Es noticia
Doscientos años de la 9ª Sinfonía de Beethoven: cómo surgió el himno de la UE
  1. Mundo
SE ADOPTÓ EN 1986

Doscientos años de la 9ª Sinfonía de Beethoven: cómo surgió el himno de la UE

Hace doscientos años del estreno de la Novena Sinfonía de Beethoven, de la que surge la Oda a la Alegría. No siempre estuvo claro que fuera a ser el himno de la UE

Foto: Mural del 250 aniversario del nacimiento de Beethoven en Bonn. (Reuters)
Mural del 250 aniversario del nacimiento de Beethoven en Bonn. (Reuters)

La salud del maestro se había deteriorado ya tanto que no pudo dirigir él la premiere de una de sus grandes obras, en mayúsculas. Su última obra completa. En el Kärntnertortheater de Viena fue Michael Umlauf el encargado de dirigir a la orquesta. Y así, el 7 de mayo de 1824, se estrenó en la capital imperial austriaca la Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven, que incluye la Oda a la Alegría, el cuarto movimiento de la novena sinfonía basado en el poema escrito por Friedrich von Schiller en 1785. 162 años después, el 29 de mayo de 1986, la Comisión Europea, en presencia del presidente Jacques Delors, utilizó por primera vez esa sección de la Novena Sinfonía como el himno de la Comunidad Económica Europea en el primer izado de bandera de la también recientemente adoptada bandera azul con las doce estrellas.

Todo el mundo vincula ya la Oda a la Alegría, que cumple ahora doscientos años de su estreno, aunque se escribió hace 202 años, con la Unión Europea, pero el camino hasta convertirse en himno del club fue largo. La historia de los símbolos de Europa es serpenteante. Tras la Segunda Guerra Mundial los trabajos siempre fueron liderados por el Consejo de Europa (una institución que no pertenece a la Unión Europea, no confundir con el Consejo de la UE), tanto en la bandera como en el himno, pero luego fueron adoptados por el club comunitario.

Beethoven, nacido en Bonn en 1770, ha sido muchas cosas. Símbolo del nacionalismo alemán que buscaba su sentido, encarnación de los valores arios para los nazis, personaje disputado, como todas las figuras históricas alemanas relevantes, entre la República Federal de Alemania y la República Democrática de Alemania como representantes de la verdadera Alemania tras la Segunda Guerra Mundial… y símbolo de Europa. Como señaló en 1996 David B. Dennis en su “Beethoven en la política alemana”: “Beethoven era partidario del despotismo ilustrado; Beethoven era un idealista revolucionario. Beethoven era admirador de Napoleón; Beethoven era enemigo de Napoleón. Beethoven era un compositor de música revolucionaria; Beethoven era un compositor de música militar patriótica. Beethoven fue todas estas cosas y ninguna de ellas”. El compositor ha jugado un papel hasta en el Brexit, convirtiéndose en objetivo de los tories británicos cuando comenzaron a endurecer su deriva euroescéptica a finales de los noventa, considerando inaceptable que un compositor alemán tuviera algo que ver con el Reino Unido.

placeholder Estatua de Beethoven. (EFE)
Estatua de Beethoven. (EFE)

Antes y después de que Europa ardiera

Buscar los orígenes del himno de Europa es escudriñar las raíces de la aspiración de la integración europea. Del horror de la carnicería de la Primera Guerra Mundial, de las trincheras siendo inundadas por la ola de gas cloro en Ypres, ahogando a miles de jóvenes europeos, del trauma colectivo que representó la implosión del mundo de ayer convertido en una carnicería que dejó mutilada física, espiritual y políticamente a generaciones de europeos, surgió en Viena, corazón del que había sido un imperio multinacional, el Movimiento Paneuropeo, fundado en 1923, el mismo lugar en el que 99 años antes se había representado por primera vez la Novena Sinfonía, con ese cuarto movimiento lleno de tensión, en el que, en mitad de él, como un susurro, empiezan a aparecer poco a poco las notas suaves de la Oda a la Alegría.

Richard von Coudenhove-Kalergi fue fundador y presidente del Movimiento hasta su muerte. Fue idea del conde de Coudenhove-Kalergi utilizar la Oda a la Alegría para cerrar las reuniones de la organización a partir de 1929. Es el primer registro que hay del uso de la sinfonía de Beethoven relacionado con movimientos de integración europea. Él sería una pieza clave en el despliegue de la simbología de la Unión. Pero lo cierto es que tras ese primer registro de su uso, la Oda a la Alegría desaparece durante más de dos décadas del radar. Se usó, pero como tantos otros himnos.

