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El revolucionario Beethoven contra el integrado Mozart: ¿quién es el mejor?
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El revolucionario Beethoven contra el integrado Mozart: ¿quién es el mejor?

En el 250 aniversario del nacimiento del compositor alemán, le enfrentamos al austriaco. El Romanticismo y las grandes sinfonías, frente al Clasicismo y las partituras perfectas

Foto: Estatua de Beethoven en Viena. (EFE)
Estatua de Beethoven en Viena. (EFE)

Sin tener la menor idea de música, cuando cualquiera escucha una nota de una sinfonía de Ludwig von Beethoven, advierte el golpe bombástico, la tensión y la disonancia. Si a continuación recurre a Wolfgang Amadeus Mozart, las aguas vuelven a la calma: llega la partitura transparente, cristalina y redonda. Sin llegar a contrastar del todo —Beethoven también le debe mucho a Mozart— son, una vez más, como una dualidad aristotélica. La turbulencia frente a la paz. El Romanticismo frente al Clasicismo. 'La libertad guiando al pueblo' de Delacroix frente a la 'Odalisca' de Ingres. El rock frente al pop. Los Rolling frente a los Beatles. Los revolucionarios frente a los integrados. Y que el mundo siga girando.

Beethoven y Mozart son dos genios que han llegado a nuestra era como la muestra de dos mundos. Aquellos que a ambos les tocó vivir

Por supuesto, nada es nunca tan tajante, pero Beethoven y Mozart son dos genios que han llegado a nuestra era como la muestra de dos mundos. Aquellos que a ambos les tocó vivir. El austriaco todavía tuvo que convivir con el Antiguo Régimen, mientras que el alemán, que nació el 16 de diciembre de 1770, viviría de forma muy cercana la Revolución francesa, un gran cambio de mentalidad y poderes y, de nuevo, el regreso del absolutismo con aquel Congreso de Viena de 1815 en el que, por otra parte, fue una de las grandes estrellas invitadas. Las florituras que se pudo permitir Mozart nunca tuvieron cabida en la forma de crear de Beethoven.

Huraño vs. alegre

Los músicos ni siquiera fueron parejos en el carácter, según sus biógrafos. El austriaco fue un hombre alegre, optimista, dado a las fiestas, al billar y a contar chistes verdes. Por su parte, el alemán fue un hombre huraño, agrio, con mal genio. Casi se definen por su peinado: la coleta de Mozart, siempre en su sitio; la melena de Beethoven, siempre leonada.

placeholder Instalación de Beethoven este año en Moscú. (EFE)
Instalación de Beethoven este año en Moscú. (EFE)

“Beethoven se quedó sordo con 30 años, y vivió hasta los 56 años, y después del Congreso de Viena, se quedó completamente aislado. Era un músico muy reputado, pero su sordera le hizo dejar su carrera de pianista y profesor para las altas esferas, por lo que se tuvo que recluir en su casa a componer… A partir de 1814, su música se quedó en el ostracismo, ya que empiezan a estar de moda las óperas de los italianos como Rossini”, explica a El Confidencial Marta Vela, directora de orquesta que acaba de publicar ‘Las nueve sinfonías de Beethoven’ (Forcola), un volumen en el que analiza la obra del compositor alemán de forma muy amena. “El carácter de Mozart, por el contrario, era encantador, porque estaba acostumbrado desde su más tierna infancia a tocar para la aristocracia y la nobleza”, añade.

