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El miedo a un petróleo a 100 dólares ya no es el que era... o al menos eso espera Wall Street
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El miedo a un petróleo a 100 dólares ya no es el que era... o al menos eso espera Wall Street

¿Desbaratará el alza de los precios el aterrizaje suave de la Fed? Es complicado

Foto: Refinería en El Paso, Texas, Estados Unidos. (Getty/Brandon Bell)
Refinería en El Paso, Texas, Estados Unidos. (Getty/Brandon Bell)
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Una serie de sacudidas inflacionistas ha puesto en jaque el esfuerzo de la Reserva Federal por controlar la subida de los precios. A los inversores les preocupa que el último pueda ser el petróleo a 100 dólares el barril.

El avance del crudo hacia esa marca ha encarecido los desplazamientos de los ciudadanos. Los camioneros que transportan alimentos están cobrando más por el gasóleo a las tiendas de comestibles. Las aerolíneas, que dependen del combustible, exigen tarifas más altas. Y los fabricantes de todo tipo de productos, desde juguetes de plástico hasta asfalto, podrían enfrentarse a ingredientes más caros.

La subida del petróleo ha suscitado nuevos temores, desde Washington hasta Wall Street, de que la energía, que la Reserva Federal excluye en gran medida de sus cálculos políticos, pueda echar por tierra el intento de los bancos centrales de suavizar el aterrizaje de la economía estadounidense, hambrienta de combustible. Algunos inversores y economistas han comparado el momento con periodos anteriores en los que el auge de los precios del petróleo contribuyó a que el país entrara en recesión. "Complica la situación", opinó Rob Kaplan, expresidente de la Fed de Dallas. "Aunque las agencias o los analistas o los economistas obvien al petróleo, la familia de clase media no puede ignorarlo".

Foto: Una refinería de petróleo. (EFE/Ernesto Mastrascusa)

El galón de gasolina normal costaba 3,88 dólares de media en EEUU la semana pasada, según los registros federales, lo que supone un aumento de más del 25% desde principios de año. La subida de agosto impulsó los precios al consumo a su ritmo más rápido en más de un año.

Los economistas temen que el aumento de los costes empuje a los estadounidenses a recortar el gasto en restaurantes, viajes y otros ámbitos, frenando el crecimiento y dando pie a una situación conocida como estanflación. El encarecimiento de la energía también podría tensar los mercados laborales, al obligar a los trabajadores con salarios bajos o con varios empleos a replantearse los largos desplazamientos al trabajo. Pero el alcance de estas consecuencias dista mucho de estar claro, lo que crea nuevas incertidumbres para los inversores que intentan calcular el impacto de los futuros tipos de interés en sus apuestas por acciones, bonos y materias primas.

Los economistas afirman que las empresas y los consumidores estadounidenses son menos sensibles a las crisis de los precios del petróleo que hace décadas, ya que el aumento de la eficiencia ha reducido la proporción de los costes de combustible en el gasto total. En términos ajustados a la inflación, la gasolina es hoy más barata que en anteriores momentos de peligro.

Foto: El petróleo alcanza los 95 dólares el barril. (EFE/Caroline Brehman)

Los precios de la gasolina en dólares actuales alcanzaron un máximo de 5,71 dólares el galón en junio de 2008, según la Administración de Información Energética. Los precios ajustados a la inflación fueron igualmente más altos que los niveles actuales cuando EEUU se enfrentó a una inflación difícil de contrarrestar entre 1979 y 1981.

Los economistas omiten estos precios volátiles de la energía de las métricas de inflación preferidas, que tienden a centrarse en los costes de los servicios y los mercados laborales. Los precios del petróleo pueden subir a causa de una nueva demanda, como el auge económico chino de la década de 2000, o caer a causa de perturbaciones de la oferta, como el embargo petrolero árabe y la revolución iraní de los años setenta, lo que difumina las señales que envían a la economía estadounidense. Aun así, el repunte estival de los precios llamó la atención de los banqueros centrales, que observaron cómo se moderaba la llamada inflación subyacente y se preparaban para pausar las subidas de tipos.

El presidente de la Fed, Jerome Powell, calificó el aumento de los costes energéticos de "cosa significativa" en una rueda de prensa el miércoles, afirmando que "puede afectar al gasto de los consumidores. Ciertamente, puede afectar al sentimiento del consumidor". "Realmente se reduce a cómo de persistentes, y cómo de sostenidos, son estos precios de la energía", agregó.