Foto: Protesta a favor de la huelga de profesores en Varsovia, Polonia. (Reuters)  Opinión
TE PUEDE INTERESAR
Europa, ‘El mundo de ayer’ y la seguridad del mañana
Ramón González Férriz

La integración europea estaba lejos de ser una idea limitada al conde austriaco, aunque el papel que varios nobles del antiguo imperio jugaron a lo largo de todo el siglo XX es muy relevante. Había numerosos movimientos que pedían la unión de Europa, y había muchas ideas circulando respecto a un himno que representara a toda la Europa unida. No eran pocos los que hablaban, de una manera u otra, de unos “Estados Unidos de Europa”, desde movimientos liberales hasta el entorno soviético, León Trotski entre ellos. Para el pensador español José Ortega y Gasset, en su “Rebelión de las Masas” de 1929 aparece la “supernación europea”, y aunque no era especialmente amigo de la idea precisamente de esos “Estados Unidos de Europa”, calificándolo de “fantasía módica”, sí señalaba en 1937 que “la probabilidad de un Estado general europeo se impone necesariamente”.

La idea no surge de la nada después de la Segunda Guerra Mundial. Stefan Zweig también habló de los “Estados Unidos de Europa” en 1932. La idea estaba ahí, ya sembrada desde hacía tiempo. Y con ello la búsqueda de símbolos. Pero todo el movimiento empieza a cristalizar solamente después de la Segunda Guerra Mundial, cuando todos los miedos expresados tras la primera guerra industrial entre europeos habían quedado confirmados. En 1948, en La Haya, se celebra el Congreso de Europa con presencia de personalidades de mucho peso, como Winston Churchill, que había sido primer ministro británico durante la guerra, Konrad Adenauer, que sería canciller alemán poco después o el español Salvador de Madariaga. Aquella reunión clave, que puso las semillas de la integración europea, del Consejo de Europa y de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, terminó con un himno… pero no fue la Oda a la Alegría. Los asistentes entonaron un himno diseñado para la ocasión, escrito por el músico holandés Louis Noiret, L’Europe Unie!, una obra que, sin embargo, no tuvo más repercusión.

placeholder Bandera de la Unión Europea. (EFE)
Bandera de la Unión Europea. (EFE)

En 1949, como resultado de la reunión de La Haya, se crea el Consejo de Europa, y empiezan a aparecer decenas de propuestas para un himno de Europa, aunque ninguna termina de funcionar, especialmente porque el órgano está centrado en otra misión: encontrar una bandera. Y ese no era un trabajo fácil, porque en este caso no es que hubiera decenas de propuestas: había cientos. Madariaga, por ejemplo, propuso una bandera de fondo azul con una estrella en cada una de las capitales del Consejo de Europa, y una estrella más grande en Estrasburgo, ciudad francesa fronteriza con Alemania y que se había escogido como sede de la institución.

Los encargados de trabajar sobre una nueva simbología para una Europa unida reciben muchas cartas. Hay muchas propuestas de distintos compositores. Una de las más especiales es una letra escrita por Jehane Louis Gaudet, una profesora de canto de Lyon, miembro de la resistencia francesa, que propone su Chant de la paix como himno. Solamente una de las cartas que están en el registro histórico del Consejo de Europa menciona la Oda a la Alegría de Beethoven. Y es, cómo no, una carta de Richard von Coudenhove-Kalergi, escrita en 1952 al periodista belga ​​Paul M. G. Lévy, que trabajaba en el Consejo de Europa en la búsqueda de símbolos.

Lévy, que había trabajado para los aliados tras la invasión de Europa y estuvo en la liberación del campo de concentración de Dachau, acabaría siendo pieza clave en el diseño final de la bandera de Europa junto con Arsène Heitz. Cuando el Consejo de Europa resolvió el problema de la bandera en 1955, dando con la actual de la UE, un fondo azul con doce estrellas, se pudo poner atención en la cuestión del himno. Sin ser el himno oficial, en 1959 se utiliza la Oda a la Alegría en el cierre de la ceremonia del décimo aniversario de la creación del Consejo de Europa, pero no todo el mundo apoyaba esta idea.

placeholder Sede del Consejo de Europa en Estrasburgo. (Reuters)
Sede del Consejo de Europa en Estrasburgo. (Reuters)

Había otra composición que representaba mejor, y lo había hecho desde hacía tiempo, la paz y la unidas de las fuerzas europeas. Al menos eso señalaban sus defensores. En 1749 el compositor Georg Friedrich Händel había compuesto una obra, llamada Música para los reales fuegos de artificio, en conmemoración de la Paz de Aquisgrán, que en 1748 había puesto fin a la Guerra de Sucesión de Austria, que había enfrentado a media Europa. Además, estaba el guiño a Aquisgrán, la ciudad de nacimiento de Carlomagno. Pero la realidad es que el asunto se quedó ahí: durante años se siguió sin escoger un himno oficial.