Muchas de las diferencias entre los dos ya se inician en la niñez. Mozart nace en Salzburgo en 1756 y pronto acabará en Viena acompañado por su padre para tocar en las fiestas de la nobleza desde que el niño tenía apenas cuatro años (y ya componía). Después, emprenderá varios 'tours' por Europa tocando para diferentes cortes: llegó por ello a contagiarse de viruela, de la que se salvó, pese a que su padre no quiso que le inocularan (el precedente de la vacunación, aunque esto es otra historia). De esta manera, el joven austriaco pronto se habituó a las formas, reglas y limitaciones del Antiguo Régimen que imperaba en el siglo XVIII, antes de todas las revoluciones, incluidas las atlánticas.

placeholder Retrato de Mozart. (Reuters)
Retrato de Mozart. (Reuters)

Por el contrario, Beethoven nació casi 15 años después en Bonn, entonces un pueblo alemán, que tenía su corte, pero mucho más provinciana que la monumental Viena, donde vivían la emperatriz María Teresa y su hijo el emperador José II. El niño tuvo talento desde el principio, pero su padre era un alcohólico que le maltrataba para que ensayara sin parar. Era tenor de profesión, pero sus continuos altibajos hacían que apenas entrara dinero en casa. Pronto, Beethoven también supo que tendría que ponerse a trabajar dando clases de piano a esa corte provinciana de Bonn; y también supo desde el principio que no quería bajar la cabeza ante aquella gente.

El mayor referente entonces era Mozart, al que Beethoven solía copiar porque aquello todavía no se consideraba apropiación cultural ni plagio

El mayor referente entonces era Mozart —junto a Haydn—, al que Beethoven solía copiar sus primeras composiciones a mano a modo escolar, lo cual era habitual, porque aquello no se consideraba apropiación cultural ni siquiera plagio, sino una forma de aprender. Y ambos músicos se encontraron una vez en Viena, hacia 1787, una época en la que Mozart comenzaba a declinar en popularidad. No obstante, todavía era el gran músico de la Corte, el autor de óperas que habían tenido un éxito enorme como 'Las bodas de Fígaro' o 'Don Giovanni', además de sus sonatas, divertimentos, música de cámara... Beethoven no era nadie. No está muy claro el encuentro entre ambos, aunque se estima que Mozart sí llegó a valorar el talento del alemán.

La Revolución francesa

La vida de ambos y la situación política también muestran las diferencias musicales. Como señala Marta Vela, “Beethoven lo que hizo fue conducir la música hacia el Romanticismo, rompió todos los moldes del siglo XVIII, ya que él creía en los valores de la Revolución francesa. En el siglo XVIII, las sinfonías eran de instrumentos de cuerda, y él quiere plasmar la nueva sociedad igualitaria, por lo que equipara los instrumentos de viento a los de cuerda. Por eso la música de Mozart suena más mesurada que la de Beethoven”. Mozart estaba sujeto a los cánones del Clasicismo, como si fuera un friso del Partenón, todo perfecto, mientras que Beethoven hizo un uso desmesurado de la disonancia, lo cual genera mucha tensión. Esto se advierte en los inicios de sinfonías como la segunda o la tercera. En definitiva, es el creador de la gran orquesta, como después le describiría Wagner. “Son hijos de su tiempo. En Mozart, todo está colocadito en su sitio, a Beethoven le tocó el XIX, un siglo turbulento”, sostiene Vela.

En el XVIII, las sinfonías eran de instrumentos de cuerda, y él quiere plasmar la nueva sociedad igualitaria, por lo que equipara viento y cuerda

Para el poeta y músico Ramón Andrés, autor de libros como el reciente ‘Filosofía y consuelo de la música’, publicado este año por Acantilado, lo que ocurre entre Mozart y Beethoven también tiene que ver con una nueva mentalidad y concepción filosófica de la vida. “En época de Mozart y Haydn, el sentido de individualismo no es tan fuerte. No había una conciencia individual tan arraigada como en el Romanticismo, con el individualismo y la subjetividad pura, Mozart no es todavía un ejemplo de la subjetividad que vendrá en el Romanticismo. Beethoven es mucho más expresivo y subjetivo, con una música más comprensible y acorde con las pasiones. Es el primer compositor del que nos llega mejor expresada la pasión humana”, comenta.

placeholder Un Beethoven de calabazas, este verano en Alemania. (EFE)
Un Beethoven de calabazas, este verano en Alemania. (EFE)