Foto: Foto: Reuters/Leah Millis.
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Estas perspectivas escapan en gran medida al poder de la política monetaria estadounidense. A principios de este mes, Arabia Saudí y Rusia impulsaron un salto en los precios del crudo al ampliar los recortes de la oferta hasta finales de año, asegurando prácticamente que la demanda récord de combustible superaría la producción mundial.

Desde entonces, el barril de crudo Brent, referencia mundial, ha tocado los 95 dólares y cerró el viernes a 93,27 dólares. En Wall Street, incluso los analistas más bajistas afirman ahora que el petróleo podría alcanzar o superar la barrera de los 100 dólares a finales de año, pero pocos esperan que los precios suban mucho más, en parte debido a la producción récord de petróleo en Estados Unidos.

"El hecho de que la revolución del esquisto haya tenido tanto éxito mantendrá a raya los precios reales", afirma Nikolai Roussanov, profesor de Finanzas de la Wharton School de la Universidad de Pensilvania. Los precios podrían retroceder si Arabia Saudí y Rusia aumentan la oferta, añadió, o si una recesión frena la demanda. Hasta ahora, el gasto de los consumidores, motor clave de la economía estadounidense, ha resistido frente al encarecimiento de los préstamos y los precios del combustible. Las ventas al por menor, excluida la gasolina, subieron un 0,2% en agosto con respecto al mes anterior, según el Departamento de Comercio.

Foto: Un consumidor repostando en una estación de servicio. (EFE/Alejandro García)

Algunos economistas advierten que la subida de los precios pesará sobre la economía, junto con los pagos de los préstamos estudiantiles y la liquidación de los ahorros de la era de la pandemia. En caso de que los estadounidenses trabajen menos o pidan salarios más altos para compensar el llenado de sus depósitos, los mercados laborales también podrían seguir siendo obstinadamente ajustados.

En las afueras de Las Vegas, Desiree Wood dividía antes su tiempo entre la conducción de camiones, la dirección de una organización sin ánimo de lucro que defiende a las mujeres que realizan largos recorridos, y el transporte de turistas y residentes entre trabajos o casinos. Pero la escalada de los precios de la gasolina ha hecho que su salario, procedente de aplicaciones de transporte compartido como Uber, baje hasta los 10 o 15 dólares la hora. "Empiezas a preguntarte: ¿Qué le estoy haciendo a mi coche?", dice esta mujer de 59 años. "No merece la pena".

A partir de octubre, Wood se dedicará a tiempo completo a transportar productos como calabacines y bayas por todo el país. El cambio le permitirá dejar de compartir coche, pero también la obligará a retirarse del trabajo sin ánimo de lucro. "Estoy comiendo en casa, quedándome en casa e intentando no gastar dinero en nada", afirma

Foto: Una compra de 80 euros en 2021 cuesta ahora más de 100. (EFE/Biel Aliño)

Algunos inversores esperan que, si se extienden tensiones similares que ralenticen el crecimiento estadounidense, la Reserva Federal pueda bajar los tipos de interés el próximo año para impulsar la economía. Pero las subidas del precio del petróleo han contribuido anteriormente a aterrizajes mucho más duros después de que el banco central empezara a recortar los tipos en 1990, cuando Irak invadió Kuwait, y en 2008.

En este último episodio, los precios del petróleo se dispararon hasta alcanzar máximos históricos, empujando a los estadounidenses a recortar la compra de automóviles de alto consumo y provocando la ralentización de las fábricas de automóviles nacionales, cuenta James Hamilton, profesor de economía de la Universidad de California en San Diego. Esto, unido a la crisis de las hipotecas de alto riesgo y a otros factores, causó estragos económicos.

La subida del 29% del crudo estadounidense de referencia en los últimos tres meses es menor en comparación con la sacudida de precios de 2007 a 2008, así como con la fuerte subida de 2020 a 2022 que contribuyó a desencadenar la actual escalada inflacionista. "Es un aumento mucho más modesto", afirma Hamilton. Pero "es suficiente para marcar una pequeña diferencia, y ahora mismo la Fed está vigilando las pequeñas diferencias".

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal.

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