la conspiración, la xenofobia y los nacionalismos, así como la falta de respeto por las normas establecidas, pueden ayudarte a ganar una vez, pero también provocan un efecto contrapuesto cuando los votantes se movilizan contra tus políticas.

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