No obstante, Andrés no cree que uno fuera revolucionario y el otro más conformista. De hecho, Mozart incluso formó parte de la logia masónica. “Inconformistas eran ambos. Mozart estaba contra el poder establecido y mandó a la porra a las autoridades de Salzburgo, se independizó y vivió de su trabajo. En Beethoven, hay una herencia de la Revolución, pero sabe distinguir lo que había aportado la Revolución francesa y también ser crítico con ella”. De hecho, fue un entusiasta seguidor de Napoleón —como ocurrió al principio en los círculos progresistas— hasta que este se autoproclamó emperador y le retiró la dedicatoria de la 'Tercera sinfonía'. “Eso explica que tenía un sentido muy crítico. Hay una anécdota. Él conoció en un balneario a Goethe y este formaba parte del mundo mozartiano, no se entendieron bien. Son dos mundos que se desgajan a principios del siglo XIX porque a partir de Beethoven nace otra sensibilidad”, explica Andrés.

A Mozart le ocurrió que nació demasiado pronto. "Hubiera sido como Beethoven de haber nacido 30 años después. Él tampoco quería plegarse, no quería comer con el cocinero porque consideraba que estaba en otro nivel, pero no le salió lo de ser un músico libre. Murió pobre en parte porque en 'Las bodas de Fígaro' había una crítica a la aristocracia y esta le quitó su favor. Además, le gustaba vivir bien y se había gastado casi todo su dinero", comenta Vela. Ambos murieron pobres, porque en un momento dado dijeron que no a las reglas. La diferencia es que en tiempos de Beethoven ese era el 'zeitgeist'.

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En cualquier caso, los dos han llegado hasta nuestros días en perfecta forma, aunque el alemán tiene más acólitos. “Beethoven influyó en los músicos inmediatos a su época, como Liszt, Berlioz, Schumann, y en la segunda mitad del XIX, en Brahms y Wagner, y después en Brückner, Mahler, Richard Strauss... Hasta 1945, su influencia es enorme, y su estela se mantiene hasta la actualidad”, manifiesta Vela, quien cree que, por ejemplo, dos compositores del siglo XX como John Williams y Ennio Morricone no hubieran sido tan populares sin Beethoven: “John Williams y Ennio Morricone parten del sinfonismo del siglo XIX y este viene de Beethoven, si Morricone y Williams hubieran hecho una música del siglo XX, no les conoceríamos tanto”.

"Williams y Morricone parten del sinfonismo del siglo XIX, y este viene de Beethoven"

Para Andrés, también es el alemán quien goza de mayores aplausos hoy en día. También por los tiempos que corren, que son de todo menos clásicos. “Nos ha llegado más un romántico como Beethoven y, en general, toda la estética romántica”, apostilla. Aunque rompe una lanza en favor de una tercera vía: ni Mozart ni Beethoven, sino Bach. “Es el músico que en realidad está al margen de las necesidades que vinieron después. La música de Bach es mucho más libre, tiene una rica intelectualización, pero muy abierta, es innovadora siempre y hace innovación con materiales antiguos. Son un ejercicio, una enseñanza… La modernidad no viene de Mozart ni Beethoven, sino de la capacidad intelectual de Bach”.

Al final, las 'suites' de Bach siempre ganan.

Sin tener la menor idea de música, cuando cualquiera escucha una nota de una sinfonía de Ludwig von Beethoven, advierte el golpe bombástico, la tensión y la disonancia. Si a continuación recurre a Wolfgang Amadeus Mozart, las aguas vuelven a la calma: llega la partitura transparente, cristalina y redonda. Sin llegar a contrastar del todo —Beethoven también le debe mucho a Mozart— son, una vez más, como una dualidad aristotélica. La turbulencia frente a la paz. El Romanticismo frente al Clasicismo. 'La libertad guiando al pueblo' de Delacroix frente a la 'Odalisca' de Ingres. El rock frente al pop. Los Rolling frente a los Beatles. Los revolucionarios frente a los integrados. Y que el mundo siga girando.

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