Mientras tanto, en las Comunidades Europeas, es decir, en el origen de la Unión Europea, se estaba utilizando, aunque nunca con carácter oficial, el Himno de los Estados Unidos de Europa, compuesto por la esposa de uno de los colaboradores más cercanos de Jean Monnet, uno de los padres fundadores de la UE.

Hacia un himno de Europa

En 1964, durante una reunión en Roma, el Consejo de Europa llega a una conclusión: la institución y la Comunidad Económica Europea deben elegir un himno conjunto. Ya existía una bandera, adoptada por el Consejo de Europa en 1955, y un Día de Europa, el 5 de mayo para esta institución, el 9 de mayo para la Comunidad. Era momento de encontrar un himno. Curiosamente, la Alianza Atlántica (OTAN) estaba en estos momentos más cerca de adoptarlo como himno que la Comunidad Europea. El preludio de la Oda a la Alegría se utiliza en 1967 en la inauguración de la nueva sede en Bruselas después de que un año antes Francia decidiera abandonar la estructura de mando militar de la OTAN y eso llevara a mover la sede fuera de París. En todo caso la Alianza tampoco dio el paso de adoptarlo como himno.

En junio de 1971 el francés René Radius propone oficialmente la Oda a la Alegría, que finalmente se decide adoptar como himno del Consejo de Europa en 1972, pero sin letra. Se encargó al austriaco Herbert von Karajan que hiciera arreglos, que realizó con la Orquesta Sinfónica de Berlín, una Berlín partida por el muro que separaba Europa, y se utilizó por primera vez en el 5 de mayo de aquel año, conmemorando el Día de Europa en Estrasburgo.

placeholder Bandera de la UE frente a la Comisión Europea. (Reuters)
Bandera de la UE frente a la Comisión Europea. (Reuters)

En la década de los ochenta el Parlamento Europeo, ya escogido por sufragio universal, fue el que empujó a que la Comunidad Económica Europea adoptara un himno. No había que pensar demasiado: el Consejo de Europa señalaba el camino. Como ha ocurrido en otras ocasiones, la construcción de los símbolos de la identidad europea consistió en empujar el balón a portería vacía. Los jefes de Estado y de Gobierno se reunieron en el Consejo Europeo de Fontainebleau en 1984 y allí reconocieron que había que dotar al club de símbolos que hicieran que los ciudadanos se sintieran cercanos al proyecto. Pietro Adonnino lideró un comité que en el Consejo Europeo de Milán del año siguiente propuso la adopción de la bandera y el himno, además de muchas otras propuestas de participación ciudadana.

El 29 de mayo de 1986, en un izado de la bandera de Lévy y Heitz frente al Berlaymont, sede de la Comisión, sonó la Oda a la Alegría, convertido, ya sí, en el himno de la Comunidad, sin letra, a pesar de que ha habido debates sobre si debía utilizarse el texto original de Schiller o buscar otra letra. Originalmente el himno estaba recogido en la Constitución Europea tumbada por Ha habido propuestas en latín y en esperanto. En 1989, ya convertido en el himno de Europa, el compositor estadounidense Leonard Bernstein utilizó la letra de Schiller en su doble concierto en la Berlín occidental y oriental inmediatamente posterior a la caída del muro sustituyendo la “Alegría” por “Libertad”, titulando la obra Ode an die Freiheit (Oda a la Libertad).

La salud del maestro se había deteriorado ya tanto que no pudo dirigir él la premiere de una de sus grandes obras, en mayúsculas. Su última obra completa. En el Kärntnertortheater de Viena fue Michael Umlauf el encargado de dirigir a la orquesta. Y así, el 7 de mayo de 1824, se estrenó en la capital imperial austriaca la Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven, que incluye la Oda a la Alegría, el cuarto movimiento de la novena sinfonía basado en el poema escrito por Friedrich von Schiller en 1785. 162 años después, el 29 de mayo de 1986, la Comisión Europea, en presencia del presidente Jacques Delors, utilizó por primera vez esa sección de la Novena Sinfonía como el himno de la Comunidad Económica Europea en el primer izado de bandera de la también recientemente adoptada bandera azul con las doce estrellas.

Unión Europea Música clásica Arte
El redactor recomienda